Sobresaltada

Muchas cosas pueden pasar, lo importante, ¿hasta dónde estamos dispuestos aprobar?

SOBRESALTADA

Nos conocíamos, o al menos, eso creíamos. Empezamos a hablar unos meses antes y eso nos llevó a donde estamos. Hoy, por fin, nos conoceríamos en persona. Estaba muy nerviosa, no sabía si habría química. Viajé a verla, las reglas eran estas, unos momentos compartidos, sin nombres, promesas, ni compromisos. ¿Qué saldría de esto? Sólo el tiempo lo diría.

Nos encontramos en mi habitación de hotel, yo no conocía la ciudad y ella me pasaba a buscar, le dejé claro que dejaba en sus manos como pasaríamos la tarde, si visitaríamos algún lugar lo desconocía pero estaba más que dispuesta a disfrutar la experiencia, y nuestra aventura recién comenzaba.

-          ¡Hola!- dijo ella ni bien abrí la puerta. Estaba hermosa. No salía de mi emoción de verla por primera vez. Tampoco podía articular palabra ni moverme de la puerta- ¿Puedo pasar?

-          ¡Hola! Sí, por favor, pasá.- Ay, qué tonta soy, y eso que acá la mayor soy yo, debe pensar que soy retrasada o algo-

-          ¿Cómo estás?, ¿cómo estuvo el viaje? El hotel es lindo, elegiste un buen lugar. La habitación es bonita, ¿tenés balcón?- Dios, ¿por qué ella parece tan relajada? No sé cómo actuar en su presencia.-

-          Sí, no pensé que el lugar fuera así de acogedor, la ciudad se ve linda desde acá- le dije acercándonos al pequeño balcón- El viaje estuvo tranquilo, dormí todo el camino, la verdad, si pasaba algo en el trayecto ni me enteraba. Jajajajajja…-reía nerviosa, debe de pensar que me falta el parque de diversiones completo- Ayyyy… disculpá, estoy inquieta y no sé cómo actuar, qué decir, esto…- listo, ¡lo dije!, ¡ya está!-

-          Jajajjajjaaja… lo sé, se nota. Hagamos algo. ¡No me pongas esa cara mujer!- decía mientras se acercaba a mí. Estábamos a un palmo de distancia, sentí su perfume y, su respiración también se tornó agitada. Bien, no era sólo cosa mía la reacción.-

Tomó mi rostro en sus manos, me sonrió y no lo meditó, me besó. Había soñado con esto, más veces de lo que quería admitir para mí misma, y por fin se concretaba.

-          Relajáte, vamos, respirá – me dijo y volvió a tomar mis labios entre los suyos.-

-          Yo... –me calló con su boca. Esta bella y segura mujer mordía mis labios y de a poco recorría mi boa con su lengua, haciendo una leve presión en el centro para hacerse un lugar dentro. No puede evitar gemir cuando su lengua rozó la mía y empezamos a enredarnos con ellas.-

La tomé de la cintura y con una mano subí a su nuca, la acerqué lo más que pude y sentí su calor. Mi mano llegó a su cadera y se coló bajo su blusa. Qué piel más suave sentí al tocarla, esto era mejor de lo que imaginé.

Poco a poco dimos por terminado el beso pero no se alejó, recorrió mi mentón con suaves besos hasta llegar a mi oreja y susurró:

-          ¿Mejor?- y me abrazó. Sabía que era mi primera vez y se notaba que quería ser considerada conmigo- Respirá, todo está bien linda.

-          Vos sos linda.- le dije cuando mi boca, por fin, encontró las palabras y se decidió a hablar.- Gracias, en serio-y sólo sonreí al abrazarla y sentir su perfume. – No te hacía tan pequeña- era verdad, la hacía de mi estatura pero parecía de 1, 60 mts como mucho.-

-          ¡Eyyyyy! ¡Qué tengo 1, 65mts!- me riñó- Vos sos como imaginé.

-          Jajajajaja.. Vos tenías referencia, eso no vale.

-          La vida no es justa…. Ni yo tampoco.- no lo dijo de mala manera, ya lo habíamos hablado antes, era sólo la realidad- ¿Estás lista? ¿Vamos?

-          ¿Vas a decirme a dónde vamos?

-          Nop, vamos.- tomó la delantera y abrió la puerta. Obedeciendo  un impulso, la agarré y la arrinconé en un pedacito de pared y la besé.-

La escuché gemir, la sorprendí y eso me gustó. Atrajo mi cuerpo al suyo y lo apretó. Sentí que iba bien con esto, y la dejé no sin antes estirar su labio inferior entre mis dientes. Esta mujer iba a volverme loca.

  • Vamos, ¿no?- dije sonriendo-

  • Estás jugando con fuego…

  • Y estoy ansiosa de quemarme.

Salimos riendo de la habitación, la mayor parte de la tensión había desaparecido. Era muy común entre las dos bromear en doble sentido, siempre fue parte del juego y parecía que así todo era más “normal”.

Recorrimos parte de la ciudad, dimos un largo paseo, y como era fin de semana, pudimos visitar una feria de artesanías local, compré bastantes chucherías, y comimos bastante dulces y algún que otro bocadito salado. Tomamos varias fotos, aunque debería decir, me tomó varias fotos, no podía retratarla aunque quisiera, quedamos en eso, sólo tendríamos estos momentos grabados en nuestras retinas.

Propuse ir a cenar, la comida mejicana fue la elegida. Algo de picante y tragos para animar la noche que estaba en pañales. Ambas sabíamos que teníamos asuntos pendientes, lo que sea que pudiera pasar necesitaba de la ayuda de mi amigo “José Cuervo”, y no iba a desaprovechar la oportunidad.

Llegamos al hotel un poco más que “achispadas”, lo sabíamos y estábamos ahí. Nos detuvimos en mi puerta.

-          Estuve queriendo hacer esto toda la noche – y la besé. Sus labios estaban dulces de nuestros últimos shots de tequila y para mí, sabían a gloria. Tenía hambre de esa boca y dudaba saciarme pronto. Se separó jadeante y descubrí que la tenía montada sobre uno de mis muslos, las dos hacíamos presión en nuestros sexos con nuestras piernas. Tomé su cola, ufff… me encantaba apretarla mientas gemíamos con cada movimiento.

-          Bolsillo derecho, mmmmmm… – le dije mientras besaba mi cuello- la llave.

-          ¿Segura?- la mordí en la barbilla como respuesta-

Entramos a la habitación y ni tiempo hice de encender las luces, estaba aprisionada contra la puerta. Sentía que me saca la blusa entre besos y sus manos se multiplicaban mientras me tocaban. Cuando llegamos a la cama, pese a lo corto de las distancias, ya estábamos despeinadas y nuestra respiración era super agitada; los zapatos quedaron en el camino, acompañando cada prenda que cubría nuestros torsos.

-          ¡Dios, sos deliciosa!. Le dije mientras tenía mis manos en sus pechos y pasaba mi lengua por su aureola- Mmmmmmm…- empecé a succionar sus pezones, que estaban bien duros en mi boca-

-          ¡Vamos! – me tiró a la cama mientras me miraba de pie. Reptó en mí y desprendió mis jeans, y poco a poco fue bajándolos hasta que terminaron en el suelo- Lindas piernas, suaves, bonitas

-          Son tuyas, para lo que quieras.- le dije con una insinuación más que clara y muy impropia en mi-

-          Excelente respuesta – su mirada me transmitía deseo, yo quería más de ella-

Apenas se apoyó en la cama, la envolví con mis piernas y cayó sobre mí. La besé con fuerza y rodé hasta dejarla tendida boca arriba. Recorrí suavemente su esternón con mis uñas, pasé por su ombligo hasta llegar al botón de su pantalón. Lo abrí y fui metiendo mi mano dentro de su bombacha.

-          Mmmmmmmmm…. Ahhhhhh….

Estaba tan mojada y  me besaba salvajemente mientras mi dedo mayor se hacía paso entre su humedad. Su clítoris estaba hinchado, podía sentirlo pero su pantalón me impedía ir más allá.

Corté el beso de mala gana y fui directo a arrancarle la ropa, literalmente; estaba bastante excitada y fui algo brusca, su bombacha se la saqué junto con el pantalón. Sé que le gustó que no fuera muy suave al tocarla.

Admiré su desnudez por unos pocos segundos, abrió sus piernas, mostrándome su intimidad y ahí sí, perdí la cabeza. Con la boca seca me lancé a beber de ese manantial. Tenía miedo de que no me gustara tener una vagina en mi boca por primera vez, ¡qué equivocada estaba! Era deliciosa, estaba prolijamente recortada y, por lo roja que se ponía mientras la lamía, sabía que la sangre estaba concentrándose en ese lugar. Con mis manos fui abriéndola y mi lengua iba delineando sus labios. Su piel iba erizándose y sus gemidos aumentaban. Llegué a la fuente de ese manjar, metí mi lengua de lleno y la puse durita para penetrarla; sus flujos invadían mi boca y lo que no podía tragar caía por mi mentón. Le di una succión que pareció gustarle, pegó un brinco y aproveché para reemplazar mi lengua por mis dedos índice y mayor y se los clavé de una sola estocada. Mi boca se prendió como niña hambrienta a su clítoris, combinaba los movimientos de mis dedos con succiones, lamidas, mordidas a él. Aumenté la intensidad, sumé un tercer dedo y busqué ese botoncito rugoso en su interior, mi lengua empezó a presionar esa bajo el clítoris, allí donde hay otro precioso agujetero. Mis dedos apretaron el llamado punto G, era rico sentir como se fruncía su vagina para no dejarme escapar. Mis tres dedos se cernieron como garras sobre ese punto, y mi boca pegó largos chupones en su clítoris y supe que hice bien. Sus manos aferraron mi cabeza para que no me apartara – como si era fuera mi intención- mientras sus piernas luchaban por no aplastarme del placer que sentía. Saqué mis dedos y miel se deslizó hasta su cola, empecé a recogerla y con mi lengua jugué en esa suave piel que separa la vagina del ano. Quería que siguiera lubricando, por lo que no la sequé del todo.

Fui subiendo con besos húmedos desde su pubis hasta morder su barbilla, recordaba de nuestras conversaciones que eso la calentaba. Me separé y la observé, wowww estaba brillante de excitación.

Me besó como si quisiera tragarme, se colocó encima de mí y profundizó, si más se podía, el beso. Me estremeció con sus formas, tomé su cola entre mis manos marcándolas con mis uñas, la humedad de su sexo se unía a la mía entre fricción y fricción, yo la esperaba inundada y expectante. Apenas separamos nuestras bocas porque necesitábamos tomar aire.

-          ¿Hoy vas a dejarme con ganas?

-          ¡Vas a ver! – me advirtió mientras estiraba mi labio inferior con sus dientes-

Recorrió mi mentón con besos, lamidas y mordiscos, bajó por mi cuello repitiendo las atenciones de su boca. Llegó al centro de mi pecho, mis senos más pequeños que los suyos, cabían sin problemas en sus manos. Nuestras miradas se encontraron cuando su boca se acercaba a mi busto, lamió toda mi aureola, que estaba más oscura de lo que la había visto en toda mi vida; su lengua presionó mi pezón, lo chupó con fuerza hasta dejarlo sensible y durito, y fue a brindarle la misma atención a otro seno. Nunca dejamos de mantener el contacto visual, eso le añadía más morbo a la situación. Mis manos apretaron sus pezones haciéndola gemir del gusto. Dio unas últimas lamidas a las puntas de mis pezones dejando un rastro de saliva de se separaba excitante de su boca, sólo para acercar los suyos a los míos y frotarlos lentamente.

Todo era más que placentero, nos besábamos y sentía la urgencia de sus manos, su boca, y su piel. Su sexo no dejaba de refregarse en mi pierna y el mío no paraba de mojar sus piernas.

Al separarnos, trazó un camino de besos desde mis piernas hasta mi sexo, fue lenta pero sin pausa en deferencia al ser ésta mi primera vez. Se situó entre mis piernas y besó tiernamente mi pubis, llevaba mi cavado algo más profundo que el de ella, y eran tantos mis flujos, que sentía como  éstos se deslizaban por mis muslos. Abrió mi vagina, sentí su respiración caliente sobre mí, y mi cuerpo comenzó a sudar y temblar de la calentura que cargaba.

-          ¡Espumita blanca! Mmmmmmm… - fue lo único que escuché antes de perderme en los milagros producidos por esa boca-

Me exploró a conciencia, primero lamió, se familiarizó con mi sabor, y fue buscando la fuente de mis flujos. Su lengua experta me besó con la delicadeza de nuestro primer beso, de manera suave, dejando que me acostumbrara a ésta nueva intromisión. Fue aumentando la profundidad de su contacto, la sentía saborearme y, yo estaba en el nirvana del deseo. Terminó el beso para atender mis labios mayores y menores, trazaba sus contornos, de a ratos los apresaba y succionaba con su boca, los mordía, los volvía a besar, pero evitaba deliberadamente rozar mi clítoris que seguía creciendo y pedía atención ya.

Trataba de no brincar por cada sensación que esta mujer me provocaba. Mis gemidos y jadeos crecían en intensidad, pero no quería ponerme a gritar como una loca escandalosa. Ella lo sabía, por eso pasaba de tomar mi clítoris, me estaba torturando y gozaba con ello.

-          Deliciosa, mmmm… Estrecha, mmmm… Mía… - y volvió a atacar todo mi canal-

Fui sintiendo una leve presión en mi vagina, ella estaba tratando de meter su dedo mayor en mi interior, una tarea difícil pese a lo lubricada que estaba, su lengua trató de ayudar a mi humedad. Subió a mi boca, compartió mis jugos en un beso agudo, mientras, daba leves golpes a mi clítoris. Gemí en sus labios, la mordí, y me preguntó:

-          No es necesario, si no estás preparada hacemos otras cosas.- la callé con un beso corto-

-          ¡Seguí, quiero que sigas! - me miró con dulzura por un momento mientras sus dedos friccionaban mi clítoris-

De nuevo entre mis piernas, su dedo mayor recogía mis flujos y daba golpes cortos sobre la entrada a mi interior. El sonido a mi humedad, la agitación en nuestras respiraciones y mis propios gemidos me aturdían. Tomó con decisión mi clítoris en sus labios, enredó su lengua en él y me penetró de una vez. Ahí si grité, la sentí bien dentro, aunque fue más sorpresa que dolor. No paró de succionarme y morderme de a ratos, no quería que perdiera la excitación. Su dedo permanecía quieto en mi interior esperando a que me acostumbrara a él.

Nuestras miradas se conectaron, y con un “siii” bajito de mi parte supo que ya podía moverse. Pausadamente fue metiendo y sacando su dedo, con su boca siempre ocupada en mí – no detuvo sus atenciones en ningún momento-, fue aumentando el ritmo de la penetración. También encontró ese punto G en mi interior e hizo presión ahí por varios segundos.

-           ¡Tocáte las tetas, presioná tus pezones, quiero verte! –me espetó-

Presionó tanto mi botón interno que sentía que me hacía pis encima. Me llené de estímulos, su boca, mis manos estrujando mis senos, los sonidos que nos envolvían, fue tanto que en un momento dos dedos entraron juntos, fuertes y tan decididos en mí que no lo pude evitar. Grité de placer, mi cuerpo convulsionaba y ella no me daba respiro.

Unos minutos después, lamió mi vagina sin retirar sus dedos, que aún continuaban una danza lenta y suave en mí. Lo que recogió lo llevó a mi boca, compartimos un beso cargado de  cariño y la laxitud propia del orgasmo logrado. Retiró sus dedos y me abrazó, me sentí querida, la abracé fuerte como agradeciendo su ternura. Aparté su cabello de su cara y besé la punta de su nariz.

-          ¿Estás bien?

-          Sos fabulosa pero dame un minuto, ¿si? – corrí al baño a limpiarme, supe que había sangrado por el beso con sabor metálico que compartimos, y me llenó de felicidad que no se asqueara de eso.-

Volví rápido, y verla desnuda sobre las desordenadas sábanas blancas tocándose para mí, disparó mi lujuria. Me arrojé sobre ella y me acomodó para que formáramos una tijereta en la que nuestros sexos chocaran. Metió sus dedos entre las dos para mojarlos de sus flujos para pasarlo sobre mi clítoris y así, frotarnos lo más fuerte posible. Entrelacé nuestras manos, nos movíamos al unísono, la fricción nos elevó y llegamos a un nuevo orgasmo. Lo ahogamos en la batalla furiosa de nuestras lenguas. Con la respiración entrecortada, quedamos de costado en la cama, con las piernas entrelazadas. Acarició mi espalda suave, dulcemente; yo tocaba tu cola, lo admito, estaba fascinada y envidiosa de ella, siempre quise un trasero grande. Al principio eran roces, mis uñas también la  mimaban, pero al verla cerrar los ojos y gemir bajito entendí que debía ir por un poco más allá. Fui bajando mi mano hasta la unión de tus nalgas con las piernas y clavé mis dedos ahí. Fui acercándote a mí, subiste a mi pecho aún con nuestras piernas enredadas. Te necesitaba encima para poder ocupar ambas manos en darte placer. Lo comprendiste rápidamente, te acomodaste sobre mí dándome libre acceso. Con una mano sostenías mi rostro al besarme y la otra se perdía masturbándome. Mis manos masajeaban y abrían cada vez más tus glúteos; tu humedad caía, pasaba de tu sexo al mío, y mis uñas rozaban toda esa fina piel que me acercaba a tu ano. Lo punteé con mis dos dedos mayores, podía imaginar cómo se fruncía, porque lo sentía, pero también quería verlo. Te solté, paraste de tocarme y me corrí de debajo de tu cuerpo, Mi sexo latía porque chorreaba de las ganas de seguir recibiéndote, con todo lo que quisieras darme. Estando ya boca abajo, mordí la unión de tu cuello con los hombros. Estoy segura que te dejé una marca pero no me importó y vos no te quejaste. Di mordiscos por toda tu columna y me detuve en tu coxis, allí lamí y succioné tu piel.  Fui separando tus glúteos para ver esa parte de tu cuerpo que decías te daba tanto placer, se veía más oscuro que el resto de tu cuerpo, suave por un lado y arrugada en la zona más próxima a tu centro, brillante de tanta humedad, esperando atención. Mordí tus cachetitos traseros, también les dejé marca, y rápido emprendí viaje desde donde arranca la cola hasta el ano. Buscabas tocarte, masturbarte mientras yo te transitaba y me detuve.

-          Sólo yo puedo darte placer, si tus manos toca tu sexo paro.- te amonesté-

-          No voy a aguantar mucho esto.

-          Depende de tu autocontrol- saboreé tu vagina para tentarte- lo que llegue a hacer.

Subiste tus manos a tus pechos y, notaba que por más que disfrutaras estimulándolos, eran poco a lo que realmente querías hacer.

-          Buena chica. – volví a beberme tus flujos en recompensa-

Nueva mente mi lengua dibujó la ruta al apéndice tan fruncido que pensaba atormentar. Me agradó tu sabor, y eso que ya estaba algo borracha de vos, disfruté de ver cómo te encogías y te apretabas. Empezaste a moverte como queriendo hacer círculos y dirigirme. Golpeé tu trasero, aunque sin intención de lastimarte.

-          ¡Quieta o paro!

Oí tus jadeos perderse en la almohada y eso me excitó más. Tu ano se contraía y yo me emocionaba delineando su contorno. Tus gemidos crecían. Metí mi lengua con un poco de miedo, no sabía bien que hacía pero mi objetivo era hacerte gozar. Con mis manos mantenía tus nalgas separadas, y la punta de mi lengua estaba en tu interior. Trataba de abrirte y tu agujero me apresaba. La sensaciones que me atravesaban hacían que mis jugos cayeron por mis muslos cual cataratas y tenía los tuyos por toda mi pera hasta llegar a tu cola. Lo lamí, quería esa mezcla de sabores en mi boca, y esta vez entré con toda mi lengua en vos. Recogí parte de mi humedad con mis dedos y metí tres sin ningún problema en tu vagina, y allí probé dar mi primer beso negro. Me hallaba super excitada, mi cuerpo ardía de placer al notar el que yo estaba proporcionándote. Logré mantener un ritmo simultáneo entre las acometidas de mis dedos y mi lengua; mi pulgar buscó acompañar a mi beso, no me costó tanto introducirlo porque estabas muy dispuesta. Dilatabas perfectamente. Aparté mi boca dejando una mezcla de mi saliva y tus corridas, no retiré mi pulgar aún. Apuré mis movimientos, introduje el índice de mi otra mano en tu ano, luego metí mi mayor y liberé mi pulgar. Tu vagina apretaba mis tres dedos mientras mi lengua se concentraba en dar gozo a la zona intermedia entre tus oquedades. El placer que veía en vos se reflejaba hasta en como los dedos de los pies se te contraían, una imagen que voy  llevar conmigo siempre, hermosa.

Sin previo aviso, todos mis dedos abandonaron tu intimidad, tu cuerpo se quejó pero tus agujeros permanecieron abiertos y expuestos. Te penetré con siete dedos de golpe, cuatro en tu vagina y tres en tu cola, mi lengua seguía en el mismo lugar, y te escuché gritar fuerte. Creo que la sorpresa desencadenó tu orgasmo, curvé mis dedos y presioné; taladré tu cola como si mis dedos fueran un pene tratando de igualar su intensidad, o lo que yo creía que podía ser. Fue un orgasmo en cadena. Tu grito originó mi orgasmo, temblaba tanto que mis piernas apenas podían sostenerme.

Tu cuerpo fue calmándose y mis dedos relentizaron su labor. Abandoné tu interior con mis dedos pero mi boca fue a succionar una vez más tu clítoris, estabas muy sensible pero me regalaste un pequeño orgasmo más y me aparté a tu costado.

Viniste a mí y besaste todos tus jugos de mi cara, luego comiste mi boca. Ambas estábamos agitadas y algo cansadas pero no podíamos renunciar al disfrute de ese beso. Me quemaba el orgasmo que había alcanzado con sólo sentir el tuyo y estabas en la misión de darme otro.

Decidida a ser visceral conmigo, ya que no era mi primera vez ni había necesidad de ir “despacio”, tus dedos de apoderaron de mi perla. Mordiste mis labios  con brusquedad, cosa que me encantó, y colocaste una almohada bajo mis caderas. Mi hinchado interior ansiaba tu boca y no te hiciste de rogar. Te prendiste a mi clítoris y lo succionaste con rudeza, al mismo tiempo, dos de tus dedos entraron me penetraron intempestiva y profundamente. ¡Qué placer! Mi lubricación era abundante y eso lo hizo más sencillo.

-          ¿Te animás a probar más?

-          ¡Hacéme lo que quieras!- grité presa de la excitación. Estaba dispuesta a todo por sentirte en todos lados.-

Uno de tus dedos dada vueltas en mi agujero trasero, siempre lento, acariciándolo y buscando acostumbrarlo a esa nueva intromisión. Sentía caer mis flujos más allá de mi ano, tenía mojada toda la cola y, sabía que podía lubricar más. Tu dedo mayor presionó un poco y logró entrar, tus uñas eran cortas y no me lastimaban. Era una sensación extraña pero  la vez placentera, toda la sangre de mi cuerpo estaba concentrada en mi zona baja, no podía pensar, sólo te sentía. Mis jugos  se desbordaban y aceleraste tus penetraciones, estaba completamente llena de vos. Estaba al borde de otro orgasmo, que prometía ser brutal, mis agujeros se encogían, reteniendo tus dedos que no paraban; tu boca, esa gloriosa boca, hizo que gritara desgarradoramente al alcanzar otro orgasmo. Presionabas mi interior prolongando mi placer mientras bebías todo lo que expulsaba mi ser.

-          ¡¡Ahhhhhhhhhhhhhhhhh!!

Retiraste despacio tu dedo de mi apéndice y fuiste automáticamente a darme un exquisito beso en la cola. Tu caricia de tu lengua fue un bálsamo cálido para esa región. Sentí como todas mis terminaciones nerviosas ahí se estrechaban para mantenerte dentro hasta relajarme, y disfrutamos un ratito más. Volviste a mi vulva, recogiste parte de mi acabada, no lo tragaste y subiste por mí; compartimos un beso con mucho sabor a mí.

-          Sos deliciosa. Gracias.- suspiré-

-          Linda, gracias a vos. –y me abrazaste-

Nos ganó el cansancio, caímos en el sueño con los cuerpos satisfechos por unas horas. Me desperté gimiendo, fuera estaba clareando, me abrazabas tipo cucharita, tu boca en mi cuello, tus piernas separaban las mías dejando lugar  tus dedos. Ya estabas dentro de mí, estaba mojada.

-          ¿ Mañanero?- prometiste y jadeé en respuesta-

Escuché un sonido familiar, era el timbre de una llamada. Desperté sofocada. Atendí violentamente y, encima, ¡fue equivocado! Mi cuerpo estaba sensible, mi sexo inundado, mi cama sudada… ¡TODO FUE UN SUEÑO!

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POR SI LO LEÉS: Ojalá no te decepcione. Pasó mucho tiempo, pero fue de ese "entonces". Gracias por inspirarme, lo disfruté.