Sobre mi toalla
Me quería quitar la toalla femenina, pero entendió mi condición y se dedico a acariar lo demás.
Un relato para ustedes:
Antes que nada, quiero agradecer a todos los que me han seguido durante mis relatos y en mi blog ( http://mispiernas.blogspot.com ); y aunque últimamente no he tenido mucho tiempo de sentarme a escribir algo de mí, lo que les voy a contar, es digno de contar.
Rápidamente les platico lo que me sucedió el día de ayer.
Salí del trabajo a la hora acostumbrada, preparé mis cosas y salí con mi jefe (Lic. Caballero). Pero cuando estábamos en el elevador lo llaman de la dirección para una reunión urgente y tuvo que quedarse, así es que después de discutir como 5 minutos con él, lo mandé al diablo y me fui muy molesta a mi casa.
Saliendo de la oficina, camino como 3 cuadras y llego al paradero de Pino Suárez, donde salen los micros que van para Villa Coapa; tomé un lugar en la fila y cuando tocó mi turno de subir al micro, estaba lleno así es que tuve que irme parada más o menos a la mitad del camioncito.
Debimos haber pasado dos estaciones del metro cuando paramos en la salida del metro chabacano para subir pasaje. La gente comenzó a amontonarse y quedé como en medio de una lata de sardinas, y lo digo literalmente; no solo porque estaba muy lleno el micro, sino porque delante de mí había quedado un tipo que al parecer era albañil o algo parecido, y lo digo por su aspecto y olor. Apestaba a rayos.
Continuamos con el viaje, pero desgraciadamente era hora pico, 14:30 cuando estábamos en calzada de Tlalpan, ya se imaginarán el calor tan sofocante que había y la cantidad de autos que transitan por esta vía y a esta hora, todo esto hacía más largo y tedioso el viaje.
Sentía la mirada del tipo que estaba frente a mí y por más que quería yo disimular, eran muy evidentes las intenciones que mostraba para con mi persona. Detrás de mí iba una señora con bolsas de mandado, lo que me motivaba a moverme hacia delante para que no me fuera a romper las pantimedias de color beige satinadas que llevaba yo puestas, sobre todo porque eran nuevas y por lo menos pensaba ponérmelas dos o tres ocasiones más. Pero en cada movimiento que hacía hacia delante, el tipo de enfrente bajaba más su mano en la que sostenía una mochila. Esto provocaba que rozara la parte anterior de mis muslos.
Mi falda, como siempre muy chiquita y con poco vuelo, se comenzaba a mover al compás con el cual él chico movía sus manos, hasta que en algún momento pudo subirla hasta quedar solo sus dedos en una de mis piernas. Pensé que debía relajarme y disfrutar el momento.
Cuando él se dio cuenta que no puse mucha objeción entre mis piernas y sus dedos, los roces, que al principio eran muy tenues, se hicieron más frecuentes y con más vigorosidad. Su piel quemada por el sol comenzaba a hacer estragos en mi mente y su olor comenzaba a gustarme. Algo así como a excitarme.
El micro por momentos quedaba varado en medio de la calzada y por momentos avanzaba como a 10 km por hora.
Se acercaba más y más a mí cada vez que podía y hacía aire al exhalar por la nariz, aire que depositaba cerca de mis orejas (un punto delicado para mí). Dejó caer su mochila al suelo y con una sola mano se dedicó a acariciarme por todo lo que podía hasta que llegó a donde yo quería.
Metió su mano en mi entrepierna, exactamente en mi panocha, que para estas alturas ya venía toda mojada, pero no crean que de excitación, sino del sudor que me había provocado el calor del micro y el resto de la gente.
Al sentir su mano en mí, pensé que la retiraría ya que como ando en mías días (o sea estoy menstruando), lógicamente la toalla femenina que traía puesta era evidente. Pero eso no le importó, así es que siguió moviendo sus dedos y lo que me preocupaba es que me moviera de lugar la toalla, no se me fuera a salir la menstruación y quedaría toda manchada, eso si me hubiera dado mucha vergüenza, así es que en un momento que estaba muy cercas de mí, le dije que con cuidado, que no quería ensuciarme. Entendió lo que le pedí y muy lindo el chico, solo se dedicó a recorrer lo que podía acariciar.
Llegamos al estadio azteca y ahí bajó mucha gente, entonces él se agachó para recoger su mochila y bajar del camioncito; tomé un lugar al final del micro y cuando él bajo, se acercó por a través del cristal, olió su mano, se metió tres dedos en la boca y me sonrió. Una señora que se había sentado junto a mí, solo me dijo, "Que tipo tan asqueroso", solo reí y asentí con la cabeza.
Llegando mí esposo le platiqué lo sucedido y como siempre, terminó dándome una cogida como ya es su costumbre, tratarme como una zorra, hablarme como una puta y dejarme toda llena de su semen.
Espero que les haya gustado este relato, en lo personal creo que fue muy tranquilo pero también muy caliente (por lo menos para mí que lo viví en carne propia). Espero sus correos como siempre en lovelygirl3x@yahoo.com.mx
Quiero dejar saludos especiales para mis contactos, en particular a Darkhose, Cangelcasta Leonidas y Bruno, mis contactos más queridos; un beso especial para ellos.
Artemia P.