Sobre la cama

No importaba cómo había llegado hasta allí. Lo relevante era que allí estaba, desnuda sobre la cama, atada de pies y manos formando una gigantesca X, con un escalofrío congelado bajo mi estomago y con los ojos tapados por un antifaz. Tensa, esperando que todo empezase.

No importaba cómo había llegado hasta allí. Lo relevante era que allí estaba, desnuda sobre la cama, atada de pies y manos formando una gigantesca X, con un escalofrío congelado bajo mi estomago y con los ojos tapados por un antifaz. Tensa, esperando que todo empezase.

Estaba totalmente desnuda y solamente arropada por las ataduras que mantenían mi espalda sobre el colchón y el antifaz que evitaba que pudiera verle. Ese mismo día me había dejado convencer de depilarme el coño y ahora notaba su mirada de lujuria sobre mi sensible raja.

Oí su respiración junto a mi oreja, noté como su lengua recorría mi lóbulo derecho, jugando con mis pendientes mientras mi corazón se disparaba… ¡dios! Todavía no había empezado y ya estaba mojada, empezando a desear el calor de su polla en mi interior.

Noté como se movía… su lengua abandonó mi oreja para empezar a trazar un camino… lento, muy lento. Noté como iba bajando por mi cuello, combinando el tacto de su lengua con la calidez de su aliento. ¡Joder! Solo de recordarlo me vuelvo a mojar.

Por fin dirigió su lengua a mi pecho, el muy cabrón iba con calma, se entretuvo en el final de mi cuello, mordiendo mi piel mientras mis pezones trataban de alcanzar el techo, no podía verlos pero los notaba como una piedra. Empezó a acariciar mis tetas con sus manos mientras me seguía mordisqueando los hombros, sin tocar los pezones, haciéndose desear, haciéndome gemir. Al cabo de unos minutos, interminables como horas, empezó un nuevo descenso con su lengua, esta vez directa hacia mi pezón, llegó hasta él y no pude evitar un gritito, noté como lo manejaba con su lengua, jugando con mi placer como antes había jugado con mis pendientes, lo tomó entre sus labios, eso me encanta, notar como atrapa mi pezón entre sus labios y dientes y tira de él con movimientos suaves. Repitió la operación una y otra vez, haciendo me mi pezón se pusiese más y más duro, haciendo que la humedad desbordara mi coño y empezara a deslizar hacia mi ano ¡ufff! ¡Creo que era imposible activarme más! Todas mis terminaciones estaban atrapadas en sus labios, en su excitante tortura.

De repente, sin previo aviso, soltó mi pezón haciéndome desear más y noté como desplazaba su lengua a mi otro pecho. Antes de que pudiera llegar hasta mi aureola ya volvía a tener el pezón totalmente erizado y para cuando su lengua se puso a rodearlo ya le estaba pidiendo que me siguiera comiendo, y así lo hizo, "todo por verte gemir así" me dijo, y eso hizo que aumentara aún mas el ritmo de mis murmullos de placer. Esta vez combinó el tacto de su lengua con el de sus dedos y atrapando mi pezón entre ellos empezó a darle pequeños golpecitos con su lengua, haciéndome dar gritos de rabia y placer cada vez que el pezón se le escapaba, momento en el que lo lubricaba con su saliva y volvía a cogerlo con sus dedos para seguir torturándolo.

Cuando empezaba a pensar que pasaría así horas, noté como se alejaba. ¡Joder! Noté como su peso abandonaba la cama y se abría y cerraba algunos cajones. "¡Vuelve aquí!" recuerdo que le grité, el cabrón me tenía atada y no podía soltarme, pero intenté liberar una mano, necesitaba las manos, necesitaba tocarme y saciar el ansia de mi coño. Necesitaba restregar mi sexo contra mi mano y calmar los latidos que notaba allí volviéndome loca, meterme un dedo y sentirlo resbalar en mi interior mientras rozaba mi clítoris con la otra mano, necesitaba correrme. No lo conseguí, note como él volvía a la cama y mientras chupaba mi brazo como si fuera un dulce volvía a ajustar la atadura que había conseguido liberar tan solo unos cuantos centímetros, suficientes para mover un poco el brazo pero no para llegar hasta mi hambriento coño.

Me tenía intrigada, caliente e intrigada, si por lo menos hubiera podido verlo habría sabido lo que tramaba. Solo sabía que había dejado algo entre mis piernas, cerca de mi húmeda raja, aunque él había llevado cuidado de no dejarlo lo suficientemente cerca como para que pudiera rozarlo con un movimiento de cadera e identificar que era. "No te preocupes" me dijo, "enseguida tendrás lo que quieres". Noté como se tumbaba sobre mí y empezaba a amasar mis pechos entre sus manos, manteniéndome en un estado de excitación total al acariciar de cuando en cuando mis pezones con sus dedos. Al poco note como apoyaba su polla en la entrada de mi coño, con lo mojada que ya estaba fue cosa de segundos notar como entraba en mi y como mi interior se amoldaba a él, contraje los músculos sobre su polla, sabía que eso le encanta y era la única forma de acariciarle que tenía así atada. Empezó a bombear y noté como se acercaba mi orgasmo, ¡sí! Por fin estaba teniendo lo que deseaba desde hace ya una eternidad. Bombeaba, tocaba mis tetas, mordía mi cuello y chupaba mi nuca y mis orejas, ¡me estaba llevando al cielo! Cambio su ritmo y empezó a meterla y sacarla lentamente, sacándola casi por completo haciendo que solo mis labios rozasen la punta de su capullo, haciéndome mover las caderas para devolverle a mi interior. En una de las penetraciones, en lugar de sacarla la dejó dentro y empezó a apretar, metiéndola hasta el fondo y haciendo que notara su cuerpo sobre mi coño depilado, moviéndola con cortos pero potentes compases. Rozó de nuevo mi pezón con su lengua y en ese momento empezó a clavármela con movimientos completos, notaba como deslizaba por mi humedad mientras gemía por el esfuerzo de la velocidad y agarraba mis hombros con sus manos para hacer todavía más brutal la penetración. Y entonces se detuvo.

Se detuvo y note como se incorporaba y sacaba su sexo del mío. "¡Joder! ¡Por favor! ¡Métela otra vez!" volví a gritarle. Pero ya estaba asumiendo que él tenía otros planes.

Note como se tumbaba junto a mi y empezaba a acariciar mi entrepierna con sus dedos, metiendo, uno, dos, haciéndome desear de nuevo su polla en mi interior. Tras unos pocos segundos de juego con sus dedos, sentí como volvía a moverse para colocar su cabeza entre mis piernas. Tuve la seguridad de lo que iba a hacer ya que siempre le ha encantado el sabor de mi coño y desde que había mencionado la depilación estaba fantaseando por recorrer con su lengua mi sexo totalmente suavizado. El tacto de su lengua en mi clítoris confirmó lo que ya sabía y a partir de ese momento empecé a notar como disfrutaba devorándome entera, no limitándose solo a mi capullo de placer sino metiendo la lengua en mi raja, chupando mis labios más íntimos y restregando la humedad de su boca desde mi coño hasta mi ombligo. Con su saliva mezclada con mis jugos la humedad ya era abusiva y no solo empapaba mi sexo y mi culo sino que empezaba a gotear sobre la sábana. Esto parecía calentarle aún más y noté como se aceleró su ritmo, lamiendo mi raja con su lengua como si quisiera alimentarse de ella. Eso me encanta, empecé a gemir pidiendo que me llevara al orgasmo con su boca, que me dejara correrme sobre su lengua como tantas veces lo había hecho él sobre la mía. Noté como sonreía y acercando su boca a mi oído decía "mañana".

Entonces tomó lo que había dejado en la cama y me hizo sentir el tacto de un juguete, lubricado sobre mi raja. Moví un poco mis caderas y le ayudé a que entrara, él empezó a meterlo y sacarlo con lentos movimientos. Con el tute que llevaba no era capaz de distinguir el juguete que estaba usando, no sabía si lo que me penetraba era mi pequeño "delfín" o si era la polla gelatinosa que tanto le excita verme chupar. De lo que estaba segura era de que mi depilado sexo debía tener un color rojo brutalmente excitante ya que notaba toda la sangre del cuerpo moviéndose hacía ese lugar. Sentí como entraba y salía y como con cada moviendo me hacía mojarme más. :Lo usó como había usado antes su propia polla, combinando movimientos, acelerando o decelerando el ritmo según decidía conveniente. Acercándome al orgasmo con cada movimiento y cada frase subida de tono susurrada junto a mi lóbulo Entonces hizo algo y note como todo mi sexo se movía. ¡Joder! ¡Vibra! ¡Ahhh! El muy cabrón había comprado un vibrador nuevo y eso es lo que me estaba clavando. Con eso me estaba arrancando los gritos de placer. ¡Ahhh!¡Ahhhh!¡Ahhh!. "¿Te gusta?" me preguntó, seguramente con una sonrisa de vicio en sus labios, aunque no respondí nada comprensible, mis jadeos y gemidos dejaban claro que estaba disfrutando como un animal en celo. Siguió jugando con el vibrador un buen rato, combinándolo a ratos con su lengua, con sus caricias y en algunas ocasiones con la presión de sus dedos lubricados sobre el agujero de mi culo que se dilataba para dejar paso a esos bienvenidos intrusos. ¡Uff! . Ya me había corrido una vez al notar la primera vibración e iba directa al segundo orgasmo, y todavía no había podido acariciarle ni verle desde que había comenzado el juego.

"Esto no ha acabado" me susurró cuando mi segundo orgasmo era ya inminente. Bajó la vibración al mínimo y dejó el juguete en mi sexo. Yo lo apreté para seguir sintiéndolo y evitar que la lubricación lo sacara de mi interior. Quedé en un estado de preorgasmo constante mientras notaba como él volvía a coger algo de la cama.

La pluma. Noté como empezó a deslizarla sobre mi cuerpo. Mi cuello, mis hombros, mis pechos, mi monte de Venus y mis piernas. No había un rincón a salvo de las caricias de la pluma y yo me iba acercando lentamente a un orgasmo que pensaba festejar con un grito. Movió la pluma sobre mis pezones, de allí a la entrepierna, rozando en ocasiones el vibrador. Lo volvió a llevar a mi cuello, a mis orejas, sobre mis labios. No paraba de moverlo lenta y excitantemente de un rincón a otro de mi cuerpo.

"¿Recuerdas lo que hablamos que podía ser una buena combinación?" volvió a susurrarme. Antes de que pudiera procesar lo que había dicho note en mis caderas el chasquido de nuestro pequeño látigo morado. ¡Zas! ¡Joder! Ahí si ya me tenía vencida. Empezó a alternar unos segundos de caricias con la pluma con otros de azotes con el látigo. No sabía cuanto duraba cada tanda e iba cambiando de uno a otro método de forma aleatoria, sin verle era imposible saber cuando iba a ser la pluma la que cambiara mi ritmo y cuando iba a ser un azote el que me hiciera soltar un excitante gemido. Tan pronto estaba acariciando mis hombros con la pluma como golpeando mi torso con el látigo. Pasando de la caricia sexual a el latigazo sin ningún tipo de aviso. Hubo momentos en los que pensé que se había olvidado del látigo porque pasaba con la pluma una y otra vez por todo mi cuerpo, calmando mi ansia y acercándome al orgasmo al mismo tiempo, acariciándome una y otra vez. Pero hubo otros en los que pensé que jamás iba a dejar de azotarme mientras acompañaba cada chasquido del látigo con un grito de satisfacción por la reacción de mi cuerpo ante el excitante azote recibido.

Finalmente, con uno de los azotes, sentí como mi interior se mojaba todavía más y un orgasmo se liberaba por mi cuerpo y me llevaba casi hasta el desmayo. No se cuanto duró pero estoy segura de que pasaron varios segundos hasta que recupere el control de mis movimientos.

Noté entonces como besaba mis labios, deslizando su lengua junto a la mía, sacaba de mi interior el vibrador, me quitaba el antifaz y me desataba. Recupere entonces el aliento y lo vi, desnudo en la cama frente a mi, sonriendo con malicia y deleitándose con mi cuerpo. Le abracé con pasión y mientras apretaba su culo con mis manos le dije: "Ahora me toca a mi".