Sobre Jose y lo que nos gustaba III

El viaje en autobús fue mucho más divertido de lo que esperaba...

Bajé corriendo y con la lengua fuera me planté en la puerta de las residencia, era muy tarde y en la otra acera Jose, con gesto de ‘date prisa que no llegamos’ me increpaba. Cargada con la mochila y el bolso crucé la callé y me planté frente  Jose. El estómago me daba saltos, la cabeza me retumbaba y un sudor frío recorría mi espalda desde el espinazo hasta el cuello. Vaya pedazo de resaca que tenía. Intenté acercarme a besar a Jose, pero al llevar mi boca hacia sus labios me increpó, molesto por mi aliento a alcoholazo.

  • ¿Qué hiciste anoche?
  • Nada, nos juntamos las chicas y estuvimos bebiendo y fumando en la habitación.
  • Un poco sólo ¿No?
  • Bueno, la verdad es que nos pasamos de la raya.
  • Anda, vamos a pillar un taxi, que no llegamos.

El taxi nos recogió al instante, pero mi mareo y mal cuerpo iba increchendo según íbamos tomando curvas. Si cerraba los ojos malo, abiertos peor, sólo me concentraba en no vomitar en el interior del taxi. Al llegar a la estación de autobuses y detenerse el taxi respiré hondo y salí. Misión cumplida pensé, ya solo quedan unas cuatro horas de autobús. ¡Qué palo!. Mi temor a montar el espectáculo fue aumentando poco a poco y vi que aún quedaban cinco minutos para que saliera el autobús, le pedí a Jose que me esperara para asegurarse de que no salía el autobús sin mí, y el respondió encendiendo un cigarro en la puerta de acceso al mismo. Saqué de mi mochila un tubo de pasta de dientes, un cepillo y corrí a los baños. Nada más llegar busqué una cabina limpia y vacié mi estómago hasta la primera papilla que mi madre me dio en el baño. Había gente que entraba y salía, pero sólo podía pensar en el autobús y la hora que era, me lavé la boca y salí pitando para el autobús.

Cuando subí me recompuse, mi estómago estaba mejor, pero los sudores y el dolor de cabeza eran imparables. Nos tocó un asiento hacia la mitad trasera del autobús y nada más salir me recosté sobre Jose y con un - necesito descansar, luego te cuento - cerré los ojos y di por terminada cualquier conversación antes de que comenzara. El asiento era incómodo y apoyarme en el hombro de Jose era peor, así que decidí levantar el reposabrazos y tumbarme sobre sus piernas, el me echó una chaqueta vaquera por encima cerré los ojos e intenté dormir.

El autobús acababa de iniciar su marcha yo sólo estaba centrada en intentar evitar mi dolor de cabeza, lo que hacía de por sí que me doliera aún más. Sólo las manos de Jose acariciando mi pelo me proveían de algún tipo calmante. Estaba deseando llegar a la autopista, el bacheo y las curvas de la ciudad me ponían de los nervios. Yo no paraba de chistar mi disconformidad y a traducirla con saltos sobre las piernas de Jose. Condescendientemente me quitó la coleta y comenzó a acariciar mi pelo de forma más insistente, metiendo los dedos entre los cabellos, peinándolo con energía, pero lentamente, sin prisa. Creo que por fin habíamos llegado a la autopista, los baches del autobús habían cejado y las manos de Jose estaban dando resultado, me relajaba, aún no me dormía, pero era un primer paso.

El sonido de la cabecera de Filmax me confirmó que sin duda habíamos llegado a la autopista, el conductor iba a poner una película y yo iba directa a ver a Morfeo. Estaba relajada, sin baches, la película de fondo, todo era un remanso de paz cuando empecé a notar una de las manso de Jose ir de excursión por mi canalillo. Era suave y relajante, sus dedos acariciaban el espacio entre mis pechos casi haciéndole cosquillas y de vez en cuando sus dedos se posaban sobre mi pecho derecho, aprisionado contra sus piernas, dejando que las yemas anduviesen sobre el como el principito en su diminuto planeta. Una pasada tras otra hacían que me relajase cada vez más. De vez en cuando la palma de su mano se posaba sobre mi pecho y a mí me estremecía una ola de calor reconfortante. Bajo la chaqueta apretaba mis piernas y me estremecía ante el esfuerzo y la presión de mis muslos. Jose se percató de lo que hacía y decidió ir un paso más adelante, introduciendo su mano en el interior de la cazoleta de mi sujetador y comenzando a masajear mi pezón, que no tardó en erizarse y achinchetarse. A regañadientes por tener que moverme, con disimulo desabroché el sujetador y saqué los brazos por los tirantes, me despojé de el y lo guardé en el interior de la chaqueta vaquera. Disimuladamente volví a tumbarme y las manos de Jose volvieron a hacer su trabajo, esta vez, con menos obstáculos en el camino.

Lo último que recuerdo es que Jose describía círculos alrededor de mi pezón y pasaba la mano sobre el resto de mi pecho con una cansina cadencia que debió terminar por dejarme dormida.

¡Qué dolor de cuello! pensé mientras me incorporaba estirando mi cuerpo sobre el asiento. Estábamos parados y ¡Tenía un pecho al aire!. Rápidamente lo devolví a su sitio, en el interior de mi camiseta mientras respiraba tranquila, ¡No había nadie! el autobús estaba vacío, estábamos a mitad de camino y parábamos en una especie de hotel  -gasolinera - tienda de souvenirs. Meneé a Jose que estaba también dormido contra la ventanilla.

  • Despierta, vamos a tomar algo y hacer un pis, que me meo.
  • ¿Ya hemos llegado?
  • No, estamos en el pueblo ese del hotel
  • Joder, levántame cuando lleguemos.

Me levanté y busqué entre la chaqueta mi sujetador para volver a ponérmelo, pero no lo encontraba y no sabía el tiempo que llevábamos en la parada, así que me bajé corriendo del autobús para ir directa al baño. hacia un frío de narices y yo sólo llevaba una camiseta, pero pensé que no merecía la pena volver a por la chaqueta si total iba a ir del autobús al baño y de vuelta. Al ir hacia el interior del hotel, me sentí observada por cuantos pasaron a mi lado y pensé que el descoque de mis  pechos cubiertos por tan sólo la tela de mi camiseta serían los responsables de tanta atención, así que orgullosa de ellos, seguí con paso firme hasta la puerta del baño. Como siempre en estos casos casi media docena de personas esperaban para entrar y yo, estaba otra vez que me lo hacía encima. A mi lado, apoyado frente a la puerta del baño de caballeros estaba una cara que me resultaba conocida, supuse que era algún pasajero del autobús y de eso lo conocía. Le pregunté si iba en mi autobús y asintió sin decir nada. Nuevamente le pregunté cuándo salía y me dijo  - Aún quedan diez minutos - . En eso una chica salió del baño de caballeros y dijo - ya puedes pasar, gracias -. Mi mirada lo decía todo por mí, se acercó y me dijo - si quieres pasar aquí... -. Sin apenas decir nada entré corriendo en el baño y  entre papeles en el suelo y restos de mil cosas (¡Qué sitio tan sucio!) hice uno de los pises más placenteros de mi vida. Más relajada salí de la cabina y me eché algo de agua en la cara. El baño estaba lleno de chicos, en los urinarios, las cabinas, todos me miraban y sonreían, cuando levanté la cabeza y miré al espejo descubrí exactamente por qué.

Estaba apoyada en el lavabo, frente al espejo, y mi imagen se reflejaba en el. Veía una chica de unos veinte años, con unos grandes pechos y oscuros pezones coronados por dos gominolas tiesas. Mi camiseta era completamente transparente, blanca si, pero transparente a lo ojos de quien con poca imaginación quisiera mirar. Seguí sin achantarme lo más mínimo y después de lavarme la cara y las manso salí del baño tranquilamente. El chico que me había cedido el paso seguía apoyado frente a la puerta.

  • Gracias, soy Elena ¿Tú? - Le pregunté mientras le daba un par de besos en cada mejilla.
  • Aitor -  Me dijo en tono grave mientras cogía mi brazo para hacerlo cerca del oído. Sentí un escalofrío.
  • ¿Ibas en el Autobús?
  • Si, al otro lado, una fila por delante.
  • ¿Queda mucho para llegar?
  • Un par de horas, pondrán una película y cuando termine estaremos entrando. hay veces que ni siquiera da tiempo a que termine la película.
  • Yo me he quedado dormida
  • Si, ya te he visto. - En sus palabras resonaba un rintintin irónico y recordé cómo me había levantado, con un pecho al aire ¿Me habría visto?
  • ¿No te mareas de mirar hacia atrás? Yo no puedo hacerlo sin marearme. - Le dije entre sonrisas. Si quiere ironía, a mí no hay quién me gane.
  • Bueno, si merece la pena es mejor que ver la ‘peli’. Vaya siesta te has echado. Tu novio al final también se durmió.
  • ¿Tan aburrida era la película?
  • El final ha sido decepcionante, pero empezó muy bien.

En esto la chica que le había saludado en el baño nos interrumpió y lo llevó a la barra. Yo estaba juguetona y ese tipo de conversaciones de medias palabras me encantaban, así que los seguí con la clara intención de devolverle el descaro delante de las narices de su chica. Me senté junto a ellos y pedí una cocacola light. Después de un par de minutos era raro ver como entre ellos no se habían cruzado palabra alguna y finalmente Aitor giró su banqueta con intención de preguntarme algo y antes de que lo hiciera ataqué yo.

  • Igual deberíamos cambiar los asientos cuando volvamos a subir, a ver si realmente mirando para atrás la película es más divertida.
  • Sabes que la atracción la has puesto tú, si te vas hacia delante se irá contigo. - Me dijo mientras apoyaba una de sus manos sobre mis piernas mientras la otra me impedía apoyarme en ellas dejando frente a el mi pecho franco. Sus ojos fueron directos a mis pechos y el tacto de sus manos provocaron de forma casi inmediata su erección. - Vaya, ves lo que quiero decir - replicó con descaro mientras miraba mi pecho.
  • Con qué poco te conformas - Le dije mientras me levantaba y salía del recinto de vuelta al autobús.

Cuando volví a entrar, ya había gente que había ocupado nuevamente sus asientos. Jose estaba sentado pero medio dormido, y le intenté preguntar por mi sujetador, pero estaba grogui y volvió a caer dormido contra la ventana. Por más que lo buscaba no lo encontraba.

Una mano se apoyó sobre la mía, era la compañera de Aitor que ‘accidentalmente’ se apoyó en el respaldo del asiento de delante topándose son mi mano que se apoyaba sobre él. levanté la cabeza y la miré. El juego iba cada vez más lejos, se había quitado el sujetador y con menos pecho que yo, pero lucía un busto en el que al igual que pasaba conmigo, era difícil dejar nada a la imaginación. Detrás de ella pasó Aitor que me sonrió y me dijo - vamos a ver qué película ponen ahora -.

El autobús arrancó nuevamente al cabo de un rato y yo sólo intentaba vislumbrar lo que en el asiento de la izquierda, una fila más adelante estaba ocurriendo. Aitor estaba sentado en el pasillo, mientras la chica estaba en la ventanilla, ella se recostaba sobre el, mientras se veía claramente como Aitor movía su brazo, en lo que yo interpreté unas caricias sobre el pecho de la chica. Me divirtió ver que nos imitaban. En ocasiones Aitor giraba la cabeza y me dedicaba una sonrisa o gesto, dándome a entender lo bien que lo estaba pasando. Yo miraba con disimulo alrededor y unos dormitaban mientras la mayoría estaba absorto viendo la película.

Había pasado algo menos de media hora desde la reanudación de la marcha y Aitor se giró nuevamente para sonreirme, cuando mi sorpresa fue que en lugar de hacerlo y volver a girarse, sus ojos miraron hacia sus manos y al dirigir los míos en busca del objetivo de su mirada, Aitor mostró lo que entre sus manso yacía. eran dos sujetadores, uno era inconfundiblemente el mío, y el otro seguramente el de la chica junto a el. Hizo un burruño con la tela del sujetador, de forma que fuera difícil identificar lo que era sin saberlo y subió su mano hasta su cara haciendo el claro gesto de olerlo profundamente, bajó la mano y lo volvió a guardar. Volvió a sacar la mano con un gurruño de tela, que claramente no era mi sujetador y extendió la mano ofreciéndomelo. Yo pensé que sería el sujetador de su compañera, así que extendí mi mano y lo cogí.

Era una tela negra, de algodón, lo abrí frente a mi rápidamente y me encontré con unos calzoncillos. Miré rápidamente hacia Jose, que por suerte seguía durmiendo y luego hacia Aitor, que me dijo entre labios - Ojo por ojo -. nerviosa arrojé la prenda hacia el cayendo bajo el asiento de la pareja que viajaba en la fila delante de la suya. Aitor ni se inmutó , sólo sonrió mirándome. Yo gesticulé con mi dedo índice apuntando sobre la sien haciéndole ver claramente que estaba loco, pero me reí. esa locura era excitante y divertida.

Su cabeza desapareció nuevamente tras el reposacabezas y cada vez mi postura era más forzada, inclinándome hacia delante y desafiando la mirada de Aitor cada vez que giraba su cabeza cruzando nuestras miradas. Unas veces relamía sus labios, otras me sonreía y otras movía los labios diciendo algo que apenas llegaba a entender, sólo palabras sueltas entre las que puta, polla, y follar me encendían por lo claro de su contenido fuera cual fuese el contexto en el que las estaba esgrimiendo. A mi lado, Jose seguía dormitando contra la ventana del autobús que retomaba la sesión de cine con una nueva producción ‘filmax presenta...’

No habían comenzado si quiera los créditos cuando Aitor se levantó del asiento y en un par de pasos se presentó frente a mi, de pié en el pasillo del autobús con una mochila en la mano y el pretexto de usar el maletero que había sobre mi cabeza. - ¿Te importa? - preguntó. - No, nada, tu mismo -. Era descarado y atrevido, al acercarse pegó todo lo que pudo su cuerpo contra mi asiento, si hubiera querido podría haber apoyado mi cabeza contra su vientre sin casi moverme de donde estaba. Una curva pendenciera hizo que Aitor se recostara aún más sobre los asientos casi cayendo sobre mí, instintivamente se agarró al maletero y su polo subió por encima del ombligo dejando a la altura de mis ojos su vientre. Estaba musculado y tenía el pelo justo, un hilito negro en el centro de su cuerpo, de arriba a abajo, corto y escaso, mis ojos lo recorrieron de arriba a abajo, al llegar al pantalón se detuvieron, el botón del pantalón y el primer botón de la cremallera estaban desabrochados y lucía con descaro el comienzo de una mate de rizado pelo negro, hasta pude ver dónde termina el vello y arranca su pene, lo imaginé ancho, engastado entre sus piernas y sentí el irrefrenable deseo de desabrochar uno a uno los botones que tapaban su miembro, dejarlo salir y ver cómo poco a poco  se erecta con mi sola mirada, abrir la boca y dejar que se colara en su interior. Me humedecí pensando en cogerla entre mis dedos, sujetándola mientras mi lengua saboreaba el capullo de ese tipo de pié, frente a mi y a Jose, en un autobús lleno de gente (la verdad es que tampoco estaba muy lleno que digamos). MI boca se hizo agua y mis labios se frotaban involuntariamente recreándose en la sensación. Por un momento pensé en Jose y para mis adentros me dije - ¡Que se joda, se ha zumbado a todas mis amigas, me lo merezco! -. El autobús recobró la posición y Aitor se echó hacia atrás, separándose levemente de mi cuerpo y acompañando la maniobra con algo que me dejó loca; metió su mano por dentro del pantalón y sacó su pene en el interior de la mano, por un lateral sobresalía su glande, hizo un gesto tirando hacia atrás de ella, como comenzando a masturbarse, volvió a colocarla en el interior del pantalón y con la misma mano, al girarse se apoyó en mi hombro dejando caer la mano hacia abajo, tocando mi pecho e introduciéndose por el interior de la camiseta hasta rozar mi pezón. Un respingo en forma de gemido salió de mis labios y José se retorció en el asiento provocando el abandono de mi intruso y su rápida huída a su asiento.

Jose volvió a girarse y nuevamente se puso a dormitar sobre el cristal mientras Aitor retornaba a su asiento. Boquiabierta lo miraba, sin saber que decir, con el corazón en la garganta mientras el me hacía gestos inequívocos de que me desplazara a la parte de atrás del autobús en su compañía. Instintivamente miré hacia atrás, las últimas filas estaban vacías y toda la parte de atrás parecía el lugar idóneo para hacer realidad una que otra fantasía. Me sentí tentada, volví a imaginarme en el último asiento, tumbada con las piernas rodeando su cuerpo mientras su polla me ensartaba una y otra vez. ¡Qué excitante situación!.

En mi mente dudaba de forma alegórica sobre qué hacer y recreaba diversas situaciones mientras le miraba intentando leer en sus labios, pero su cabeza, supongo que impaciente y cansado de esperar mi respuesta se perdió nuevamente tras el reposacabezas de su asiento. Pasaron a penas un par de minutos y la acompañante de Aitor se levantó, salió no sin dificultad del asiento que ocupaba sobre el cuerpo de Aitor hasta el pasillo y se dirigió hacia la parte de atrás del autobús. Al pasar a mi lado me sonrió en un gesto que nuevamente interpreté como una invitación a ir con ella a la parte de atrás. Yo, avergonzada incliné la cabeza y miré hacia Jose que seguía durmiendo contra el cristal. Al levantar nuevamente la cabeza vi a Aitor abandonar su asiento en la misma dirección que la chica, paró a mi lado y me susurró al oído, - Si no quieres venir tu, tendré que conformarme con esa -.

¡Vaya tío! ¡Qué huevos!. Miré hacia atrás y la chica se había quitado las braguitas, estaba sacándolas por debajo de sus tobillos mientras subía la falda mostrando una abundante y tupida mata de pelo entre sus piernas. Por el gesto de Aitor, según se iba aproximando a ella debía estar liberando el resto de botones de su bragueta y dejando salir su polla a tomar el aire. Aitor se detuvo frente a la chica, en el centro de la fila de asientos traseros y apoyó sus manos en cada uno de los reposacabezas de los asientos que tenía a los lados, por encima de la cinturilla de su pantalón se vislumbraba el comienzo de la rajilla de su culo, parecía depilado, ni un pelo, blanco y suave, me imaginaba tras el acariciándolo mientras su acompañante le comía la polla de pié, frente a ella. Volví a la realidad al ver como realmente ella se había introducido la polla de Aitor en la boca y parecía que mientras la sujetaba y acariciaba con ambas manos su cabeza atestiguaba con su movimiento el acto que su boca ejecutaba.

La posición era de lo más incómodo, sentada en el asiento mirando hacia atrás, empezaba a dolerme el cuello y temía que las pocas personas que ocupaban a penas un par de asientos de mi posición hacia atrás se giraran al verme mirar insistentemente. Por suerte, la película parecía mantenerlos a todos hipnotizados frente al televisor y mi asiento estaba fuera de la linea de visión del resto de viajeros.

Después de un rato de felación Aitor debió colocar a su acompañante detrás de los asientos, en la fila que quedaba a mi espalda, porque ya no les veía, salvo las piernas de Aitor que debía estar sobre la chica, imagino yo, haciéndola el amor. Estaba excitada y mis piernas eran el húmedo testigo de mi sexo que debía estar chorreando. Me volví a tapar con la chaqueta vaquera y metí mis manos entre las piernas sintiendo como mis dedos se deslizaban sin ningún tipo de oposición hasta lo más hondo de mi vagina. Estaba chorreando, caliente, volví a mirar hacia atrás, nuevamente sólo podía ver las piernas de los dos amantes entrelazarse en el asiento central. Sentí la tentación de levantarme y sentarme al otro lado, me imaginé observando la escena y masturbándome al son de las embestidas de Aitor a su amante, pero era demasiado vergonzosa para hacerlo, así qué recreándome en la imagen comencé a masturbarme, cerré los ojos y me dejé llevar.

A penas había pasado un minuto y no podía contener el deseo de girarme nuevamente y ver en qué gastaban su tiempo los dos amantes. Nuevamente me giré y en esta ocasión la mirada de la chica se cruzó con la mía, ella hacía un gesto inequívoco de que estaba siendo penetrada por Aitor. estaba abarrada con ambos brazos al respaldo del asiento delantero y su cabeza subía y bajaba rítmicamente acompañando el resto de su cuerpo. Me miró y en sus ojos leí ‘Jódete que la que se lo está follando soy yo’ se reía a cada bajada relamiendo sus labios y recordándome aquella escena de Asumpta Serna en Orquidea Salvaje, me sentía como Carree Otis mirando la pareja tener sexo mientras Mickey Rourque o como se escriba, pasaba de estar con ella. Pero no, ese no era mi caso, Jose estaba al lado, medio dormido, pero pensé que seguramente no me costaría nada espabilare y jugar un rato con el.

Jose, cada vez que dormíamos juntos, al despertar, siempre me decía lo mismo, ‘he soñado que me despertabas haciéndome una linda mamada, ojalá me despertases así cada día’. Por qué no, hoy era un día perfecto para empezar una larga tradición de dulces despertares. Me volví a recostar sobre el e introduje mis manos por el interior de su pantalón de chandal, gris, de algodón, de nike de los de toda la vida, facil de poner, quitar, disimula las erecciones y es mega-absorbente con el sudor y otros fluidos, siempre me lo describía así y a mi no me gustaba nada. Sólo la acaricié un par de veces, lo suficiente para que tomara un poco de consistencia y poderla sacar del pantalón. Con poco disimulo, pero al menos usando mi cuerpo para ocultar lo que hacía, le saqué la polla a Jose y comencé a mamarle, de forma muy húmeda, suavito, sin apretar los labios y jugueteando mucho con mi lengua su dulce falo que poco a poco iba cobrando grosor y compostura en mi boca. Jose no tardó en abrir lo ojos ni medio segundo y bostezó estirándose y acomodando su cuerpo en el asiento para sacar más porción de su miembro y comenzar a disfrutar de lo lindo.

Mientras yo estaba recostada sobre sus piernas, sus manos, juguetonas e intranquilas comenzaron a acariciar de nuevo mi espalda, mis pechos, pezones e incluso a introducirse por detrás, a lo largo de la rajita  de mi culo llegando a acariciar mi conejito. Al llegar los dedos de Jose a mi entrepierna, sus manso salieron inmediatamente y acercándomelas a la cara me dijo - Estás chorreando - Ya, es que estaba teniendo un sueño muy húmedo - Volvió a meter su mano entre mis piernas, yo volví a alojar su polla en mi boca y seguimos, lentamente acariciándonos.

Después de un rato, en aquella postura, me era cada vez más difícil engullir aquel pedazo de carne cada vez más grande, duro y juguetón y los dedos de Jose me estaban dando todo el placer que había imaginado recibir de Aitor. Cada vez sus dedos eran más protagonistas de esta película, en la que mi boca, incómoda por la situación quería abandonar. Pensé en acelerar el ritmo y hacer que se corriera con rapidez, pero pensé en que pondríamos todo perdido de semen y decidí simplemente centrarme en disfrutar. Deposité de vuelta la polla de Jose en el interior del pantalón y entreabrí aún  más mis piernas para que los dedos de Jose pudieran hacer su trabajo con más comodidad. Lo que comenzó con mi cuerpo reclinado sobre el suyo terminó con el suyo reclinado sobre el mío, sus dedos corazón y anular penetraban con fuerza y rapidez mi sexo mientras el resto de la mano golpeaba a cada metida todo mi conejito que chapoteaba debido a mi excitación. El climax fue subiendo y subiendo hasta que finalmente mis piernas aprisionaron las manos de Jose entre ellas mientras sus dedos me propinaban un orgasmo delicioso. Tenía los ojos cerrados y aún relamía mis labios de placer. Poco a poco fui abriéndolos con el sobresalto de comprobar que Aitor había vuelto a su asiento y me miraba con cara de haber visto todo con todo detalle, me sonrió y giró la cabeza mirando hacia delante. Yo estaba exhausta, me recosté sobre José, acomodé mis ropas y me dormí.

Continuará...