So Deep (Capitulo 7)

Septimo capitulo de la novela erotica entre una madre y su hijo...

Capitulo 7

Me besó. Bueno, o algo así, pero la intención es lo que cuenta. Sabiendo lo que siento por ella me besó, aunque luego me dijera que me fuese. Aún puedo sentir el calor de sus labios palpitantes sobre los míos. Su olor... Olía a sexo, era excitante. Me sentía como un animal en celo, deseaba olerla. Agarrarla con fuerza y meter la nariz en su pelo, en su pecho, entre sus piernas.

Me conformo, por ahora, con el rastro que ha dejado en mi almohada. Es una sensación agradable y familiar, reconfortante y placentera.

Ella aún debe estar leyendo, al otro lado de este muro, de vez en cuando la oigo. No se si ha sido buena idea dárselo, pero me ha pagado, esa es la verdad. Por otro beso le daría... no se, no creo que tenga nada que valga tanto como un beso de Eva, ni por aproximación...

Estoy feliz. En un rato se me pasará, pero ahora estoy feliz. Eva me ha besado, bueno o algo así.

En cuanto sale el sol llamo a Luis para decirle que me voy con él. Me chilla por despertarlo para eso, pero no iba a esperar hasta las doce, hora a la que él suele levantarse.

Recojo lo indispensable, no necesito mucho. Además pienso venir a menudo, tendré que seguir viendo a mis hermanos, está claro.

Los primeros en levantarse son Carlitos y Alexis, siempre en pie de guerra para ver quien elige los dibujos de ese día en la tele. Salgo de mi habitación y les preparo el desayuno. Cuando Alexis pasa junto a mi cuarto y ve algunas cosas sobre el escritorio me empiezan a pedir explicaciones.

Les digo que me voy para poder estudiar mejor, pero que seguiré viniendo todos los días a verlos. Carlos está a punto de llorar, pero se contiene,

Victor reaccionó mejor. En cuanto se levantó, Carlos corrió a decírselo, y él corrió a abrazarme.

-¡Por fin!.- Dramatiza.- Por fin un cuarto para mi solo.- Unos tanto y otros tan poco...

Ella aún no ha salido. Supongo que sigue leyendo, si no se ha quedado dormida.

En algún momento Vic se me acerca a preguntarme.

-Oye, que fuerte. ¿Te has enterado de quien era el tío de anoche?.- Dice intrigado.

-No, no se nada.- Le respondo.

-Yo quería asomarme cuando se fuera pero me quedé sopa. ¿Sabes si seguirá ahí?.- Se le ocurre.

-No, no lo creo.

-Que fuerte me parece. Pues yo también voy a traer tías, ahora que tengo un cuarto decente...- Lo dejo con sus ensoñaciones.

Un poco después se va a particulares, no sin antes advertirle.

-Más te vale irte directo a clase, ¿me oyes?

-¿Qué quieres decir?.- Se hace el loco.

-Que me he enterado de que has estado faltando.

-¡Eso es mentira! ¿Cómo te has enterado?

-Mira, como suspendas el que se va a enterar vas a ser tú. Y tira ya, que es tarde.

-¡Mierda!.- Dice en voz baja.

-¿Cómo has dicho? ¿Me lo repites en la cara?

-Que si, que venga.- Se escaquea.- Me voy ya.

Un rato antes de irse Carlos me pregunta también por ella, le extraña que aún no se haya levantado. Yo le explico que la noche antes había llegado muy tarde y estaba cansada. Él acepta la excusa.

Un poco después, le encomiendo a Alexis una misión, entrar al cuarto de nuestra madre para ver lo que está haciendo y para decírmelo luego.

Gira el picaporte despacio, como con miedo. Asoma la cabeza y entra. Los oigo murmurar, ha hecho un buen trabajo dejado la puerta abierta, así puedo enterarme de algo. Me pongo lo más cerca posible de la puerta y oigo hablar al niño.

-Pau me ha dicho que entre a ver qué estas haciendo.- Suelta.

-¿Y también te ha dicho que me lo digas o era una especie de secreto?.- Dice ella riéndose.

-¡Ay! Se me ha escapado. ¡Pau! ¿Qué hago ahora?.- Chilla.

Con resignación, asomo la cabeza por el marco de la puerta y miro dentro. Ella está sentada en su cama, con un camisoncito blanco escotado. Alexis está sentado sobre ella, agarrado de su cuello. No veo el diario por ningún sitio.

-Quería avisarte de que me voy ya.- Malamente excuso.

-Pau se va.- Le dice Alexis con tristeza.

-Ya lo se cariño, me lo dijo a mi ayer.

Casi no me mira, solo de reojo, aunque parece tranquila. Me acerco despacio y termino sentado a los pies de su cama.

Ahora si me mira, tiene los ojos hinchados.

-¿Has dormido?.- Me intereso.

Ella niega con la cabeza para que el niño no se entere. Éste empieza a hacer el mono por la cama, dando volteretas y reliándose entre las sábanas.

-¡Estate quieto chiquillo!.- Le regaña en tono de broma, él se ríe.

-Levántate ya mamá, levántate ya.- Dice saltando de pie.

-Alexis no saltes que bastante mal están ya los muelles.- No hace caso, sigue divirtiéndose, a su aire.

-¡Niño, ven aquí!.- Me levanto, lo cojo y lo tumbo de espaldas.- Quédate quieto.- Lo zarandeo.- ¡Con los nervios!.- Se parte de risa e intenta huir. Lo agarro por un pie y tiro de él.- Te vamos a tener que amarrar para que no te muevas.- Cojo la sábana y empiezo a liarla alrededor suyo.

-¡No, no!.- Chilla riéndose.

Ella también sonríe, viendo como jugamos.

-Mira al niño momia.- Digo inmovilizándolo con el trozo de tela.- ¿Cómo te vas a escapar ahora?.- Lo intenta un segundo y desiste.

-Me rindo, ya está, me rindo. Déjame.

-¿Ya, tan pronto?.- Lo suelto se lanza de nuevo a los brazos maternos y allí se refugia con una sonrisita triunfante.

Que envidia, quien pudiera ser pequeño otra vez. Pero... a mi me besó anoche, así que yo gano.

-Nene, sal un momento que tengo que hablar con Pau.- Le dice a Alexis.

-¿Por qué? ¿De qué vais a hablar?.- Replica indignado.

-De cosas mágicas seguro que no, así que no te interesa.

-Ofú, pues cuando habléis de eso me avisas.- Salta de la cama y sale del cuarto.

La miro y ella me mira. Desliza su mano bajo la almohada y saca de ahí el diario.

-Ya lo he leído todo.- Me revela.

-¿Y...?.- Estoy nervioso, no se por donde va a salir.

-Algunas cosas me han parecido muy monas, para que te voy a engañar.- Se me escapa una sonrisa.- Otras me parecen un poco fuertes...

-¿Fuertes?

-Porno. Las partes donde describes tus pajas son muy porno.- Me río.- A mi no me hace gracia, eras muy pequeño. Me he sentido como una pervertida leyéndolo. Algunas partes me las he tenido que saltar.

-Pues muy mal.- Le regaño.- Te confío mis sentimientos y pensamientos y tú te dedicas a saltarte parte... No me lo puedo creer.- Dramatizo.

-La que no se lo cree soy yo. Y otra cosa, no tenía ni idea de que Ramón y tú hubierais tenido tantos encontronazos.- Me quedo callado.- Y al final comentas algo... Muy raro.

Cojo el libro de entre sus dedos y le echo un ojo a la última página. Debería haberla arrancado como las siguientes, pero en aquel momento, ese comentario no me sonó tan sospechosos como ahora.

-¿Qué tiene de raro?.- Antes de inventar algo es mejor saber lo que ella a interpretado.

-Parece que te quieres vengar de él, y como al final se fue... Me gustaría que me contaras tu versión de nuevo.

-Ya te lo dije, me levanté un día y se había ido, sin más.- Trato de parecer convincente.

-Pues a mi me a la sensación de que me estás engañando. Además, me parece muy curioso que el diario acabe aquí, sin contar lo que pasa después, o lo que sentiste cuando viste que no estaba él.

-¿Qué quieres que te diga?.- Me quedo sin argumentos.

-Quiero saber lo que pasó. Pau.- Me mira a los ojos.- Tú y yo sabemos que Ramón no iba a irse sin más. Tú hiciste algo. ¿Verdad?.- Yo solo la miro. Claro que hice algo, y algo bien hecho.- ¿No me vas a contestar?

-Dime, ¿Te alegras de que se fuera?

-Claro que si, pero eso no responde a mi pregunta.

-¿Y te gustaría volver a verlo y pedirle una explicación?.- La cara se le descompone.

-No, no querría. Pero, ¿y si algún día aparece?

-¿Tú crees que va a aparecer?

-A pasado mucho tiempo, pero... yo aún lo temo.- Me confiesa.- Me pareció completamente ilógico que se fuese. Me pareció un milagro, pero yo no creo en los milagros. Fuiste tú.- Dice convencida.

-No tienes por que temer nada.- Le aseguro.

-¿Pau...?

-Ya está.- La interrumpo.- Fin de la conversación.- Me levanto con el diario en la mano y señalándoselo le pregunto.- ¿Quieres comentarme algo más?

Se queda callada y niega con la cabeza. Cuando voy a salir me habla.

-Pau.- Me giro.- Gracias.

-¿Por qué?.- ¿Por qué me da las gracias? ¿Por quitar de en medio a Ramón, por el resto del diario,... por irme?

-Por todo.- Responde.- Gracias por todo.- Dice recostándose en la almohada y tapándose con la sábana.

-¿No te vas a levantar?.- Le digo aún desconcertado.

-Un ratito más, media hora.- Regatea conmigo.

-Haz como tú veas.- Le sonrío y cierro la puerta.

Me ha dado las gracias. ¿Por qué?... Bueno, es igual.

Al medio día ya me he mudado y almuerzo en el piso de Luis, con él y un par de colegas suyos. Unos de ellos, Paco, también vive aquí. Del otro no recuerdo ni su nombre, la verdad, y eso que suele rondar mucho estos lares, pero no he hablado casi nada con él.

Esto suele estar lleno de gente, de la mayoría no me acuerdo. Procuro acordarme de las chicas, pero también me cuesta. De ahí surgió la idea de la agenda, que en principio era un diario que evolucionó para convertirse en algo mucho más practico, una especie de manual.

Por la tarde todo es como de costumbre. Me echo a leer un rato, Luis intenta enseñarme a tocar la guitarra... Lo intenta, porque se me da fatal. Se desespera conmigo, y eso que practico solo, pero no me sale nada, solo ruido.

Puede que ella esté pensando ahora en mi, maternalmente por supuesto, tumbada en su cama. Es la hora de la siesta y debe estar cansada. Espero que no esté pensando en el tío de anoche, que no se quien era y no me voy a entrar. A menos que vuelvan a liarse, si eso pasara me enteraría... ¡Que horror, no! Fuera, pensamientos, fuera.

Puede que esté pensando en mi... porque yo estoy pensando en ella.

Sus labios. Los he sentido dos noches seguidas, hoy puede que ni siquiera la vea. Pero ella tampoco me verá a mi, tendrá que contentarse con pensar en mi durante un tiempo.

-¿En qué estas pensando?.- Me sorprende Luis.

-Estoy leyendo.- Le muestro el libro que tengo entre mis manos.

-¿Por qué me mientes? Llevas media hora en la misma página.- Toca algunos acordes de su guitarra al tiempo en que me habla. Se muestra desinteresado pero está esperando una explicación.

Cierro el libro y lo dejo en el suelo. Me tumbo de lado mirando hacia él, que está en la cama de enfrente.

-¿Tú en qué crees que pienso?.- Le digo asomando un ojo por encima de la almohada.

-¿Has quedado hoy con alguien?.- Me mira y sonríe sin dejar de tocar.

-No, ¿y tú?

-Por supuesto.- Responde.- ¿Sabes quién va a venir hoy?.- Me encojo de hombros.- Va a venir Patri... ¡Patri!.- Canta.- Te voy a comer todo el... caqui.

-¿Quien carajos es Patri?.- Me río.

-¿Quien coño va a ser? La tía que me voy a follar hoy, que no te enteras.

-Ah, vale, vale. Claro.- Le sigo la corriente.- ¿Y como es?.- Me intereso.

-Yo te lo voy a decir, es mía. Y punto. No la mires, no la huelas, sobre todo, no la toques... etc, etc. ya sabes, a diez pasos de distancia.

-Vamos hombre, entre amigos se comparte todo. ¿O cuantas tías te he pasado yo?

-No me vengas con pegotes. Esta es mía, me la he pedido.

-Cuando pongas un anillo en su dedo será tuya, mientras es del primero que llegue.- Le replico despreocupado.- Tiene que estar buena ¿eh?, para que te piques tanto...

-Buenísima.- Continúa cantando y tocando.- ¡Patri...!

-Yo creo que me iré a waterpolo.- Le comunico.

-No me digas. Eso es que te pasa algo fijo.- Adivina.

-¿Y tú que sabes flipao de la vida?.- Es lo malo de los amigos íntimos, que terminan conociéndote aunque no quieras.

-Porque normalmente vas a correr o a jugar a futbol, pero cuando algo te reconcome por dentro, vas a waterpolo.- Me mira con una sonrisa maliciosa, como si me hubiera calado, y en realidad no tiene ni idea.

-Si quieres me quedo, así puedo conocer a la chavala esa... ¿Como se llamaba?.- Me hago el tonto.

-No, no, tú vete tranquilo, pero oye, si has tenido movidas o lo que sea que te preocupe... Yo no te he preguntado cómo que de repente te has venido aquí, ni te lo voy a preguntar. Sé que no me lo vas a decir. Si habrás tenido problemas con la parienta o...

-¿La parienta, qué parienta?.- Le interrumpo en su discurso.

-Tío, es que me cuesta llamar vieja a tu vieja. Le digo tu parienta por decirle de alguna forma más apropiada. Que, aunque no te haya parido, es pariente tuyo.- Se ríe de su absurda ocurrencia.- Mi madre si es vieja, la de Paco también es vieja... Bueno, la de Paco es la momia de Tutankamon por lo menos, más fea la jodía. Pero la tuya está buena, aunque me mire con asco y me eche broncas cada vez que me ve. A mi me pone.- No es consciente de la mirada que le estoy echando.- Esto no te lo había dicho antes, pero una vez que me quedé a dormir en tu casa, vi una cosa se se me quedó grabada a fuego en la mente.

-¿El qué?.- El coraje está a punto de hacerse conmigo.

-Mejor no te lo digo porque estoy viendo que me vas a pegar y todo.- Intenta escaquearse.

-Te voy a pegar como no me lo digas porque sabes que me voy a imaginar lo peor. Y cuando me imagino lo peor de ti suelo acertar.- Le recrimino.

-Vale, vale, que tampoco es para tanto. ¡Que susceptible! Pues nada.- Empieza a contar.- Que vi su ropa interior en el lavadero y me sorprendió que usara tangas, eso es todo.

-¿Y qué? Viste sus bragas. ¿Qué tiene eso de emocionante?.- Seguro que hay algo más.

-Las madres decentes no usan tanga. ¿Tú te imaginas a la madre de Paco con tanga? Que imagen más grotesca. Pero la tuya...- Se queda como traspuesto en una ensoñación.- Eva en tanga... Tío, se me puso dura, en serio.- Me mira y se ríe, yo me lo quiero cargar.

Me levanto de pronto y lo agarro por la pechera.

-A mi madre ni la mires, ni la huelas, ni la sientas. A diez pasos de distancia, ¿te estás enterando?.- El se ríe, no es consciente de lo en serio que se lo estoy diciendo.- ¡Vamos, ni te la imagines!.- Le chillo mientras lo zarandeo y él intenta defenderse.

-¡No hay anillo en su dedo!.- Replica entre risas.

-¿Será posible? ¡Maldito bastardo!

-¡Los amigos lo comparten todo!.- Chilla como último recurso al ver que ya le he agarrado ambas manos y estoy a punto de soltarle un buen sopapo.

En vez de eso lo tumbo contra el colchón y le pongo la almohada en la boca inmovilizándolo.

-¡Que no!.- Le grito.- ¡Cállate ya!

Se cansa al poco tiempo y pierde hasta las fuerzas para reírse, entonces lo suelto.

-Es que la madre de José me está volviendo loco...- Canturrea mientras me alejo de él.

-¡Las madres no se tocan!

-Mira, que tú te zumbaste a la madre de Jesús el rancio, a la de el pelota y a la del Antonio.

-Si, pero a la tuya no.- Le replico.

-Bueno, yo a la tuya tampoco.- Hace una pausa pensándoselo.- No tendría que comer yo patatas, ¿verdad? No es nadie la Eva.- Se ríe.

-Una galleta es lo que te vas a comer.

-No, pero ya en serio, tu madre está buena, y si me lo niegas, no voy a tener más remedio que pegarte. Es que me estarías mintiendo en mi puta cara.

-Que yo no pienso en ella de esa forma.- Le miento en su puta cara.

-Si es eso, es que te niegas en banda a reconocer que en realidad tú también tienes pensamientos impuros. Freud tendría mucho que decir al respecto en esta conversación. ¿Es que no sabes que el 70% de los tíos han pensado alguna vez en sus madres durante el acto sexual?

-¿De donde carajo te sacas esas estadísticas?

-De las noticias, supongo.

-Tú no ves las noticias.- Le replico.

-Pues entonces de algún foro, yo que se. Pero seguro que es cierto.- Dice convencido.

-Que lo hagas tú no significa que sea verdad.- Aunque yo también lo creería.

-Eso es como Damián, cuando decía que él nunca se la había medido. ¿A quien quería engañar? Y lo que es peor, ¿con qué propósito?.- Me mira incriminatoriamente.

No es la primera vez que tenemos esta conversación, supongo que Luis sospecha algo pero yo no se lo voy a aclarar. Que sea mi amigo no significa que tenga que saberlo todo de mi.

-Métete tus métodos inductivo-deductivos por donde te quepan.- Le respondo y él se ríe.

-Y por cierto, yo no he pensado nunca en mi madre, que conste.

-Ya, y tampoco has probado tu propia corrida.- Le replico.

-No, eso si lo he hecho, pero lo de mi madre que va, ni colocado. Es que además es fea, si estuviera buena como la tuya otro gallo cantaría, pero así como es... Que fatiga me está dando de verdad, cambiemos de tema.

-Ahora si ¿no?

Se enciende un cigarro, me mira de reojo riéndose y sigue con su guitarra. Como si esta conversación nunca hubiera tenido lugar.

-Bueno, el cumpleaños de alguien está por caer, ¿no?.- Introduce.- Te lo digo porque, como tengo entendido, que a esa persona no le gustan mucho las fiestas sorpresas, pero me he enterado que sus amigos le están organizando una, he pensado que sería conveniente advertirle al cumpleañero en cuestión, así de forma subliminal, ¿sabes?, sin faltar a la palabra de nadie ni nada...

-¿Y en que consistiría esa fiesta? Por que es muy posible que me pille en el médico, o de viaje o en alguna cita ineludible...

-He oído que van a alquilar un palco en la Princess y...

-¡Uy! Si, seguro, ese día tengo una conferencia en... Bueno en algún sitio lejos de allí. No podré ir, le dices al del cumpleaños felicidades de mi parte.

-¡Venga tío!, pues dime qué quieres hacer.

-Ay, no se, no se lo que quiero hacer.- Suspiro.

Quisiera hacer tantas cosas... pero todas con ella.

-Bueno, o lo que tú quieras. Yo les digo a esta gente que la idea ha sido mía. ¿Dime que quieres hacer?.- Insiste.

-Es que en realidad no me apetece hacer nada. Creo que este año voy a pasar de ese rollo.

-¡Qué dices! Ni hablar. No puedes privar a la gente de la fiesta más loca del año. Ya es la tradición del desmadre. Todo el mundo lo sabe, que cuando llega el cumpleaños de Pau se celebra el fiestón de despedida del verano y a la semana siguiente la vuelta a la rutina. ¿Vas a quitarles esa ilusión, vas a quitármela a mi? Mírame a los ojos y dime que no.- Me pone pucheros el muy idiota.

-¡Que paso de estar en un sitio petado de gente pija, para que me estén comiendo la bola toda la noche un montón de tías locas y calentorras!.- Le replico sulfurado.

-Dices gente pija como si tú no lo fueras.- Se ríe.- Ahora mismo debes llevar encima doscientos o trescientos euros y no estás ni vestido. Ponte las zapatillas y una sudadera y verás como se multiplica el valor total.

-Si lo dices por el reloj, es un regalo.- De Eva, me lo dio al cumplir los dieciocho.

-Ya, ¿y de qué marca son tus calzoncillos? Seguro que del mercadillo como los míos no.

-Seguro que no.- Me río.- Pero comprar cosas de marca no es de ser pijo, además, tú eres el primero en rechazar la marcas blancas en el supermercado. Con ellas se ahorra un montón y apenas hay diferencia.

-No, no hay diferencia, el estropajo de limpiarse el culo de la marca el pescadito es exactamente igual que el ultra super absorbente triple capa con granulado y dibujos de perritos en relieve que compro yo.- Dice sarcásticamente.

-Pues lo mismo te digo de los calzoncillos.

-Lo que pasa es que tú sin atrezzo no eres nada.

-La envidia te hace decir tonterías, pero tranquilo que te perdono. Entiendo tu frustración. Si yo tuviera que resignarme a ser el amigo feo del tío guapo, también sentiría el deseo de atacarte hasta con argumentos sin sentido.

-Cómeme el coño.- Me responde sin más.

-¿Quieres que te conteste a eso?.- Amenazo.

-No, déjalo.- Se acobarda.- Mejor dime qué es lo que vas a querer hacer para tu cumpleaños.

-Otra vez.- Digo hastiado.- ¿No podéis hacer la fiesta vosotros solos o qué?

-Sabes que si Mahoma no va a la fiesta, la fiesta irá a Mahoma.- Lo piensa un segundo y se ríe.- Tío, eres popular, la gente te reclama, las tías te reclaman.

-¿Y qué culpa tengo yo?

-¡Pues toda!.- Se ríe.

Total, que continuamos esta absurda conversación durante un par de horas más...

Al llegar la tarde y cuando estaba a punto de irme, llega la tal Patri con un par de amigas. Cuando escucho que una de ellas se llama Eva, suelto mi mochila y me quedo.

La chica no es excesivamente guapa, de las tres es la más normalita. Patri si que es muy sexy, dudo que Luis tenga muchas posibilidades con ella, pero si ha venido será por algo.

“Eva” es rubia con el pelo ondulado, estatura media, ojos claros, más bien gordita y con mucho pecho. No es mi tipo para nada, pero jamás he conocido una Eva y la he dejado escapar, es un reto personal. Ya he estado con muchas, es un nombre común. Esta no va a resultar ningún problema. Parece tímida, eso me gusta. Las impetuosas son muy difíciles de manejar, aunque puedan resultar más excitantes, pero esas juegan a su propio juego, no al mío. Y yo hoy tengo ganas de jugar.

La estrategia a seguir con este tipo de chicas es muy sencilla, consiste en entrar a saco. Disimuladamente se le hace una caricia por aquí y un pellizquito por allá. Se persigue, se acosa si es necesario, que rara vez te van a apartar. No es necesario hablarles siquiera, solo mostrarse excesivamente interesado. No darán crédito, y simplemente se dejarán llevar. Vamos, que sin haberse dado cuenta, está tumbada en mi cama “escuchando música”, conmigo, especialmente cariñoso a su lado. ¡Ojo!, no hay que tener esta actitud con otro tipo de chicas porque te puedes llevar una buena torta. Antes de entrarle a una tía hay que saber de qué tipo es, hacerle un mini estudio psicológico por decirlo de alguna forma. No entrar y punto, arramblando con todo lo que se ponga por delante, como hace mi buen amigo Luis, quien no se va a comer nada hoy.

Por el contrario yo, aquí estoy liándome con “Eva”. Con Eva.

Apago la luz y subo el volumen de la música. No quiero verla ni oírla, solo sentirla, e imaginarla debajo de mi. Imaginarla a ella, solo a ella. Sentir como mi polla entra despacio, sus convulsiones... deliciosas. Acariciarla y besarla como si fuera ella, alimentándome con sus gemidos, inundándome con su calor, entregándome por completo.

-Eva.- Puedo decir.- Eva... ¿Te gusta lo que te hago Eva?

-¿Qué?.- Dice confundida.- Si, claro.

No tenía por que responderme, su voz lo estropea todo, al igual que su olor. No es que sean desagradables, es que no son los de ella y me hacen desconcentrarme de mi fantasía.

La beso apasionado, retomando el hilo. ¿Donde me había quedado? Ah si, en Eva. Eva con ese salto de cama blanco que llevaba anoche, y sin nada más. Tumbada en mi cama, “como ahora”. La de cosas que le habría hecho si me hubiera dejado, como a esta Eva, que si me deja... y tanto, que está a punto de correrse ahora que me fijo.

Paro bruscamente y saco mi polla de ella.

-No, no pares.- Me suplica.

La mando callar y pongo mi mano sobre su clítoris palpitante. La dejo quieta. Cuando se ha relajado empiezo a moverla despacio.

Deja de desconcentrarme puta, pienso para mi. ¿Por donde iba? Por Eva, claro. Este es el clítoris de Eva. Acerco la cara y empiezo a lamerlo con ansias, ella a gemir. Si me imagino que estos gemidos son de Eva... me pierdo. Si anoche la hubiese cogido, y le hubiera hecho esto, no habría podido resistirse, porque cuando empiece no querrá que pare nunca más. Bueno, quizás anoche si me hubiera parado, aún no lo a asimilado. Pero pronto me mirará con deseo, cuando lo haga me daré cuenta, y entonces será el fin, el fin para ella. Pero por ahora, en mi imaginación y como siempre, si anoche la hubiera cogido como ahora, no habría podido resistirse. Si cuando me besó la hubiera agarrado por la cintura y obligado a continuar el beso, ella me habría respondido deseosa. La habría levantado y tumbado sobre la cama, habría desabrochado su bata como hago con la blusa de esta Eva ahora y habría acercado la cara despacio a su pecho para que sintiera mi excitada respiración en su pezón justo antes de que sacase la punta de mi lengua para acariciarlo. Justo cuando iba a morderlo, “Eva” me agarra del pelo con fuerza y me frena.

Muy bien Evita, pienso, ya estás jugando a mi juego. La auténtica, seguramente, también me habría frenado.