Skyrim

La leyenda del sangre de dragón se transmitía de generación en generación. Skyrim pronto sabría que es más que una leyenda.

Antes del relato me gustaría decir algo.

The Elder Scrolls: Skyrim es un videojuego real que bajo mi punto de vista es lo mejorcito a la fecha. Reconmiendo que lo probeis si os gustan as espadas y la magia.

El relato se ciñe al prólogo de la misma, no totalmente pero sí en su mayoría. Aviso porque no querría desvelar nada a aquellas personas que en un futuro se animen a jugar.

Disfruten con el relato y para cualquier duda, sugerencia, petición u comentario mi correo está a vuestra disposición: chico471@hotmail.com

Espero que os guste.

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-¿ Por fin has despertado?

Abrí los ojos para encontrarme con un helado paisaje. La nieve caía por doquier y los altos pinos eran más blancos que el verde de sus hojas. Mis manos, atadas con una cuerda resistente se encontraban ante mis ojos. Iba en una carreta, pero no iba solo. Tres hombres me acompañaban. Dos eran altos robustos y fuertes, rubios en su cabello con brillantes ojos azules. El otro, tenía toda la pinta de ser un bandido. Mis sospechas se confirmaron cuando nos contó que era ladrón de caballos.

-Te apresaron como a nosotros, ¿verdad?-me dijo uno de ellos-. Caiste en nuestra emboscada, en la frontera. En fin, me alegro de haberte conocido pero no creo que tengamos tiempo para celebraciones. ¿Ves esas murallas?

Me giré y aprecié la estructura de un pueblo amurallado. La nieve se amontonaba en las piedras y las altas torres cubrían con su sombra todo el valle.

-Helgen, hogar de verdugos- dijo el hombre con pesar-. Por cierto me llamo Raloff.

Sumido en mis pensamientos callé mientras la carreta entraba al pueblo. Decenas de soldados, aldeanos y campesinos nos vigilaban mientras nos empujaban para bajar de la carreta y escribían nuestros nombres en listas de ejecución. Cuando le tocó al turno al ladrón de caballos, el miedo se reflejó en sus ojos y echó a correr. Segundos más tarde, una flecha le abatió.

Yo era el siguiente. Mi nombre... ya no consigo acordarme. Mi apodo surgió a mis labios: Dovahk. Mi raza, nórdico como los demás. Mi hogar, Skyrim, la vieja patria, fue todo lo que dije.

Me acercaron al cadalso mientras el verdugo preparaba su hacha, y una sacerdotisa de Arkay, dios de los muertos,  pronunció los votos sacramentales. Me incliné de rodillas cuando un horrendo grito proveniente de las montañas asustó a todos los presentes. Un grito nunca antes oído. Los soldados quisieron apresurarse. El hacha se levantó y mi cabeza hubiera rodado por el suelo de no ser porque el grito se repitió, acompañado esta vez de una sombra gigantesca.

Una criatura, creída extinta hace ya siglos se adueño de una de las torres cubriéndola con su envergadura. Un enorme y gigantesco dragón negro se mostarba ante nosotros.

El pánico cundió entre la gente. Los soldados desenvaianron sus armas y se apresuraron a la lanzar flechas. Los pocos sacerdotes y magos que se enconraban allí empezaron a lanzar hechizos... pero pronto muchos de ellos cayeron bajo el fuego del dragón.

En mitad de la confusión, Raloff me levantó y echamos a correr. Helgen pronto se convirtió en un infierno. Esquivamos soldados y muertos, aldeanos y prisioneros hasta que conseguimos refugiarnos en una de las torres ya semiderruida por el ataque del dragón.

La suerte quiso que fuera un almacén imperial. Armas y vestimentas de cuero se veían por doquier. Raloff me desató con la ayuda de un cuchillo y nos equipamos con lo mejor que pudimos encontrar. Ambos no pudimos evitar sonrojarnos al vernos sin otra prenda de ropa que un taparrabos de tela vasta mientras cambiamos nuestros harapos de prisioneros por las armaduras que encontramos.

Por primera vez me fije bien en Raloff. De unos 30 años, alto, cercano a los 185cms, con un cuerpo robusto y fibrado gracias al continuo combate, con fuertes brazos y piernas. Una larga melena rubia le llegaba por debajo de los hombros y su barba desañilada le daba un aspecto salvaje. Sus ojos eran azules, como la mayoría de los nórdicos de Skyrim. Pese a la suciedad de su cuerpo, se notaba que era un hombre muy atractivo. Tampoco pude evitar fijarme en que debajo del taparrabos se apreciaba un buen bulto. Un destello de lujuria se pasó por mis ojos, pero no era momento ni lugar.

Armados, avanzamos por el almacén. En las cámaras inferiores, encontramos un pasillo subterráneo que llevaba a las afueras del pueblo. Aún así tuvimos que luchar con varios soldlados que nos salieron al paso. Un rápido choque de espadas y salimos victoriosos con poco más que algún rasguño in importancia. Tras varias horas de marcha silenciosa conseguimos salir a la superficie, cansados, pero vivos y libres.

-Luchas bien, camarada. ¿Has pensado en unirte a la rebelión de Ulfric?-me preguntó Raloff mientras nos quitabamos la suciedad del túnel en un arroyo cercano.

Suspiré. No era la primera vez que me lo ofrecían. Ulfric Capa de la Tormenta, jarl y señor de Ventalia, había asesinado al rey de Skyrim, usando el poder de la Voz para gritar hasta casi despedazarlo. Después llamó a la rebelión alegando que Skyrim no debía permanecer en manos del Imperio, y se puso a reclutar miembros para su causa.

Le dije que la guerra no me interesaba demasiado pero que tendría en cuenta su oferta. ¿Qué otra cosa podría hacer? La guerra era cruenta y cruel.

-De todas formas acabas de salvarme la vida. Yo solo no lo habría coseguido. Mi hermana lleva el aserradero de Cauce Boscoso, está a un día de aquí. Ven conmigo y nos dará comida y alojamiento.

Acepté su oferta. Por un lado estaba hambriento y me vendría bien una cama y por otro estaba deseando pasar más tiempo al lado de Raloff.

Continuamos avanzando al norte sorteando varias colinas.Siempre me asombraré de la belleza salvaje de Skyrim. Pasamos juento a varios menhires y un lago hasta que finalmente llegamos al pueblo de Raloff. Un gran aserradero se encontraba al oeste del mismo y allí fue donde nos dirijimos. Raloff me presentó a su hermana y su cuñado y les contamos el suceso del dragón.

Escucharon espantados el relato. Dragones. La sola palabra ya inculcaba terror en Skyrim.

Fuimos a casa de Raloff. Su hermana nos preparó comida mientras nos bañamos. Desgraciadamente no pude ver desnudo a Raloff porque su cuñado me estaba curando un pequeño corte en el brazo mientras el se bañaba.

Ya ni me acordaba los días que llevaba sin satisfacerme. ¿ O eran semanas?

Me bañe y cenamos. Raloff y yo estábamos agotados por lo que todos nos fuimos a dormir. Enseguida me dormí.

Sin embargo un ruido me despertó de madrugada. Cogí una espada asustado y salí al exterior. Me tranquilicé al descbrir a Raloff dirigirse al granero que se encontraba al lado de la casa. No se porque pero le seguí. Entré y él me sonrió. Cerró la puerta.

-Creí que no ibas a venir. Puse un poco de somnífero en la cena de los otros para que no nos molestaran esta noche. Sé como me has mirado antes. Los hombres como nosotros no estamos bien vistos pero...¿sabes una cosa? Yo también te deseo.

Esas palabras encendieron mi ser. Rápidamente me abalancé sobre Raloff y nos besamos apasionadamente. Nuetras manos recorrían nuestros cuerpos mientras empezamos a suspirar de placer.

Literalmente empezamos a arrancarnos la ropa, hasta quedar solo con los taparrabos.

Mi lujuría aumento cuando el miembro erecto de Raloff se marcó en la tela.

Le cogí del brazo y le eche sobre un monton de paja. Empecé a lamerle los pezones que enseguida se pusieron erectos. Mi lengua fue bajando conforme aumentaban sus supiros de placer.

Finalmente me apresuré a quitar esa tela con un frenesí de mordiscos y lamidas. Por fin vi el objeto de mi deseo.

Veinte centímetros de dura carne se mostraban ante mi, chorreando liquido preseminal por el glande y con dos huevos peludos que hacían de la vista algo que jamás se olvida. Me abalancé a lamerlo.

Empecé a besarlo exhastiado por su sabor recorriendo toda su longitud hasta acabar metiéndomelo en la boca.

Raloff gritaba de placer mientras aumentaba el ritmo de mi mamada.

Después le lamí los huevos peludos mienras le masturbé metiendomelos a la boca y jugando con mi lengua entre ellos.

-Dioses eres un experto-jadeaba Raloff.

Eso me puso aún mas y me dispuse a hacer que se corriera. Me metí sus veinte centímetros a la boca y empecé a chuparlo de la manera más rápida que pude mientras mis maos sobaban sus pelotas cargadas de leche nórdica.

No tuve que esperar mucho. Raloff me presionó la cabeza al tiempo que yo noté como su pene se inchaba y chorros de leche se disparaban en mi boca. Todo un manjar de dioses para mi. Seguí chupando y lamiendo hasta que no quedó ni una gota. Limpié con mi lengua su miembro y le besé en la boca.

-Ha sido brutal. Déjame recompensarte-me dijo mientras me tumbaba y me quitaba el taparrabos.

Mis 18cms salieron disparados al cielo y Raloff no perdió tiempo en metérselos a la boca. Su experta lengua me hizo sentir en el cielo y me hizo pensar queno era la primera ve que lo hacía.

Bajo a mis pelotas y las lamió con un frenesí que hizo volverme loco.

Quería correrme pero las intenciones de Raloff no eran esas. Bajó un poco más y su lengua encontró mi culo. Sin dilaciones empezó a lamerme y a intentar meter su lengua mientras yo le agarré de la cabeza y le empujé para que se introdujera más en mi.

Este nórdico me volvía loco, su lengua era una maravilla. Le dije que quería correrme y se puso presto a la tarea. Sacó su lengua y empezó a lamer mi glande mientras me pajeaba salvajemente. Segundos después me corrí fuertemente en su lengua, llenando de mi semen toda su boca.

Raloff sonrió y se dispuso a limpiarme con la lengua igual que hice yo con él. Acabó y nos tumbamos en la paja. Nos besamos y suspiramos de placer.

Ambos lo necesitábamos y fue algo fabuloso. Hablamos durante horas contándonos nuestras vidas. Él, un guerrero rebelde que luchaba por la libertad de su pueblo. Yo, bueno, mi historia aún está por revelarse. Solo los dioses saben que me deparará el futuro.

Le dije que si lo repetiríamos en otra ocasión.

Me contestó que al día siguiente tenía que partir.

A Ventalia. A la guerra.