Six Pack (4: Jenny, La nena y sus disfraces)

Una costumbre bastante insólita...

SIX PACK 4 (JENNY, LA NENA Y SUS DISFRACES)

Una costumbre bastante insólita...

(Nota: Puedes leer los episodios anteriores de la serie accesando a mi ficha de Autor)

Durante el transcurso de la mañana de ese domingo, estuve esperando tener alguna noticia de Ruth, pero al mismo tiempo me preparaba para salir a comer con Silvia, Jenny, Claudia, Diana y Alex; me preocupaba un poco cómo me recibirían sabiendo que había pasado la noche con Silvia, pero decidí finalmente que afrontaría ese problema cuando se presentara.

Para cuando llegue al restaurante esperaba encontrarme ya con una alegre reunión, pues estaba algo retrasado, pero sólo Jenny estaba ahí, y cuando me vio llegar una gran sonrisa le iluminó el rostro y comenzó a hacerme señas frenéticamente; cuando se levantó para saludarme no pude menos que sonreír ante el espectáculo que se presentaba ante mis ojos; Jenny era una chica muy pequeña de estatura, apenas 1.56 metros y contrastaba tremendamente con la altura de sus amigas, pero lo que le faltaba en estatura le sobraba en belleza, pues sus finas facciones parecían las de una muñeca, su nariz levemente respingona y sus bellos ojos color avellana quedaban perfectamente enmarcados por su hermoso cabello castaño que caía en suaves ondas hasta un poco mas abajo de sus hombros, haciendo perfecta combinación con su piel levemente bronceada; tenía puesto un ligero vestido rosa sin mangas que le llegaba un poco mas arriba de las rodillas y delineaba perfectamente su delicada figura, de busto pequeño pero firme, una cintura mínima y caderas deliciosamente redondeadas, mientras que sus hermosas piernas resaltaban por las sandalias tipo griego que envolvían con delicadas tiras rosadas sus bellas pantorrillas y sus diminutos pies.

Me saludó con un efusivo beso y mientras nos sentábamos dijo "Pensé que tendría que comer sola, las demás chicas llamaron para cancelar y no tenía manera de comunicarme contigo para confirmar si venías"; le contesté que me alegraba que me hubiera esperado, pues como toda la semana me veía obligado a comer solo, esperaba con ansia la oportunidad de poder compartir ese tiempo con alguien tan agradable como ella y sus amigas; durante la comida la conversación versó principalmente en sus continuos intentos de averiguar qué había pasado la noche anterior, y en mis continuas evasivas a responder sobre la tremenda batalla nocturna que me brindó Silvia.

Para cuando nos retiramos del restaurante, ya estábamos de acuerdo en que sería mejor idea olvidar el asunto, estuvimos paseando por la ciudad un largo rato, hablando de cosas intrascendentes; cuando nos dimos cuenta, ya comenzaban a encenderse las candilejas de la ciudad y nos encontrábamos caminando por un parque bastante solitario a esa hora.

Bromeábamos sobre las extrañas contorsiones que hacía un mimo en la distancia tratando de adivinar que significaban, cuando una repentina ráfaga de aire frío obligó a Jenny a buscar refugio en mis brazos, este breve contacto bastó para que yo sintiera en mi pecho la firmeza de sus senos y en mis manos la suavidad de la piel de su espalda, por un momento pensé en ignorar las sensaciones que su contacto me provocaba, pero el continuo roce de sus firmes senos en mi pecho me convenció de que lo mejor sería tomar la iniciativa, por lo que tomé su barbilla con delicadeza y alzando su rostro un poco, la besé.

Al momento en que nuestros labios se tocaron, Jenny se transformó; su voz que yo había percibido ya algo aniñada, se agudizó aún más y su forma de comportarse parecía como la de una niña pequeña, pero la dureza de sus pezones al apretarse contra mi torso desmentían estas actitudes, así que mientras la besaba, mis manos viajaron por su cuerpo hasta llegar a su pequeño y firme trasero, el cual acaricié suavemente mientras por mi mente pasaba fugazmente el pensamiento de que me estaría metiendo en un gran problema si Ruth se llegaba a enterar de esto; aún abrazados y sin dejar de besarnos, llegamos a una sección particularmente solitaria y aislada del parque, donde nos sentamos en la hierba que aún conservaba la tibieza del sol del mediodía.

Mis manos viajaban lentamente por los senos de Jenny, mientras mis labios bebían incansables la miel de su boca; con renuencia, separé mi mano derecha de su pecho, abandonando su tibieza para buscar la suavidad de la piel de su pierna, subí poco a poco mi mano por ella sintiendo cómo se estremecía al recibir esta nueva caricia, que se aproximaba poco a poco a su sexo.

Cuando mis dedos rozaron su sexo, velado aún por la tela de su tanga, pude sentir la humedad de su excitación y el calor que emanaba de ella, contrastando con el frío que poco a poco aumentaba su intensidad; con deliberada lentitud, acaricié el sexo de Jenny sobre su ropa interior, apenas rozando suavemente la tela, a modo de enervar sus sentidos; muy lentamente, aumenté la fuerza y velocidad de mis caricias, arrancándole gemidos que fueron ahogados por mis labios sellando los suyos, en ese momento ella murmuró en mi oído "Papi, la nena quiere su chupón" después de lo cual sus hábiles manos abrieron mis pantalones y liberaron mi erecto miembro, el cual acarició por un momento e inclinándose comenzó a chupar ávidamente; a pesar de que no lograba meter mucho de mi pene en su pequeña boca, la gran destreza que mostraba con sus rápidos movimientos linguales compensaban grandemente este hecho, así que me relajé y aprovechando su corta estatura le acariciaba con una mano su redondo trasero mientras con la otra masajeaba suavemente sus pequeños y firmes senos.

Cuando ya sentía la proximidad de un gran orgasmo, Jenny dejó de chuparme, aunque su manita permaneció acariciando suavemente mis testículos y con una sonrisa me dijo con su voz aniñada "La nena quiere irse a jugar a casa papi", mientras su mano libre acariciaba suavemente su entrepierna; imaginando la clase de "juego" al que ella se refería, acomodé lo mejor que pude mi ropa y tomándola de la mano salimos casi corriendo del parque y abordamos el primer taxi que pasó.

Antes de que pudiese darle al taxista la dirección del hotel, Jenny ya estaba indicándole una dirección que supuse sería de algún hotel de paso, pero con gran sorpresa, descubrí que íbamos hacia las afueras de la ciudad, a una zona residencial muy elegante; durante todo el trayecto, para envidia del taxista y deleite mío, Jenny se subió en mis piernas y estuvimos besándonos y acariciándonos hasta que llegamos a nuestro destino.

Al cabo de unos minutos, llegamos a la casa de Jenny, una hermosa residencia donde según me contó después, vivía con sus padres, aunque la mayor parte del tiempo éstos se encontraban fuera de la ciudad; una vez que entramos, Jenny me llevó directamente a su habitación en el segundo piso de la casa, donde después de cerrar la puerta, me dijo que me pusiera cómodo, y que ella volvería en un momento conmigo; al verla salir por una puerta lateral supuse que habría ido al sanitario o algo así, por lo que me desnudé rápidamente y me metí en la cama, transcurridos unos minutos la imagen más asombrosa se presentó ante mis ojos, Jenny regresó a la habitación vestida como si fuera una niña pequeña, inclusive había peinado su cabello en una apretada trenza y se había despojado totalmente de su maquillaje, su apariencia daba la impresión de una chica de apenas once o doce años, pero algo en su actitud desmentía la inocencia de su vestimenta.

Mientras lamía lentamente un largo caramelo que traía en la mano, me miró largamente y con deliberada lentitud se aproximó a la cama y dijo "Papi, tengo miedo de dormir sola, ¿puedo acostarme en tu cama?

El extraño cambio de actitud de Jenny me dejó mudo por un momento, durante el cual pude observar detenidamente su vestimenta; una corta falda tableada azul oscuro y una blusa blanca con adornos y un moño en el pecho, un par de calcetas blancas que cubrían un poco por arriba de las pantorrillas y zapatos tipo escolar; mi actitud pasiva pareció decepcionar a Jenny, que se sentó en el borde de la cama y después de un largo suspiro me preguntó "Piensas que estoy loca, ¿Verdad? Pero yo tengo un problema, si no me visto como niña y finjo que lo soy, no puedo satisfacerme totalmente, así que comprenderé si deseas irte".

En ese momento reaccioné, y tomándola de la barbilla hice que me mirara y le dije que me encantaría jugar con ella, al instante sus ojos se iluminaron y su voz volvió a agudizarse hasta sonar nuevamente como la de una niña pequeña; me levanté y tomándola por los hombros comencé a representar mi papel diciéndole que era una buena niña y que las niñas buenas se merecían un premio especial.

Ella negó con la cabeza y me dijo "Es que me porté mal, no hice mi tarea, creo que merezco un castigo" mientras se recostaba sobre mi regazo boca abajo y se subía la pequeña falda, al momento comprendí lo que esperaba de mí y comencé a darle suaves nalgadas, pero apenas murmurando ella pidió que la azotara mas fuerte; poco a poco aumenté la fuerza de mis nalgadas hasta que la sentí estremecerse y gemir de placer bajo el castigo. Después de un rato, su trasero apenas cubierto por una braguita infantil se encontraba completamente rojo, en ese momento la tomé en mis brazos y le dije que era una nena muy valiente por admitir su falta y recibir el castigo correspondiente, así que ahora la iba a mostrarle un juego que le gustaría mucho.

Para ese momento mi miembro se encontraba totalmente erecto y Jenny con una sonrisa lo tomó en sus manos e inclinándose comenzó a acariciarlo suavemente, casi con timidez, representando a la perfección su papel de niña inocente, preguntó porque mi "pipi" estaba tan grande y duro, a lo que le contesté que estaba así porque estaba muy feliz de jugar con ella y porque le gustaba mucho que lo acariciara así, después de un rato, haciéndose la inocente ella se inclinó y comenzó a lamer y chupar con gran habilidad mi miembro, provocándome intensos estremecimientos de placer.

Sintiendo que no duraría mucho más, la separé de mi y recostándola suavemente en la cama separé sus piernas, murmurando en su oído que era una buena nena y que ahora le iba a enseñar otro juego que le gustaría mucho más que el anterior. Ahogando un suspiro, ella dijo dulcemente "Ve despacio, porque soy muy estrecha".

Hice a un lado su braguita y comencé a penetrarla lentamente, comprobando que en efecto era tan estrecha como una virgen, así que esperé un poco para que Jenny se acostumbrara a sentirme dentro de ella; sentí sus uñas clavarse en mi espalda y su cuerpo estremecerse al recibir mi erecto miembro hasta el fondo de su deliciosamente apretado sexo.

Esperé un poco más antes de comenzar a moverme en un suave vaivén sobre ella, notando como su expresión cambiaba poco a poco y los suaves quejidos de dolor que profería al principio daban paso a dulces gemidos de placer. En contra de mis propios deseos continué moviéndome lentamente, buscando lograr que Jenny disfrutara plenamente de su fantasía.

Al cabo de un momento, su cuerpo comenzó a responder a mis embestidas, y Jenny enlazó sus piernas alrededor de mi cintura mientras impulsaba sus caderas al encuentro con mi miembro, invitándome a moverme mas rápido, hasta que alcanzamos acoplar nuestros movimientos en un ritmo perfecto. Supe por el tono de sus gemidos y la velocidad de los movimientos de su cintura que se encontraba próxima al orgasmo y por otro lado, yo tampoco creía poder esperar mucho más, así que aceleré mis movimientos; un instante después, estallamos casi simultáneamente en un orgasmo tan potente que casi me hizo perder la conciencia.

Cuando me recuperé un poco, noté que Jenny sollozaba suavemente entre mis brazos y bastante preocupado le pregunté la razón de sus lágrimas, a lo que ella respondió "Son de felicidad, pocas veces un hombre acepta hacerme el amor después de descubrir que me gusta disfrazarme para ello, la mayoría de los hombres con los que lo intenté antes me tacharon de loca y se fueron antes de que pudiera decirles algo".

Acaricié suavemente su cabello y le dije que podía contar conmigo para jugar con ella cada vez que lo deseara, siempre y cuando no le dijera nada a Ruth; ella, con los ojos brillantes y una sonrisa en su cara de niña me dijo "lo que tú digas Papi", después me abrazó y nos quedamos dormidos hasta el amanecer, en que con gran pesar dejé a Jenny y partí rumbo al trabajo, deseando que llegara pronto el fin de semana para volver a ver a las chicas y esperando que Ruth volviera pronto de casa de sus padres, antes de enredarme en mas problemas con sus amigas.