Six Pack (3: Silvia, el reto de la flaca)
Ella no sabía lo que era un orgasmo...
SIX PACK 3 (SILVIA, EL RETO DE LA FLACA)
Ella no sabía lo que era un orgasmo...
La semana transcurrió lentamente, como en una pesadilla, pero mis ocupaciones como encargado del control del proyecto me mantuvieron lo bastante ocupado como para no volverme loco y correr a la casa o el trabajo de Ruth y hacerle el amor en el lugar donde la encontrase; también sus apasionadas llamadas por teléfono hicieron mucho más fácil la espera y por fin, llegó el tan anhelado sábado y la oportunidad de volver a verla, pero las cosas salieron un poco distintas a lo que yo planeaba.
Llegué puntualmente a la disco y tal como habíamos acordado, seleccioné una mesa algo apartada de la pista de baile; sin embargo, al contrario que en nuestro último encuentro, Ruth se retrasó por casi media hora; me encontraba a punto de llamarla para averiguar si algo estaba mal, cuando pude distinguir su bella figura acercándose a donde me encontraba, se veía hermosa caminando con esa gracia felina que la caracterizaba, vestida con una blusa blanca con mangas abombadas tan delicada y vaporosa que apenas disimulaba la perfección de sus firmes senos cubiertos con un mínimo sostén y unos pantalones tipo pescador que mas que puestos parecían haber sido pintados sobre su cuerpo, completando el atuendo con unas sandalias sin tacón con tiras que envolvían sus pantorrillas.
Para mi gran decepción, no venía sola, la acompañaban cinco chicas, todas muy bellas pero muy distintas entre si; para efectos de no causar confusiones, las describiré conforme vaya siendo necesario; por el momento, tan sólo describiré a la que venía mas cerca de Ruth, una chica muy blanca con cabello rubio platinado y facciones muy finas, de aproximadamente 1.70 de estatura, pero tan delgada que parecía aún mas alta; a pesar de su delgadez, se apreciaba claramente su excelente figura, unos pequeños senos que de tan erguidos y firmes no necesitaban sostén alguno como se denotaba por cómo marcaban sus pezones la blusa de seda blanca que llevaba puesta, una cintura tan mínima que parecía que en cualquier momento se partiría por la mitad, unas esbeltas y bien redondeadas caderas enfundadas en unos shorts diminutos color negro y un par de bellamente torneadas piernas, cuyos pies estaban calzados en unas extravagantes zapatillas doradas, completaban el cuadro de la acompañante de mi querida Ruth.
Mientras miraba embelesado a las seis bellezas que se aproximaban a mi, me quedé un poco frustrado, pues planeaba pasar muy poco tiempo en la disco y acabar la noche a solas con Ruth, pero parecía que las cosas iban a ser muy distintas; Ruth me saludó con un apasionado beso en los labios, y después volviéndose hacia sus cinco acompañantes me dijo " Estas son mis mejores amigas, te presento a Silvia" señalando a la rubia y después señalando sucesivamente a las demás "Jenny, Claudia, Diana y Alex; cuando estamos juntas nuestros conocidos nos llaman el SIX PACK" sonreí cortésmente mientras estrechaba las manos de cada una de ellas, pero al saludar a Silvia ella apenas rozó mi mano con sus dedos y después se volvió hacia Ruth para decir sarcásticamente "Así que este es el gran hombre del que has estado presumiendo toda la semana, la verdad no parece gran cosa, si me lo prestas acabo con este gordito en diez minutos"; su comentario borró por un momento la sonrisa de mis labios pero contesté "Vaya con la flaca, con ese cuerpo no creo que me aguantaras durante esos diez minutos, tal vez ni siquiera cinco", comentario que arrancó sonrisas de las demás pero una franca carcajada por parte de Ruth, que medió diciendo "Eso sería si te lo prestara, pero como eso nunca va a pasar mejor dejen de pelear".
Con la paz restaurada, estuvimos divirtiéndonos durante un par de horas mientras disfrutaba de la compañía de las seis chicas, quienes resultaron ser muy agradables; sin embargo la velada se interrumpió abruptamente cuando el celular de Ruth sonó y al contestar su expresión comenzó a cambiar haciéndose cada vez mas sombría hasta que a mitad de la conversación rompió en llanto y tuvo que colgar; se disculpó apresuradamente con sus amigas y salió corriendo, la alcancé casi en la puerta y le pregunté que sucedía y me explicó que su madre estaba muy enferma y que tenía que salir inmediatamente para Mazatlán para poder cuidarla, me pidió que les explicara a sus amigas y que trataría de comunicarse conmigo durante la siguiente semana.
En cuanto partió regresé lentamente a la mesa donde las cinco chicas parecían algo cortadas por lo sucedido, pero en cuanto les expliqué, se tranquilizaron y me invitaron a seguir divirtiéndome en su compañía, pero yo me sentía algo frustrado y preocupado, por lo que amablemente les dije que me retiraba; en ese momento Silvia se levantó y preguntó en tono retador "¿No será que tienes miedo de que nos demos cuenta de que las historias de Ruth sobre tu habilidad son puras exageraciones?"; esas palabras hirieron mi amor propio y le respondí que como ya había dicho no creía que me aguantara el paso, a lo que ella replicó que me retaba a que lo probara, que ella sería mi esclava por una semana si la vencía, pero que si ella me ganaba tendría que dejar de ver a Ruth por un mes.
Mientras las otras cuatro trataban de que olvidáramos la apuesta, Silvia y yo nos medíamos con la mirada, hasta que con una seña le indiqué que nos fuéramos; cuando íbamos rumbo al hotel, ella cambió su actitud abruptamente, tomó mi brazo y me dijo con expresión dulce "Espero que todo lo que nos contó Ruth sobre ti sea cierto, porque la verdad a mí ningún hombre ha logrado provocarme un orgasmo"; mientras pasaba mi brazo por sus hombros, me quedé pensando en sus palabras y no supe si interpretar eso como un reto más o como una petición de ayuda, pero me dije a mi mismo que haría esa noche inolvidable para Silvia.
Cuando llegamos a mi habitación en el hotel, Silvia trató de soltar los botones de su blusa, sin embargo se lo impedí al abrazarla y comenzar a besarla apasionadamente, mientras mis manos viajaban por su esbelto y firme cuerpo; en mi mente trataba de imaginar que tipo de hombre podía ser tan inepto para desperdiciar a una belleza como ésta al no buscar complacerla por completo; lentamente comencé a soltar los botones de su blusa haciendo una pausa entre cada uno de ellos para acariciar cada nueva porción de piel que quedaba al descubierto, mientras Silvia, que durante el primer momento se notaba totalmente tensa, lentamente comenzaba a relajarse, mientras su cuerpo reaccionaba ante mis caricias.
Para cuando la despojé de su blusa y continué mi placentera labor desabrochando sus shorts, mis labios comenzaron a seguir el camino trazado por mis manos, mientras deslizaba lentamente por sus muslos la diminuta prenda, con mi boca comencé a acariciar muy suavemente sus ya endurecidos pezones, apenas rozándolos, pero provocando que reaccionasen y se pusieran aún mas duros y sensibles, aumenté poco a poco la intensidad de mis caricias orales alternando entre uno y otro pezón, mientras mis manos ya apartaban la minúscula tanga que ahora era la única prenda que cubría su hermoso cuerpo, para acariciar con infinita suavidad la suave curva de sus nalgas y rozar el bien cuidado vello rubio que apenas velaba su sexo.
Interrumpí por un momento mis caricias a Silvia y cargándola la llevé con delicadeza hasta la cama, donde la deposité mientras besaba una vez mas su boca, que en esta ocasión respondió con intensa pasión a mi caricia; inicié entonces un camino desde su boca hasta su sexo, acariciando con mis labios y lengua cada centímetro de su piel, mientras mi mano derecha abría delicadamente la dulce flor de su sexo buscando su ya excitado clítoris; en mi mente había decidido provocarle un orgasmo por lo menos antes de intentar siquiera penetrarla, así que mientras pasaba lentamente mi lengua a todo lo largo de su húmedo sexo, mis manos acariciaban todo su cuerpo, que para ese momento ya se retorcía de placer.
Cambié luego mi técnica concentrándome en acariciar cada vez con mayor intensidad su clítoris con mi lengua, mientras hundía lentamente mis dedos índice y anular en su vagina, logrando que los suaves gemidos con que hasta ese momento habían acompañado a mis esfuerzos se transformaran en verdaderos gritos de placer; de pronto, atrapó mi cabeza con sus manos y enredando sus dedos en mi cabello, me apretó contra su cuerpo con tanta fuerza que por un momento no pude respirar, mientras su cuerpo se estremecía y un largo e intenso gemido de placer llenaba la habitación mientras su primer orgasmo la atravesaba; lentamente soltó mis cabellos y se relajó quedando sin fuerza sobre la cama, y una sonrisa iluminó su hermoso rostro mientras su respiración se normalizaba.
Me desnudé lentamente y me acosté a su lado, abrazándola y disfrutando del delicioso tacto de su piel y el brillo en sus ojos, que sin palabras me decía que estaba mas feliz en ese momento que nunca antes en su vida; la besé suavemente e inicié nuevamente mis caricias sobre su cuerpo, pensando en como provocarle el mayor placer posible, al tiempo que una de sus manos se apoderaba suavemente de mi virilidad y comenzaba a acariciarla con un delicado y algo tímido movimiento, mientras susurraba "tómame"; volví a besarla ahora con mas pasión y acomodándome de manera que ella no tuviera que soportar el peso de mi cuerpo dejé que ella me guiara lentamente hacia su sexo.
Lentamente, comencé a penetrarla, para que sintiera cómo mi pene abría poco a poco las paredes de su vagina, nuevamente sus suaves gemidos comenzaron a llenar el aire de la habitación, la notable estrechez de su sexo aumentaba el placer de encontrarme dentro de Silvia, aunado al gusto de saber que ya en ese momento había logrado para ella mucho mas de lo que ningún hombre había hecho; para cuando me encontré totalmente dentro de ella, ya los movimientos de su cadera delataban el gran placer que estaba sintiendo, así que empecé a moverme suavemente, mientras ella contraía sus músculos vaginales tratando de evitar que mi virilidad abandonara su cuerpo y los relajaba para permitirme el paso cuando volvía a penetrarla.
A pesar de que mi cuerpo me exigía que me moviera con mayor velocidad, mantuve la lentitud de mis movimientos para alargar el placer que ambos estábamos sintiendo; perdimos totalmente la noción del tiempo que pasamos fundidos el uno en el otro, pero poco a poco la velocidad de nuestros movimientos y la intensidad de sus gemidos fue en aumento, para cuando me acercaba al punto en que sentí que no podría retrasar por mucho tiempo mas mi propia culminación, pude sentir como su cuerpo se estremecía en un nuevo orgasmo, mucho mas intenso que el primero, así que cuando noté que su cuerpo se relajaba, me retiré de su interior para retrasar mi propio orgasmo.
Sin darle tiempo a recuperarse totalmente, le pedí que se acomodara de espaldas a mi, y alzando una de sus piernas, la penetré nuevamente desde atrás, las sensaciones provocadas por este nuevo ángulo de penetración y el hecho de que ya se encontraba muy excitada la hicieron llegar rápidamente a un tercer orgasmo, mismo que la sacudió casi al mismo tiempo que yo la llenaba con la esencia de mi propia culminación.
Nos quedamos en esa posición hasta que nuestras respiraciones se normalizaron, entonces ella se volvió hacia mi y después de besarme suavemente me confesó que nunca se imaginó sentir tanto placer; platicamos largo rato hasta que ella sintió que mi pene volvía a levantarse y con un brillo de asombro en sus ojos preguntó "¿De nuevo?" a lo que contesté simplemente tomándola en mis brazos y colocándola sobre mi mientras la besaba, era tan ligera que apenas y sentí el peso de su cuerpo mientras guiaba mi pene a su húmedo sexo, dejando que éste se deslizara con facilidad en su interior; comenzó entonces a moverse sobre mi y no pude menos que admirar su elasticidad, pues hubo un momento en que únicamente sus pies estaban en contacto con la cama y se movía rápidamente, cabalgando en mi pene mientras sus gemidos llenaban la habitación; tomándola por la cintura, la hice caer hacia atrás, de manera tal que ambos quedamos sentados uno frente al otro y aunque los movimientos en esa posición eran un poco mas cortos, ella tenía mayor facilidad para hacer girar sus caderas, con lo que éstos eran mucho mas placenteros.
Nuestros orgasmos llegaron con tanta intensidad que no supimos cuánto tiempo pasó hasta que éstos amainaron y nos relajamos poco a poco; casi al momento de separarnos, Silvia dijo, "Vamos a ver que tan pronto puedo hacer que repitas la hazaña", e inclinándose se apoderó de mi semierecto pene con sus labios, la verdad no era muy experta en ello y un par de veces me lastimó mas de lo que me produjo placer, pero poco a poco fue tomándole el modo a su labor, para ese momento mi pene había recuperado toda su dureza y mis manos no estaba ociosas, acariciando el cuerpo de Silvia, especialmente su sexo; ofrecía una vista totalmente erótica en esa posición arrodillada sobre mi cuerpo, con su rubio cabello creando el marco perfecto para el cuadro de sus delicados labios rodeando mi pene mientras ella entrecerraba sus bellos ojos concentrada en su labor.
En ese momento me separé de Silvia y le pedí que no se moviera, me arrodillé detrás de ella y con un rápido movimiento se la metí por completo, arrancándole un grito de placer; me moví con largas y lentas estocadas mientras ella empujaba con fuerza su cadera hacia mi para recibirme completamente, mientras acariciaba sus hermosas nalgas mis manos llegaron hasta su delicado ano y comenzaron a acariciarlo suavemente y tuve la idea de meter mi pene en él así que comencé a lubricarla utilizando mi saliva y poco a poco le metí mi dedo anular tratando de no hacerle mucho daño, pero Silvia sólo gimió mas fuerte y relajó sus músculos para permitirme meter mi dedo con mayor facilidad; al cabo de un rato ya eran tres los dedos que se deslizaban dentro de su recto mientras mi pene aumentaba la velocidad de sus movimientos en su vagina; cuando Silvia llegó a un nuevo orgasmo, sentí que era el mejor momento para sodomizarla, así que saqué mi pene de su vagina y aprovechando la abundante lubricación que su orgasmo había provocado, apunté con decisión a su virginal ano y suavemente comencé a penetrarlo.
A pesar de la cuidadosa preparación y de que Silvia cooperaba lo mas que podía, hallé una tremenda resistencia, pero a base de persistencia logré poco a poco meter mi pene por completo en ella, por lo que me detuve un momento para que ambos nos acostumbráramos a la inusual situación, pero pronto comencé a moverme y los gemidos con que Silvia acompañó mis movimientos probaron que ya se había olvidado del dolor y que estaba disfrutando completamente de la sodomización.
Poco a poco, aumenté la velocidad de mis movimientos, lo que le provocó otro orgasmo, las contracciones que acompañaron a su culminación me llevaron a mi propio orgasmo, por lo que con un grito de placer, derramé mi esencia dentro de ella; el orgasmo nos dejo totalmente sin fuerza, por lo que simplemente nos dejamos caer hacia un lado y nos quedamos dormidos con mi virilidad aún dentro de ella.
Cuando despertamos un par de horas después, invité a Silvia a que nos ducháramos juntos y tomándola de la mano la guié hacia el baño; el agua tibia despejó el cansancio que teníamos y mientras nos frotábamos mutuamente comenzamos a sentir cómo el deseo crecía en nuestros cuerpos, en ese momento la tomé por la cintura y aprovechando su ligereza la levanté y penetré lentamente en su sexo mientras ella enredaba con fuerza sus piernas alrededor de mi cuerpo y nos besábamos apasionadamente; cerré las llaves del agua y muy despacio me fui arrodillando para finalmente quedar acostados en la bañera, entonces tomé los tobillos de Silvia los acomodé sobre mis hombros, de manera que pude llegar mucho mas profundamente dentro de su sexo, lo que provocó nuevos gemidos de placer por parte de ella, la frialdad de la cerámica contrastaba con el fuego en nuestros cuerpos y añadía un erótico aliciente a nuestros ardientes movimientos; después de un rato, giramos de manera que ahora Silvia se encontraba sobre mi e inició un enloquecedor movimiento circular con sus caderas que nos puso a ambos al borde del orgasmo.
Tratando de contenerme, saqué mi pene de su sexo, y acostándola en la bañera comencé a hacerle sexo oral hasta que su culminación llegó en medio de fuertes gemidos; después de lo cual la tomé en mis brazos y la llevé nuevamente a la cama y la masturbé suavemente hasta que otra vez estuvo lista para recibirme; la penetré desde atrás y comencé a moverme con fuertes y profundos movimientos, que lograron que en cuestión de minutos llegase nuevamente a un gran orgasmo.
Sintiendo próxima mi culminación y sabiendo perfectamente que seguramente sería la última de esa noche, quise alargarla un poco más, pero con gran habilidad Silvia se dio vuelta y antes de que reaccionara ya estaba nuevamente cabalgando sobre mi mientras me decía " ya quiero sentirte, dámelo por favor"; entre sus movimientos candentes y el estado de excitación en que ya me encontraba, no tardé mucho en inundar su sexo con mi semen, lo que le provocó a Silvia un último orgasmo que la dejó totalmente sin fuerza; se dejó caer sobre mi y así, con mi pene dentro de ella, nos quedamos dormidos.
Clareaba el alba cuando abrí los ojos y sentí su cuerpo sobre el mío, Silvia aún dormía profundamente y me entretuve largamente mirándola; al fin me levanté y mientras me bañaba pensé en que no había quedado muy claro quién había ganado el reto, pero con una sonrisa concluí que habíamos ganado los dos... Una hora después desperté a Silvia y la ayudé a ducharse, pero al tratar de avanzar para hacerlo de nuevo me respondió con una sonrisa "Por ahora no osito, ya me duele y quiero que me des oportunidad de recuperarme"; cuando estuvo lista salimos a desayunar al restaurante del hotel y causamos tanta envidia como la semana anterior que desayuné con Ruth, al terminar la acompañé a que tomara un taxi y me invitó a comer con las demás chicas a las 2 de la tarde, acepté con gusto y la miré partir, pensando en que había sido una de las noches mas agotadoras de mi vida.