Situaciones familiares

Me llamo Emma y tengo inquietudes por mi hija Nuria.

Hola, me presentaré, me llamo Emma, soy una mujer casada, gordita, atrayente y madre.

Tengo muchas inquietudes y sobre todo con mi hija Nuria.

Nuria ya tiene los 18 años, su físico es como era yo a su edad antes de parir y ganar carnes y mis pechos se volvieran ubres. Su cuerpo delgado, una cara del montón aunque aniñada, morena de pelo largo ,qué es su mayor atractivo y un cuerpo fino que hace que sus pechos sean semejantes a dos panacotas, duritas, blancas y colmadas por una aureola rosada y un pezón redondo saliente.

Es muy sensible y enamoradiza y al no tener un físico espectacular sufre mucho por los chicos. Estos no le hacen caso y se van con sus amigas que son más guapas y de mayores encantos.

Sentía pena por ella por como sufría y es por eso que me sentí aliviada cuando vi a un chico que la acompañaba a casa. Tardaron un poco en la puerta y al rato ella entró en casa y corriendo se fue a su cuarto.

Me dije con una media sonrisa, cosas de la juventud.

Me alegré por ella pero al cabo de los días vi que la acompañaba otro chico distinto. Pensé que había cortado con el anterior y tenía uno nuevo. Pero conforme pasaban los días me daba cuenta que siempre venía un chico distinto y una cosa que al principio no le di importancia me llamó la atención. Quedé extrañada porque el chico nunca cargaba nada y ella llevaba los libros de los dos.

Un día como venía siendo costumbre

La curiosidad me pudo y tal como estaba recién salida de la ducha los espíe por uno de los visillos que da a la puerta de entrada de la casa sin que ellos me pudieran ver.

Lo que vi me dejo impactada.

Nuria la vi directamente arrodillarse delante de aquel chico que miraba por los lados pero a mi no me veía por la cortinilla que siempre tengo echada para que no me vean de la calle.

La vi acercar las manos al pantalón del chico pero este le dio un cachete en su cara…

¿Qué haces putita? Solo tu boca…

Mi hija abrió la boca y comenzó a bajarle la cremallera con los dientes. El chico sonreía y le decía así me gusta mientras acariciaba el pelo de mi hija como si fuera una perrita. A mi hija le costó pero logro bajársela y él le dio un azotito en su carita.

Muy bien hecho perrita. Ahora toma tu premio.

Y sacando su erecta polla se lo paso a mi hija por la cara, ella puso cara de asco, quizás por su olor pero al instante corrigió y se la fue a acaricia con su mano, pero acordándose de la bofetada puso sus manos a la espalda y mirándolo a los ojos sacó su lengua recibiendo el glande de la masculinidad como pidiendo permiso, el chico cerró los ojos y mi hija le sonrió y se la metió en la boca.

El chico la cogió del pelo y se la metió a fondo en la garganta a mi hija, ella hacía lo que podía para tragar pero se ahogaba y un hilo de babas asomó por la comisura de sus labios, el chico no paró hasta que tuvo los huevos en la barbilla de mi hija y su pelo púbico colándose por su nariz, mi hija no podía respirar, pero eso lejos de conmover al chico hizo que se doblara sobre ella y se la metiera a tope no dejándola ni respirar ni soltarla.

La tuvo así un rato que para mí me supuso una eternidad hasta que al final la liberó, y ella pudo tomar una bocanada de aire y cayendo un rio de babas sobre su top poniéndolo perdido y quedando unido sus labios a los peludos huevos de aquel macho jovencito.

El joven reía.

Serás cerdita, mira cómo te has puesto…

Mi hija lo miraba con una sonrisa estúpida no sabiendo bien si reír o disculparse mientras su pecho se agitaba intentando coger resuello. El macho le metió mano en su top con brusquedad manoseándole su tierno pechito, fue tan brusco que le rompió uno de los tirantes de su top dejándoselo al aire.

Joder, vaya mierda de tetas que tienes, menos mal que esa boca hace maravilla, anda trágatela toda.

Se la volvió a meter sin compasión a mi hija, le agarraba por el pelo y se la metía y sacaba a un ritmo frenético, hasta que la empujo contra la puerta sujetándola del pelo quedando ella sentada y abierta de piernas con sus muslos desnudos y sus braguitas expuestas. El chico se masturbaba como si la vida fuera en ello hasta que esos huevazos peludos empezaron a vaciarse y ese gordo glande empezó a escupir semen sobre la cara, pelo y pecho de mi pequeña.

Yo a esas alturas andaba con la bata medio abierta y frotándome las piernas mientras mis dedos jugaban con mis ubres que apenas mi mano abarcaba y torturando mis pezones mientras con la otra sujetaba la cortinilla para no perder detalle de lo que aquel macho le hacía a mi pequeña.

Mi hija aún sentada en el suelo y habiendo disfrutado de su blanca ducha le preguntó relamiéndose el semen que le goteaba por su dulce carita.

¿Estuvo bien? ¿Te ha gustado?

No ha estado mal putita. – Decía guardándose su polla ahora morcillona. – Ya veremos otro día si eso.

Se agachó a recoger sus libros y cuando lo vio manchado, le gritó a mi hija.

¿Eres gilipollas? Mira como me has dejado el libro…

Mi hija de rodillas se lo intento limpiar a sus pies pero él la apartó diciéndole que le debía uno nuevo y que mientras se llevaría el de ella, ella le rogó que no lo hiciera que tenía cosas de ella pero él la ignoro, y así fue como la pobre recogía sus cosas se recomponía como podía con su pechito tierno al aire y donde sin dudas le quedarían marcas del tremendo manoseo al que fue sometido y buscó las llaves de la casa en su bolso.

Yo me apresuré a cerrar mi bata como buenamente podía, y me adecenté para que no sospechará nada y estuve cerca de la puerta para cuando ella entrara.

La nena abrió y al verme la pobre se llevó un susto tremendo, sin duda no me esperaba, y mucho menos verla en ese estado, es por eso que yo intervine enseguida antes de que pudiera reaccionar.

Hola hija, qué casualidad. Escuche llaves en la puerta y supuse que serías tú.

Me acerqué y le di dos besos como de costumbre era en mi para saludarla, aprovechando su estupefacción no se pudo apartar y moje mis labios de semen de macho cuando bese sus mejillas.

¿Qué es esto?

Mi hija se quería morir por lo que vi en su cara y sus ojos estaban a punto de estallar en lágrimas.

¿Clara de huevo? – Dije continuando como si nada. – Te has puesto perdida, alguien debió tirarte un bote encima, pobrecilla. Y mira, se te ha roto el top amor.

Le dije recogiendo sus babas y semen del pechito maltratado de mi niña rozando su pezón como si nada. Como cuando la limpiaba cuando era pequeña.

Por fin pudo ella articular palabra.

Mamá… Yo.

Dijo a punto de reventar a llorar.

La agarré por lo hombros y mirándola a los ojos le dije.

No importa hija, le dije, eres mi hija y estoy muy orgullosa de ti y pase lo que pase sabes que estoy aquí para apoyarte mi pequeña.

Ella se abrazó a mí con lágrimas en los ojos, se me abrió la bata y su cara se acomodó en mis ubres mientras comenzaba a sollozar, yo le decía tranquila y con mi mano libre acariciaba su cabello alborotado y salpicado con gotas de leche. Notar las lágrimas de mi pequeña bañar mis pechos juntos con sus babas y pringue de su carita me volvió a encender, pasado un rato le di un beso de pico y le dije que se fuera a dar una buena ducha.

Yo fui rauda a mi cuarto y allí me tire en mi cama de matrimonio desnuda y me masturbé. Me masturbé como si la vida me fuera en ello, estaba superexitada, con la mano llena de la baba y del semen de aquel joven macho dominante me la metía en el coño mientras que con la otra me sobaba mis ubres con las lágrimas y saliva de mi hija. Tuve un tremendo orgasmo y caí dormida en la cama hasta la llegada de mi marido.

Supongo que mi hija haría lo propio en la baño con la alcachofa de la ducha.

Cuando mi marido llegó del trabajo y me vio así desnuda y dormida, enseguida se desvistió y se puso a lamerme el coño con pasión, pareció no darse cuenta de la costra blanca ya reseca que allí había, y si lo vio no le importo lamerlo a fondo y tragárselo. Luego me montó, se corrió enseguida dentro y se fue a la ducha.

¿Os ha gustado mi vivencia? ¿Quéreis que os siga relatando? Por favor dejadme vuestras opiniones, comentarios, sugerencias y consejos sobre mis inquietudes. Besos a tod@s.