Sistema de Puntos

Si hago una labor de la casa, gano puntos, y con estos puntos canjeo "favores" de mi madre... ¡simple y eficaz!

Ya no recuerdo exactamente cuándo adoptamos este método, quizá fue hace ya un año o dos, no lo sé. Lo que sí sé es que este método ha optimizado la organización de la casa a niveles exponenciales, sin duda alguna puedo decirlo por experiencia propia. De repente, el baño, cocina, sala de estar, habitaciones y cada sección de la casa estaba brillando de la limpieza que tenía. No solo eso, mis calificaciones en el instituto aumentaron de 7 a 9 en promedio, mis profesores empezaron a ver futuro en mí. Nunca creí que yo podría tener este potencial y nivel de disciplina, se lo debo todo a mi querida madre, mi hermosa y bella madre.

El sistema de puntos es, de hecho, un mecanismo tan antiguo pero simple y funcional, el dinero funciona así, después de todo. Por lavar los trastes obtendría 5 puntos, por barrer la casa 3 puntos, sacar un 10 serían 10 puntos, etc. Mi madre estableció los puntos que obtendría por cada tarea del hogar, o calificación escolar mía. No hace falta detallar cuántos puntos sacaría por cada acción mía, pero sí vale la pena contar el sistema de puntos en general. Este testimonio está aquí por una razón, y es que por cada cierta cantidad de puntos acumulados, yo los podría canjear por “favores” de mi madre. Así era la manera en que funcionaba, muy simple y eficaz. Los precios de puntos de mi madre son estos:

-       Frase sucia: 5 pts.

-       Beso: 10 pts.

-       Masajear tetas: 15 pts.

-       Quitar sostén: 20 pts.

-       Quitar el calzón: 20 pts.

-       Paja con manos: 50 pts.

-       Paja con tetas: 70 pts.

-       Oral (a ella): 125 pts.

-       Mamada: 150 pts.

-       Follar (sin anal): 200 pts.

-       Follar (con anal) 300 pts.

-       Terminar dentro: 500 pts.

Teniendo esta baraja de elecciones y precios, me puse obediente y energético a la hora de hacer todas las tareas y labores que podía en el momento. Ahorraba cierta cantidad de puntos y los usaba dependiendo de mi nivel de calentura. Me acuerdo de que las primeras veces las gastaba rápidamente en las frases sucias y besos, mi madre me diría cosas como “esa polla tuya me prende tanto, hijo”, “trabaja más, este culo no se follará solo”, “cariño, te deseo en mí más que a nadie”, entre muchas otras frases que solo lograban ponerme más duro de lo que ya estaba. Al principio, los besos que me ofrecía mi madre eran cortitos, casi piquitos, pero poco a poco ella fue aflojándose y terminó dejándose besar por incluso minutos conmigo en el sofá o mientras ella cocinaba, sus labios eran increíbles.

Con el tiempo fui queriendo más, por lo que comencé a trabajar y esforzarme en mayor cantidad. Luego, canjearía en mi madre el masaje de sus tetas, ella me permitiría tocarlas y apretarlas encima de su ropa mientras ella seguía haciendo sus actividades, por lo general pillándola mientras estaba en la cocina, me encantaba. Agarraba con ambas manos sus pechos y los estrujaba por unos minutos antes de que ella me quitara las manos de encima, siempre con una sonrisa coqueta en su cara, como si me provocara a que la próxima vez me atreviera a más. Eventualmente canjeaba por quitarle el sostén y el calzón, lo divertido era que podía hacerlo en cualquier momento, así que pillarla en el supermercado y robarme sus calzones mientras ella usaba un vestido era bastante entretenido.

La encontraba sentada en el sillón viendo una serie, escribiendo los reportes de su trabajo, acostada en su cama para descansar, en todas estas ocasiones y más me atrevía a ir y quitarle el sostén o su calzón, lo que sea que mis puntos me permitiesen. Amaba (y sigo amando) robarle su ropa y olerla mientras me masturbaba pensando en ella, llenándoselas de mi semen y luego devolviéndolos. Mi madre sabía perfectamente que hacía eso, pero no le importaba ya nada, ella seguía permitiéndome canjearle esos favores. Al igual que con los besos, mi madre era antes muy corta con las pajas que me hacía, tratando de hacerme venir pronto y sin que le tocase mi semen. Eventualmente ella fue siendo más “amable” conmigo, pajeándome durante largos minutos y permitiéndome venir sobre ella, manchando su ropa y piel. Ya sea con la mano o con sus tetas, la sensación de tener a tu madre dándote placer es maravillosa, por lo general los canjeaba cuando me sentía muy estresado o demasiado excitado.

Tras tiempo ahorrando, lograba canjearle por una oral hacia ella, y en este aspecto mi madre siempre se comporto igual, queriendo que la complaciera hasta el final. La veía sentada en el sofá columpiante de nuestro patio y le abría las piernas, quitándole sus pantalones y su calzón, exponiendo su poco a poco humedecido coño para que pronto mi lengua aterrizara en ella. Mi madre gemía calladamente cuando con mi lengua imitaba el abecedario en su clítoris, o cuando metía mis dedos y los hacía agitar para ver sus ojos llenos de lujuria y placer. Entonces ella se corría y ponía sus pies en mi espalda, lanzando un gemido de placer puro y maternal, con una mano suya acariciando su pecho y con la otra acariciando mi cabeza.

Las mamadas de mi madre son inmejorables, la primera vez que se la canjeé ella se arrodillo, apretó con sus labios mi bóxer y luego sacó mi polla para lamerla entera antes de metérsela en la boca. Una vez ahí dentro, su lengua se entrelazaba con mi verga con una perfección que solo mis corridas en ella podrían confirmar, pues me atrapa y no me dejaba escapar, me miraba a los ojos sumisamente y su cabeza iba delante y atrás, tragándose más y más de mi verga hasta alcanzar el final de su cavidad bucal. Mi madre sacaba mi pene de su boca y se lo pasaba por su rostro, dejándolo brilloso por la saliva que tenía mi polla. Me terminé corriendo encima de su cara, saltando una cantidad considerable de semen debido a que no me había masturbado durante semanas solo para ese momento, ni siquiera canjeé pajas de ella.

Hasta el momento y en total, lo que más he logrado “canjear” ha sido folladas con ella. Esto debido a la primera vez que logré reunir esos 200 puntos que mi madre me había indicado. Ella estaba en la cocina lavando una olla que se me había pasado por alto cuando me le acerco y le pido el canje. Mi madre me mira a los ojos un tanto sorprendida, chequeando en su libreta si había reunido los suficientes puntos para hacerlo, pero tan solo confirmo lo que ya estaba pasando. Aceptando la situación, ella me volvió a mirar, pero su expresión había cambiado, tenía unos ojos entrecerrados seductivamente, una mueca sonriente y su cabeza tirada hacia la derecha ligeramente. Entonces, ella misma comenzó poco a poco a desnudarse frente a mí mientras se dirigía a su habitación, sacándose su polera rosada, luego su short jean, dejándome verla en ropa interior. No tardó mucho hasta que ella se sacó su sostén y el calzón se lo saqué yo mismo por la emoción que tenía.

A continuación, empecé a besar a mi madre apasionadamente y ella me correspondió abrazándome y tirándome hacia atrás, cayendo los dos en su cama y yo quedando encima de ella. Mientras la besaba, masajeaba sus pechos y escuchaba los gemidos apagados que salían de mi caliente madre. Sabía que ella lo estaba disfrutando como nunca en la vida, ni mi padre ni ningún otro hombre podría satisfacerla como yo lo hacía ahora. Prueba de ella es su mojado coño, bajé a él y empecé a lamerlo, a darle pequeñas chupadas a su clítoris y escuchar los gemidos de mi madre, mis dedos dentro de su coño la calentaban más y más, ella se masajeaba una teta y con la otra mano se masturbaba. Le ordené que me chupara la polla como ninguna otra, y ella se agachó a tragarse cada centímetro de ella, con sus manos acariciaba mis bolas y masturbaba mi pene, su lengua le daba un masaje que me terminaron por hacer eyacular sin previo aviso. Tomé la cabeza de mi madre y abrí su boca llena de semen, su cara lucía satisfecha por su sabor, pero estaba claro que quería más.

Rápidamente agarré su celular y saqué una foto a su rostro satisfecho junto a mi polla, quería guardar esto por un buen tiempo. Mi polla se mantenía dura del éxtasis, era increíble, quería seguir aprovechándolo tanto como durara así. Puse las piernas de mi madre sobre mis hombros y comencé a penetrarla, básicamente en la postura del misionero. Inmediatamente los gemidos se volvieron mayores y sus ojos cerrados empezaron a abrirse y tornarse blancos. “Ni se te ocurra terminar dentro, no has alcanzado los puntos necesarios” me dijo ella apenas, tratando de mantener el sistema de puntos que teníamos. Seguí penetrándola cada vez con más intensidad, mirándola fijamente y ella a mí, sintiendo sus bien mantenidas piernas en el aire agitarse por la brusquedad con que estaba follándola.

Brotaba de nosotros ese sonido mojado de mi pelvis y su vagina chocando en pasión. Luego, me quité de ella para no venirme dentro suyo, pues yo era alguien de palabra, pero mi madre quedó molesta de arruinarle la diversión, así que se dio vuelta en el enojo. Entonces, la vi a ella acostada de cara, con sus piernas flexionadas hacia arriba y moviéndolas intercaladamente, mirándome con una cara vencida y sumisa. Me fijé en su culo, redondo y algo húmedo debido al sudor del sexo, mi madre se dio cuenta de mi atención y, como si estuviera refunfuñando, me dijo “¿quieres darme por el culo? Hazlo antes de que cambie de opinión”. Sorprendido por su repentina oferta manejada por las sensaciones carnales, decidí moverme encima de ella.

Con cuidado, inserté mi polla en su ano y escuché los gemidos de mi madre aumentar por cada centímetro de mi verga adentrándose en ella. Al estar ya dentro, fui penetrándola con cuidado, agarrando confianza y otorgándole fuerza y pasión con el pasar de las frotadas en su cavidad anal. Me dejé llevar por el amor hacia ella, fui follándole fuerte y sin piedad para sentirme el dominante en la relación madre/hijo, que yo era su amor y ella mi perra. “P-para, pa- ah -ra” me gritaba mi madre, le estaba lastimando demasiado, por lo que saqué mi verga dura y ella comenzó a descansar por un minuto o dos.

Mientras tanto, mi madre me decía hacia mí: “No puedo creer el hombre que te has vuelto, vigoroso y disciplinado, te has convertido en alguien más grande que tu padre. Aunque, tú ya habías nacido más grande que él, ¿no es cierto? Como sea, me estás dejando loca por ti, incentivarte ha sido la mejor idea parental que se me ha ocurrido, me alegra sentir por mí misma el fuerte hombre que te he convertido. No estaba del toda segura al principio, había visto en tu buscador un video porno incestuoso que habías guardado en tus favoritos, entonces se me vino la idea…”, ella siguió hablando y hablando, hasta que recobró las fuerzas de seguir follando, por lo que se posicionó de cuatro en la cama.

Rápidamente me paré e inserté mi todavía erecta polla en su caliente y húmedo coño, dejándonos los dos llevar por el amor que nos teníamos. Su culo ya estaba roja de todas las penetradas que le había metido, ella estaba en éxtasis y tan solo pudo gritar entre gemidos “¡y-ya ah vente en mí, qué ta- ah -nto esperas!”. Estando mi verga completamente en su útero, me causó la más placentera eyaculación que había experimentado. Me corrí enteramente dentro de ella, ella parecía sentirlo y se encogía de piernas mientras se agarraba de las almohadas de adelante con sus manos. Sentí el impulso de besarla tras de sacar mi pene de ella. Cuando saqué mi polla de su vagina, el semen corría como un vaso de leche derramado sobre la mesa, blanco y espeso, recorrían los labios vaginales hasta llegar al culo de mi madre, pues ella ya se había volteado y la gravedad había hecho lo suyo.

Nunca había visto a mi madre tan complacida, le tomé otra foto con su celular en ese estado, aquel orgasmo que mi polla provocó sobre ella. Mientras tanto yo contemplaba la escena que habíamos creado, mi madre me incitaba y acariciaba con el pie que tenía delante de mí, lo recorría desde mi mentón hasta mi pene y repetía el recorrido. Yo ya me encontraba satisfecho y cansado, había convertido a mi madre en una desesperada de sexo, en mi esclava sexual. Desde entonces, ambos nos hemos comportado como si fuésemos dos jóvenes llenos de deseos lujuriosos y con ganas de experimentar orgasmos a cada rato. El sistema de puntos fue todo un éxito, arreglé mi vida, la casa quedó hecha una maravilla, y mi madre y yo somos finalmente felices. Ahora ya no necesito acumular puntos, ahora cada cosa que hago me da el derecho de follarme a mi madre cuando lo quiera.