Sinfonía para dos (6)

La historia se carga de sexo, en todas sus variedades: oral, anal, tríos, incestos.... La vida compleja de los protagonistas de esta serie da una vuelta más en las pasiones inconfesadas.

SINFONIA A DOS. ( 6)

Ismael ve en el espejo las marcas de los latigazos de Lucía. Tardará días en curarse. No quiere que dejen marcas. Busca la formula del remedio que su madre le aplicaba cuando su padre le golpeaba con el cinto. No era difícil de hacer la pócima. Mientras la hace , se pregunta por las razones del interés de la Señora por Inés. Es algo que va a tener que investigar.

Todo le extrañó desde el principio, pero le daba un buen dinero, y además hasta que se marchó, podía follar a su mujer todos los días. Y el modo de enviciarla  le permitía a él disfrutar de placeres maravillosos.

Recuerda la primera vez que le hizo una mamada. Esa vez se dio cuenta cual iba a ser el proceso para cada nueva iniciativa. Él sabía que tenía que ver con las novelas guarras que le enviaba Pelayo, pero siempre le dijo que se lo había contado una vecina.

La recuerda dispuesta a la experiencia. A él sólo se la había chupado una puta en la capital, y pagando. Que sus mujer se lo quisiera hacer le parecía una maravilla.

Así que cuando ella se lo propuso, aceptó encantado. Se desnudó y se tumbó en la cama. Inés se fue quitando la ropa despacio. Estaba muy buena, pensó cuando las senos turgentes quedaron elásticos ante sus ojos. Los pezones erectos indicaban su excitación. Al despojarse de las bragas, el vello púbico , negro, abundante, enrulado , era un machón en la blanca piel de su vientre.

Se puso de pie, como un médico examinando un enfermo,  cuando comprobó que estaba erguida y dura como una piedra, se agachó y con la punta de la lengua la fue lamiendo, de arriba abajo, de abajo a arriba. Lugo hizo un mohín con los labios que posó en la cabeza del glande. Lo besó. Abrió la boca y la fue metiendo dentro. Tragó una buena parte de ella. Luego subió hasta la punta, y empezó un subi-baja delicioso.

Al principio , tenía los ojos abiertos mirando los suyos, luego los cerró concentrándose en la mamada. Aceleró el ritmo hasta el semen saltó inundándola. Tragó toda la leche.

La chupada se convirtió en un juego habitual, a él le encantaba e Inés disfrutaba. Solía arrodillarse ante él, bajarle los pantalones y los calzoncillos y hacérselo. A Ismael le excitaba notar los pezones duros de su mujer contra sus muslos, cuando ésta se alimentaba de su leche.

La verdad que nunca pensó que iba a hacer un trío con dos pedazo de hembras como Inés y Lucía, la única vez en si vida. Pensaba repetirlo y disfrutarlo cuando su mujer se fue a buscar aventuras.

La tenía que obligar a que volviera. La Señora había sido tajante. Ya no le molestan los golpes de Lucía. Eso sí le queda la excitación que ha sentido al ser azotado por una mujer casi desnuda. Casi se corre, hubiera sido un espectáculo. Comienza a tocarse la pija. La tiene dura.

Había algo que no le gustaba hacer a Inés, él se lo tenía que pedir, sólo lo lograba a cambio de algo, menos la primera vez , que como todo lo propuso ella por probar.

A Ismael le encantaba darla por culo, a ella no. Pero el debut fue delicioso, su mujer a lo perro , esperando que él la sodomizase, sus nalgas duras, redondas , el desfiladero entre ambas, el embadurnar con Nivea el agujerito, el apoyar la cabeza en la entrada, y meterla en la gruta estrecha, que abrazaba su carne, el dolor de Inés, el placer del poder de saber que era suya, que era su dueño y señor. Cuando se corrió en la puerta trasera creyó haber llegado a un mundo nuevo.

No entendía a Pelayo, mucho calentarla, peo no se la follaba, a él le venía bien, pero una mujer como la suya no era fácil de encontrar. Lo mismo era marica, y la Señora le buscaba una chica para reeducarlo.

Le da igual lo que le pase al señorito ese, mientras piensa en el placer de encular a Inés y que Lucía lo vea esperando el mismo tratamiento, la mano ha cumplido su objetivo y la leche salta gozosa mojando el suelo.

Noto la excitación de Jordi que está  pegado a mí, siento su verga dura contra mis muslos, el peligro también me ha calentado, me apetece follar con él, llevo sin hacerlo dos días, no sabía que necesitaba un macho con tanta frecuencia.

Un macho o una hembra, porque lo que sentí al hacer el amor con Lucía fue maravilloso. Nunca pensé que se podía gozar tanto. Quizás, como he leído, una mujer sabe dar mas placer a otra mujer que un hombre.

Es joven y guapo, y está empalmado, y yo estoy ardiendo. Le agarró de la mano y tiro de él escaleras arriba. Me sigue, no sé si es el miedo o la curiosidad, llegamos al último descansillo. Hay una puerta que da a la terraza, nadie va a subir hasta allí. Le beso, mis labios se pegan a los suyos, mi lengua explora en su boca entreabierta, le aprieto contra mí. Está sorprendido, pero siento su excitación. Abro la bragueta del pantalón, busco la polla, está dura , apuntando al cielo, me bajo las bragas.

Rodeo con mis brazos su cuello, y colgada levanto las piernas hasta rodear su cintura. Como dos imanes que se atraen, mi coño busca su arma, me empalo en ella.

Jordi se mueve hasta llevarme contra la pared, allí , apoyada siento las embestidas del joven, se hacen cada vez más rápidas. Le paro.

“espera, déjame hacer , no quiero que me manches.”

Me separo y me salgo de la espada que me ensarta, me arrodillo y tomo la verga a punto de explotar entre mis labios, apenas le doy unas lamidas y cunas pocas chupadas se derrama en mi boca. Trago su semen. Me gusta mamarlas, me da una extraña sensación de poder, el saber que puedo dar placer como yo quiero, sin complicarme, haciendo que el macho sucumba a mi boca, como una abeja que juega con el néctar de las flores.

Me levanta y me besa, mientras me dice en voz baja.

“Eres maravillosa”.

Si soy maravillosa,¿ por qué Pelayo no lo ha intentado?. Ha jugado a seducirme,  y lo ha hecho , le he deseado, he pensado en él cuando estaba con otro hombre, pero siempre me ha tenido en espera de algo, que no se ha concretado.

A veces pienso si no será un poco homosexual.

Pelayo mira a su prima Libertad, la ama, la desea como se desea a un sueño. Se enamoró con toda la ilusión que puede tener un niño cuando descubre a la MUJER, la primera vez que la vió en el entierro de su marido. Nunca había visto tanta belleza en un ser humano. Ella fue cariñosa con él, era el único pariente joven, las dos hermanas y él.

Ha crecido a su lado, y nota el enorme aprecio que le tiene, le quiere como si fuera su madre, es en él, donde sus ansias de maternidad imposible  se realizan sublimizadas.

También sabe que nunca será suya como mujer. Se lo ha explicado su madre, tras la boda con el asqueroso de su marido, rechaza cualquier relación sexual con los hombres, sólo encuentra placer en las mujeres.

Está oscureciendo, la luna se refleja en el mar e ilumina el amplio salón a través del ventanal abierto.

Ismael se ha marchado, está con su prima y Lucía. La joven va a buscar un poco de jamón, queso y vino  para picar algo. Libertad observa como Pelayo la sigue con los ojos. Cree que el cuerpo de la mujer atrae a su primo, no es eso  en lo que piensa el hombre, tiene envidia del amor carnal entre ambas hembras. A veces le ve como si fuera un niño, pese a ser un hombre hecho y derecho, y atractivo. Piensa en hacerles un favor a las dos personas que quiere.

Cuando acaban de comer, y con la copa en la mano , hace un brindis:

“ Por mis dos amores, vosotros.”

Devuelven el brindis, se miran entre ellos. Libertad toma la iniciativa, sabe que es la líder del grupo.

“¿ Queréis hacerme feliz.? ¿ me obedeceréis en lo que os pida?”

Son dos si la respuesta.

“ Seguidme.”- les toma de la mano y los lleva al dormitorio.

“ Quiero ver como hacéis el amor.”

Los dos desean otra cosa, querrían hacerlo con Libertad, pero ella cree que se desean y al mandárselo les permite realizar sus fantasías.

Se desnudan, Libertad les contempla emocionada, son muy hermosos.

El cuerpo del hombre de músculos planos, de nadador, de corredor, el vello del pecho y de las piernas abundante, pero no de oso, le daba un aspecto viril. La verga gruesa, larga, todavía sin erguir. Parece un adonis clásico, una escultura griega.

Lucía es delgada, de pecho pequeño, culo redondito y prieto, el cabello cortado en melenita, copia el estilo de una actriz a la que se da un aire. Pizpireta, sería la palabra para describirla. El pelo del sexo  liso, apenas cubre los labios, en los que el clítoris asoma.

“Dejadme ver como os amáis.”

Los dos la quieren y la desean, van a intentar hacerla feliz.

El primer beso, el primer abrazo, es frío. Apenas se rozan, no hay pasión. Pelayo comienza a pensar que es a Libertad a la que tiene en sus brazos, lo mismo hace Lucía. Entonces la pasión empieza a surgir. Las lenguas se buscan, las manos tocan con ardor la carne del otro , la lujuria se despierta.

A Libertad  le agrada lo que ve, dos cuerpos hermosos amándose, las dos personas que más quiere gozando, dándose  placer y   felicidad.

La pareja hace el amor con una mezcla de ternura y libido que convierte el acto en un ballet. Las caricias, los besos, las embestidas del hombre profundas, penetrando hasta el fondo a la mujer que ha levantado las piernas para sentir la plenitud de la verga hasta el fondo de su vagina palpitante, el ritmo suave, el paralizar el tiempo. Todo un maravilloso y sensual espectáculo.

Deben llevar mas de media hora , Libertad se ha desnudado, es una estatua que observa. Al verla desnuda, los amantes cambian el tempo, parece como si esa cuerpo deseado les aumenta la pasión, los movimientos se hacen más rápidos, adquieren el ritmo de un tambor que va in crescendo, son dos animales que se desatan , un galope que busca la meta en la carrera del placer . La explosión de ambos , salvaje, enorme , va unida al grito de LIBERTAD TE AMO, les ha salido a los dos de lo más profundo de sus corazones , como un homenaje a la espectadora, que se emociona con ellos.

Libertad se acerca a la cama, siguen unidos por la verga que ha reducido del todo su tamaño.

“Os quiero, me hace tan feliz veros gozar.”

Y les besa cariñosa, como un premio de madre que se emociona con las buenas notas de sus hijos.

Lucía y Pelayo vuelven a la consciencia , se desacoplan haciendo hueco entre ambos a Libertad, que siente como el sudor de sus cuerpos moja su carne.

Quedan unos largos minutos abrazados. Su pasión y su niño están a su lado,

les aprieta contra ella, les besa con dulzura, pareciera que una extraña paz les invade.

“ Pelayo, tiene que ir a buscar a Inés a Barcelona. Es muy importante que la operación se haga cuanto antes. Creo que Ismael va a empezar a investigar el por qué de todo este lío. Y si lo descubre estamos perdidos, es un mezquino, un miserable capaz de cualquier cosa.”

“Haré lo que tú quieras”- dice Pelayo. El sentir a su lado el cuerpo de la mujer que siempre ha amado , hace que de forma refleja su polla se revitalice. No había perdido grosor, pero si longitud y dureza que van volviendo de manera automática. Ante las dos mujeres se empieza a levantar el arma del hombre.

Está erguida, se dibujan las venas a lo largo de su tallo, la cabeza brilla.

Libertad se llena de ternura ante el deseo de Pelayo, le parece un adolescente insaciable, que necesita relajo.

“Peleyín, cómo estás. Te ha vuelto la gana. No es bueno que te quedes así, te van a doler los huevos. Deja que tu prima, que te quiere como una madre caprichosa te alivie ese comezón de vida”

Los dedos de Libertad toman posesión del glande, lo acaricia lento al principio. Lucía besa a su señora y se desliza hasta quedar entre sus piernas, abre los muslos buscando la boca del sexo, y lame , chupa esos labios íntimos que se abren gozosos con la lengua de la mujer.

Pelayo siente el ritmo cada vez más rápido de la mano que le masturba con mimo, a medida que su prima avanza camino del orgasmo.

Los lametones en el clítoris que la transportan al más allá, coinciden con el semen que surge poderoso del miembro del hombre mojando la mano que le masturba.

Es Lucía la que limpia la mano de Libertad con su lengua juguetona e insaciable.

Por fin , los tres , abrazados, felices, se van quedando dormidos, bajo la luz de la luna que ilumina la estancia.