Sin Tocarnos

Una Tarde de Calor, Dos Sofás y la Conexión de Una Pareja.

Llegamos a casa cansados, después de hacer una ruta de senderismo por un monte cercano y nada más entrar en casa nos tiramos en el sofá.

El salón era amplio y tenía dos sofás colocados perpendicularmente coincidiendo en los extremos, así que yo me tumbé en uno y ella en otro, mis pies coincidiendo con los de ella de forma que podíamos mirarnos en diagonal.

Durante unos minutos nos relajamos, cerrando los ojos, en silencio, el cansancio y el calor que se sentía acumulado dentro del piso aumentaba la sensación de letargo.

Cuando abrí los ojos me encontré con los suyos, mirándome fijamente, con esa expresión particular en ella, que me indicaban que algo pasaba, el sopor que se había apoderado de mi hizo que tardara unos segundos en descifrar las señales, esa mirada, esos ojos semi cerrados y el resto de su lenguaje corporal me hablaban, me decían que había alguien en ese salón más caliente que el aire de esa tarde de verano.

Sin decir una palabra comenzó a moverse ligeramente, movía las caderas de forma casi impercetible, sin dejar de mirarme fijamente, sin dejar de perder el contacto visual directo, provocándome como solo ella sabía hacerlo.

En cuanto se dio cuenta de que yo había recibido el mensaje, comenzó a acariciarse por encima de la ropa, desde su vientre, subiendo hacia su pecho, de forma ligera, sin presión alguna, deteniéndose levemente en uno de sus pechos haciendo un pequeño círculo sobre su pezón derecho por encima de la ropa, continuando camino hacia su boca y una vez allí, empezó a chupar uno de sus dedos, luego dos, de forma suave, sin prisa, y sin dejar de mirarme fijamente, acariciando sus labios con la punta de sus mojados dedos, provocándome como solo ella sabía hacerlo.

Sabía perfectamente como excitarme, como ponerme a cien, así que respondí acariciándome yo también por encima del pantalón, acentuando la forma de mi polla que estaba morcillona y ya empezaba a ponerse dura. Su mirada pasó de mis ojos al bulto que empezaba a montarse bajo mi ropa y en respuesta, con su otra mano, comenzó a acariciarse entre las piernas, abriéndolas subiendo una de ellas sobre el respaldo del sofá.

El volumen de nuestra respiración aumentaba acompañado de algún que otro "mmmmmmm" mientras alternábamos las miradas entre nuestros ojos y los movimientos de nuestras manos.

El siguiente paso fue comenzar a quitarnos ropa, primero ella la camiseta de tirantes que dejaba paso a un sujetador deportivo, bajo el que se notaban sus redondas tetas de tamaño mediano, pero perfectas para mi, con los pezones tiesos y duros, evidenciando su excitación.

Luego fue el turno de mi camiseta a la que siguió su pantalón, debajo llevaba un tanga blanco liso, notándose su pronunciado monte de venus que me enloquecía. Continué quitándome también el pantalón dejando a la vista la tienda de campaña que formaba mi polla bajo el bóxer.

Ella continuó quitándose la ropa interior, primero el sujetador, para masajear un rato sus tetas, mojando los dedos con su saliva de vez en cuando, retorciendo suavemente sus pezones y tirando de ellos con una mano, mientras con la otra acariciaba su entrepierna por encima del tanga. Mientras yo seguía tocándome por encima del bóxer, agarrándomela por encima de la tela, ya completamente dura.

Entonces ella dijo la primera palabra desde que nos habíamos tumbado en los sofás, - ¡Cójetela!, dijo.

Obedecí la orden sin protestar y metí la mano bajo el calzón, agarrándome la polla y mirándola a ella fijamente. Ella reaccionó mordiéndose el labio inferior y metiendo una mano bajo el tanga blanco, que ya marcaba un pequeño cerco de humedad de su excitación.

  • ¡Quítate el boxer! Ordenó

Volví a obedecer, me lo quité, dejando libre mi polla que apuntaba firme y decidida hacia el techo.

  • ¡Ahora menéatela!

Comencé a hacerlo…

  • ¡Despacio! dijo mientras se quitaba el tanga, quedando los dos completamente desnudos.

Al momento ella continuó acariciándose el coño suavemente, llevaba los dedos a su boca y los mojaba con su saliva, bajó de nuevo entre sus piernas una mano y la otra continuaba en una de sus tetas, moviendo sus caderas cada vez más rápido y con movimientos más amplios mientras iba en aumento su excitación.

Yo por mi parte comenzaba a subir el ritmo de mi paja, sintiendo como aumentaba mi excitación también, observando como ella miraba fijamente el movimiento de sube y baja de mi mano sobre mi polla.

  • ¡Escupe sobre ella!, ordenó de nuevo.

Así lo hice, provoqué que mi boca se llenara con una buena dosis de saliva, me incorporé un poco y abrí ligeramente la boca dejando caer lentamente la saliva sobre mi polla en un hilo continuo hasta que quedó vacía.

  • ¡Uffffffff! - Exclamó ella mientras empezaba a introducir un dedo en su coño. - ¡Dale!, ¡Dale un poco más rápido!

Aumenté el ritmo de mi meneo y volví a incorporarme para soltar otro chorro de saliva sobre mi polla. Ella se introdujo otro dedo más y aumento el ritmo de su mete-saca y su respiración y sus gemidos aumentaban con el.

Mi mano y mi polla empapadas en saliva, generaban ese ruido de liquido, parecido al que hacen algunas mujeres cuando juegan con su saliva y una polla dentro de su boca mientras hacen una mamada. El ruido del batir de mi mano sobre mi polla mojada se mezclaba con el de sus dedos entrando y saliendo cada vez más rápido de su empapado coño.

En ese momento pude ver como ella dejaba de mirarme directamente para entrecerrar los ojos mientras empezaba a convulsionar, se estaba corriendo, así que dejé de meneármela y me detuve a observar como lo hacía, como introducía sus dos dedos enérgicamente, acompañando con el movimiento de sus caderas, mientras con su otra mano retorcía uno de sus pezones.

Tras varias convulsiones y gemidos fue ralentizando sus movimientos sin dejar de acariciarse relajando su cuerpo y dejando que las pequeñas convulsiones que todavía tenía después de su orgasmo, fueran espaciándose cada vez más, cerrando los ojos y dormitando.

Permaneció así durante unos minutos mientras yo la observaba, con el pene en mi mano, que empezaba a ablandarse al dejar de moverla.

Cuando ella abrió los ojos y me miró, una sonrisa iluminó su cara y me dijo: - Ahora te toca a ti -

  • No te preocupes-, contesté, - no hace falta, relájate -

  • Ya estoy relajada… muuuy relajada.

Se incorporó en el sofá, cogió el tanga y me lo lanzó.

  • ¡Póntelo en la cara, tapándote los ojos!-, volvía a ordenar.

Ahora era yo el que exclamaba: -¡Ufffffff!-

Ella me conocía bien y sabía cuanto me excitaba el olor de un buen coño, no el olor de la falta de higiene, sino el olor de los genitales, de los flujos, de las mucosas…

Coloqué el tanga sobre mi cara de forma que me tapara los ojos y la humedad de los flujos que había dejado en el después de tocarse, el olor general de su intimidad, y su sudor después de la caminata, quedará sobre mi nariz y mi boca.

Bastó respirar su aroma durante unos segundos para que mi polla se endureciera de nuevo…

  • ¡Cógetela! -dijo- y menéatela otra vez.

Volví a empezar el movimiento de sube baja y escuché como ella se incorporaba y se acercaba a mi. Pensé que se acercaba a masturbarme o a hacerme una mamada, pero no, podía sentir su mirada clavada en mi, en mi mano meneando mi pene, la sentía cerca pero no me tocaba.

Entonces, mientras continuaba con el movimiento de arriba abajo, sentí algo mojado que caía sobre mi mano y mi polla, era su saliva, estaba dejando caer su saliva sobre mi mano. Me puse cachondísimo, me iba a correr de repente con el subidón de excitación provocado por la sorpresa al sentirla.

Ella se dio cuenta y me dijo -Despacio-

Aminoré la velocidad y comprendí que no iba a tocarme, comprendí que quería que acabara la paja que había empezado antes y me corriera, como ella, sin que ninguno de los dos nos tocáramos.

Seguí con el lento movimiento mientras ella me humedecía con su saliva a cada rato, y cada vez que lo hacía, volvía a aumentar mi excitación de repente y ella volvía a controlar con sus ordenes la velocidad de mi masturbación, llevándome varias veces al limite de mi orgasmo.

Tras un buen rato así y con la polla hinchada y el glande morado que parecía que iba a reventar, le dije que ya no podía más.

Entonces volvió a escupir sobre mi mano y me ordenó: -¡Dale!-

Aumenté el ritmo y sentí como una oleada de calor ascendía desde mis huevos por mi espina dorsal y hasta mi cabeza. Entonces ella puso una mano sobre el tanga que estaba sobre mi cara y presionó un poco, frotando la tela sobre mi nariz y mi boca, sin llegar a axfisiarme pero provocando que el sabor y el olor de su coño sobre el tanga llegara con más fuerza.

  • ¡¡CÓRRETE, CÓRRETE!! Exclamó.

  • ¡¡ME CORROOOOOOOO!! Grité yo

No pude ver los chorros de semen que salieron disparados, pero pensé que habría sido capaz de llegar al techo del salón, porque no sentí que calleren sobre mi.

Después de un orgasmo como pocos había tenido, ella me saco el tanga de la cabeza y pude ver como me sonreía, con la cara llena de mi leche. Había puesto su boca sobre mi polla para recibir mi corrida, y allí estaba, en su boca, en su cara, en su pelo…

Pasó su lengua sobre mis labios para que notara el sabor de mis fluidos, nos besamos, nos reímos, y nos fuimos a la ducha.

Ya en la ducha comenzamos a enjabonarnos, a besarnos y magrearnos de nuevo, pero esa es otra historia...