Sin tapujos

Tres amigos se van de viaje y conocen a tres xicas con las que intimidan muxooooo...

SIN TAPUJOS

Por razones de anonimato, los nombres originales los he cambiado, aunque a las chicas que participaron en esta caliente historia y a ellos también, ya les mandé una copia del relato por e-mail y les pareció bien que lo publicara. La verdad es que ya no lo hemos vuelto a repetir, lástima ;-) Bueno, empecemos.

Somos tres amigos de la provincia de Barcelona, que decidimos irnos a Salou, una ciudad tope turística, cercana a Tarragona, a pasar siete días de las vacaciones de Verano aprovechando que Jorge, de 19 años, ya tenía el carné de coche. El cuarto día de estar en Salou, lo pasamos en la playa, como el resto de días y ahí fue donde conocimos, gracias al morro de Jaime, de 18 años, y con lo típico de -¿tenéis fuego?, a tres chicas Sevillanas que habían venido con sus padres. Tras las presentaciones de rigor y gracias a que ellas eran bastante simpáticas y abiertas, y por lo tanto no nos echaron, estuvimos jugando en el agua y pasándolo muy bien durante toda la mañana.

Tras la tarde, que también coincidimos en la playa y donde permanecimos charlando y jugando a la pelota, las invitamos a que vinieran al chalet de los padres de Jorge donde nos alojábamos solos, ya que sus padres se habían ido al extranjero de vacaciones. Ellas accedieron no muy convencidas, pero bueno... el hecho es que se presentaron a las 7 de la tarde. Más que nada esa tarde estuvimos bebiendo un poco, fumando y jugando a las cartas y al parchis. Marta, que por entonces tenía 18 años y era pelirroja, tenía bastantes pecas pequeñas por la cara y el cuerpo que resultaban monas y seductoras. Tenia un fantástico cuerpo de curvas como para marearse, y era bonita de cara. Propuso jugar a una especie de prendas, pero sólo con revelaciones personales, así que quien perdía debía revelar a los demás sus secretos personales. Fue bastante divertido y pudimos saber cosas secretas de cada una de las chicas, así como ellas de nosotros.

Marta por ejemplo nos reveló que no era virgen, aunque solo lo había hecho dos o tres veces con un noviete que tuvo. Que se excitaba viendo películas porno y que también le gustaban las chicas. Rocío que tenía 19 años, tenía el pelo castaño y ondulado sobre los hombros y de cara atractiva y juvenil, su cuerpo estaba ya muy bien desarrollado -como todas las de su edad- pero su cara aparentaba uno o dos años menos. Tenía unos pechos medianos y tersos, y unos ojos color miel, o más bien tirando a verdes impactantes. Dijo que era virgen pero que por detrás... sí, por ahí, algunas veces se había introducido algún dedo y que la excitaba mucho.

Silvia que tenía 18 años, era Cordobesa y llevaba cinco años viviendo en Sevilla con sus padres, que por lo que comentó eran muy liberales... ella, no tanto, de momento. Era rubia con un pelo liso que le llegaba a media espalda y una figura esbelta, de metro setenta y poco. Dijo que no era virgen, pues se había introducido los deditos en más de una ocasión, junto a algún plátano y otras fálicas verduras... sí, eso fue lo que nos comentó con una tímida sonrisa, pero hasta ahora nunca lo había hecho con tíos.

Por si alguna chica curiosa lee esto -quizá vosotras no leéis estas cosas, aunque me temo que sí- le diré, que Jaime era moreno, un poco bajito y rellenito aunque no obeso, pero resulta que tenía éxito con las chicas, por su labia claro... y reveló que no era virgen y que le gustaban mayores que él, ¡ah! y que la tenía gruesa, aunque igual de larga que Jorge y yo, entre dieciséis y dieciocho cm. para que os hagáis una idea. Jorge era alto, rubio y delgado, atractivo según las chicas pero algo tímido y confesó que era virgen, aunque entre los chicos ya nos conocíamos, como supongo que entre ellas también, y como la mayoría de chicos, él se masturbaba con revistas eróticas o porno. Yo era, con dieciocho años, más o menos como ahora, pelo castaño, de mediana altura, complexión atlética y de cara supongo que normal, es difícil definirse uno mismo objetivamente, y confesé que no era virgen y que lo había hecho con dos chicas algo mayores que yo, y que me excitaba como a muchos, ver a las chicas en ropa interior.

A las nueve y media de la noche tuvieron que irse a cenar con sus padres, para lo que quedamos para el día siguiente en la playa, ya que de noche no saldrían. Al día siguiente fue más o menos lo mismo en la playa donde jugamos con ellas en el agua y lo pasamos francamente bien. Esa noche sí que salieron, pero los papas solo las dejaban salir hasta las cuatro de la mañana, ya que por lo visto al ser amigos e ir juntos tomaban todos las mismas decisiones para con sus hijas, que por cierto eran amigas intimas en su ciudad. Pues nada... quedamos con ellas y fuimos a una zona de bares a tomar chupitos, bailar y reír pero nada más. Curiosamente ninguno de nosotros había aun ligado con ninguna de ellas, sino que nos movíamos en grupo, juntos, y lo pasábamos bien pero sin roces o contactos entre nosotros y ellas, de momento. El día siguiente era el último que pasaban entero en Salou, ya que al día siguiente se irían todas a medio día, por lo que decían.

Esa noche no pasó nada, pero lo pasamos genial bailando y riendo, y ellas también, o eso dijeron al día siguiente en la playa donde nos reunimos de nuevo. En la playa ya empezó el primer roce, ya que me ofrecí para untarles crema y ellas accedieron, por lo que nos repartimos cada uno con una a untarlas, a mí me toco con Rocío, la virgen, y fue un poco excitante entre el morbo y el sol que caía. Tenían unos cuerpos morenitos por el sol que las hacía más deseables aún. Estábamos en una cala lejos de las miradas de sus padres.

En mi caso unté de crema a Rocío, que me dijo, házmelo bien ¡eh! Empecé por la espalda y bajando, con unos suaves masajes rotatorios le pasé crema por las piernas, subiendo con mis manos hasta por la parte interior de éstas que tenía un poquito separadas y le rocé, intencionadamente, en alguna ocasión, el tanga por su parte baja donde se apreciaba ese sugerente bultito, y subiendo por las tiernas nalgas que el tanga no ocultaban. Le pregunté si lo estaba haciendo bien, y ella me respondió -lo haces muy bien, tu sigue así. Después continué deslizando mis manos por su espalda y sus costados hasta rozar sus pechos que estaban algo descubiertos por los lados al aplastarse contra la arena, tras desabrocharle el sujetador como pidió, para no ensuciarlo. Fue bastante excitante para mí y supongo que para ella también por lo que comentó mientras la frotaba.

Luego optaron por untarnos a nosotros, y aunque nosotros no solíamos ponernos cremas, no nos opusimos; a ver quién se opone ante unas preciosidades como eran estas. Rocío se puso sobre mí y se dispuso a pringarme la espalda con su crema protectora. Como hice yo, empezó con unos suaves masajes con sus manos por la espalda y fue bajando para continuar por mis piernas. Al subir por la parte interior de las piernas, que yo también tenía algo separadas, me hizo lo mismo que yo le hice, la muy guarra -eso decimos lo chicos, de las tías que no se cortan- y me rozó por dos o tres veces los testículos, como quien lo hace sin intención, que la había... suerte que al estar yo tumbado no se percató de la erección que eso me había provocado, no es que hubiera ocurrido nada, pero me daba cosa. Pero bueno... de ahí no pasó la cosa y nada más ocurrió entre los dos, y por lo que vi, tampoco entre los demás. Por lo visto era sólo un sutil calentamiento y nada más, un aperitivo por lo que habría de venir.

Ya sólo les quedaba una noche que pasar en Salou, y para sorpresa nuestra, que no sería la última, ellas nos sugirieron cenar en el apartamento de Jorge, ya que sus padres por ser el último día, las dejaban cenar fuera y además, regresar bastante más tarde.

Ellas llegaron a eso de las ocho, y nos ayudaron a preparar la cena mientras veíamos la tele y tomábamos un aperitivo con vermú... para cortar el hielo. Aunque ellas eran bastante jóvenes -poco más que nosotros- entre diecocho y diecinueve años, ya habían salido bastante con amigos de copas y aguantaban bien la bebida, por lo que no se les subía con facilidad a la cabeza. Tampoco es que quisiéramos emborracharlas sino que bebíamos todos sin pretensiones ajenas a pasarlo bien, como hacen una gran parte de la juventud, nos guste o no.

Después nos pusimos a cenar y el vino corrió bastante por la mesa, y se notaba por la risa y el alboroto que había. Ya serían las doce cuando Jaime, que era el más atrevido, sugirió jugar otra vez a las prendas y a ellas les pareció bien. En principio continuamos con lo del otro día y cada vez que uno fallaba, debía responder a una pregunta personal que el grupo de chicas o chicos conjuntamente le hacían, según fuera el caso. Las preguntas iban en aumento en cuanto a temperatura sexual se refiere. Por ejemplo, hasta le preguntamos a Marta, ya una vez entrados en tema y animados, si la habían enculado en alguna ocasión, a lo cual ella respondió que no le habían introducido nunca un pene pero sí los dedos y que le había gustado. A Silvia le preguntamos si le había hecho una mamada a algún chico, y dijo que sí lo había hecho en alguna o algunas ocasiones, ya no me acuerdo bien. A mí me preguntaron por ejemplo, que si le había comido la almeja a alguna chica, a lo cual asentí con la cabeza y también que si le había follado el culete a alguna chica, que dije -entre risas- que no, pero no por falta de ganas, como la mayoría.

Esas preguntas y bastantes más sobre fantasías sexuales, que no expondré para no extenderme, las fuimos respondiendo nosotros y ellas por un buen rato, como si hubiera una confianza de toda la vida. Las cervezas y algún que otro chupito ayudaban bastante, mezclado con el humo de tabaco de más de la mitad que fumábamos.

Como era de esperar, el ambiente se iba caldeando, y yo propuse, como en broma, continuar el juego pero con prendas de vestir para darle más emoción al juego, a lo que Marta, la mayor, junto con Rocío dijeron que sí... así, sin pensarlo... que les hacía gracia y que nunca lo habían hecho, y además ya las habíamos visto en bikini en la playa, así que no había demasiada diferencia, añadiendo que ya les habíamos desnudado el alma con todos sus secretos íntimos que nos habían confesado. Silvia, la cordobesa, era algo más tímida o eso parecía - no sé- y no le hacía demasiada gracia... pero al ver que sus dos amigas se habían lanzado, y tras que estas le dijeran que o jugaban todas o ninguna, Silvia accedió a jugar. Mis amigos como es habitual en la mayoría de chicos, y más junto a unas bellezas, atrevidas y simpáticas como éstas, ni por un segundo lo dudaron.

Precisamente la primera que tuvo que ceder prenda fue Silvia, que empezó por un zapato. Habíamos quedado en partir todos con el mismo numero de prendas, para igualar el juego. Antes que a ninguna chica le tocara enseñarnos el sujetador, yo ya había tenido que quitarme los pantalones y quedarme en calzoncillos.

Rocío, fue la primera que hubo de quitarse el jersey y mostrarnos el sujetador blanco con bordes de encaje que llevaba y que ocultaban sus sugerentes senos. La cosa iba bastante igualada y todos nos íbamos despojando de las prendas superficiales. La primera en quedarse en bragas fue Silvia. Tenía un buen tipo además de guapa. Era condición el sacarse la prenda de pie encima de una mesita grande y redonda que había en el centro de la sala, rodeada por todos, sentados en unos sofás. Al quitarse Silvia los jeans con un buen movimiento de caderas, quien diría que antes se resistía a participar, pues no se la notaba cortada sino alegre y desenfadada, gracias quizá al vino de antes y al calimocho que ahora ella bebía.

Yo me sentía excitado, pero debido a la timidez, que iría desapareciendo en todos los presentes con el transcurso del juego, no tenía el miembro erecto aún; ni mis amigos, por lo que observé, tampoco. Jaime fue el primero que le tocó quitarse los calzoncillos, pero primero les preguntó a ellas, ya que no habíamos aún puesto un límite, que ellas deberían hacer lo mismo cuando les tocara -aun les quedaban el sujetador y las bragas-. Ellas, no sé si por las ganas de verle el aparato reproductor -y no de MP3- a Jaime, o por la excitación que te impide reflexionar demasiado, dijeron que sí, que ya que habían empezado pues hacerlo bien, ya que habíamos cogido confianza mutua y perdido la vergüenza. Así que Jaime se bajó los calzoncillos y les mostró su pollita... ya que aún no estaba rígida, pero sí morcillona y no tardaría en estarlo. Me fijé en la cara que ponían ellas, no de demasiada sorpresa pero sí con aplausos y alboroto... para animar a la sangre a que irrumpiera en el lugar que le corresponde, supongo.

Después el turno fue para Marta que de forma lenta... dando unos giros, se fue despojando del sujetador y nos mostró sus bonitos pechos de muy buen tamaño y perfectamente firmes y contorneados. Quedamos en que cuando uno estuviera ya desnudo quedaría exento del juego hasta terminar todos, para no discriminar a nadie que estuviera de mala suerte. La impresión era de que solo queríamos jugar y divertirnos pero sin tapujos y dando espacio a la imaginación y la fantasía que se nos iría desarrollando durante el juego. La siguiente en perder partida fue Silvia... y sin complejos ya, se desabrochó el sujetador y nos presentó sus pechos pequeños -aunque no tanto como suponíamos- y con los pezones erectos y abultados por la excitación del momento. Yo fui el que la seguí y me quedé en pelotas... con el aplauso de ellas, aunque aún no estaba empalmado... que lo estaría ya mismo.

Antes de ver las tetas fantásticas que nos exhibiría Rocío, le tocó el turno a Marta y fue el primer chochito que presenciamos yo y mis amigos, tras ella bajarse las braguitas mientras nos miraba a la cara con una sonrisa. Lo tenía rasurado y su vello púbico pelirrojo, dibujaba un triangulo perfecto y pequeño, sin ocultar el corte que señalaba su morada prohibida. El siguiente conejito dispuesto a mostrarse fue el de Rocío que nos hizo unas contorsiones mientras se bajaba lentamente las bragas, como si de una Striper se tratara. Su pubis no estaba tan rasurado como el de Marta sino lo justo para no sobresalir del tanga. Las tías tomaban rayos uva, ya que no se les notaba mucho la marca del bikini. A nosotros se nos marcaba algo más sin estar tan morenos.

Luego le tocó a Silvia que se bajó sus braguitas verdes, sin tanto arte como Rocío y enseñándonos su rubio pubis y también bastante rasurado -estará de moda- y dibujando una línea recta como un dedo de gruesa que continuaba el corte de los labios que se mostraban rosados y pequeñitos... ya crecerían en su momento.

Al desnudarse sobre la mesita, podíamos ver con mejor detalle la parte baja y los labios de sus apetecibles sexos, a poco que se abrieran de piernas -¡Que alegría para el cuerpo! Como un niño el día de reyes estaba yo. Terminó la tanda Jorge, el dueño y virgen de la casa, mostrándoles su flamante miembro que ya estaba, donde deben estar -¿verdad chicas?- en su máxima erección, y que se llevó el mayor aplauso, por el hecho de ser la primera erección de la velada, que no la última que estas espléndidas chicas verían, en vivo y en directo.

Ahora que ya estábamos todos desnudos, decidimos aumentar la temperatura de la sala, mostrando con más detalle las partes púdicas. El grupo de chicas o chicos, según tocara, debía pedir al perdedor, que les mostrara en sus narices sus más íntimos secretos, pero sin tocar ¡eh!... Me tocó a mi primero y me pidieron que les mostrara la obertura del pene... por donde sale el pipi. Ahora ya la tenía erecta -faltaría menos- y les mostré la obertura a unos diez centímetros de sus caras, ya que se acercaron mucho para presenciar aquello que quizá no habían visto nunca con tanto detalle. Se oyó algún Huauu... Después le tocó a Jaime al que le pidieron lo mismo, pues él la tenía bastante gorda, y les hacía ilusión ver los detalles de un glande en estado de alerta y brillante, sin el prepucio.

Rocío fue la primera en perder y le pedimos que nos mostrara sus labios mayores, y los menores... ¡ah! y que los abriera con sus dedos para poder presenciar su entradita vaginal que aún permanecía sin estrenar. Por fuera, los labios tenían un color oscuro pero al abrirlos de par en par nos reveló lo rosado de su morada secreta, que por ser virgen no era muy estrecha - será lo normal... no sé. Ya no hablo del estado de nuestra excitación que era en grado sumo y la fiesta solo había hecho que empezar.

Le siguió Silvia a la que le pedimos que se pusiera de cuatro patas y nos enseñara el culete. Así lo hizo y tras levantar su hermoso trasero y con su cara apoyada en la mesa, con sus manos separó lo que pudo sus nalgas y nos exhibió su precioso agujerito que se abrió un poco al hacer ella un movimiento intencionado del esfínter. Cuando una de ellas mostraba sus rincones preciados, las otras dos chicas prestaban la misma atención que los tíos. A Jorge le pidieron lo mismo y ellas con expectación se lo contemplaban mientras en sus bonitos ojos se reflejaban, el deseo y la pasión, que aumentaban a cada nuevo hallazgo sexual. Parecía como si estuviésemos descubriendo el sexo por primera vez... y en buena parte así era. Después de pasar todos por más o menos lo mismo y ya desvelados nuestros más secretos rincones sexuales, continuamos, pero la siguiente prenda que le pedimos a Silvia, tras perder partida, ahora ya, fue meterse un dedo en su chochito o en el culo... a escoger, y escogió el primero. Esas prendas, o penalidades, acordamos en que duraran entre 10 y 15 segundos para no alargarnos demasiado y cortar a tiempo. Silvia me acercó su dedo medio y me lo metió en la boca para que se lo chupara, y acto seguido, no sin antes abrirse de piernas, se lo introdujo suavemente todo dentro y empezó a sacarlo y meterlo con lentitud para así nosotros apreciar mejor su leve masturbación.

Incluso ahora que estoy escribiéndolo, me excita esa escena, y las otras, al recordarlas. A Jaime le pidieron tras perder su juego, que se la meneara un ratillo, por lo que la excitación de todos iba en aumento. Claro, si te masturbas delante de tres deliciosas y desnudas chicas, o chicos en su caso, aunque por un leve periodo, la calentura aumenta... que no te cuento. Cuando le tocó el turno a Rocío, ésta decidió meterse el dedo por el culito, y nos pidió una crema, que en ese caso fue una de manos con la cual se ungió el dedo para introducírselo sin mucha dificultad -tras masajearse el circulo anal- por el recto que se dilataba a su paso. Eso... como antes, debía hacerlo muy cerca de nuestras narices para así poder contemplarlo en sus más íntimos detalles. Si los estudiantes prestaran el mismo interés por las asignaturas que nosotros prestábamos a eso, este país no estaría donde está.

El ambiente se iba caldeando, si cabía más, y tras unas cuantas prendas de este estilo, le tocó a Jorge, y decidieron cambiar de juego y jugar a la adivinanza. Teníamos que dar un beso con la lengua o morreo con los ojos vendados, a las tres chicas y adivinar cual era cual, al que menos acertara, le pondrían una prenda o pago. Yo solo acerté a Marta, aunque disfruté de la fogosidad, no sé de cual, que me metió la lengua hasta la garganta, sin importarme mucho que los otros también las hubieran morreado antes. Entre beso y beso... eso sí, nos pegábamos un trago.

Como los otros dos no acertaron ninguna, lo echaron a suertes y perdió Jorge. Como a estas alturas ya habíamos perdido los prejuicios, y ellas, por lo que comprobé... también... ya se dejaban llevar por la fantasía sexual y el placer en estado puro. Le pidieron a Jorge que les metiera, una a una claro, la lengua en su preciado ojete trasero, por unos veinte segundos que duraba el "castigo".

Empezó con Silvia, la cordobesa, que se puso de cuatro patas en el sofá, con su carita apoyada en éste y el trasero empinado. Una mano en cada nalga y abriéndolas al máximo... y se le escaparon algunos leves gemidos, por el leve pero buen trabajo de él. Continuó Rocío y utilizó la misma postura que Silvia en el sofá y con sus preciosas piernas morenas y bien separaditas... para facilitar el camino a la diestra lengua ya experta de Jorge. También tuvo su momento Marta, que de igual forma, gozó en lo profundo de sus prohibidas partes... de un éxtasis nuevo y embriagador... y sus dulces gemiditos fueron escuchados en el cielo.

Tras los lengüetazos de rigor y sus consecuentes gemidos no ocultados, les pedimos, ya que nos tocaba... que se introdujeran nuestro pene en la boca con los ojos vendados, por turnos, para descubrir a sus dueños. De momento no se oponían y se las veía bastante excitadas y desenfrenadas, como nosotros. Empecé yo, y de pie frente a Marta, la mayor, que estaba sentada, le puse mi mano por detrás de su nuca y le acerqué la cabeza con mi mano hasta que mi glande brillante y dispuesto, besó sus labios... y su boquita se abrió para que mi polla fuera bien recibida... y me la chupó con lentitud y algo de torpeza primero, pero con maestría unos segundos después.

Tras de mí, Jorge y Jaime disfrutaron de lo mismo... y Marta, como después las otras, pudo degustar el liquido seminal que en alguna gota nos salía de semejante excitación. Luego continuamos con Silvia, que de igual forma dispuesta, fue la que se introdujo mi miembro más hacia adentro, como si se lo quisiera tragar. Suerte... o no, que eran poco más de diez segundos, que si no, quizá me hubiera corrido en su boca. No parecía que tuviera diecisiete años al igual que Rocío y que fueran inexpertas, por la forma como la mamaban.

La que acertó menos fue Marta que solo acertó con Jaime... por su grosor, pues entre Jorge y yo no había casi diferencia de tamaño. Como dijo que también le gustaban las chicas, le impusimos como prenda que les metiera la lengua por los húmedos y ardientes labios vaginales de sus queridas amigas, Rocío y Silvia. Ellas no se negaron lo mas mínimo, quizá porque les parecía morboso que una intima amiga les comiera el coño. Empezó con Rocío que con sus dedos abrió lo más que pudo sus labios para que la lengua ya lista de su amiga se adentrara bien adentro y degustara el néctar sexual que tal excitación originaría. Rocío gimió cuando le mordisqueó el clítoris y tuvo alguna convulsión pélvica, que llegó a su fin al terminar los poco más de veinte segundos que acordamos.

Esos cortes en seco, solo hacían que acrecentar la excitación general de todos, pero seguimos con el control del juego antes que abandonarnos al desenfreno general. Después de que Marta hiciera lo propio con Silvia, que prontamente se tumbó y separó sus largas piernas, para disfrutar de unos instantes de sueño, les tocaba a ellas... y optaron por que les comiéramos su húmeda concha y degustáramos los mismos néctares que Marta probó... con los ojos vendados y descifrar la de cada una. Al perdedor le meterían una a una, el dedo, eso sí, bien untadito de crema, en el culo. Las tres reinas estaban bien abiertas de piernas en el sofá, esperando unos instantes de gloria -¡eso era un espectáculo y no la "Champions League"!- y a Jaime que fue el primero, le guiamos hasta los labios inferiores de Silvia donde se recreó lo justo para arrancar un gemido o dos y después prosiguió con las otras que estaban con sus chochitos bien desplegados, esperando que sus frutos fueran degustados, como se merecían. Pude comprobarlo yo... al pasar y repasar mi lengua por tan hirvientes partes. Rocío me empujó la cabeza más adentro, ya que la volvían loca los lengüetazos.

Jaime fue el que menos acertó, y procedieron una a una, tras él espatarrarse de espaldas y levantar las piernas, a meterle sus deditos en su virgen culete, por sus 20 segundos cada una, tras aplicarse crema. Ya nos daba todo igual y teníamos pocas manías, incluso para eso. Empezó Rocío, que tenía en estas partes más experiencia que sus amigas, y le frotó suavemente en círculos la entrada anal hasta que ésta se relajara y aceptara bien el dedo que le fue metiendo hasta el nudillo, tras un instante así, empezó con los vaivenes, metiendo y sacando, para después dejar paso a los traviesos dedos de sus amiguitas que aguardaban turno para penetrar a nuestro amigo.

Ahora éramos nosotros los que escogíamos... y decidimos que ellas con los ojos vendados fueran penetradas en su ya caliente sexo, por el tiempo acordado, y debían adivinar quien era quien, aunque Jaime pasaría el último para no dolerles tanto, ya que tras nuestro paso estarían más lubricadas y abiertas. La prenda a pagar sería ser desvirgada por detrás por uno de los tres hasta correrse o por los tres por unos veinte segundos. Rocío dijo que no sin pensarlo, pero Marta y después Silvia, que por lo visto sí estaban dispuestas por la calentura que habían cogido, le explicaron que hoy tenía una buena oportunidad de perder la virginidad con unos tipos majos, y que se lo harían bien, y que otra ocasión como ésta para hacer realidad sus fantasías no se repetiría de nuevo. Así que... accedió ahora ya más convencida. Nosotros poco podíamos decir. Ya estábamos otra vez todos metidos en el juego, que aunque sexual era un juego de descubrimiento para todos.

Empecé yo tras colocarme el preservativo que exigieron, y la primera sería Rocío, que ya con los ojos vendados, dejaría de ser virgen, pues ya estaba ahora más relajada y no quería esperar más. Primero para excitarla un poco me agaché y pasé mi lengua por sus labios y el clítoris, hasta que la vi lo suficiente húmeda y ardiente. Ella no sabía quien era y eso la excitaba más. Me agarré el pene y se lo introduje, tras frotarlo un poco de arriba a abajo, por sus labios vaginales, primero despacio, ya que costaba un poco y avancé según lo pidiera. Emitió un gemido de dolor pero con la excitación, el placer era más intenso que el dolor y me abrazó con las piernas para tenerla ya sin más dilación toda dentro... tras unos movimientos de pelvis... me pidió que no la sacara, aún cuando habían pasado ya los diez segundos, y proseguí hasta cuarenta segundos metiéndola y sacándola. Sin tardar, ya que Rocío estaba muy caliente, le tocó a Jorge follarla por diez o veinte segundos -ya no éramos tan estrictos- y aun ella permanecía con los ojos vendados.

Después prosiguió Jaime ahora que ya estaba mi amiga Rocío un poco dilatada y parece ser que no notó mucha diferencia. Al sacarla teníamos los tres el condón algo sucio de sangre, pero lo cambiamos por otro nuevo y listos, y ella fue al baño a lavarse bien, mientras tanto... nosotros procedimos a introducir nuestro miembro expandido a la dispuesta Silvia, y tras ella a Marta también con los ojos vendados. Yo hubiera preferido continuar hasta el final como todos, pero eso de quedarse con las ganas formaba parte del juego.

Era duro para mí y para los demás eso de tener que sacarla a los diez o veinte segundos de empezar. Pero decidimos continuar con el juego, a la vez que tomábamos algún trago e incluso fumábamos algún cigarrillo. Rocío fue la que menos acertó, y tras ser desflorada en su estrenado coñito, ahora lo sería, por el agujerito vecino, aunque ya había dicho que se había metido los dedos en ocasiones. Prefirió que solo la penetrara uno hasta correrse, pues intuía que sería muy rápido. Jorge y yo lo echamos a suertes y ganó él - nunca he sido afortunado en el juego- pues Rocío no quería ser desvirgada por Jaime. El no se enfadó y lo entendió, pues tener eso a veces no es una suerte, que tampoco era tanto... bueno, más gruesa que la mía sí lo era.

Jaime tuvo el privilegio de abrirle el camino a Jorge con sus dedos untados en crema. Primero uno y después dos dedos son los que le introdujo sin mucho esfuerzo en el ojete rectal de Rocío, que se expandía con el movimiento rotatorio y adelante y atrás de la mano. Ella gemía dulcemente y meneaba su culito respingón al ritmo oscilante de los dedos. Tras un tiempo de ablandamiento, le pidió a Jorge que probara a penetrarla, cosa que hizo sin demasiada dificultad... primero introdujo el glande para verificar la dilatación y tras unos movimientos cortos, le siguió el resto de su polla que fue bien recibida. Rocío estaba tumbada de espaldas en la mesa, con las piernas bien abiertas y hacia atrás, que Jaime y yo le sujetábamos para una mayor facilidad a mostrar su ya inaugurado culito. A la vez que Rocío era desvirgada, nosotros le acariciábamos sus redondos y duros pechos que tenía y a ella... eso le agradaba, y me pidió que a su vez le frotara el clítoris para así excitarse más, cosa que hice por unos tres minutos que fue lo que aguantó Jorge antes de correrse.

Luego nos fuimos todos a la habitación de los padres de Jorge donde sería más cómodo en la gran cama que había. Hicimos otro juego que consistió en que nosotros con los ojos vendados les chupáramos a ellas los pezones sin tocar el resto del pecho y adivináramos su procedencia. El perdedor habría de chuparle el chochete a una de ellas hasta llegar al orgasmo.

Yo al chuparlos vi una semejanza entre Marta y Rocío y me costó acertar, aunque las tetas de Rocío eran mayores, los pezones eran semejantes. El que tuvo menos aciertos con los pezones fui yo, así que me tocó comerle el coñito rasurado a Silvia, la esbelta y rubia cordobesa. Con sus dedos abrió sus labios al fin de facilitarme la tarea y despejar obstáculos. Con lo modositas que parecían, cuando se sueltan... Yo le lamía los labios superiores, inferiores y del medio... de haberlos y le mordisqueaba el pequeño bultito que por encima emergía palpitante, cosa que le provocaban unas convulsiones tremendas. No tardó mucho en llegar al orgasmo, aunque de fluido soltó más bien poco, y algo salado. Cada vez que uno de nosotros, hacía sus deberes del juego, con una de ellas tres, los demás mirábamos con expectación, a la vez que nos excitábamos con el show de turno.

Rocío luego dijo que ya que ella había sido desvirgada por detrás y para no haber recriminaciones que luego sus dos amigas le pudieran echar en cara, que ellas también debían pasar por la misma prueba. Ellas se solidarizaron con Rocío a la que habían antes convencido, o quizá es que deseaban probarlo y accedieron, no estoy seguro, aunque nos pidieron que tuviéramos cuidado y no les hiciéramos daño. Como Jorge ya había enculado a Rocío, y Jaime no les hacía mucha gracia por el grosor de su pene, pero no querían dejar a nadie al margen, decidieron que yo las penetraría primero y una vez ya dilatadas, lo probaría Jaime.

Marta se puso tumbada de espaldas con sus piernas bien separadas y el culo sobresaliendo un poco de la cama. Jorge con sus dedos cubiertos de crema fue introduciendo su dedo medio en el ano de Marta que no ofrecía resistencia y dejaba lugar para otro dedo sin que ella se quejara, y fue moviéndolos con fuerza sacándolos y meciéndolos cada vez más rápido, y cuando ella pidió más fue cuando Jorge los sacó y dejó que yo introduciera con lentitud mi polla que estaba a punto de reventar. Le pregunté si le dolía y contesto que un poco pero pidió que continuara... que se la metiera más adentro, hasta el fondo pero despacio. Empecé el vaivén despacio para ir aumentando el ritmo según jadeaba, mientras Jaime le lamía las tetas y le mordía sus erectos pezones. Al poco rato y antes no me corriera, la saqué y sin que Marta se moviera, Jaime se la introdujo de golpe, a lo que ella soltó un grito, pero le dijo que continuara y así lo hizo por unos minutos hasta que la sacó, pues debíamos hacérselo a Silvia, mientras Marta se reponía - comentó que fue mejor y más placentero de lo que esperaba-.

Silvia prefirió ponerse de cuatro patas y con su carita como antes, apoyada en la cama, me pidió que le metiera primero la lengua para excitarla y así relajarse más -pedían cada cosa, que nos sorprendían a los tíos-. Sin rechistar, le lamí el agujerito mientras ella se separaba sus duras nalgas para que la lengua se adentrara más en su oscuro orificio. Pareció gustarle eso... por los suspiros que lanzaba, y proseguí hasta que ya le metí el primer dedo y le eché saliva para lubricarlo más. Tras unos movimientos y abrir paso, le metí los dos dedos en la vagina para lubricarlos con sus jugos, y con dos o tres movimientos ya soltó su primer gemido, que fue cuando los saqué y se los introduje en su precioso culo que ya empezaba a dilatarse y más que se dilataría. Cuando creí que ya estaba bien, Rocío que estaba de pie a mi lado sin perder detalle, me agarró la polla y ella misma me la guió hasta el agujerito de su amiga, mientras con la otra mano abría un poco el paso... y no me la soltó hasta que la mitad estuvo dentro. Proseguí con lentitud y ya una vez toda dentro fue ella misma la que hacía los movimientos con el culo adelante y atrás mientras jadeaba.

Jaime -que no se cortaba nunca- se puso de rodillas delante de Silvia y le dijo que se la chupara un poco para así estar más lubricado y ella... no dijo nada pero se la agarró con una mano, se la meneó un poco y se la metió hasta la garganta, luego él comenzó a moverse adelante y atrás como si la estuviera follando, pero en la boca, y al poco tiempo, ella misma, pidió que se la metiera ya Jaime por detrás, con lo cual yo me aparté y él que estaba a cien, se la metió suavemente por detrás sin que ella notara mucho la diferencia... o eso dijo Silvia al menos. Jaime le preguntó, ya que a los dos minutos no aguantaba más, si podía correrse dentro de ella y Silvia que como sus amigas estaban ya muy dispuestas a todo, le respondió que sí que quería notar su leche inundando todo su culo, y antes de terminar la frase ya se había corrido. Ahora solo faltaba yo por eyacular, y Jorge, pensando en mi disfrute, al que se lo agradezco, les propuso un juego a ellas para así luego estar los tres corridos y que no hubiera desventajas. Les explicó que como en una ruleta rusa, me hicieran una felación las tres, por turnos, entre 10 y 15 segundos, hasta que yo me corriera en la boca de una de ellas, la que tocara. Ellas aceptaron la propuesta y me vendaron los ojos. A ellas les gustaba esto de los juegos, parecía todo como más inocente y divertido, y es que lo era, además de espontáneo, ya que nada fue premeditado, que es lo divertido y excitante de estas cosas.

Las tres se sentaron en la cama una al lado de otra y ellos me acompañaban a mí que estaba de pie para desplazarme de una boquita a otra. La chica del medio es la que se me la tragaba más a fondo, y a la tercera de la derecha le noté el roce de sus dientes y como sus labios carnosos oprimían mi pene y acrecentaban mi erección. Hice cuatro o cinco rondas -mucho para mí- antes de correrme en la de la izquierda, que no la sacó de su boquita y cumplió fielmente con lo pactado, en ese momento Jaime ya me sacó la venda de los ojos y pude ver los ojos negros de Rocío que me miraban con su cara de quinceañera mientras tenía mi ardiente polla dentro de su boquita y el semen, liquido como el agua, por la prolongada excitación, salía por la comisura de sus labios. Silvia y Marta para no ser menos, también se acercaron... y primero una y después la otra también me la chuparon un poco para degustar las últimas gotas del codiciado liquido. Ya estaban decididas a probarlo todo y hacer realidad sus fantasías eróticas. Mi erección duro como cuatro o cinco minutos más con la ayuda de ver y sentir esas bellezas comiéndomela de tal manera.

Las chicas se dijeron algo al oído y posteriormente nos pidieron hacer realidad una de sus fantasías eróticas, ya que ellas habían accedido a ser penetradas por detrás, exigieron hacer lo mismo con nosotros y meternos los dedos en el culo. Jaime ya lo había probado. Accedimos, para no quedar mal y luego que en otro juego no fueran ellas las que se echaran atrás. Jorge con intención de sacar algo de ello, les dijo; -Vale, pero primero nos tenéis que meter la lengua. Con las ganas que tenían de desvirgarnos el trasero no dijeron que no. Nos pusimos de cuatro patas los tres y cada una con uno empezaron su faena. A mí me toco Silvia, y empezó a lamer mi ano con fruición e introdujo lo que pudo su lengua algo dentro, -a mí me daba mucho placer y excitación-. Lo hizo un buen rato sacándola y metiéndola de nuevo, hasta que untándose de crema los dedos, me metió de golpe uno y tras un buen meneo como si me follara, me metió otro y continuó así una largo rato. Yo sentí gran excitación por la escena y notaba una sensación extraña de placer pero no, dolor. Al sacar por fin sus dedos, metió otra vez su juguetona lengua dentro y me sentí en el cielo.

Ya eran más de las tres y media... y en dos horas debían estar de regreso a casa, ya que ese día tenían más margen, así que teníamos un buen rato más para la imaginación y el disfrute. Como Silvia ya se había corrido en mi boca les tocaba gozar y correrse a Rocío y Marta que ya lo estaban pidiendo, pues no querían ser menos.

Empezamos con Marta yle vendamos los ojos para más morbo y ella dejarse llevar por los sentidos. Jaime se mantuvo al margen y guardó energías para Rocío, por lo que empezó Jorge a comerle el ardiente coñito y arrancó pronto los primeros gemidos de Marta que se la veía muy excitada, mientras yo le masajeaba y lamía sus pechos tiesos y su lengua. Jorge se puso de espaldas en la cama y yo la coloqué encima de él pero de espaldas a él y le hice unas señas a Rocío que le metió dos dedos en la húmeda vagina de Marta para humedecerlos e introducírselos después por el estrechito orificio colindante hasta que lo vio dilatado y entonces cogió el pene erguido de Jorge y se lo introdujo todo dentro. Y Rocío prosiguió frotándole el clítoris mientras esa verga entraba y salía a un ritmo lento y armónico. Ahí me incorporé yo apartando a Rocío y le lamí el clítoris húmedo a la vez que le introducía dos dedos en su vagina al ritmo de los espasmos que le sacudían todo el cuerpo.

Silvia entonces le dijo a Marta; -¿no dijiste antes que una fantasía tuya era ser penetrada por dos hombres a la vez? - Bueno pero... Contestó Marta no muy convencida. A mí que me pareció buena idea, le dije; Tranquila Marta y relájate que iremos con cuidado, pues estamos aquí para disfrutar y no para pasarlo mal. Bueno vale... pero tener cuidado ¡eh! -respondió Marta, que por su entonación dio a entender que nos tenía confianza. Así que aparté los dedos e introduje mi miembro, rígido a tope, con cuidado mientras continuaba la penetración anal por parte de Jorge. Fui cogiendo el ritmo y el compás, junto a los movimientos de Jorge y el la sacaba un poco mientras yo la metía adentro y viceversa. Ella aumentó su gimoteo, lo cual me excitaba casi más que la penetración en sí, a la vez que Rocío continuó frotándole el clítoris. No tardó Marta en tener su primer orgasmo, pero nos suplicó que no la sacáramos, y así lo hicimos, pues no teníamos muchas ganas de abandonar aquello.

Por un tiempo que no sé lo que duró, proseguimos hasta que le llegó el segundo orgasmo y fue entonces cuando primero yo y un momento después Jorge nos corrimos. Él dentro de su culito, pues ahí no les importaba, y yo que llevaba puesto el preservativo, pues eso... ahí fue todo. No sé como aguantamos tanto rato, tal vez por que ya nos habíamos corrido antes. Los dos la sacamos con el mismo cuidado que la metimos y, Marta, al igual que nosotros, se incorporó extenuada.

Ahora le tocaba a Rocío... y Jaime estaba fresco como una rosa. Marta dijo entonces, creo que por seguirle el juego, -¿No confesaste Rocío, que tu fantasía era que uno o dos hombres te hicieran pipi encima? Claro... ella había accedido y su amiga Rocío no se podía ahora echar atrás y quedar mal, así que dijo; -bueno, de acuerdo, si no lo hago hoy con lo que ya hemos hecho, nunca me atreveré. Fuimos todos al espacioso cuarto de baño del chalet, y Rocío se estiró desnuda en la bañera con sus bonitas y morenas piernas abiertas y frotándose sus partes intimas para una mayor excitación a la vez que se separaba los labios para que su rosado sexo fuera bañado por el pipi nuestro.

Como sólo dos teníamos ganas de orinar, Silvia que tenía ganas igual que su amiga de vernos mear, me cogió la polla y la encaró al cuerpo desnudo de Rocío, Marta hizo lo mismo con Jaime. Los dos teníamos una erección de caballo. Bueno... yo después del polvazo con Marta se me había encogido a tope pero... viendo a Rocío en aquel estado y tras cuatro meneadas que me hizo Silvia con su manita, mi verga recuperó su firmeza. Nos costó un poco, quizá mear nos daba algo de corte, pero tras unos masajes masturbatorios de ellas, empezamos a hacer pipi encima del bello cuerpo juvenil de Rocío. Ellas como si de una manguera se tratara, lo esparcían sobre su raja abierta y sus pechos, e incluso Silvia se atrevió a encarar mi polla a la cara de su amiga. El pipi era transparente como el agua -como siempre que uno bebe bastante y mea a menudo-. Primero tenía la boca cerrada, pero en un instante la abrió y dejó que mi orina llenase su boca, pero no lo tragó sino que lo echaba fuera.

Cuando se nos terminó el pipi, Jaime le dijo a Marta que ella también debía probar el gusto y que se la chupara un poco para degustar las últimas gotas, y así lo hizo Marta, -pero Silvia también ¡eh!- Dijo Marta, y ambas se metieron nuestros miembros en la boca y escurrieron las ultimas gotas con deleite. Ni corta ni perezosa, Rocío dijo que si alguien tenía más ganas, que ya puesta... a lo que sus dos amigas no lo dudaron ni un instante y se metieron de pie en la bañera y empezaron su turno de lluvia dorada sobre el desnudo y mojado cuerpo de su amiguita. El de Marta fue directamente a la boca de Rocío que parecía ahogarse, pero no lo tragaba, quizá algo sin querer sí. Esto ya fue algo más fuerte, o no, que lo que habíamos hecho hasta entonces en esa noche de locura. Ya no comentamos nada de las fantasías de los chicos porque prácticamente esa noche habían quedado todas satisfechas.

Ya todos meados, ellas salieron y quedó en la bañera Rocío a la que Jaime y yo nos dispusimos a duchar. La enjabonamos bastante y de paso nosotros también, y como nos tocaba satisfacerla a ella, con la esponja y las manos jabonosas estuvimos masajeándole sus tiernos senos a la vez que también su palpitante sexo, mientras la limpiábamos. Ya sin jabón encima y limpios, Jaime se agachó y empezó a lamerle en la humedecida rajita que ya le hervía, mientras yo la besaba y además le mordisqueaba y chupaba sus erectos pezones oscuros que apuntaban a las estrellas. Nos secamos rápidamente un poco, y fuimos a la cama grande con los demás, de espectadores, pues nadie quería perderse detalle de todo lo que allí ocurría. Así fue toda la noche, unos actuando, y otros mirando y poniéndose cachondos -inevitablemente-.

En la cama también a Rocío le vendamos los ojos. Jaime prosiguió, como en el baño, relamiéndole todo su sexo, y yo con los mismos placeres lingüísticos que antes. Luego él la puso de cuatro patas y empezó a meterle los dedos que ya iban solos, y rápidamente los sacó, se colocó el condón, y metió en su lugar su rolliza verga tiesa que sin problemas entró hasta el fondo. Yo le fui masajeando sus contorneados pechos y frotándole en ocasiones su tenso clítoris, que no era muy necesario, ya que con el rozamiento de ese gordo pene por sus paredes vaginales, ella jadeaba como un ángel... y sus gemidos me ponían a cien.

Jaime se tumbó en la cama y ella se colocó encima, primero de cuclillas, que le permitía ser penetrada más a fondo, y cuando se cansó se puso estirada sobre él con sus bonitas piernas abiertas. Ya que Rocío tenía el ojete de su respingón culo a la vista de todos, que no quitaban sus miradas de aquel espectáculo, yo le metí dos dedos en la boquita de Silvia para bañarlos con su saliva tras lo cual fui a insertarlos en ese orificio que se nos mostraba tan huérfano. Ella no musitó salvo más gemidos y proseguí hasta que tuvo su primer orgasmo. Jaime se corrió un minuto después y ya la sacó. Como Jorge estaba a la expectativa y Silvia se la estaba meneando con la mano mientras miraban, éste se ofreció para completar la faena, pero como hacía ya mucho que Silvia no se corría y no había sido un buen polvo como dios manda, sino que yo se lo había comido, Silvia dijo que se la follára a ella, y así lo hizo Jorge.

Como yo soy buena gente y por colaborar que no quede, me ofrecí para completar el polvo que Rocío se merecía y al que había colaborado. Me coloqué el condón... me acerqué y ella misma me la cogió y se la fue introduciendo en su morada divina que aún daba para más juego. Ya se había quitado la venda de los ojos. A mí ya me empezaba a doler la polla de tanto meneo, y esa noche habría de quedar para el arrastre, pero el éxtasis del momento se imponía. Fuimos combinando con Rocío varias posturas, mientras Jorge y Silvia se entregaban al sexo como desesperados -mejor para ellos-. Luego me pidió que se lo hiciera por detrás -por lo visto les había gustado eso- y sin pensarlo ella misma la sacó, y con la ayuda de su mano experta fue metiéndosela por el culito que ya antes con los dedos yo le había dilatado suficientemente, y que se contorneaba como queriendo atrapar una pelota. Ahora... yo estaba tumbado de espaldas y ella sobre mí de espaldas a mí y con la mano le masajeaba el clítoris y le metía los dedos por la calentita cueva que quedaba libre. Rocío jadeaba y se agitaba como una loca. Poco tardó en correrse de nuevo, pero proseguí, ya que aguantaba más. Sin sacarla, nos dimos la vuelta y se puso de cuatro patas. Yo permanecí perforando el agujerito secreto del respigón trasero de Rocío por un rato; ya luego la saqué y se la introduje de nuevo en el coño... y seguí follándola y ella follandome, al ritmo musical de sus gemidos -los míos eran más leves- hasta que se corrió por tercera vez al poco rato. Como yo no me había corrido aún -ya, casi ni la notaba- ella prosiguió meneando el culo con frenesí para acelerarme el orgasmo. Un minuto después le dije que ya estaba a punto de eyacular y ella se apartó bruscamente, me sacó el condón y se la metió en la boca sin decir ni hola. Empezó a chupar y a metersela cada vez más adentro y más rápido, e incluso se metió mis testículos en la boca, lo que ya me puso a cien y me corrí en su cara. Ella la agarró y con las ganas que tenía a esas alturas de probarlo ya todo, se la metió de nuevo en la boca y se tragó la poca leche que quedaba y que salía liquida como el agua de mi polla -ya antes ella había probado el pipi-. Luego me pegó un largo morreo para que yo compartiera su manjar, ¿o era el mío?

Jorge y Silvia habían terminado antes y ya estaban duchándose y Jaime, agotado como Marta, seguían desnudos observándonos pero sin ellos hacer nada. Nos duchamos el resto y ellas se vistieron, nosotros ya no, solo los calzoncillos y punto. -Bueno, ha estado muy bien-, dijo Marta, -a ver si lo repetimos el año que viene- contestó riendo Silvia. Jorge le dio la dirección de su e-mail a Marta y le dijo que si querían que ya llamarían. Aquello había sido muy fuerte y estábamos todos un poco como parados. Nos despedimos con unos besos en la cara, respetuosamente y se fueron. Al día siguiente a medio día debían partir hacia Sevilla. Nosotros nos quedamos una hora más, despiertos y comentando la jugada... que nos resultaba difícil de creer.