Sin ropa interior en el AVE

Un viaje en tren con alicientes

SIN ROPA INTERIOR EN EL AVE.

Era domingo, mi marido tenía trabajo el lunes a primera hora, decidimos ir a Madrid en el AVE de primera hora de la tarde. Me di cuenta que se había tomado un cialis, quería marcha a tope en la noche que íbamos a estar solos, sin niños y sin sus padres. No fuimos a la playa , desayunamos tranquilos, leímos la prensa, agarramos los e-books, y sin equipaje , pues teníamos ropa en Madrid, tomamos el trenet para ir a la estación. Llegamos con tiempo. Decidí ver que había en Natura que tenía ofertas y un vestido a buen precio siempre viene bien. Mi chico dijo que él se iba a comprar tabaco y que me esperaba tomando una caña en Gambrinus. Cuando está en España se hace fanático de los Populares, un cigarrillo negro cubano que fuma Conde , el héroe de Padura, que sólo consigue en los estancos. Yo le pedí unos Lucky y me sumergí en el placer de la compras. Vi un vestido azul cielo con flores, muy ligero, me encantó. Me lo probé, me sentaba genial. Un poco por encima de la rodilla, con tirantes, se me ceñía al busto, cayendo separado del cuerpo. Era tipo imperio, a lo Josefina, pero en corto.

Decidí comprarlo y estrenarlo, así que lo pagué y me cambié en los probadores. En la bolsa de la tienda metí el jean y la remera que vestía. Me dí cuenta que se me veían los tirantes del corpiño que llevaba, así que me lo saqué y lo añadí a la bolsa, me miré en el espejo. Me dio un subidón, se me marcaban los pezones en el algodón. Y ...me sentí mala, muy mal, perversa y me quité la bombachita. Me quedé desnuda bajo el ligero vestido. Saqué de la cartera la cadena de sumisión que me había regalado mi marido y me la puse en el tobillo izquierdo. Fui a buscarle, estaba tranquilo con una caña y unos boquerones en vinagre. Me senté a su lado, pedí otra caña.

  • Estás preciosa.

El aire acondicionado estaba muy fuerte y el frío hizo que los pezones se me pusieran más duros, él se deleitó mirándolos, se relamió como un gato ante una sardina.

- Me he quitado el corpiño. Se veían mucho los breteles.

  • Pues , gatita , así se la levantas a un muerto.

Sus ojos devoraban mis pezones enhiestos. Me di cuenta que el bulto en sus shorts empezaba a tomar volumen. Pagó y fuimos hacia el tren. Al andar mis senos oscilaban elésticos bajo el algodón. Nos sentamos en nuestros asientos. No dejaba de deleitarse contemplando mis pezones duros.

Nos pusimos a leer los e-books, él la última de Reverte y yo la primera del Trajano de Posteguillo. Me propuso picar algo , así que nos levantamos y fuimos hacia el bar.

Yo estaba caliente, excitada por el deseo de mi marido. Pedimos un bocadillo de jamó y brie y dos cervezas y nos quedamos en la barra central dando cuenta de las viandas.

Un grupo de chicos jóvenes que parecían volver de una despedida de soltero llegaron,de pronto se fijaron en mí y me devoraban con los ojos, yo me recalenté. Sabía que estaba guapa con mi vestido y mis sandalias sin taco, que cómo soy bajita, me daban un aire de niña perversa y puta.

Decidí entrar en acción. Me pegué a mi marido y le susurré al oído :

  • No llevo bragas.

Decir bragas me gustó, es una palabra fuerte para mí, muy española, como antigua y sucia que te lleva a los tiempos en que las mujeres eran sumisas y obedientes, siempre dispuestas para los deseos de sus maridos. El mío me miró y remiró sobándome con los ojos. Sonrió como un fauno.

  • Vamos.

Me agarró de la mano y empezó la vuelta hacia nuestros asientos. De pronto paró junto a un aseo, lo abrió , estaba vacío. Me empujó dentro y cerró.

  • ¿ Quieres guerra? No es así, gatita.
  • Sí, quiero que me cojas y me rompas.

Me apretó contra él en un beso apasionado, nuestras lenguas se enzarzaron en una pelea salvaje. Su mano derecha se metió bajo mi falda , la puso entre mis muslos y recorrió vicioso el camino hasta mi concha. La giró para tomar posesión de ella.

  • Estas empapada.
  • Sí, por favor , fóllame.

No se hizo de rogar, me giró, yo me incliné apoyándome en el lavabo. Me subió la pollera, mis nalgas quedaron al aire. Oí como se bajaba la bragueta, apenas en segundos, el cabezón de su pija entró en contacto con los labios de mi vulva. Me la metió de un golpe hasta lo más profundo de mi jugosa vagina.

  • Si no me tapas la boca , voy a gritar.

Lo hizo, mientras me bombeaba rápido y profundo. Yo le mordí con fuerza. El dolor de la mordida aumentó lo que parecía imposible: la violencia de sus embestidas. La situación me volvía una perra en celo, salvaje, sin control. Me vine en una explosión, él apenas pudo aguantar más, se corrió apretándome contra su cuerpo.

Nos quedamos quietos, agarré una toalla y me la llevé al coño, entonces salió de mí su verga saciada. Me limpié y la tiré al inodoro. Me giré y me senté en él.

  • Deja que te limpie yo.

Le tomé la polla gorda todavía y me la llevé a la boca. La lamí saboreando los restos de su semen y mis flujos.

- Ya está.

Me levanté, le di un beso en los labios y le susurré :

  • Te espero en el asiento. Tú mea tranquilo.

Abrí y me fui. Estaba a mi lado, apenas me senté.

- Nena, cuando lleguemos a casa más.

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