Sin retorno
Una vida feliz sacudida por la desgracia
SIN RETORNO
1ª PARTE
Aquel martes 13 de setiembre fue mi último día de mujer libre. Ese día después del mediodía tres jueces determinaron mi reclusión, en un penal de mujeres de máxima seguridad por el término de 25 años sin lugar a salir, bajo ningún concepto. Azorada y aturdida escuche el fallo de la boca de la secretaria del tribunal. Cuando termino, entre gritos y llantos de mi parte, proclamando mi inocencia fui sacada de la sala esposada casi sin pisar el suelo, por dos fornidos guardias del penal, en medio de insultos, gritos y escupitajos de parte de la familia de las supuestas victimas mías.
Me encerraron en una celda de la alcaldía, hasta tanto se calmaran los ánimos afuera de gente que quería hacer justicia por su propia mano. Nunca en mi vida estuve tan asustada como en ese momento, con vidrios que se rompían por las piedras arrojadas por la gente y muñecas que simulaban ser yo colgadas del cuello a un palo.
Tuvo que salir un escuadrón de policía a desalojar el lugar. La gente gritaba que me dejaran solo diez minutos con ellos.
Cuando todo se calmo, mi mente voló a dos años atrás, en el día de mi detención.
Mi nombre es Silvia tengo 28 años, tres de divorciada. Mido 1,65, un cuerpo bien formado en el que destaco mis lolas. Cabello rubión ensortijado hasta una poco mas debajo de mi cuello y ojos verdes. Ese día había llegado a la ciudad a tratar de vender un producto nuevo.
Justo ese día una pareja había asaltado un negocio y matado a sangre fría al matrimonio dueño del mismo y sus dos pequeños hijos.
A diez cuadras del lugar fui detenida y hubo testigos que decían que la mujer vestía como yo y tenia mi contextura física. Pese a los interrogatorios que me hicieron, sin descanso, el no haber encontrado el arma y ni siquiera tenia pruebas de parafina en mis manos fui acusada. Querían a mi cómplice y al no saber nada eso recayó en una mayor condena hacia mí. Como dicen en la jerga popular fui el perejil que necesitaban para cerrar un caso.
Así fui condenada y solo esperaba el traslado, dado que mi situación en el lugar era harto peligrosa. Por el frente del lugar todos días pasaban y paraban gente del lugar pidiendo mi linchamiento popular. Lego el momento del traslado y al sacarme para meterme e un furgón de la policía custodiado al extremo, recibí pedradas, tirones de cabello hasta que me metieron en el camión. Una vez en él ciento de piedras cayeron sobre, rompiendo vidrios al grito de asesina, te vamos a linchar. Yo estaba realmente asustada, encima de no haber sido la culpable, condenada y amenazada de muerte solo logre calmarme apenas se movió el móvil policial y la custodia.
En el móvil iba la persona que manejaba y un acompañante y en la parte de atrás conmigo iban dos mujeres del servicio penitenciario que habían venido expresamente a buscarme para el traslado. Dos patrulleros nos escoltaron unos 20 km y luego retornaron.
Las guardias comenzaron a charlar y me hicieron preguntas sobre el caso, riéndose las dos al decir de mi inocencia.
GUARDIA 1: todas dicen ser inocentes
GUARDIA 2: así es, pero vos no se si hiciste negocio a que te condenen y enviar adonde vamos. Creo que era mejor si te linchaban
Un frio intenso recorrió mi espalda al escucharla.
AGENTE 1: si, las nenas con las vas a estar ahora, no son moco de pavo. La mayoría reincidente y con crímenes dentro y fuera del penal.
Trate de no escuchar mas, realmente estaba asustada y tenía que pasar 25 años en ese lugar. De pronto el camión se detuvo y me sobresalte. Se había descompuesto el motor y necesitaban un repuesto. Uno de los hombres fue al lugar más cercano y no lo consiguió. Llamaron por teléfono al penal y quedaron le enviarían el mismo. A todo era de noche ya. En el reloj de la guardia vi que marcaba 21 hs.
Temí si no era una trampa y que gente de la ciudad nos hubiera seguido para ajusticiarme. Ante cualquier ruido me sobresaltaba. Pero no, verdaderamente fue un arreglo. A las 0 hs. Llego el repuesto y pudimos seguir viaje.
En todo el tiempo de mi detención, investigación y condena tuve muchos abogados defensores de oficio, que se comprometían a ayudarme y a los dos o tres días renunciaban, argumentando era inútil luchar contra la corriente. Ahí empecé a pensar que algunos notables de la comunidad eran los culpables y yo era la persona que debía pagar por sus crímenes.
En tanto, siendo las 3 de la mañana llegamos al penal, donde transcurrirías mis próximos 25 años de mi vida. Era un lugar desierto, no había casas ni negocios alrededor, solo el penal envuelto en una neblina infernal. Me pareció de terror el lugar. Me bajaron con las manos y los pies esposados. Solo podía dar pequeños pasos y era empujada permanentemente por las guardias. Se abrió un portón y entramos. A mi frente había un edificio de 3 pisos que luego supe eran la alcaldía, con sus oficinas, consultorios médicos y otras dependencias. A su alrededor tres edificios de cada lado de 5 pisos, de los salían tenues luces y mucho silencio. Las reclusas estarían durmiendo. Subí las escaleras dificultosamente y antes de entrar al edificio principal vi que luces de reflectores giraban cubriendo todo el contorno, con varias torres con guardias que vigilaban en la quietud de la noche.
Antes de entrar el edificio principal de un edificio, no se cual de los tres a mi derecha, escuche un grito que me dejo paralizada.
VOZ: bienvenida perra al fin del mundo, mañana nos vemos. (Y una carcajada me puso la piel erizada).
Entre y me llevaron a una oficina, encerrándome en ella.
GUARDIA: acá vas a pasar tu primera noche de presa. Como es tarde no pretenderás despertar a la Sra. Directora para que te asigne una celda.
Yo no dije nada, solo pregunte si me sacarían las esposas para dormir y me dijeron que no, porque era poco tiempo. Se fueron y quede sola en medio de la oscura habitación. Me tire en el suelo y trate de dormir, tratando de no pensar en mi futuro ahí.
A las 7 de la mañana era un ajetreo de gente circulando por los pasillos y se paraban para mirar a través de los vidrios a la nueva inquilina del lugar. Me levante como pude y vi un cuadro que reflejaba el plano del sitio. Ahí vi que el edificio central era además de las oficinas de la directora y personal, sus respectivas viviendas.
Luego estaban los tres edificios de la derecha, que según rezaba en el plano, el primero era de presas de extrema, no solo peligrosidad, sino también de reclusas consideradas no recuperables.
El segundo edificio era el edificio lésbico. En el iban las declaradas lesbianas y a veces algunas que se convertían al convivir en los patios con alguna.
El tercero, era considerado el hetera-sexual.
Los edificios de la izquierda, el primero era en parte un hospital y en parte oficinas. También estaban la biblioteca y algunos pocos juegos de salón.
Los otros dos eran todos de talleres para trabajar las reclusas. Detrás del edificio principal y fuera del perímetro de la cárcel existía un enorme campo para sembrar los vegetales que se usaban para la comida. En otra parte el ganado que se utilizaba para ordeño de vacas y un poco mas allá el mataderos de animales. O sea que la mayor parte de las cosas que se producían ahí eras de elaboración casera.
Envuelto por los edificios estaba el gran patio para los recreos. Todo estaba organizado, vigilado y en perfecto estado de conservación.
Visitas familiares eran muy escasas y eran los domingos. Era mucha la distancia entre el penal y la primera población civil. Lo que si era abundante la correspondencia recibida por las reas y enviadas a sus familiares.
Además el venir de visita, en especial para las mujeres familiares, era someterse el los vejámenes de las guardias en busca de elementos prohibidos.
Entraron dos guardias tipo 8,30 y me llevaron a un baño para no solo bañarme sino para mis necesidades. Como tuve que desnudarme delante de ellas, ante mi rubor recibía miradas lascivas, guiño de ojos y movimientos de lengua.
Me dieron una bata blanca para ponerme. Era amplia de hospital con solo agujeros en los brazos y cabeza. Me llevaron ante la sala de revisión médica. Había dos doctoras y una mujer que resulto se la directora del penal. Parada frente a ellas comenzó mi revisión, respondiendo a todas preguntas que me hacían