Sin retorno 3

Blanca, la directora, me hace su esclava

SIN RETORNO

3ª PARTE

Las dos guardias que me llevaban a la oficina de la Directora, seguían con sus comentarios sobre el duro y difícil carácter de la misma, más cuando venían a ver como iban las cosas en la cárcel que ella dirigía.

Yo iba solamente vestida con la túnica blanca que traslucía un poco mis pezones. Era toda mi vestimenta y pensaba cuando me daría el uniforme de presa.

GUARDIA UNO: (dirigiéndose a mi) y vos estúpida espero te portes bien en presencia de la directora. Aguanta no hagas locuras, solo nos falta que se queje de vos.

GUARDIA DOS: pobre de ti si se queja de algo. Llegamos a la puerta de su piso y una de las agentes pellizco mi trasero con saña, que me hizo emitir un grito de dolor. La puerta se abrió y apareció la directora vestida como el día anterior y su temible fusta en su mano derecha. Despidió a las guardias y me hizo pasar a mí, llevándome a su oficina.

DIRECTORA: bien, como te ha ido en la celda de adaptación, quieres volver ahí

SILVIA: no señora, no quisiera volver nunca ahí.

DIRECTORA: bien, eso depende de tu comportamiento para conmigo. Desnúdate!

Me volví a desvestir delante de esa tétrica mujer. Me acobardaba estar en su presencia, con la fusta en la mano y vestida, así que desnuda que me anulaba por completo. Me hizo parar a su lado, mientras ella se sentaba en la pesada silla frente al escritorio.

DIRECTORA: estaba leyendo, cuando te trajeron, tu carpeta desde tu detención y veo no tenia escape para nada.

SILVIA: le juro señora que yo no he sido, ni conocía el negocio donde todo ocurrió y menos a la gente que supuestamente dijeron que mate.

DIRECTORA: ya un día me vas a confesar que si lo hiciste, te lo aseguro. Todas dicen lo mismo “soy inocente”. Leí también el chequeo medico de ayer. Realmente eres fuerte y gozas de una excelente salud. Ahora quédate quieta.

Palpo con su mano a lo largo de mis labios vaginales, los abrió y comenzó a introducir sus dedos. Cerré mis ojos, en parte porque no creía lo me estaba haciendo y por otra parte sentía placer. Sus dedos entraban y salían de mi concha cogiéndome suavemente.

DIRECTORA: te gusta eso putita. Cerraste los ojos y lo estas disfrutando. Bien haremos que la pases bien.

Al tiempo que decía eso acelero el entrar y salir de sus dedos en mi concha, produciéndome en alguno momentos dolor por la fuerza con que lo hacia. Pero al mismo tiempo sentí me entregaba a sus dedos. Poco a poco me fui excitando, sintiendo bajaba por mi cuerpo un calor que no podía y no quería reprimir. Por mi cuerpo parecía bajar una catarata de flujo, como pocas veces en mi vida tuve. Ella me estaba masturbando y eso me enardecía mucho más. Toque mis pezones y los note erguidos y durísimos. Los pellizque. Yo ya estaba en trance y ella sabiéndolo movía expertamente sus dedos dentro de mí. Nunca y menos una mujer me había masturbado. Exhale un grito que no pude contener y comencé a mojarme toda al tiempo que inconscientemente me paraba sobre la punta de los dedos de mis pies. Parecía quería quererme meterme su mano en mi cuerpo. Ella miraba y seguía cogiéndome con los dedos. Hasta que estalle en suspiros y ayes tratando de acompañar el movimiento de sus dedos. No me atrevía a ni abrir mis ojos, ni decir nada, ni siquiera mirarla por temor. Recién abrí mis ojos cuando sentí su voz.

DIRECTORA: como has gozado putita, se ve hacia tiempo no cogías. Ahora limpia con tu lengua mi mojada mano con tu flujo.

No tuve mas remedio que obedecerla y mi lengua y mi boca limpiaron su mano. Una vez termine dijo.

DIRECTORA: hoy de entrada nomas me lleve un disgusto al saber que vienen esos politicones a revisar mi tarea al frente del penal. Por eso pensé en sacarme la bronca que tengo contenidacontigo.

Se levanto de la pesada y maciza silla y me puso parada detrás de ella. Me hizo poner bien pegada a la silla. Puso una esposa en mi muñeca derecha y la sujeto con el respaldo de la silla y luego hizo lo mismo con mi otro brazo.

DIRECTORA: esas tetas y pezones tan divinos tienes que exhibirlos.

Tirando de mis tetas hacia adelante, las paso por arriba del respaldo de la silla por delante de ella, quedando mi cuerpo por detrás. Mis tetas quedaron colgando apoyadas al borde del respaldo. No entendía, aun, porque hacia eso. Saco del cajón una cinta de embalaje y aplico un trozo de ella sobre mi boca, inmovilizándola. Yo revoleaba mis ojos hacia todos lados siguiendo sus movimientos tratando de adivinar cual seria el próximo. De pronto tomo con su mano derecha su siniestra fusta negra y solo pensé en mi culo. Haría picadillo de mi cola y temblé. No se cuantos resistiría. Se paro detrás mío y comenzó a pegar con furia sobre mis dos nalgas, sin saber yo a cual le tocaba porque no hacia una y una. De pronto le pegaba tres en la derecha y cuando esperaba ahí el cuarto lo recibía la otra. Mis quejidos eran, seguramente, escuchados por ella, mientras cientos de lágrimas salían de mis ojos. Después de contar ella misma 30 fustazos, dejo de golpearme y tras dejar la temible fusta sobre la mesa, se acerco con una frasco en su mano y aplico parte de su contenido en la heridas de mi culo, produciéndome un ardor tremendo ya que era sal pura. Una vez que termino, saco del cajón del escritorio un palo con flecos no se si de hule y lo agito al aire. Yo ya estaba aterrorizada, mis ojos parecían salirse de orbita. La miraba a ella como pidiéndole piedad, sin poderle decir palabras por mi mordaza, pero con mis ojos pidiéndole por favor no me castigara mas. Mi respiración nerviosa hacia que jadeara y movía mi cabeza como para llamarle la atención para que no me golpeara mas. Ella parada majestuosamente delante de mí me ignoraba. Para ella era como un trapo puesto en el respaldo de una silla, ella consideraba que no existía como persona. Seguía agitando al aire esa especie de plumero de varias colas y sin más descargo su primer golpe en mi teta derecha. Me hizo estremecer de dolor. Un segundo golpe dio sobre mi teta izquierda. Paro y en medio del dolor sentía alivia terminara. Eso creía yo, pero no eran sus planes. Con los dedos de su mano derecha toco, estiro y retorció mis pezones ante mi dolor y desesperación. Luego dejo de hacerlo y tomo el látigo ese y siguió castigando mis tetas, al tiempo que en voz alta contaba la cantidad de golpes que me dio. Llego a 30 y paro. Del dolor casi no sentía vivas mis tetas. Rojas de los golpes quede así llorando en silencio.

Dejo el látigo al lado de la fusta y se sentó en el sillón de su escritorio y se puso a leer la correspondencia del día, como si para ella comenzara el día. Cuando quiso se levanto, me miro que casi colgaba al respaldo de la silla. Saco las esposas y casi caigo al suelo. Ella me sostuvo y me hizo poner de rodillas frente a ella.

DIRECTORA: muy bien perrita. Me he sacado la bronca que tenia. Mi nombre es Blanca pero tu debes llamarme “AMA”. A partir de ahora vivirás acá adentro, no usaras ninguna clase de vestimenta ni calzado. Ante mi deberás siempre estar de rodillas. Ahora te daré lo único que puedes lucir en tu cuerpo.

Se dio vuelta, abrió un cajón y saco un collar de perra y una correa.

BLANCA: este collar será parte de tu cuerpo y la correa la colgaremos acá, así. Cuando te diga de pasear. Tomas la correa y con ella en la boca me la traes.

Yo no podía creer, primero lo que había vivido y segundo lo que estaba escuchando.

BLANCA: ven conmigo.

Con un control remoto abrió una falsa pared y entramos. Lo que mis ojos vieron no podían creerlo. Una enorme sala con todos aparatos de tormento. En un costado una cama común con hierro en la cabecera y los pies.

Ese lugar iba a ser mi celda con una carcelera especial.