Sin Perdón. (7)

Termina la etapa de Pedro en EEUU con un terrible dolor tras ser abandonado por su amada

Barcelona - (mayo de 2007)

Su hermano Daniel y su padre le estaban esperando en el aeropuerto, y se fundieron en un abrazo con Pedro tan pronto lo vieron.  El padre estaba visiblemente desmejorado ya que su salud había decaído  desde la última vez que estuvieron juntos, circunstancia que dejó preocupado a Pedro.

Su hermano se mostraba muy contento de su regreso y no paraba de hablar, explicándole que había encontrado trabajo en un prestigioso bufete de abogados de la ciudad. De momento solo le daban trabajos de “machaca”, pero poco a poco, iba aumentando la confianza de los socios principales en él. Daniel vivía en un bonito apartamento que podía permitirse gracias a su sueldo actual, y con el dinero que ingresaba la familia procedente del sistema diseñado por Pedro, para la firma automovilística.

El joven, tras unos días de relajación en el piso en compañía de su padre, empezó a plantearse que iba a hacer a partir de ahora. Con 21 años y todos sus conocimientos técnicos, había decidido crear una empresa de ingeniería enfocada a diseñar proyectos para la industria del automóvil, del embalaje, la alimentación y para las operadoras de telecomunicaciones, entre otros sectores. Esto implicaba algo de financiación extra para contratar a colaboradores de un cierto nivel, asegurando el poder trabajar en varios proyectos simultáneamente.

Pensando que en un futuro cabía la posibilidad, aunque remota, de que los militares norteamericanos le hiciesen algún encargo remunerado, y queriendo desligar esos trabajos de los del “mundo terrenal”, se decidió por crear primero una Sociedad Anónima Unipersonal, MEVA, S.A.U., de la que él sería el único propietario. A continuación, creó una nueva sociedad llamada TotSystems, S.L., de la que sería asalariado con cargo de Director Técnico y poseería el 1% de las acciones frente al 99% de MEVA, S.A.U como accionista mayoritario. Con esto aseguraba el control del 100% de las dos empresas y de cara al exterior, solo tendría que dar cuentas de los aspectos tecnológicos de la Ingeniería. Una gestora externa se ocuparía de los temas administrativos.

Inició un proceso de selección entre licenciados procedentes de carreras técnicas, y acabó decantándose por un ingeniero de electrónica industrial y otro de sistemas informáticos. Ambos tenían un nivel excelente, aunque eran unos frikis de cuidado. Se llamaban Tomás y Jacinto, aunque Pedro no tardó en rebautizarlos cariñosamente como Tom y Jerry, ya que siempre estaban como el gato y el ratón. Pese a que el fondo de dinero acumulado procedente de la patente era importante, la elevada remuneración ofrecida a sus empleados, requeriría la entrada de peticiones de proyectos lo antes posible.

Pedro prefería pagar muy bien a sus colaboradores y asegurar que no lo dejasen en la estacada a la primera oferta que recibiesen. Además, estaba convencido de que Tom y Jerry eran muy buenos en lo suyo y que se ganarían hasta el último euro de su sueldo, convirtiéndose en las piedras angulares de TotSystems S.L.

La providencia no tardaría en situar en el camino de Pedro, a una persona que sería fundamental en el ámbito de la financiación de su empresa.

Del coronel Wolf, no había vuelto a saber nada desde que sus amigas militares le entregaron el pendrive en la discoteca de Boston. Tras descifrar el contenido de la documentación, vio que se trataba de un sistema que mejoraba la velocidad de disparo de las torretas ametralladoras automáticas de 50mm, instaladas en las fragatas del tipo FFG de la Navy estadounidense.

Tras estudiar el proyecto, detectó que los cálculos de los motores aceleradores de la cadencia de disparo, estaban ligeramente equivocados, ya que sufrirían un sobrecalentamiento excesivo, llegándolos a inutilizar. Aportó en sus conclusiones el cálculo correcto y lo devolvió al coronel por los métodos establecidos. Y desde entonces, casi tres años, silencio total. Lo que Pedro desconocía  es que Wolf había hecho modificar los cálculos para ver si Pedro lo detectaba, y tal como el militar esperaba, el joven había superado la prueba.

El primer día que volvió al “dojang” a entrenar, el sabom nim, que lo apreciaba desde la infancia, se puso muy contento de tenerlo de nuevo en el gimnasio. Park Jung, conocedor de la relación entablada entre su sobrina y Pedro, aunque no del grado de intensidad de esa relación, no quiso explayarse demasiado en el tema y se limitó a interesarse de si Pedro estaba bien tras la ruptura. Después de una hora de conversación con las anécdotas vividas en los EEUU, el maestro le presentó a el resto de compañeros que en ese momento estaban entrenando.

Allí fue cuando conoció a Roberto, un hombre casi tal alto como él, unos diez años mayor y que tenía su mismo nivel de taekwondo, cinturón negro 4º DAN. Pese a la diferencia de edad, pronto congeniaron y se convirtieron en pareja habitual en el combate y entablaron una gran amistad. Roberto era un alto ejecutivo de una empresa de Import-Export y en apariencia, se ganaba muy bien la vida.

Al explicarle Pedro que era el director técnico de la empresa de servicios de ingeniería, TotSystems, SL., y que aún no tenían demasiados proyectos en los que trabajar, en realidad ninguno, Roberto le facilitó unos magníficos contactos de clientes suyos, susceptibles de necesitar los servicios de la ingeniería de Pedro.

Esa ayuda desinteresada fue “mano de santo”, y tras contactar con esas empresas, empezaron a llover peticiones de trabajos de diferente envergadura, suficientes como para ocupar el tiempo de sus empleados y el suyo por más de un año. Viendo que posiblemente tendría que contratar a más personal cualificado, invertir en la compra de los mejores equipos informáticos, de reprografía, de dibujo técnico, software especializado, etc., se decidió a explicarle a Roberto la “particularidad” de su empresa y la actual necesidad de inversión, por lo que se atrevió a pedirle un préstamo.

-         Para qué quieres la pasta, ya me lo has explicado, ahora falta saber ¿cuánto dinero necesitas? – Roberto preguntaba a su joven amigo –.

-         “Solo“ 500.000€ - dijo Pedro con toda naturalidad -.

-         Vaya… medio kilo… bonita cantidad, ¿cuándo podrías devolvérmelo?

-         En seis meses te devolveré lo prestado más 50.000€ de intereses – contestó Pedro con una seguridad pasmosa -.

-         Eso supondría el equivalente a un 20% anual… uhmm… veo poco factible que le saques tanto rendimiento a mí dinero. Te saldría más a cuenta pedírselo a un banco, es difícil que te lo presten, pero los intereses serían mucho menores.

-         Pero es que no quiero darle mis beneficios a un banco, prefiero dárselos a un amigo.

-         Vale…, cuenta con el dinero y olvídate de los intereses, con que me devuelvas lo prestado me conformo, tampoco me hace falta en este momento.

-         Tendrás tu dinero más los intereses, es el precio que estoy dispuesto a pagar por confiar en mí.

-         Vale chaval, pero también quiero que te dejes ganar en algún combate… jeje. Disimuladamente, para no herir mi orgullo.

-         Por esta pasta, me dejo ganar las veces que quieras...jeje – rieron con ganas los dos -.

Los días pasaban y Pedro no había tenido ninguna relación sexual desde que volvió de EEUU. El trabajo le abstraía de pensar en el sexo y sobre todo, de pensar en Eun Hwa. Pero lo del sexo estaba a punto de cambiar.

En la visita a una planta de tratamiento y envasado de alimentos ecológicos, cuyo contacto le había facilitado Roberto, mientras el propietario le explicaba las necesidades que tenían para que TotSystems desarrollase su implantación, le presentaron a la responsable que supervisaba toda la producción de los productos ecológicos. La sorpresa que se llevó Pedro fue mayúscula cuando vio que la bióloga que le estaban presentando, era ni más ni menos que Gloria, la chica a la que entregó su virginidad años atrás.

Estaba estupenda, con un cuerpo más impresionante que cuando la escogió en esa fiesta. Su belleza había madurado y, aunque su forma de vestir parecía muy formal, no ocultaba las fantásticas curvas de su privilegiada anatomía. A pesar del tiempo transcurrido, ella lo reconoció al instante y tuvo que contenerse para no lanzarse a su cuello para abrazarlo.

El propietario se extrañó del comportamiento de su bióloga:

-         ¿Se conocen ustedes? – preguntó intrigado -.

-         La verdad es que sí, años atrás la Srta. Gloria fue mi profesora de… ¿cómo se llamaba esa asignatura?

-         “La biología de las relaciones humanas, teoría y práctica” - dijo Gloria con una divertida sonrisa – y el Sr. Pedro fue mí alumno más destacado, recuerdo perfectamente sus excelentes “trabajos”.

-         Con una profesora como usted, puedo asegurar que disfruté al máximo de sus “enseñanzas”.

-         Pues perfecto que se conozcan, porque quiero que se encargue de transmitir al Sr. Pedro de todas las necesidades que tenemos en nuestra planta para el tratamiento de los productos, asegurando de principio a fin la calidad y la máxima higiene para poder certificar con la etiqueta ecológica.

-         Pero ahora mismo tengo otros trabajos urgentes de supervisión – Gloria se quejaba sin mucho entusiasmo -.

-         Pues los aparca por hoy. Quiero que se encierren en la sala de juntas durante todo el día hasta que le quede meridianamente claro al Sr. Pedro, lo que esperamos de su empresa. Me encargaré personalmente de que nadie les moleste. Si necesitan cualquier cosa, descuelguen el teléfono y mi secretaria se lo facilitará.

Cuando se cerró la puerta de la sala de juntas, los dos se quedaron quietos a tres metros de distancia el uno del otro, mirándose a los ojos y al resto de sus cuerpos, intentando asimilar los cambios obrados por el tiempo transcurrido.

-         Estás… guapísimo. – decía Gloria con cara de admiración – Más… hombre.

-         Pues decir que tú has mejorado, es quedarse corto. Si tuviese que escoger a una mujer para mi primera vez, no dudaría en volver a elegirte.

-         No has cambiado nada, sabes decir las palabras exactas para abrir el corazón de una mujer. Ven aquí y abrázame bien fuerte.

Permanecieron abrazados durante más de dos minutos, con los ojos cerrados, transmitiéndole al otro lo importante que fue en sus vidas, la corta pero intensa relación de sexo y amistad. Se sentaron sobre la enorme mesa de la sala, uno al lado del otro, con los pies colgando, y dedicaron dos largas horas en contarse con detalle sus periplos universitarios, las relaciones sexuales y amorosas que habían tenido, sus aspiraciones profesionales, en definitiva... su vida.

-         No consigo olvidar a Eun Hwa - confesaba Pedro – pero sé que he de pasar página y recomponer mi vida afectiva.

-         Yo también estoy en ello, después de dos años con mi novio, incluso teníamos fecha para la boda, me enteré que se tiraba cualquier cosa que oliese a coño. Fue un duro golpe que me hizo replantearme mi relación con los hombres.

-         Pues, aunque no lo hemos pasado mal con el sexo, el amor nos ha hecho bastante daño a los dos – decía Pedro mientras pasaba su brazo por los hombros de su amiga, atrayéndola hacia sí mientras ella apoyaba su cabeza en su pecho -.

-         No me acordaba de lo fantástico que es oír latir tu corazón apoyada en ti. – decía ella con voz melancólica -.

Permanecieron en esa posición unos minutos en silencio, hasta que algo se disparó en la mente de Gloria y de un salto, bajó de la mesa para colocarse frente a Pedro, separando sus rodillas para poder estar más cerca de él, hasta topar con la mesa.

-         Te propongo un trato. A partir de ahora vamos a ser los mejores “follamigos” del mundo, a disposición del otro para lo que se necesite, follar, amistad, compañía, o todo junto. Si alguno tiene la suerte de encontrar a su media naranja y se enamora, el otro promete no interferir en la relación de pareja, nada de sexo, pero mantenerse a muerte como amigo incondicional. – miraba los ojos azules de Pedro con un alegre brillo de emoción en los suyos -.

-         Aceptado – Pedro le tendió la mano que la chica estrechó exageradamente con un gesto cómico -.

-         Ahora que hemos firmado el pacto, ya podemos empezar – su mirada se volvió divertidamente perversa y viciosa -.

Empujó a Pedro hasta tumbarlo de espaldas sobre la mesa y a continuación, le quitó los zapatos y le bajó el pantalón y el bóxer para sacárselos por los pies. La visión del pene que ya empezaba a crecer, la cautivó como en el pasado.

-         Dios mío, cuanto he echado de menos a esta maravilla –.

Mientras su mano subía y bajaba la suave piel del falo de Pedro, su lengua recorría toda la distancia desde la base hasta la cabeza del glande, acabando por engullirla dentro de su boca, iniciando así una de sus fantásticas felaciones tal como Pedro las recordaba. Cuando llegó la inevitable eyaculación, a Gloria le fue imposible asimilar en su garganta tal cantidad de esperma acumulada desde tanto tiempo en los depósitos de Pedro. La chica se tragó todo lo que pudo, pero por la comisura de sus labios se escapó una gran cantidad de leche mezclada con su saliva.

-         Dios mío, vaya producción – decía asombrada – podrías inseminar a medio país con todo esto.

-         Es que llevaba tiempo sin desahogarme. – decía Pedro aún jadeante por la corrida -.

-         Pues yo tengo el coño inundado de flujos y pienso seguir exprimiendo a esta “belleza” hasta la última gota.

Gloria se subió sobre un Pedro tendido cuan largo era sobre la mesa, y recondujo la verga a la entrada de su vagina, ya dispuesta para la acción. Cuando sentía las paredes de su sexo contraerse para comprimir ese pene hinchado por la presión sanguínea, sensaciones placenteras se acumulaban en su cerebro provocándole un estado de ingravidez que la enloquecía. Ella cabalgó sobre su montura durante un buen rato hasta conseguir llevarlos a los dos, al delirio con un orgasmo casi simultáneo.

Siguieron el fornicio por toda la sala, sin respetar nada, en las sillas, sobre el sofá, en la pequeña barra del mini bar, de pie contra la puerta, hasta que satisfechos, se vistieron y pidieron a la secretaria que les trajese algo para comer. Después, en una hora de trabajo efectivo, dieron por terminada la reunión, intercambiándose los teléfonos y prometiendo llamarse para cualquiera de los motivos que habían acordado en su pacto.

Pasaron los meses y la empresa funcionaba como un tiro, las provisiones de fondos abonadas por sus clientes permitieron a Pedro devolver el préstamo con los intereses prometidos, un mes antes del plazo acordado. Roberto estaba alucinado.

-         Joder chaval, esto sí que es un negocio, ¿no me puedes vender algunas acciones de TotSystems? – decía Roberto mientras bloqueaba hábilmente el ataque de Pedro -.

-         Gracias a tus contactos la empresa ha despegado como un avión, espero que pronto se convierta en un cohete.

-         No corras más de lo necesario en cada momento, disfruta de cada instante con humildad. – hizo una pausa en el combate -.

-         Tienes razón Roberto, haré caso de tu sabio consejo. La verdad es que el dinero no me importa demasiado, pero lo que más me pone es afrontar el reto, la dificultad técnica, eso sí que me motiva.

-         Esa es la actitud…jeje – decía Roberto mientras aprovechaba para lanzar una patada que impactó de pleno en el casco protector de Pedro, haciéndole tambalear como un pelele.

-         Vaya hostia… que cabrón…

-         No te despistes, jeje. Con el súper cerebro que tienes debes ser capaz de concentrarte en varias tareas simultáneas, aprende de las mujeres que son únicas en eso, y nadie podrá pararte.

-          Vale…vale… necesito una ducha – le decía a su amigo y acabaron los dos caminando entre risas hasta el vestuario -.

La desgracia sobrevino a la familia de Pedro al cabo de un mes. Su padre sufrió un infarto que acabó con su vida de forma fulminante. Si a Pedro le afectó mucho la pérdida, a su hermano Daniel le dejó destrozado. Siempre se había apoyado en Pedro y en su padre, y ahora la mitad que sustentaba su fragilidad, había desaparecido para siempre. Pedro, que quería a Daniel con el alma, se esforzaba para hacerle entender que siempre estaría a su lado para ayudarle, y que no debía de tener ningún miedo al futuro.

Y la vida continuó inexorable, con los problemas de la crisis financiera mundial que afectaron la economía de tantos países. Por suerte, la ingeniería de Pedro no sufrió ningún problema económico durante ese tiempo, y tanto él como sus trabajadores pudieron seguir adelante, obteniendo buenos beneficios debido al volumen de proyectos encomendados.

Se reactivaron los “encargos” secretos que le enviaba el coronel Wolf, tratándolos de forma confidencial, totalmente al margen de su empresa y de sus asalariados, que ignoraban que su jefe estuviese colaborando con la Seguridad Nacional de los EEUU. Aunque no le aportaban ninguna remuneración y requería una dedicación de tiempo considerable, los cada vez más complicados proyectos que le enviaban los americanos hacían que el joven se motivase al 100% para poder aportar su capacidad de conocimiento y sus extraordinarias genialidades.

En el aspecto emocional, el amor había desaparecido por completo de su vida, y continuaba sin encontrar a ninguna mujer que le hiciese sentir mínimamente lo que había sentido con Eun Hwa. Por suerte en el ámbito sexual la cosa era diferente. La relación de “follamigos” con Gloria funcionaba de maravilla en todos los sentidos, el sexual era alucinante, y el de amistad había llegado a un nivel de intimidad inmejorable. Se lo contaban todo (casi todo en el caso de Pedro) y se apoyaban en cualquier necesidad que su amigo tuviese.

Tanto Gloria como Pedro tenían varias, se podría decir que bastantes, relaciones de sexo con otras personas, en general muy satisfactorias, y no tenían ningún reparo en compartir los detalles de sus experiencias sexuales con otros. Incluso en algunas ocasiones habían hecho algún desenfrenado y disfrutado trio ellos dos con otra mujer, o con otro hombre.

En ese tiempo, Gloria había tenido relaciones serias en dos ocasiones, con todo el apoyo y los ánimos de Pedro para que esas relaciones funcionasen, pero acabaron fracasando, y ella se decía a si misma con pesar, que estaba claro que no había nacido para lograr una relación amorosa estable en su vida.

En tres ocasiones, Pedro disfrutó de las visitas de Helen y Katy a España, en las que se montaron unas sesiones espectaculares de sexo. Cada vez que ocurría, no tardaba en recibir una llamada indiscreta de Wolf, interesándose por el estado de sus protegidas, a las que había ascendido al grado de capitán y teniente. Pedro le mandaba a paseo y le colgaba el teléfono mientras escuchaba las risas burlonas del militar.

La relación de amistad con Roberto seguía en el ámbito de la práctica del taekwondo, aunque también con alguna transacción comercial. Pedro sentía una sana envidia de su amigo, de su relación amorosa con su esposa Yolanda, una espectacular e inteligente mujer con una gran reputación en los tribunales como fiscal. El matrimonio tenía dos encantadores hijos que a Pedro le provocaban confusos pensamientos de querer crear una familia, aunque veía muy lejos la llegada de ese momento.

Pese a la gran capacidad de su hermano Daniel como abogado, seguía siendo infravalorado en el gabinete donde trabajaba, quizás debido a su carácter débil y complaciente con sus jefes, que se aprovechaban de él sin darle la oportunidad que merecía para dar el salto a un nivel laboral mejor.

El tiempo transcurría y llegó el 2012, año del fin del mundo según el erróneo calendario Maya, pero que para Pedro, supuso un punto de inflexión en su vida. Por un lado, decidió contratar a su hermano como abogado y gestor fiscal y económico de su empresa TotSystems, ofreciéndole además de un buen sueldo, el 1% de las acciones de la empresa.

Daniel aceptó sin pensárselo ya que le permitía una mejora económica, el trabajar hombro con hombro con su querido hermano pequeño y demostrar su valía, además de estar harto de que abusasen de él en el bufete de abogados donde le prometían mejoras que nunca llegaban.

Pedro se decidió a contratar a un responsable comercial con habilidades para vender los servicios de la ingeniería en el máximo de sectores posible, y encontró un filón en Mauro, un comercial nato capaz de vender una nevera a un esquimal, un tipo con algo de conocimientos técnicos, pero sobre todo con unas habilidades sociales extraordinarias y excelentes contactos.

En poco tiempo consiguió aportar al negocio gran cantidad de pedidos que obligaron a contratar a más personal cualificado, que entraron a depender de la supervisión de Tom y Jerry. Pedro acordó con Mauro que, si conseguía aumentar la cartera del negocio a una determinada cifra, le traspasaría el 1% de las acciones. En tan solo dos meses se llegó al objetivo pactado y la empresa pasó a tener un socio mayoritario y tres socios minoritarios, aunque uno de ellos falso.

Pedro había reformado el modesto piso en el que había vivido con su familia, adaptándolo para poder trabajar en él y al mismo tiempo, ser su domicilio oficial. Pero sin hacer hacerlo público, se trasladó a una pequeña nave industrial que compró y transformó en una vivienda diáfana de espacios comunes abiertos, delimitando un espacio aislado para el trabajo, otro para el ocio con sala de juegos, gimnasio y una nada desdeñable piscina climatizada. La última zona estaba reservada a la intimidad de su gran dormitorio y de otras cuatro habitaciones con baño incluido. Aunque alternaba con su viejo pisito, este nuevo edificio se convirtió en su santuario personal secreto.

No es que Pedro tuviese una gran fortuna, pero sí el suficiente dinero para permitirse eso y más. Aunque no hacia ostentación de su posición económica, ya que solía vestir con sencillez y su coche habitual era un sencillo utilitario, también poseía un vehículo de alta gama y un vestuario compuesto de trajes de grandes marcas que utilizaba solo para las ocasiones que lo requerían.

Debido a la ampliación de plantilla y para adecuar las condiciones de trabajo, mejorar la ubicación de equipos, necesidad de nuevos despachos, Pedro compró toda una planta de un moderno edificio de oficinas situado en una zona de negocios, para instalar la sede social de su empresa. Con todo esto consiguió adaptar la imagen pública de la empresa a la merecida reputación de ingeniería solvente, y con soluciones para diferentes sectores industriales. La empresa había pasado a facturar de 15 a 50 millones de euros anuales después de impuestos.

Muchos empresarios importantes a nivel español y también europeo, se interesaban por los servicios de TotSystems, y Pedro se veía obligado a codearse con gente de la alta sociedad, asistiendo a algunas fiestas y eventos que le servían para estrechar lazos comerciales.

En una de esas fiestas, tras llegar a un acuerdo de colaboración con el dueño de una importante cadena de supermercados, estaba tomando su refresco apartado de los diferentes grupos de personas que conversaban. Observó que se relacionaban más o menos por generaciones, agrupándose los jóvenes a banda de los mayores. En el grupo de los jóvenes destacaba una chica rubia de aproximadamente su edad, unos 26 años, que hablaba con sus amigos de esa manera que Pedro consideraba tan superflua, típica de los pijos ricos, que suelen vivir alejados de la realidad mundana de las clases que ellos consideran inferiores.

Lo cierto es que era una mujer de cuerpo espectacular, con una melena rubia que caía de forma falsamente descuidada sobre sus hombros, con una altura de poco más de 1.70mts., cubierta con un ceñido vestidito corto que resaltaba un trasero divino bajo una estrecha cintura, y unos senos perfectos en tamaño y forma. Sus verdes ojos y su cara preciosa llamaron especialmente la atención de un Pedro que se sentía aburrido y desplazado entre esa gente.

Se cruzaron la mirada con la rubia en un par de ocasiones, hasta que Pedro, cansado del ambiente de la fiesta, decidió que ya era el momento de largarse de ahí y dejar toda esa molesta arrogancia y superioridad que desprendían esos ricos. Tenía ganas de llegar a casa y quitarse el elegante esmoquin de marca para pegarse un baño relajante en su piscina.

Cuando estaba esperando que el aparcacoches le acercara su Bentley Flying Spur, notó como unos dedos golpeaban suavemente su espalda y al dar la vuelta, se sorprendió de ver a la chica rubia que le sonreía mostrando una bonita y milimétricamente alineada dentadura.

-         Perdona que te aborde de esta manera, pero he visto que te marchabas de la fiesta sin decirme nada. – le decía ella sin dejar de sonreír -.

-         Disculpa, pero… ¿nos conocemos?

-         Bueno, ahora sí, soy Isabel y tú ¿eres…?

-         Pedro, encantado de conocerte, pero estoy un poco cansado y quiero volver a casa – decía en el momento que llegaba su coche -.

-         Yo también estoy cansada de esta aburrida fiesta. Podríamos dar una vuelta en este bonito coche y tal vez… tomar una copa juntos en un lugar más tranquilo.

-         Me parece bien – le decía abriéndole la puerta del copiloto para que se sentara – Tú dirás a donde prefieres ir.

-         Vale, yo te indico – decía contenta -.

Mientras ella le daba instrucciones para llegar a donde quería, estuvieron hablando del porqué estaban en la fiesta, Pedro básicamente por negocios y ella por Míriam, su amiga íntima e hija del rico empresario anfitrión.

Llegaron a un lugar de la zona alta de la ciudad, que parecía más una mansión que un local de copas. Los porteros reconocieron a la mujer y la saludaron con diligencia mientras otro hombre les acompañaba hasta su mesa. Estaba claro que era un local exclusivo para gente adinerada, probablemente había que ser socio para poder entrar en ese lugar que, aunque estaba bastante oscuro, se podía intuir lo lujoso de su decoración.

Un cuarteto tocaba sin estridencias una suave música de jazz sobre un pequeño escenario, y nada más sentarse, una hermosa camarera tomó nota de sus consumiciones para traérselas al cabo de un minuto. Tras dar un sorbito a su combinado, Isabel se extrañó de que Pedro no tomase alcohol.

-         Prefiero un refresco, el alcohol distorsiona mi mente y necesito estar despejado con una chica como tú.

-         Eres el único tío que conozco que no bebe… aunque también te hace más interesante.

-         Pues no lo hago por eso, simplemente no me gusta. Pero ¿cómo es que te has decidido a venir conmigo? No parecía que te lo estabas pasando muy bien con tus amigos en la fiesta, se notaba que estabas en tu ambiente.

-         Te refieres a mi “ambiente” de pijos ricos…

-         Disculpa no quería molestarte… solo es que no me muevo bien en ese tipo de círculos elitistas.

-         No me he molestado – decía mientras daba otro sorbo a su bebida – pero me he fijado en ti mientras hablabas con ese empresario y me ha parecido que lo tenías todo muy controlado…

-         Vaya, parece que la que lo controla todo eres tú.

-         No puedo negar que te he estado siguiendo durante toda la noche. Eres diferente a los hombres a los que estoy acostumbrada… y tampoco negaré que me atraes mucho, por eso estoy aquí contigo y no con otro.

-         Pues te confieso que yo también te he estado observando, y la verdad es que me gusta mucho lo que veo. Aún no comprendo cómo no te estoy besando y en lugar de venir aquí, no estamos en mi casa o en la tuya.

-         Tranquilo… no te aceleres de golpe. El que me gustes no significa que me vaya a la cama contigo a la primera de cambio – decía riendo -. No tengo demasiadas manías en lo del sexo, pero me gusta conocer un poco a la persona antes de dejar que me coma el coño.

-         Pues conozcámonos y si te parezco bien, luego ya me dejarás probar la “comida”, hambre no me falta…

Los dos soltaron unas carcajadas y empezaron a conversar distendidos por lo propicio del entorno y por unas francas ganas de conocerse. Pedro le explicaba su trabajo en la ingeniería, sus estudios, cómo se ganaba la vida, su afición al taekwondo y ella le contó que trabajaba de bróker en la compañía de servicios financieros de su padre. Provenía de una familia de banqueros, banco que su padre acabó reconvirtiendo en una financiera donde gestionaban activos financieros e invertían en diferentes tipos de rentas, fondos de inversión, en bolsa, etc.

Estuvieron hablando un par de horas hasta que Pedro decidió que era el momento de besarla. Ella correspondió al beso con la misma intensidad que él, pero cuando el joven intentó que su mano se abriese paso bajo su vestido, la reacción de ella fue cogerle la mano para detenerlo.

-         Por hoy es suficiente – le decía sin dejar de sonreír – ahora quisiera volver a casa.

-         Claro que sí, disculpa – contestaba Pedro un poco contrariado - Dime dónde vives y te acompaño.

-         No pongas esa carita – y le dio un piquito – esto no acabará aquí.

-         Como tú quieras, soy paciente.

Detuvo el coche frente a una verja metálica cuya puerta se abrió con unas pulsaciones del celular de Isabel, y siguieron por un camino ajardinado a sus lados hasta llegar a una fuente ornamental de agua a modo de rotonda, delante de una impresionante mansión. Se besaron en la boca con sus lenguas deslizando entre ellas hasta que dieron por terminado el beso. Se intercambiaron los teléfonos y quedaron en llamarse para otra cita.

Mientras Isabel descendía del vehículo, tras una cortina de una ventana de la primera planta del edificio, Eduardo Ferrer miraba como su única hija se despedía del conductor del Bentley moviendo su mano. Esperó hasta que entrara en la casa para bajar a encontrarse con ella.

-         Hola papá.

-         Es tarde… ¿Quién era ese tipo?

-         Creo que le he encontrado – dijo ella convencida -.

-         ¿Estás segura?

-         Me parece que tiene todo lo que necesitamos para que salga bien.

-         Ya veremos, tenemos que saber más de él, por lo menos con ese coche no tiene pinta de ser un pordiosero.

-         Trabaja aquí – le tendía una tarjeta de TotSystems – es ingeniero y aparte de ser un encanto, está buenísimo.

-         Bien, encargaré que lo investiguen y pronto sabremos si es apto – decía mientras se sentaba en el enorme sofá del salón -, ahora quiero que le enseñes a papá lo que una putita como tú sabe hacer con esa boquita.

-         Claro que si papaíto, me voy a comer toda esa carne y luego me beberé toda la lechecita hasta la última gota – decía infantilizando la voz y arrodillándose frente a su padre mientras le desabrochaba el pantalón, liberando una buena polla que ya apuntaba al techo de la estancia -.

Pasó la lengua por toda su extensión sin dejar de mirar los ojos de su padre, y empezó a chupar ese pene con avidez, mientras el hombre tiraba de su pelo para que lo engullera hasta su base, al tiempo que la llamaba zorrita, puta, cerdita de papá, y otros apelativos por el estilo.

Inmóvil y en silencio desde el pie de las escaleras, Eugenia del Monte con la mirada fija hacia el salón, veía como su hija se la chupaba con devoción a su marido, mientras unas lágrimas de dolor se escapaban de sus ojos y descendían por sus mejillas…