Sin Perdón. (3)
Senza ha recordado su pasado y va a luchar por darle la vuelta a su terrible presente
Nápoles – (noviembre de 2016)
Había despertado, pero la pesadilla continuaba en forma de polla que profanaba su esfínter. Y decidió darle fin.
Con un movimiento de sus piernas y cadera, consiguió que el pene enfundado en un condón, resbalara y saliese de su interior. Sus manos agarraron los antebrazos del tipo que lo sujetaba y con un brusco giro coordinado de sus muñecas, quebró los huesos de los brazos del hombre, que soltó un aterrador alarido de dolor. Senza tiró de sus miembros rotos hasta que le hizo pasar por encima de la máquina, dejándolo caer a sus pies. Miró a sus ojos con frialdad mientras con una mano levantaba su cabeza tirándole del pelo y la otra descargaba un golpe seco contra su garganta con el puño semicerrado. Murió al instante.
Con una patada alta hacia atrás golpeó a Tino en pleno rostro haciéndolo caer aturdido al suelo. La visión perimetral de Senza detectó a tres metros a otro hombre que intentaba apuntarle con una pistola automática mientras una chica acurrucada en la pared, mostraba sus pechos a través de un desgarrado vestido.
Senza con una patada volteada desarmó al hombre y cogiéndolo por el cuello, lo sujetó empotrándolo contra la pared. Lanzó tres golpes seguidos con el puño cerrado en tan solo un segundo, directamente sobre la zona del corazón, haciéndolo estallar y ocasionándole la muerte tras varios estertores y esputos de sangre por su boca.
Senza miró con curiosidad a la chica en el suelo que temblaba de miedo, al tiempo que caminaba hacia el cuerpo tendido bocabajo de Tino, que lloriqueaba suplicando con los ojos cerrados:
- Por favor… no me hagas daño… te daré lo que me pidas… soy rico… pero no me mates…
- Tranquilo que no te va a doler.
Senza se sorprendió al oír las palabras que acababan de salir de su garganta. Había hablado, aunque su voz sonaba más grave y diferente de la que ahora podía recordar como suya, la sensación de volver a hablar de nuevo le produjo una gran satisfacción.
Se colocó sobre Tino cogiéndole la cabeza con los brazos contrapuestos, con una mano en la mandíbula y la otra en la nuca. Un giro rápido de sus manos provocó un crujido siniestro al romperle el cuello. Soltó la cabeza que rebotó contra en suelo al tiempo que Senza volvía a ponerse en pie.
Acababa de matar a tres hombres y no sentía ningún remordimiento. Nunca había matado a nadie, pero estaba claro que con sus conocimientos de taekwondo había sido muy fácil. Había faltado al principio fundamental de ese arte marcial, usar solo como defensa, pero no había dudado el utilizarlo para matar sin piedad alguna.
Notaba como un pequeño reguero de sangre descendía por la parte posterior de sus muslos, producto de la sodomía forzada.
Se acercó hasta el cadáver del hombre más alto y le quitó los pantalones y la chaqueta para vestirse y luego rebuscó entre su cochambroso y viejo abrigo hasta encontrar su anillo de oro. La chica se había levantado y aparentemente parecía haber recuperado cierta calma.
- Tenemos que salir de aquí ahora mismo. ¿sabes quién era ese de ahí? – señalaba el cuerpo inmóvil de Tino -.
- Un hijo de puta que me ha dado por culo, pero no volverá repetirlo nunca más. – dijo en un nefasto italiano -.
- Vale, pero que sepas que te has cargado al sobrino del capo más importante de la Camorra napolitana y a dos de sus secuaces. Si nos identifican o nos pillan estamos muertos los dos, y nuestras familias también.
- Pues desaparezcamos. – dijo Senza mientras sentía un dolor punzante en su cabeza – Larguémonos con su coche, pero antes eliminemos cualquier cosa que nos comprometa.
Senza, requisó los celulares de los tres cadáveres y también cogió sus armas, las carteras y las llaves del Audi.
- Hay que quitar las baterías y las sims de los móviles – dijo Senza a la mujer siguiendo con su limitado italiano –.
- Podemos hablar en inglés si te es más fácil – dijo la joven hablando con fluidez en ese idioma -.
- Perfecto, mucho más sencillo para mí y nos entenderemos mejor.
Se dirigieron hasta el coche, mirando a su alrededor por si había alguien que los pudiera ver. Aparentemente nadie dio señales de vida y se metieron en el coche cerrando las puertas.
- Conduce tú, que estoy un poco mareado, ves despacio y salgamos de este barrio, con calma – le dijo viendo como a la chica le temblaban las manos sobre el volante.
Mientras circulaban lentamente por las callejuelas desiertas, Senza borró todos los datos del GPS del vehículo y lo desconectó. Extrajo el dinero en billetes de las carteras y recopiló las medias destrozadas y la ropa interior de la chica, diseminadas en la parte trasera del vehículo. Lo metió todo, a excepción de las armas, dentro de una bolsa de plástico que encontró en la guantera.
A unos 100 mts. de donde se encontraban, vislumbró un bidón metálico del que salían unas llamas de fuego que danzaban hacia el cielo, utilizado a modo de estufa por varios hombres que estaban calentándose a su alrededor. Pidió a la mujer que detuviera el coche a una distancia prudencial y que le esperara con el motor parado y sin luces.
Se acercó dónde estaba el bidón estufa y disimuladamente dejó caer la bolsa con las baterías, las tarjetas sims de los móviles, así como las carteras de los maleantes y la ropa interior de la chica. Estuvo un rato con los hombres para asegurarse de que todo se quemaba correctamente y con discreción, fue alejándose de allí para volver al coche sin que los demás se percatasen de la maniobra.
Salieron del barrio y en una calle más amplia aparcaron el coche frente un supermercado con las persianas bajadas.
- Espérame en ese portal, – le dijo Senza señalándolo – voy a dejar el coche entre esos camiones aparcados en aquel descampado, mientras tanto intenta arreglarte el vestido.
Cuando volvió con ella, caminaron abrazados simulando a una pareja de enamorados durante varias manzanas de edificios y atravesaron un pequeño parque con un estanque artificial. Senza aprovechó para lanzar al agua las pistolas.
- ¿Y ahora qué hacemos? – preguntó la joven implorando una solución mágica por parte del hombre -.
- Si cogemos un taxi, con la pinta que llevo y el olor que desprendo no pasaremos desapercibidos ni pareceremos creíbles. Es mejor que te vayas tú sola en un taxi y yo ya me buscaré la vida.
Ella asintió y tras desearse suerte, empezó a alejarse hacia la avenida hasta que se detuvo y dio media vuelta para regresar hasta donde estaba él.
- No voy a dejarte solo, te llevaré a mi apartamento. Iré a buscar mi coche con un taxi y volveré a recogerte. Espérame una hora en el parque, prometo que vendré a por ti.
- No sé si es buena idea que sigamos juntos… - dudaba él -.
- He visto cómo te defiendes, creo que estaré más segura a tu lado que sola.
- Vale, si en una hora no estás aquí, entenderé que has cambiado de idea.
- Volveré, no te vayas. – prometió -.
Cincuenta minutos después, apareció con la misma ropa con la que se fue, conduciendo un flamante BMW X5 e invitó a Senza a subir.
Aparcaron en el parking del bloque donde Letia tenía su apartamento y subieron con el ascensor directamente hasta su planta. El apartamento era relativamente grande y decorado con buen gusto, se notaba que había mucho dinero invertido en diseño por todas partes.
Nada más cerrar la puerta y entrar en el salón comedor, la joven se quitó el maltrecho vestido quedándose completamente desnuda frente a Senza, que se dio la vuelta al instante para no incomodarla.
- Vaya, va a resultar que eres tímido. Creo que con la situación límite que hemos compartido el estar desnudos debe de ser la menor de nuestras preocupaciones.
- Tienes razón – dijo girándose otra vez hacia ella y fijándose en el cuerpo perfecto de la chica – creo que tienes un hematoma en el pecho izquierdo.
- Ese cabrón me ha mordido – dijo mientras se miraba enfadada en un espejo de la pared – Puedes desnudarte y meter esa ropa asquerosa en esta bolsa de plástico y luego tírala al cubo de la basura.
Viendo que él no daba el paso le dijo.
- No te sientas cohibido que ya te he visto la polla, que por cierto es muy… bonita, y he asistido a cómo te daba por culo ese hijo de puta. Eso hace que ya seamos íntimos, solo me falta saber tu nombre, el mío es Letia.
- Yo soy – se paró un momento a pensar –. Pedro… aunque mi nombre actual es Senza. Es complicado.
- Vale, ya me lo contarás cuando quieras. Ahora necesito ducharme pero que lo hagas tú es imprescindible. Desnúdate de una puta vez y ven conmigo a la ducha y después al jacuzzi.
Mientras ella fue hasta el baño, Senza se desnudó y tiró la ropa como ella le había indicado. Al entrar en el espectacular baño vio como ella se duchaba dentro del amplio espacio delimitado con mamparas transparentes. Fuera de la zona aislada había un jacuzzi circular para unas cuatro personas. Ella abrió la puerta de la mampara invitándole a entrar y él no se hizo esperar, situándose junto a la chica bajo la lluvia de agua.
- Joder que mal hueles, deja que te limpie bien.
Con una esponja bien enjabonada empezó a frotar su espalda, siguiendo por todo el resto del cuerpo, tratando con suavidad su pene y los testículos. Tuvo especial cuidado al llegar a su ano, que mostraba una herida al haber sido forzada su entrada violentamente.
- Tienes una pequeña herida que ha sangrado un poco, pero no parece nada grave. Suerte que ese cabrón tenía una polla pequeña y tuvo la decencia de usar condón. – se detuvo un rato a pensar preocupada –. Perdona mi insensibilidad, te acaban de violar… ¿estás bien?
- Aun no lo sé…, la verdad es que he estado inconsciente durante todo el rato salvo al final, cuando me desperté y… corté por lo sano… He pasado por cosas mucho peores… el tiempo dirá como me afecta.
- Te entiendo, es algo que uno no piensa que te vaya a ocurrir, por desgracia las mujeres sabemos de eso…
- Tienes razón, no le demos más vueltas… ¿Puedo preguntarte que hacías con esos tres cabrones?
- Te podría explicar una historia en la que soy una guapísima modelo, y que me raptaron para abusar de mí. La verdad es que también soy prostituta y al acudir engañada a una cita de trabajo, me obligaron a ir con ellos. Luego todo se descontroló y… aquí estoy, desinfectándote a conciencia. Siéntate en la repisa de la pared que eres demasiado alto para limpiarte ese cabello y barba, que espero que no tengan habitantes indeseables. El corte de la cabeza parece casi cerrado, pero te saldrá un buen chichón.
Senza ya no tenía dolor de cabeza y la sensación de mareo había desaparecido. En condiciones normales su pene debería estar en plena erección por lo excitante de la situación, pero no estaba de humor para festivales erótico-sexuales. Como si le hubiese leído la mente, Letia dijo:
- Visto lo del callejón supongo que no eres gay, por lo que empiezo a preocuparme por mi capacidad de provocar la excitación a un hombre. Con todo lo que te estoy sobando y desnuda ante ti, tu pene ni se ha inmutado. ¿Eres impotente?... ¿no estoy lo suficiente buena para ti?... Perdona, - se disculpó al instante temiendo haber ofendido a Senza con esas palabras fuera de lugar - es injusto decirte eso… no pasa nada si no se te levanta o no te gusto como mujer… pero es que hasta ahora ningún tío se me había resistido como tú.
- No te disculpes que no me has ofendido. La verdad es que en cualquier otra ocasión con una mujer tan impresionante como tú, y en esta situación tan… sugerente, estaría follándote como un loco.
Pero esta noche he pasado por tantas situaciones… he recuperado el habla, la amnesia que padecía se ha esfumado de golpe y ya recuerdo todo mi pasado. Me han orinado encima, golpeado y violado, nunca había matado a nadie y hoy me he cargado a tres hombres sin inmutarme, y estoy con una belleza de mujer desnuda que me está limpiando el cuerpo a fondo.
Creo que son demasiadas impresiones para una sola noche. Tengo muchas cosas en las que pensar, y toca hacerlo con la cabeza y no con la polla.
- Joder, tienes razón… con todo ese “recorrido nocturno” que llevas, cualquiera piensa en el sexo. Perdóname, por ser una “salida” insensible. Pero aún no comprendo cómo un hombre como tú puede ser un indigente que duerme en un sucio callejón de Segondigliano. Ahora que te veo limpio y pulido, tu cuerpo es… impresionante, para nada el de un homeless.
Si arreglamos un poco el pelo y la barba, hasta podríamos hacer los dos de modelos de bañadores la próxima temporada de verano, incluso esa cicatriz de tu abdomen tiene su morbo.
- La barba no la podrías tocar demasiado ya que está ocultando estas horribles cicatrices que desfiguran mi rostro – apartaba el pelo para que pudiese verlas mientras ella mostraba cara de asombro –. Si te cuento lo ocurrido en mi vida desde este verano, no te lo vas a creer.
- Pues estoy dispuesta a escucharte mientras nos relajamos dentro del jacuzzi – acariciaba su cara barbuda con gesto tierno -. No me mires así que no voy a violarte, prometo ser casta y no tocarte, aunque me cueste contenerme… joder es que me has puesto súper cachonda… - se dio cuenta de que estaba desbarrando otra vez e intentó disculparse - Vale perdón... perdón… Me controlo.
Pero que tonta soy, debes de estar hambriento y no te he ofrecido nada. Aunque es muy tarde, puedo prepararte cualquier cosa o pedimos lo que quieras para comer.
- La verdad es que no tengo hambre y mi estómago no está para demasiadas florituras en este momento. Te acepto lo del jacuzzi, tal vez hablar de todo esto contigo me sirva para aclarar mis ideas. He de darle vueltas a lo que me ha ocurrido y ahora que se la verdad de todo, debo tomar varias decisiones respecto a cómo he de actuar.
Se metieron en el jacuzzi uno al lado del otro, como si fuesen amigos de toda la vida, y Senza empezó a explicarle toda la historia antes, durante y después de Lampedusa, hasta llegar a ese jacuzzi que compartía con Letia. Evidentemente omitió alguna información que consideró no necesaria contar en ese momento.
A la cara inicial de alucinación de la chica al escuchar el impresionante relato de Senza, le siguió una de tristeza, que acabó por provocarle lágrimas en sus ojos mientras no podía evitar abrazarse al torso del hombre y apoyar la cabeza en su pecho.
Después de compartir tan íntimas confesiones, sintieron que estaban muy cansados y decidieron ir a dormir. El apartamento solo tenía una gran habitación con cama de matrimonio, pero el sofá del salón también se convertía en una cama. Senza le dijo que dormiría en el sofá, pero ella cogió su mano y lo condujo hasta su habitación. Se acostaron desnudos como estaban y no tardaron ni cinco minutos en quedarse dormidos. La noche había sido muy larga.
El olor a café y a tostadas despertó a Letia, que se dio cuenta de que Senza no estaba a su lado. Se levantó y tras pasar por el baño, fue hasta la cocina vestida con una bata corta de raso que mostraba sus espléndidas piernas.
Su invitado había preparado un desayuno de campeonato. Llevaba puesto un pantalón de chándal y una camiseta holgada de manga corta, había hecho una coleta con su pelo, y la sonreía mostrando la mesa llena de comida e incitándola a que se sentara a desayunar.
- Buenos días Letia, aquí tienes el desayuno. He encontrado esta ropa de hombre en el armario y me la he puesto, espero que no te importe.
- Buenos días, que maravilla de desayuno – se acercó a Senza y le dio un suave beso en los labios con toda naturalidad – Estás guapísimo, la ropa te sienta mejor que al cabrón de mi exnovio.
- ¿No te fue bien con él? – preguntó interesado -.
- Al principio todo era perfecto, era mi novio y manager como modelo hasta que empezó a llevarme a fiestas en las que acababa follando con él y con otro tío, supuestamente un agente que me facilitaría un fantástico trabajo que nunca llegaba. Después ya me entregaba directamente a cualquier hombre con la misma excusa, hasta que descubrí que me había convertido en su puta y que cobraba a todos esos tíos por mis servicios. Le pegué una patada en el culo y decidí que, puestos a ser puta, lo haría escogiendo a quien follar y quedándome todo el beneficio de mí trabajo. Y aquí me tienes, prostituta y modelo, pero todo con dignidad. No engaño a nadie, puedes juzgarme si quieres, pero no me importa porque soy yo la que llevo las riendas de mi vida. Y hasta hoy me iba de fábula.
- Soy incapaz de juzgarte, no soy nadie para ello y menos después de lo que has hecho por mí, sacándome de…
- No sigas – volvió a acercarse hasta él dándole otro beso en los labios – vamos a acabar con este desayuno, estoy muerta de hambre.
Mientras comían, miraron las noticias en la televisión y en todas las cadenas hablaban de los tres cadáveres encontrados en Segondigliano. Gracias a sus antecedentes, los habían identificado inmediatamente y la policía barajaba varias hipótesis. Alguien había visto a una mujer, tal vez una prostituta y se investigaba para poder identificarla. Parecía imposible que una mujer hubiese matado de esa forma a tres hombres y se creía que tenía un cómplice. Se especulaba también que la Camorra andaba buscando a los culpables por todo Nápoles para ejercer su venganza, y estaban ofreciendo mucho dinero por sus cabezas.
Letia palideció. Si descubrían que había acudido a la cita con ellos, vinculándola a la aplicación de servicios sexuales, estaba perdida. Se lo comentó a Senza, que se quedó pensativo un buen rato.
- Déjame un ordenador – le pidió a Letia – voy a eliminar cualquier huella que te relacione con ellos.
Senza se conectó a un servidor proxi seguro que conocía y desde allí, pirateó el servidor de la aplicación de “acompañantes”, eliminando el servicio de la noche anterior sin dejar rastro. Sabía que la policía no tardaría en pedir a las operadoras de telefonía móvil toda la actividad de las tres líneas, y acabarían encontrando la solicitud de una prostituta mediante la aplicación. A continuación, aprovechó para navegar por diferentes webs para corroborar algo de lo que estaba totalmente convencido, hasta llegó a ver la publicación de su esquela mortuoria, declarado fallecido después de tres meses de su desaparición. Logró dominar la rabia que le invadía, y cuando se calmó le dijo a Letia:
- No te preocupes, jamás te vincularán con ellos, me lo he cargado todo. Puedes estar tranquila.
- Hostia, estoy flipando, como te manejas con eso.
- Forma parte de mis “habilidades”.
- Y ahora, ¿Qué vamos a hacer?
- Creo que no deberíamos movernos de aquí durante la próxima semana. Veremos cómo van las investigaciones y luego… volveré a mi ciudad para confrontar mi nueva vida con la anterior. Hay gente que me ha traicionado y ha intentado destruirme, pero pienso hacérselo pagar. No va a ser fácil ni rápido, pero aunque me cueste el no recuperar plenamente mi vida, no renunciaré a proteger a la persona que más quiero en este mundo y me encargaré de que no sufra ningún mal.
- Pero si vuelves y te enfrentas a esas personas malvadas, te van a reconocer, aunque te ocultes tras una barba. Recuerda que ellos tienen poder y tu no.
- No me enfrentaré a ellos ahora, antes he de… cambiar, y por suerte aún me quedan algunas personas en quien confiar. También será positivo abandonar Nápoles y el problema que he generado aquí. Creo que si eres prudente jamás te salpicará la muerte de esos cabrones y podrás seguir viviendo tu vida con normalidad.
- Tal vez no sería mala idea que te acompañara en tu viaje, aunque solo fuese por un breve espacio de tiempo. Me siento a gusto a tu lado – lo miraba mostrando una sonrisa picarona – y tengo una “asignatura pendiente” contigo y me gustaría saber si soy capaz de ayudarte a que apruebes el examen.
- Lo de venir conmigo…tal vez y de lo otro… ¿Debo entender que pretendes conseguir de mí la erección que no conseguiste ayer, y valorar si es digna de poder satisfacerte? – él también sonreía desafiante –. Cuando quieras.
Letia desabrochó los cuatro botones de la suave batita de raso blanco y la dejó resbalar por su cuerpo hasta el suelo. A la vista de su maravillosa desnudez, la reacción que provocó en Senza fue la esperada, y un bulto puntiagudo apareció tensando la elasticidad del pantalón de chándal, demostrando que la respuesta a la primera pregunta del examen era del todo correcta.
Senza se bajó los pantalones para no esconder ni un ápice de la magnitud que la visión de ese cuerpo femenino le había provocado en su pene. Ella avanzó hasta él y se puso de rodillas ante semejante demostración de excitación de Senza. Mientras cogía con manos expertas la polla del hombre no podía dejar de mirarla con fascinación, moviendo su cabeza para observarla desde diferentes ángulos de perspectiva.
- Realmente tienes una polla hermosa e impactante – decía mientras seguía observándola hipnóticamente – no es ni de lejos la más grande que he catado, pero… joder es perfecta.
- Si continúas hablando de mi polla como si fuese un bonito jarrón, a lo mejor pierde su esplendor antes de tiempo, y sería triste desaprovechar la ocasión. Creo que dentro de ese precioso coñito que tienes, encajará de maravilla.
- Si no recuerdo mal, no tienes nada ni puedes pagar mi tarifa, sabes que soy una profesional y el negocio es el negocio – ella había dejado de mirar su falo para fijar sus ojos azules en los de Senza –
- Tienes razón, no te puedo pagar por tus servicios y la verdad es que nunca he pagado por follar ni pienso hacerlo. – dijo esto apartando suavemente las manos de Letia de su pene y dando un paso a tras e inclinándose para volver a subirse el pantalón -. Cuando estés preparada para algo diferente, me lo haces saber y estaré encantado de darte unos orgasmos como nunca los has tenido. Me puedes llamar “fantasma”, pero seguro que ahora mismo estás dudando de que sea cierto y temes estar perdiendo una oportunidad única. – mostraba un tono de enfado en su explicación -.
La cara sensual de Letia cambió al instante por otra de asustada. Había querido bromear con Senza pero él no había entendido su verdadera intención. Le miró suplicante y con un hilillo de voz intentó explicarse.
- Perdóname… yo solo…estaba bromeando… no pretendía ofenderte y por supuesto lo de cobrar…, no… jamás te cobraría por follar… a ti… joder que estúpida soy – sus mejillas estaban rojas de vergüenza mientras rebuscaba en el bolsillito de su bata en el suelo - Mira, tenía los condones preparados para que tú y yo pudiéramos…
Él, acercándose a Letia la levantó del suelo y la besó introduciendo su lengua en la boca de ella, que se apuntó a la fiesta devorando la de Senza. El beso duró lo justo para que el hombre pudiese masajear a placer los glúteos espléndidos de la chica. Al separarse se miraron a los ojos mientras sus agitadas respiraciones, evidenciaban lo que pasaría a continuación.
Senza no pudo más y dejó de simular su enfado rompiendo a reír a carcajadas - aún no dejaba de sorprenderle el oír su voz y los sonidos que era capaz de articular nuevamente –.
- Jajaja… yo también bromeaba contigo, pero quería devolvértela…jajaja…
- Maldito capullo… me he asustado y me has hecho sentirme culpable… me lo vas a pagar – empezó a perseguirlo para pegarle mientras Senza se escapaba dando vueltas a la mesa rectangular de la cocina mientras reía.
La persecución duró muy poco ya que pronto se encontraron voluntariamente dándose un apasionado abrazo y sus bocas volvieron a juntarse. La excitación creciente desembocó en que Senza, sin miramiento alguno, apartó con el brazo los restos de comida, las tazas y platos que había sobre la mesa que, al caer al suelo se rompieron en pedazos. Con urgente necesidad, tumbó a Letia sobre la sucia mesa y se inclinó para iniciar el ataque de su boca al chorreante sexo de la mujer. Trabajó con sus labios y su lengua toda la vulva, sin dejar nada por lamer, succionar y mordisquear mientras alargaba uno de sus brazos para apoderarse alternativamente de los pechos de ella.
Letia sentía todo el placer que el hábil despliegue de técnicas orales y manuales le estaba dando Senza, y soltando jadeos y suspiros solo pensaba en el momento de correrse. Y ese momento llegó y de una forma tan brutal que sus convulsiones estuvieron a punto de hacerla caer de la mesa. Por suerte Senza la sujetó impidiendo malograr un orgasmo fantástico.
Pero esto solo era el aperitivo que Senza había preparado para ella. Faltaba el resto del menú que empezó a cocinar acercando los glúteos de la joven al borde de la mesa. Se puso uno de los condones y le clavó su inhiesto miembro hasta que sus huevos chocaron con las posaderas de la mujer, lo cual indicaba el fin de trayecto.
Esperó dentro de ella sin moverse unos instantes hasta notar que los músculos de su vagina se adaptaban y ejercían una placentera presión, envolviendo su hinchada polla. Y empezó a penetrarla con una increíble celeridad, follándola sin medida mientras ella apenas podía coger el suficiente aire para respirar. Los embistes no cesaban y la mesa parecía que iba a desmontarse en cualquier momento.
Y Letia, al cabo de un buen rato de disfrutar de esos frenéticos envites, volvió a tener un orgasmo tan intenso que el anterior le pareció un sucedáneo. Gritaba exteriorizando su éxtasis, insultando, maldiciendo, bendiciendo y nombrando al hombre que acababa de provocarle el PLACER en mayúsculas.
Pero Senza continuaba bombeando sin piedad y ella intentó bloquear parcialmente sus movimientos cerrando sus piernas sobre la cintura del hombre, a modo de cepo. Él se inclinó sobre ella para sujetarla bien con sus brazos y la levantó a pulso, sin salir de su cálido interior. De pie como estaba, dio unos pasos hasta apoyar la espalda de Letia contra la columna que soportaba la barra tipo bar que dividía el espacio cocina-comedor.
Y contra esa columna continuó el tratamiento, penetrando salvajemente a la joven, que se encontraba totalmente enajenada al no ser capaz de digerir el placer que recibía y que la estaba volviendo loca. Por fin llegó el momento en que ella ya no pudo más y tuvo el ansiado orgasmo descontrolado, mordiendo y arañando sin freno a Senza, que soportó el dolor estoicamente que al mismo tiempo le ayudó a detener su inminente eyaculación.
- Para por favor… ten piedad… ya no puedo más… ¿Qué me has hecho? Eres un hijo de puta… sal de dentro… necesito tumbarme.
Senza, sacó su aún erecta polla del interior de Letia y quitándose el condón, la llevó en brazos hasta la cama de su habitación donde la dejó con suavidad.
- Joder tío, no mentías con lo de hacerme sentir como nunca había sentido… me parece imposible lo que me has…hecho. Y aún no te has corrido… déjame un ratito que no puedo con mi alma…
- ¿Me dejarías usar tu culito mientras tanto? – le decía Senza como si no le importase lo derrotada que estaba ella - Me muero de ganas por presentárselo a mi polla y te aseguro que no te arrepentirás.
- Estás loco – decía mientras pensaba si aceptaba el ofrecimiento –. Vale, pero con cuidado por favor.
- Tranquila, ponte a cuatro patas y si en algún momento quieres parar, me lo dices y lo dejamos.
- No te preocupes que el camino ya lo han recorrido muchas veces, solo es que estoy para el arrastre…
Senza no perdió ni un instante, comenzando a lubrificar sus dedos con los abundantes fluidos de la vagina de Letia y empezó a introducir uno, luego dos y hasta tres de sus dedos, dilatando su orificio hasta que consideró que su pene entraría sin problema. Enfundó su polla con un nuevo condón y la penetró con delicadeza, primero su glande y continuando hasta meter hasta la mitad de su falo. Se detuvo esperando alguna reacción de ella, que le confirmó que podía seguir sin problema alguno.
Con el semáforo verde ya no hubo más contemplaciones. Le clavó la polla hasta el fondo, provocando un grito en la mujer y a partir de ahí, ya todo fueron duras penetraciones que activaron las terminaciones nerviosas del esfínter de Letia, transportándola al paroxismo.
- ¿Puedes aguantar este ritmo, preciosa? – le decía a mientras su pene entraba y salía horadando su culo con furia – solo tienes que pedírmelo y pararé.
- Nooo… no pareesss… encúlame… fóllame el culo… ohh dios – gritaba ella cuando Senza alargó su brazo para introducir unos dedos en su coñito para reforzar la labor y estimular su clítoris – Ahhh me estas partiendo… en dos… No puedooo massss.
Senza, al notar el punto de no retorno de la mujer, decidió soltarse para correrse junto a ella. Letia gritó como si la estuviesen matando y se corrió mientras estrujaba las sábanas de la cama entre sus puños y sus dientes mordían el cojín. Él había cumplido con su promesa de llevarla a un nivel de satisfacción que no conocía, y con varios golpes secos de riñón, se vació por completo, llenando el preservativo al límite de sus posibilidades. Al salir de ella se dejó caer a su lado jadeando por el esfuerzo realizado, mientras Letia dejaba de convulsionar para encogerse hasta una posición fetal y empezó a llorar entrecortadamente.
Senza al darse cuenta de que la mujer sollozaba, se acercó muy preocupado para ver su rostro de cerca y acariciar tiernamente su sedosa cabellera.
- Dios mío estás llorando, ¿te he hecho daño? Perdóname preciosa, no era mi intención…
- No me has hecho ningún daño – hablaba entre sollozos – al contrario…me has hecho… muy feliz… estoy llorando de felicidad por el placer que me has dado y que… joder… es que soy una puta que se ha follado a… – hizo un parón y su mirada se entristeció – a muchísimos hombres en mi corta vida, y nunca había disfrutado tanto con lo que has sido capaz de darme, sin egoísmo y solo para mi placer.
- Bueno, no todo ha sido para ti, que yo lo he disfrutado tanto como tú…
- No mientas, lo que me has hecho hoy… no es normal en los hombres. ¿Dónde coño has estado todo este tiempo? Si hubiese sabido que existías, no hubiese parado hasta encontrarte.
- Verás… te estaba esperando bajo unos cartones en un asqueroso callejón de Segondigliano – le dijo para hacerla reír -. Pero te esperaba con mejores compañías, jeje.
- Que tonto eres – había conseguido que dejase de llorar y arrancarle una sonrisa – Ven y abrázame por favor, hazme sentir como una mujer y no una puta, aunque solo sea por un instante.
Él la abrazó intentando transmitirle seguridad, protección, haciéndole sentir que podía contar con él, sin ningún reproche a su forma de vida, que en ese momento solo importaban ellos dos.
A la primera semana se le añadieron dos más, mientras estaban pendientes de las noticias sobre los avances de la investigación de las muertes de los miembros de la Camorra, pero nada hacía intuir que estuviesen en peligro.
Habían aprovechado gran parte del tiempo follando a demanda, descubriendo las preferencias de cada uno y esforzándose para satisfacerlas.
Letia se había esmerado en recortarle la barba de manera que realzase lo atractivo que era Senza y que, al mismo tiempo, disimulase perfectamente las cicatrices de su cara. El pelo también había pasado por sus tijeras, aunque se limitó a recortarlo muy poco permitiendo que pudiese llevarlo con la melena suelta o con una coleta. Le quedaba muy bien en cualquiera de los dos casos.
Pasaron un día completo de compras en las mejores tiendas de ropa masculina de Nápoles para adquirir todo un arsenal de prendas que permitían que Senza, pudiese vestirse con ropa de lo más informal, hasta la más elegante. Todo de marcas prestigiosas, donde Letia hizo gala de su buen gusto y experiencia en esto de la moda. Se gastó una cantidad realmente escandalosa de dinero, pero quedó muy satisfecha del resultado final. Vestir a un hombre tan guapo y con esa planta facilitó la tarea.
Senza estaba elaborando un plan de actuación para ejecutar su venganza. Se decidió a llamar a María Vella, sabiéndola preocupada por él. Ella se volvió loca de alegría al poder oír su voz por primera vez y más después de tanto tiempo. Cuando le explicó que había superado su amnesia, empezó a acribillarle a preguntas que el optó por contemporizar:
- María, ahora no es el momento de explicarte toda la historia, pero te prometo que un día, cuando cumpla mis objetivos te lo contaré todo, cara a cara.
- De acuerdo, pero ¿ahora estás bien?
- Estoy muy bien, tengo una amiga que me está ayudando mucho, como tu hiciste.
Letia estaba trasteando en la cocina, pero disimuladamente estaba pendiente de la conversación telefónica. Senza le había hablado de María y de lo importante que era para él, y de la relación que habían tenido. Se sentía extrañamente celosa, aunque no comprendía el porqué. Hacía escasas semanas que conocía a ese hombre y no podía decir que estuviese enamorada, pero el sexo con Senza se había convertido en casi una adicción.
María al oír como Senza le hablaba de su nueva amiga Letia, sintió una punzada en su corazón al darse cuenta que otra tendría sus “atenciones” y que, con toda seguridad ella ya no volvería a tenerlas. Se resignó a la evidencia y volvió a prestar atención a las explicaciones de su amado.
- María, necesito que me busques una información. Ya sé que me has hecho todos los favores del mundo, pero no conozco a nadie más que me pueda ayudar en este tema.
- Dime lo que necesitas y dalo por hecho.
Siguieron concretando la ayuda que Senza le pedía hasta que se despidieron con palabras muy cariñosas, salidas del corazón
- ¿La quieres? – le preguntó Letia con cara seria, pero se arrepintió al instante – disculpa, no soy nadie para preguntarte eso.
- Sí que eres alguien y somos lo suficientemente íntimos para preguntar lo que quieras. Y la respuesta es que sí, la quiero mucho, hasta el punto de dar mi vida por ella si fuese necesario. Pero no estoy enamorada de María, si es lo que te preocupa.
- Perdóname, no tengo ningún derecho… solo es que… tengo unos sentimientos muy confusos hacia ti y… no creo que sea amor, o sí… pero… joder, sé que nunca podrías amarme por lo que soy… una prostituta que…
- No sigas por ahí. No me importa lo que eres, lo que has sido ni lo que has hecho en tu vida. Solo sé que tu corazón es limpio, que te quiero mucho y que el sexo contigo es fantástico. Y estoy feliz de que me acompañes a Barcelona, tu apoyo es muy importante para mí, sabiendo todo lo que allí me espera. Y además lo vas a financiar todo tú, que no tengo nada de nada.
- Gracias por no despreciarme – se abrazó a él – te ayudaré en todo lo que pueda. Y con el sexo que me das estoy más que satisfecha – le cogía su pene por encima del pantalón.
- Para, para, que mañana tenemos un viaje de más de 1.600km. Hoy a dormir pronto y nada de juergas, que te conozco.
- No te preocupes que me encanta conducir, mi coche es la hostia y devora los quilómetros que da gusto, y te recuerdo que tú no tienes carnet. Si quieres podemos parar a medio camino a descansar en algún hotel. Tendrás que masajearme a fondo…tú ya sabes cómo me gusta…
- Vale, vale, ya sé a qué te refieres... Podemos hacer noche en Génova, así llegaremos más descansados a Barcelona.
Se fueron a dormir y se levantaron temprano para iniciar el viaje en coche. Al llegar a Génova, escogieron un coqueto hotelito para descansar. La verdad es que estuvieron haciendo el amor durante bastante rato hasta que la cordura les hizo parar y dedicarse a dormir tiernamente abrazados.
Al día siguiente, tras cruzar la frontera entre Francia y España, y se acercaba a su ciudad natal, un aparente nerviosismo se apoderaba de él, aunque su mente racional controló rápidamente ese estado. Mientras la distancia se acortaba, rebuscó entre sus recuerdos, en los felices y en los dolorosos, necesitaba recrear como había llegado a ser la persona que circulaba a toda velocidad para enfrentarse a su nueva realidad.
En Barcelona había empezado todo y aunque no sabía exactamente cuándo, la intención de Senza era que también acabase allí… Aún no tenía claro el cómo…