Sin Perdón. (14)

Senza va a encarar a sus asesinos para saber si le reconocen e intentar ganar su confianza y continuar con su plan

Berna – (junio de 2017)

Tras el saludo protocolario, Daniel se quedó mirando fijamente al hombre que se sentaba a su lado.

Había sentido un escalofrió con su presencia y no acababa de entender el porqué, intentaba recordar si lo conocía, pero no conseguía ubicarlo en ninguna situación pasada.

-        Perdone… ¿nos conocemos? – no pudo evitar preguntar a Senza -.

-        Pues creo que no, a menos que nos hayamos visto en algún otro congreso.

-        Su español es un poco…

-        ¿Extraño?... Se debe a que soy canadiense de madre española, mi parte de idioma inglés pesa un poco más que la del español. Espero que eso cambie pronto, ya que con seguridad en breve iré a vivir a Barcelona.

-        Pues que casualidad, mi compañero Mauro y yo somos de allí, al igual que nuestra empresa.

-        Vaya, pues cuando me sitúe, les agradeceré que me ayuden a conocer esa fantástica ciudad.

-        Claro que sí – decía Daniel contento – ¿en qué empresa trabajas?... podemos tutearnos, si te parece.

-        Por supuesto. Trabajo en esta – Senza le tendió una tarjeta -. Soy accionista y voy a sustituir al Director General que está en la delegación barcelonesa.

-        Creo… - Daniel se fijaba en la tarjeta y reconoció de qué empresa se trataba – que conozco al actual Director, ¿se llama Roberto?

-        Exactamente, el mundo es un pañuelo, ¿de qué lo conoces?

-        Era amigo de mi difunto hermano, no tengo mucha relación con él, pero parece un buen tipo.

-        Bueno, últimamente se ha desconectado demasiado de las estrategias de la empresa y por eso lo del relevo. Estaré al mando hasta que encuentre a otro con el perfil necesario. Y vosotros ¿a qué os dedicáis?

-        A proyectos de ingeniería para el sector del automóvil entre otros.

A los discursos de inauguración del congreso, le siguió el almuerzo en el que conversaron los tres distendidamente, sirviendo para conocerse mejor y adquirir una mutua confianza. Cuando se separaron para seguir hablando con los diferentes grupitos creados por el resto de asistentes, Senza observó que Mauro se acercaba a hablar con un hombre asiático, bajito y regordete, que llevaba un pin con la bandera surcoreana en su americana, por lo que dedujo que era de ese país.

Mientras aguantaba la brasa que le estaba pegando una excitante madura ejecutiva de una conocida marca alemana, miraba de reojo la interacción de Mauro con el coreano. Intentó centrarse en la evolución de las ventas de vehículos que la mujer le explicaba, en ocasiones desviando disimuladamente la vista a las enormes tetas que la madura mostraba en el generoso escote de su vestido. Senza estuvo a punto de colocar el vaso de su refresco sobre esos pechos, convencido de que estaría tan estable como si de una mesa se tratase.

Al volver a observar la conversación de Mauro con aquel hombre, se quedó sorprendido al detectar que él no era el único que miraba atentamente hacia allí. Le costó reconocerlo porque vestía de una manera informal, diferente a su indumentaria habitual. Se disculpó de la ejecutiva alemana y se dirigió al encuentro del solitario hombre apoyado en una columna de la sala, jugando con su copa de vino sin dejar de observar a esos dos.

Senza llegó a su lado y el hombre, que ya había detectado como se acercaba desde que dejó a la tetuda, se dio la vuelta para encararlo.

-        Hola Lee Shin, ¿qué tal estas? – saludó Senza -.

-        ¿Nos conocemos? – contestó “Harry Potter”-.

-        Peleamos una vez… y no me ganaste.

-        Pues no te reconozco.

-        Luego te cuento – dijo Senza – Veo que estamos espiando a los mismos.

-        Creo que te confundes. Soy un participante del congreso que en este momento está tomando una copa y…

-        Déjate de hostias, mi objetivo es el español y supongo que el tuyo es el coreano… o los dos.

-        Mira, será mejor que te largues, que no tienes ni puta idea de que va esto…

-        Soy Pedro, peleamos en una cafetería de Suwon, nos enseñamos fotos de nuestras hijas y cogiste una buena turca de “soju”

-        ¿Pedro…? No es tu cara…

-        Lo sé, tuve que cambiarla porque me la destrozaron, y ese hijo de puta de ahí – señalaba a Mauro – fue uno de los que intentaron matarme, junto con ese otro – ahora señalaba a Daniel – mi propio hermano. No te voy a engañar, voy a por ellos.

Lee Shin estuvo en silencio un buen rato, analizando y contrastando mentalmente toda la información de que disponía. En ningún momento dejó de observar a la pareja objeto de su misión.

-        ¿Cómo te derribé la primera vez en la cafetería? – preguntó de sopetón Shin -.

-        Con un “tuio mondollyo nacko chagui” (patada con giro enganchado con salto) – contestó Senza con rapidez – muy plástica, efectiva y ejecutada como no lo había visto nunca, aún me duele.

-         Uhmm… en teoría estás muerto, desaparecido en el mar, hace un año.

-        Joder, veo que la información vuela, no sabía que era tan importante. Te aseguro que estoy vivito y coleando, y necesito de tu ayuda para vengarme de los que me “asesinaron”. Por favor, cuéntame lo que puedas sin tener que matarme después.

-        Contártelo puede suponer poner mi vida y la misión en peligro . ¿Por qué habría de confiar en ti?

-        No tengo ningún argumento para convencerte, salvo que fuimos amigos por un día, a mí me vale.

-        Bueno… - Shin pareció pensárselo dos veces antes de hablar – Tú no eres el importante. El tipo que está con Mauro es un agente del NIS (servicio nacional de inteligencia surcoreano).

-        Entonces es un espía de los vuestros.

-        Sí, pero también es un agente doble del CGIB norcoreano y por eso le estoy siguiendo. Nuestro NIS está plagado de agentes infiltrados y este es de los más importantes. Es por eso que la operación la estamos llevando desde Defensa, ya que no sabemos en quien confiar en el NIS. Detectamos por casualidad una conversación entre él y tu amigo Mauro, donde le ofrecía una información importante de tecnología armamentística norteamericana a cambio de 100 millones de $.

Investigando a Mauro, llegamos a la empresa y apareció tu nombre y tu desaparición. El caso es que los del Norte ya han pagado la mitad a Mauro y sabemos que les va a entregar la información aquí, durante el congreso.

La mente de Senza funcionaba al máximo. Se acababa de abrir una puerta que podía modificar sus planes, tal vez para bien. La estrategia se plasmó en su cabeza, analizando las variables, posibles finales, ventajas e inconvenientes.

-        ¿En qué estás pensando? – preguntó Shin -.

-        En un plan en el que todos ganemos.

-        Explícate.

La conferencia principal del congreso se estaba desarrollando en ese momento. Los representantes de las marcas automovilísticas más importantes de Asia y Europa estaban en la mesa presidencial, y se había iniciado un interesante turno de ruegos y preguntas después de las exposiciones de los ponentes.

Los hombres de Shin sabían dónde y cuándo se iba a realizar la entrega, y habían infestado de cámaras todo el recorrido desde el salón principal del centro de convenciones, hasta los lavabos más alejados y menos utilizados del recinto, al extremo de donde ahora estaba todo el mundo.

Mauro entró en los lavabos de caballeros y se aseguró que no hubiese nadie en los cubículos. Al cabo de un minuto entró el coreano regordete y tras comprobar también, que no había nadie más que ellos, se colocó al lado de Mauro, que había dejado un diminuto pendrive en la pica de al lado mientras se lavaba las manos. El agente norcoreano cogió el stick de memoria, lo guardó en el bolsillo y también se lavó las manos. Tras secárselas con toallitas de papel, salió por la puerta sin decir palabra.

Las cámaras ocultas en los diferentes ángulos de los servicios de caballeros habían captado con nitidez la entrega de los secretos norteamericanos. Mario tenía la consigna de esperar tres minutos para salir, cuando la puerta se abrió y entró un Senza muy alterado.

-        No sé qué estabas haciendo aquí con el coreano, pero he visto a otros que lo cogían y se lo llevaban esposado y con una capucha en la cabeza

-        ¿Qué estás diciendo?...

-        No se tío, pero he visto a tres más que venían hacia aquí armados, creo que vienen a por ti, deberíamos salir cagando leches – el dramatismo en las explicaciones de Senza pusieron muy nervioso a Mauro -.

-        Pues vámonos…

En ese momento entraron tres tipos asiáticos armados con pistolas provistas de silenciador y les apuntaron a los dos, que levantaron los brazos al instante para dejar claro que no llevaban armas. Shin fue el que habló, acercándose a Mauro y colocándole la pistola en la cabeza.

-        Somos del servicio secreto de Corea del Sur y acabamos de detener a un agente norcoreano que salía de aquí. ¿Quién coño eres y que habéis hecho aquí dentro? Contaré hasta tres y si no has respondido a mis preguntas voy a pintar los azulejos con trocitos diminutos de tu cerebro.

Mauro temblaba aterrado y no era capaz de juntar tres silabas. Todos estaban pendientes de lo que iba a decir, cuando Senza dio un fuerte empujón a Shin, empotrándolo en el interior de un cubículo y cayendo de mala manera sobre el inodoro. En el momento de la caída disparó al techo, del que cayeron unos cascotes, pero Senza no se entretuvo en verlo y agarró a otro de los hombres colocándolo delante como parapeto mientras el otro hizo dos silenciosos disparos, que impactaron de lleno en el pecho de su compañero. Senza cogió el arma de las manos del hombre que agonizaba y realizó un disparo que hizo retroceder al oponente hasta la pared, donde con incredulidad, miraba la sangre que brotaba de su corazón y se dejó caer mientras su vida se escapaba.

Senza entró en el cubículo donde se encontraba tendido un Shin aturdido y disparó sin compasión hasta cinco veces para asegurarse de que estuviese bien muerto. Mauro miraba incrédulo el resultado de la acción que había durado apenas 20 segundos, donde habían muerto tres hombres. Estaba paralizado, las piernas no le respondían y Senza tuvo que cogerlo por debajo de los brazos para que empezase a caminar. Huyeron de allí a toda prisa y entraron en los lavabos de señoras que había cerca de la sala de ponencias.

-        Cálmate tío, ya ha pasado todo.

-        Has matado a… esos… hombres… y yo … dios que miedo he pasado. – decía temblando -.

-        Tranquilízate y dime que mierda es eso de los agentes coreanos y espías y no sé qué hostias más.

-        No… puedo…

-        No me jodas que acabo de cargarme a tres tíos para salvarte el culo.

-        Estoy muy nervioso…ahora…  no puedo explicar… dios mío ¿qué me pasará …?

-        Vale... tranquilo, vamos a hacer las cosas bien. Lo primero es calmarte, luego vamos con Daniel a la sala y nos sentamos hasta que acaben todos los discursos. Después nos mezclamos con la gente para hacer lo que hemos venido a hacer aquí, vender, negocios, contactos, que se nos vea y cuanto más, mejor. Si esos tipos son espías, no creo que se dé mucha publicidad al caso, incluso es posible que los cadáveres desaparezcan antes que venga la policía. Venga… vamos allá.

Hicieron como dijo Senza, estuvieron mariposeando de grupo en grupo de asistentes, haciéndose ver e intentando colocar el “producto” a cualquier posible cliente. Quedaron que en la cena lo hablarían con más calma para determinar cómo actuar a partir de ese momento. Acordaron dejar al margen a Daniel, que no sabía nada de esa movida.

-        Y ahora empieza a contar… ¿Quién era el coreano que se llevaron arrestado?

-        Pues… un agente de Corea del Norte con el que tenía negocios.

-        ¿Con los del Norte? Como se te ocurre semejante gilipollez…

-        Por casualidad encontré una información militar importante de los norteamericanos y a través de varios contactos, fui a parar a ese tipo. Le pedí 100 millones de $ y tras comprobar que la mercancía era buena, me pagaron la mitad. En el lavabo le entregué la información y luego…, todo se fue a la mierda…

-        Vale… - Senza se quedó pensando – los únicos que te vieron fueron los tres que entraron al aseo, y esos seguro que no van hablar.

-        Pero los del Sur tienen al espía, le harán cantar.

-        Yo no me preocuparía, tienen al espía, tienen la información y no saben quién coño eres. Si quieren ponerse medallas con los americanos, no creo que les intereses para nada, mejor obviar que existes.

-        Y tú… ¿qué vas a hacer? – Mauro preguntaba preocupado - ¿Qué me vas a pedir por tu silencio?

-        Mira tío, yo ahora sé que has pasado información secreta a un país enemigo de occidente, y tú me has visto matar a unos hombres. Lo mejor es que los dos estemos calladitos y aquí no ha pasado nada.

-        Sí… tal vez es lo mejor…esto no ha ocurrido.

-        Hay una cosa que sí que te voy a pedir. Cuando vaya a Barcelona necesitaré que alguien me abra algunas puertas, ya sabes, gente rica, de negocios, que mueva dinero.

-        Por eso no te preocupes, la novia de Daniel y sobretodo su padre, se mueven en esos círculos elitistas. No habrá problema.

-        Perfecto, te tomo la palabra.

Cuando acabaron de cenar, Senza, tras asegurarse de que no le seguían, se dirigió hasta una de las habitaciones del hotel donde el estaban esperando.

-        Vaya empujón que me has dado cabrón, casi me como la taza del wáter.

-        No te quejes, había que hacerlo creíble para que Mauro se lo tragase. Ya les puedes decir a tus dos colegas que son unos actores de puta madre, que bien que se han muerto, me han dado pena y todo.

-        Ya se lo diré, pero tendrás que pagar la factura de la tintorería, que los trajes han quedado hechos una porquería con la pintura roja. Nuestro presupuesto es muy limitado, ya sabes lo ratas que son los gobiernos.

-        No te preocupes, corre de mi cuenta, ahora hay que seguir con el plan. De Mauro me ocupo yo y tú te llevas el mérito de pillar al infiltrado en el NIS, y de devolver a los norteamericanos la información que interceptaste antes que llegara a Corea del Norte. Contacta con este tipo – le pasó un papelito con un teléfono y el nombre del coronel John Wolf, pero no le digas nada de mí. Sigo muerto.

-        Ok. Además, hemos pillado a dos agentes norcoreanos que trabajaban con el regordete, eran los encargados de transportar la información.

-        Pues más medallas para ti. Necesitaré las grabaciones de Mauro entregando el pendrive al norcoreano, y tu promesa que lo dejaréis tranquilo.

-        Te lo prometo.

-        Por cierto, ¿tienes la foto?

-        Claro que sí, te la paso. Da gusto trabajar contigo, pareces un profesional, darías el pego.

-        No me tientes que igual me lo pienso… jeje.

Senza se despidió de Shin y salió de la habitación para ir hasta la suya, donde le esperaba Letia vestida con una combinación de ropa interior mega sexi. Le explicó el montaje de teatro con los coreanos para engatusar a Mauro, mientras Letia apartaba con sus dedos la braguita para masturbarse introduciéndolos en su vagina.

-        Joder, sí que estás guarra, se me pone dura viendo cómo te tocas… - decía Senza excitado -.

-        Es que no sabes cómo me está poniendo tu historia de agente secreto… toca…toca… - cogía la mano de Senza para que comprobara lo mojada que estaba -.

-        Hostia puta, vaya lago… túmbate que me lo voy a beber todo…

-        No… no…quiero que me metas esa pistola de 007… joder desde que te has operado tengo un tío diferente cada día. Por favor… métemela ya… no puedo más…

-        Tus deseos son órdenes para mí.

Senza ya había liberado su pene y no tardó en complacer a Letia, montándose juntos una película de acción y de sexo que no mostró el “The End” hasta bien entrada la madrugada.

Al día siguiente continuaba el congreso y ningún medio de comunicación hablaba del incidente ni de cadáveres, ni de nada parecido. Mauro respiraba más tranquilo y acordaron con Senza continuar con la misma actitud, convencidos de que las autoridades habían tapado el asunto.

Dos días más tarde se celebraba la cena de clausura del congreso y Senza compartía la mesa con Daniel y con Mauro. Estuvieron conversando distendidamente y Mauro le comentó que después de la clausura, habían preparado una fiesta íntima en la suite de Daniel, e invitaban a Senza a que viniese a tomar una copa y a relajarse de las tensiones acumuladas en esos días. Querían celebrar los fructíferos resultados obtenidos con los contactos establecidos durante el congreso. Senza les confirmó que se pasaría un rato para brindar por los éxitos obtenidos.

Al terminar la ceremonia y cuando los asistentes se diseminaban para ir a sus habitaciones o a las múltiples fiestas que se habían organizado, Senza tuvo que afrontar a la madura ejecutiva de pechos inconmensurables que se lanzó a su caza descarada, arrinconándolo contra una columna, y con argumentos sugerentes le invitó a su suite para, en palabras suyas, llevarlo a un nivel de placer que jamás se podría imaginar, mientras colocaba una copia de la card-key de su habitación en la mano del joven.

Senza consiguió librarse de ella diciéndole que se sentiría el más afortunado de los hombres ante tal proposición si no fuese que era completamente gay, y que estaba saliendo de una traumática relación con su novio que le había abandonado. Ella le dio un cariñoso abrazo para consolarlo mientras Senza notaba el calor de esas enormes tetas que se aplastaban contra su pecho.

Tras deshacerse de ella se encaminó hasta la puerta de la suite de su hermano. Le abrió una joven con los senos al aire y con una mini tanguita como única prenda de ropa, le cogió por el brazo y lo acompañó al interior del salón de la suite.

La orgía que se habían montado era de las buenas, se veía al fondo de la habitación a Daniel tumbado en la cama, con una chica desnuda de rodillas chupándole la polla con maestría mientras otra chica estaba a horcajadas en la cara de Daniel, restregando su coño en su boca, recibiendo el oral del hombre. En el salón estaba Mauro sentado en el sofá con una rubia de culo despampanante haciéndole una felación, mientras él saboreaba el licor que contenía el vaso de una de sus manos mientras con la otra, agarraba el pelo de la chica, dirigiendo el ritmo de la mamada.

-        Hola Senza, veo que estas con Ingrid… pasa y fóllatela…es fantástica.

-        Vaya, veo que lo estáis celebrando por todo lo alto, pero la verdad es que hoy no me apetece nada de sexo, no es nada personal, Ingrid, – se dirigió a la chica disculpándose – eres preciosa.

-        Venga tío, si te esperas a que me corra en la boca de esta zorra, te puede hacer una mamada de la hostia, es una aspiradora. O si prefieres mientras tanto puedes metérsela en el culo, mira como lo tiene – Mauro soltaba el pelo de la chica para llevarla a uno de sus glúteos, separándolos para mostrar un plug anal que lo dilataba – ya lo tiene preparado para lo que sea…jeje.

-        De verdad que no me apetece… os dejo para que disfrutéis tranquilos de la fiesta.

Senza hizo ademán de retirarse y Mauro apartó a la chica con cierta brusquedad y se levantó ligero para alcanzarlo antes de que llegase a la puerta.

-        Espera tío, ¿seguro que no quieres apuntarte, o es que no te gusta el sexo?

-        Claro que me gusta, pero mejor en otra ocasión.

-        Vale… oye… cuando estemos en Barcelona te llevaré a un club de intercambios súper exclusivo, vas a flipar. Ya verás que experiencia.

-        Perfecto, me lo apunto. Aún estaré unos días en Suiza, ya te llamaré cuando llegue a la ciudad. – salió de la habitación sin que los tres que follaban en la cama se hubiesen enterado de su presencia -.

Letia le esperaba en la habitación con otra de sus combinaciones demoledoras. Se sorprendió al ver que nada más entrar, se lanzó sobre ella besándola y queriendo abarcar con sus manos todas las zonas excitantes de su cuerpo, pechos, nalgas, vagina.

-        Vaya como viene mi nuevo hombrecito hoy, pareces un pulpo. Y como tienes el rabo de duro.

-        Es que vengo de que una madura cañón me aplaste con unas tetas enormes y luego, he estado presenciando una pequeña orgía, como puedes ver me he puesto muy burro.

-        Eso me lo tienes que contar…

-        Luego, ahora tienes que ayudarme con esta excitación, aprovéchate de mí todo lo que quieras.

-        Desde luego que no voy a dejar escapar esta oportunidad…

Al día siguiente regresaron al hotel de Zemartt para continuar dos semanas más de relax, esquiando y pasando varias revisiones en la clínica del Dr. Kaummann, que comprobó que todo estaba en su lugar y que la sensibilidad de la piel de su cara se acercaba al 80%.

A primeros de Julio regresaron a Barcelona y volvieron a instalarse en el santuario de Pedro. En esta ocasión habían previsto encargar a una empresa el cuidado de la casa, y se la encontraron en perfectas condiciones. Senza tenía unas ganas locas de ver a su hija, que ya había cumplido los tres años y en septiembre, empezaría su singladura en preescolar P3.

Llamó a Gloria para avisarla de su llegada y le pidió que viniese acompañada de Belén, Eugenia y la niña, había llegado el momento de que esas personas importantes en su vida conocieran lo ocurrido y también su nueva “imagen”. Tenía miedo de como afrontaría el reencuentro con la niña, como podía presentarse frente a ella diciendo que era su padre, del que no sabía nada desde hacía más de un año. Le atenazaba el miedo a la indiferencia o al rechazo.

Por otro lado, estaba la venganza, gestada de inicio para que todos los implicados conociesen de la existencia de Senza, ganar su confianza, y evaluar la situación hasta escoger el momento preciso para ejecutarla contra cada uno de ellos.

Utilizó el procedimiento confidencial establecido para contactar con el coronel Wolf, el teléfono al que llamó y en el que introdujo una serie interminable de códigos que lo identificaban inequívocamente, fue atendido por una operadora que amablemente le indicó que se había equivocado de número, que en la sociedad filantrópica a la que llamaba, ya no existía ningún socio con ese número, que se había dado de baja voluntariamente. Senza intentó revertir la conversación con la operadora.

-        Señorita, hay un error en la baja del socio. Es imprescindible comunicar directamente con el presidente de la fundación ya que las cuotas de los socios están seriamente comprometidas. Es urgente establecer con él una solución inmediata para que la financiación de la entidad no corra peligro.

Tras un silencio al otro lado de la línea que a Senza se le hizo eterno, la operadora le contestó que colgase, que en breve recibiría una llamada del presidente de la fundación. A los diez segundos su móvil empezó a sonar.

-        Hola, soy el presidente de la fundación, ¿con quién tengo el placer de hablar? – era la voz de Wolf que hablaba en tono amable -.

-        Buenos días, soy el socio nº *** y quería comunicarles una información importante sobre las cuotas de los socios que se han visto comprometidas.

-        Siento informarle que hace más de un año que no ha pagado la cuota de socio y se le ha dado de baja de la fundación, ya no puede utilizar nuestros servicios ni los privilegios asociados.

-        Pues tendrían que readmitirme, ya que se ha cometido un error de identificación. No he atendido al pago correspondiente por indisposición temporal no voluntaria. Además, deben saber que nuestros socios de la filial en un país asiático, han detectado errores en las cuotas por culpa de otra fundación del país vecino, supongo que ya estará informado.

-        Bien… - Wolf estuvo en silencio durante un rato – Lo mejor es comprobar su identificación para subsanar el error. Debe presentarse en tres días en nuestra sede central en su país, acceda con discreción por la zona de servicios para no distorsionar las actividades de los demás socios. Identifíquese con su número y le acompañaran al despacho de inscripciones.

-        Allí estaré… John… en tres días – y colgó -.

Tras esa extraña conversación con su amigo militar, decidió llamar a Mauro para decirle que ya estaba en la ciudad, a su disposición para que le presentase a las personas influyentes que necesitaba para sus negocios. Lo siguiente fue encontrarse con Roberto en una cafetería.

-        Joder Pedro, eres otro… me cuesta asimilar tu cara… eres parecido, pero…diferente. Supongo que es cuestión de tiempo. Como adaptarse a tu voz… también esos ojos verdes despistan. Han hecho un buen trabajo.

-        A mí también me cuesta acostumbrarme a la imagen reflejada en el espejo, pero cada vez menos.

-        Bueno… ¿Cuál es el siguiente paso?, ¿necesitas más dinero?

-        No, aún me quedan 2,5 millones. Lo que necesito es que nuestro amigo el director de banco falsifique unos informes financieros para que parezca que estoy forrado, y con una solvencia excelente. Deberían constar en mi cuenta unos 800 millones de €, con líneas de crédito y disponibilidad de avales hasta cifras importantes. Todo fachada, pero que aparezca como creíble. Seguro que Eduardo o Isabel querrán asegurarse de con quién hacen negocios.

-        De acuerdo, hablaré con él para que lo tenga todo a punto. Supongo que sigues viviendo en la nave industrial.

-        Si, nadie se ha dado cuenta y espero que continúe así.

-        ¿Irás al “dojang”? Park Jung querrá saber de ti.

-        No voy a poder ir, he de centrarme en lo mío. Por favor dile que estoy bien y que tan pronto pueda iré a visitarlo. – se despidieron con un fuerte abrazo -.

Letia le acercó la cajita de madera, unas bolsitas de plástico transparente, unos sobres y unas hojas de papel. Dentro de la caja de madera había cuatro anillos de oro, réplicas exactas del de Senza, incluida la inscripción grabada con el nombre de Isabel. Metieron en cada uno de los sobres un anillo dentro de su bolsita de plástico y una hoja con la nota escrita:

“Y el mar entregó los muertos que estaban en él…  y los culpables fueron juzgados, cada uno según sus obras.”

Apocalipsis 20:13

Cerraron los cuatro sobres que ya contenían el destinatario escrito y Letia se encargaría de hacerlos entregar en mano a cada uno de ellos, el mismo día, a la misma hora, mediante un servicio de mensajería rápida.

Senza tenía que viajar al día siguiente para solucionar el tema con Wolf. Cenaron y se acostaron juntos, durmiendo acurrucados haciendo cucharilla, necesitaban descansar para estar preparados ya que todo se aceleraría a partir de ese momento.

El mensajero pasó con su scooter por segunda vez frente el imponente edificio de la calle Serrano de Madrid, observando las tremendas medidas de seguridad desplegadas para la protección de la Embajada Estadounidense. Detuvo la motocicleta en la parte trasera del edificio y entró por la puerta sin quitarse el casco, hasta que los vigilantes americanos le obligaron a ello, liberando su coleta, al tiempo que le hicieron pasar bajo el arco de seguridad. Se identificó con un nº concreto y le acompañaron hasta el sótano -3 de la embajada, donde en una discreta, pero bien aislada habitación le esperaba sentado el coronel Wolf.

-        Hola John –  saludó Senza –

-        Rostro y voz diferente, ojos verdes, coleta… ¿quién demonios eres?

-        Soy Pedro – se quitó las lentillas para mostrar sus azules ojos – mírame y dime que no soy yo.

-        Esa mirada… dios… ¿de verdad eres tú?

-        Lo soy, cara nueva, la voz no es igual, pero soy yo viejo amigo, ese chico del que te encaprichaste para exprimirle el cerebro… que ayudaste a formar, que espiaste, al el que permitiste que Helen y Katy se acercasen más de lo necesario. El que desarrolló el Screen_Project para vuestros drones.

Wolf se levantó de su silla y abrió la puerta permitiendo la entrada a un hombre vestido con una bata blanca y con un maletín en su mano. Con un bastoncito recogió muestras de la boca de Pedro, pinchó su dedo índice para extraer una gota de sangre, escaneó su retina con un pequeño artilugio electrónico, le pidió que le mostrara su bíceps derecho.

-        Debajo de este tatuaje está la marca que busca – le dijo Pedro -.

El hombre sacó del maletín otro tipo de scanner para pruebas subcutáneas, mostrando en su pequeña pantalla la señal de nacimiento en forma de fresa bajo la capa de tinta. El hombre avisó a Wolf que tardaría una media hora en comprobar los datos biométricos, y los dejó solos en la estancia.

-        He visto la marca – decía Wolf – sé que eres tú, no sé qué diablos está pasando, pero eres tú. Dame un abrazo amigo. – se fundieron en un sentido abrazo – Y ahora cuéntamelo todo.

Estuvieron más de dos horas con las precisas explicaciones de lo que le había ocurrido a Pedro, asesinato en el yate, el mar, naufragio en Lampedusa, Nápoles con la camorra, Berna con los coreanos. A la media hora Wolf recibió la comunicación que certificaba la identidad de Pedro.

-        ¿Y ahora qué, Pedro? Perdona mi insensibilidad, pero lo que me preocupa es esa información sobre los drones… ¿hay posibilidad de que nos puedan hacer daño?

-        Es seguro que la información no ha llegado a los del Norte, y los del Sur os la han devuelto intacta. Está claro que no son tontos y se habrán quedado una copia, y aunque son vuestros principales aliados en la zona, cabe la posibilidad de que la información pueda llegar a otras manos menos… amigables. Estoy convencido que si eso ocurriera, no sería por culpa de Lee Shin, confío plenamente en él… pero del resto… no puedo poner la mano en el fuego.

-        No podemos destruir todo lo que creaste por la posibilidad de que alguien pueda aprovecharse e intentar anular nuestros drones o nuestros misiles. ¿Qué propones?

-        Hay una opción de reprogramar todos los chips de una vez para que nadie pueda interceptarlos utilizando esa información.

-        ¿Cómo es posible eso?

-        Siempre dejo una “puerta atrás” en mis programaciones. Pero antes voy a necesitar que me ayudéis recuperando mi identidad real, y al mismo tiempo mantener la actual. Y cuando llegue el momento, también me tendréis que echarme una mano para recuperar todo mi dinero, me lo han robado todo.

-        ¿Qué te hace pensar que cuando hayas reprogramado nuestros microprocesadores no te vamos a eliminar?

-        John, yo ya he muerto… aunque los chips tienen una instrucción de que, si me pasase algo, se autodestruirían…

-        ¿Sí mueres de verdad, se autodestruyen? – Wolf empezó a sudar -

-        No… era una broma, pero te has acojonado por un instante…jeje. Recuérdame que la próxima vez programe algo de eso…jeje.

-        Que cabrón, me has dado un susto de muerte… Vale… ¿cómo lo hacemos?

-        Necesito que aportéis a las autoridades españolas las pruebas de mi identidad para demostrar que no estoy muerto y que una vez reconocida, quiero los documentos españoles que la acrediten incluyendo mi nueva imagen. Todo legal, solo que hay cuatro personas que no se deben enterar hasta que me convenga. Por otro lado, mi identidad falsa de ciudadano canadiense con nombre Senza debe continuar vigente. De cómo recuperar el dinero ya hablaremos, hasta septiembre tenemos tiempo, está boqueado por la CNMV y hasta entonces no se puede tocar. Luego también tendremos que estudiar como detener la estafa a los 30.000 jubilados.

-        Y lo de reprogramar, que…

-        Necesitaré acceso a un satélite de comunicaciones capaz de emitir en infra frecuencia con alcance mundial.

-        Pero nosotros no tenemos de esos…

-        John, no me mientas, sé que tenéis, aunque no quieras que se sepa… recuerda que me pasasteis unos cálculos para mejorar su despliegue.

-        ¿Pero cómo sabes que era para eso? En ningún momento te dijimos que… - Wolf se dio cuenta que no valía la pena continuar – vale… ya sabemos que eres muy listo y no se te escapa nada.

-        Pues dejémoslo ahí...

Eran las 12:00h cuando Senza viajaba en el AVE de regreso a Barcelona y había quedado con Gloria en su santuario para comer a su llegada junto con Letia. Tenían que preparar el encuentro con Belén, Eugenia y la niña, aún desconocedoras de que él estaba vivo.

Justo en ese momento cuatro mensajeros entregaban simultáneamente los sobres a sus cuatro destinatarios. Cinco minutos más tarde, las llamadas de teléfono entre ellos echaban humo, Isabel histérica llamando a Eduardo, Daniel a Isabel aterrorizado, Mauro a los otros tres y Eduardo intentando calmarlos a todos ellos. Quedaron en reunirse por la tarde para hablar sobre este inesperado e inquietante mensaje y cuáles serían las decisiones a tomar.

Letia y Senza estaban en casa preparando la mesa y esperando la llegada de Gloria. Cuando sonó el timbre fue la italiana quien abrió la puerta. Se quedaron un buen rato observándose de arriba abajo sin mediar palabra, hasta que la incomodidad del momento les devolvió la educación.

-        Bienvenida Gloria – Letia la saludaba en un español que con el tiempo transcurrido al lado de Senza, empezaba dominar - Soy Letia, pasa por favor.

-        Gracias, Pedro se quedó corto al hablarme de tu belleza – le dijo Gloria con toda franqueza – tendremos que tirar de sus orejas… jeje

-        Pues si llego a saber lo guapa que eras, le habría prohibido que te invitase a venir – se rieron las dos – me he vuelto muy celosa.  – la cogió del brazo y le dijo al oído a Gloria – amo a ese hombre, pero sé que jamás podrá ser mío.

Gloria la miraba con simpatía y tristeza al mismo tiempo. Comprendía a esa joven, sabía las pasiones que despertaba su amigo entre las mujeres que se relacionaban con él. Ella había aprendido con el tiempo a verlo como un amigo del alma, con el que podía compartir el mejor sexo que pudiese imaginar, pero el amor… eso eran palabras mayores. Apretó su brazo mostrándole su apoyo y en ese momento, la sintonía entre las dos se hizo patente, eran la primera y la última mujer en tener sexo con Pedro/Senza y eso las convertía sorprendentemente en amigas con un objetivo común, ayudar a ese hombre a que volviera a ser feliz.

Al entrar en el salón del brazo y con sonrisas cómplices, Senza quedó gratamente sorprendido de verlas así.

-        Vaya, parece que habéis hecho buenas migas… ¿me he perdido algo?

-        Cosas de mujeres – contestaba Gloria – tenemos muchas cosas que explicarnos, no seas cotilla.

-        Eso mismo…, acaba de poner la mesa mientras charlamos en el sofá con una copa de vino – decía Letia - ¿prefieres blanco o tinto?

-        El mismo que tú – se sentaron en el sofá –.

-        ¡Pero chicas, no me dejéis solo...!

La comida fue muy entretenida y rieron mucho, con las anécdotas que explicaba Gloria de su amigo, las experiencias con Letia, que se burlaba de lo caprichoso e insoportable que estaba Senza durante su recuperación. Acabaron definiendo como Gloria tenía que preparar a las tres en su próxima visita a Pedro, para que no se desmayaran de la impresión. Quedaron que previamente les contaría que estaba vivo, haciéndoles un pequeño resumen de lo sucedido, y que él ya se lo explicaría con mayor detalle.

Esa tarde Isabel, su padre, Daniel y Mauro se reunieron en casa de la chica.

-        Alguien sabe lo que hicimos con Pedro – hablaba Daniel con el miedo reflejado en su rostro -.

-        No me seas cobarde – decía Eduardo enérgico – es posible que alguien se haya montado la película y quiera sacar tajada.

-        ¿Pero los anillos? Es idéntico al de nuestra boda – Isabel decía nerviosa – el que llevaba él cuándo lo tiramos al mar.

-        ¿Puede ser que alguno de nosotros haya hablado de más sin darse cuenta? – decía Mauro -.

-        Como no sea esta zorra y su perrito – Eduardo señalaba a Isabel y a Daniel – en alguna de sus fiestas guarras… en el calor del folleteo…

-        Papá – protestaba Isabel – no hemos dicho nada a nadie, somos los primeros interesados en que no se sepa jamás.

-        Bueno… no podemos hacer nada más, esperaremos acontecimientos. Sigamos con nuestras vidas con normalidad sin cambiar nada de lo previsto. Si alguien recibe otro mensaje o descubre cualquier cosa sospechosa, me lo decís inmediatamente.

Tras despedirse, partieron cada uno a lo suyo, pero estaba claro que la inquietud, el miedo y la preocupación se había apoderado de ellos. Isabel no paraba de pensar en el anillo, idéntico al que ella aún llevaba, y que no se había quitado para recordar cómo había sometido a ese hombre hasta acabar con él. Daniel, que no había dejado de sentir remordimientos que le torturaban por haber matado a su hermano, dejándose llevar por el deseo, la lujuria y la necesidad de someterse hasta los extremos más denigrantes por Isabel. Ahora, una desconocida sombra se cernía sobre ellos, gritando su culpa, clamando justicia.

Mauro no entendía que estaba ocurriendo, bloqueado como ocurrió en Berna, no sabía que pensar, que pasaría con todo lo que había conseguido en tan poco tiempo y que podía perder si se descubría todo. El nerviosismo se apoderó de él y necesitaba encontrar algo para poder desfogarse.

Eduardo solo estaba preocupado por el miedo que había visto en los ojos de los demás, él no tenía miedo, solo le preocupaba que se desmontase el oscilante castillo de naipes sobre el que su financiera estaba montada hacía tiempo. Si alguien le fastidiaba el negocio sería el final, pero él no lo iba a permitir, él era Eduardo Ferrer…

Llegaron a casa de Pedro acompañadas por Gloria. Estaban nerviosas y aún no creían la historia que les había explicado. Letia abrió la puerta y tras las presentaciones, las acompañó al salón donde las esperaba Pedro, que también transmitía un ligero nerviosismo. Les costó asimilar la nueva imagen del hombre, aunque sin lentillas en sus ojos les fue más fácil reconocerlo. Desde luego en los momentos iniciales todo fueron lloros, abrazos, besos, bajo la atenta mirada de Lucía que se divertía mucho con las reacciones de los adultos.

Pedro no quiso ir demasiado deprisa con su hija y se contuvo de comérsela a besos, conformándose con abrazarla y darle un par de besitos en las mejillas.

-        Abuela, ¿Quién es este señor? – preguntaba con un vocabulario que a Pedro le pareció extraído del diccionario de la Real Academia de la Lengua –

-        Es tu papá, que ha estado de viaje mucho tiempo, pero ahora ya siempre estará a tu lado, poco a poco os iréis conociendo y os vais a querer mucho – le decía Eugenia intentando contener las lágrimas para no asustar a la niña -.

-        Nunca más me separaré de ti, mi vida… – él no podía evitar que las lágrimas se escapasen de sus ojos –

Pedro tenía un nudo en la garganta de tantas emociones acumuladas, recordaba los momentos en que estaba casi inconsciente y abandonado en medio del mar, con el único pensamiento de sobrevivir para estar otra vez con su hija.

Letia cogió de la mano a la niña para llevársela a la piscina y dejar a Senza en compañía de esas mujeres que eran tan importantes en su vida, para que les explicase con detalle lo ocurrido hasta ese día de reencuentro.

Cuando Pedro acabó su duro relato y pese a que Belén y Eugenia ya conocían la versión resumida en boca de Gloria, el silencio se adueñó del salón durante un minuto hasta que los incontenibles llantos de las tres mujeres resonaron por toda la estancia. Eugenia se abrazó a Pedro.

-        Perdóname – costaba entenderla de tanto sollozar – te he fallado, tenía que haberte advertido y fui cobarde. Nada de esto hubiese pasado de haber impedido la boda. Pensé que Isabel se reconvertiría con tu amor, pero… me equivoqué.

-        Eugenia… - Pedro intentaba consolarla – tú no tienes la culpa, ellos son los malvados.

-        Pero sabía cómo eran y no hice nada para impedirlo. Si supieras toda la verdad… - hizo una pausa mientras sopesaba el soltarlo todo, absolutamente todo, decidiendo que ya era el momento – y te la voy a contar, y cuando acabe sabrás el ser despreciable que soy y entenderé que no quieras saber nada más de mí jamás.

-        Eugenia no es necesario que te tortures…

-        Necesito hacerlo, nadie sabe lo que voy a contar, ni siquiera John, el hombre al que amo solo conoce una pequeña parte de mi terrible pasado.

Eugenia contó su noche de bodas, el asesinato de sus padres y su amado por parte de Eduardo, la tortura y sometimiento a base de terror que tuvo que soportar de su marido durante todo su matrimonio, como fue entregada por su esposo a miles de hombres que la utilizaron sexualmente a su placer, como una puta, degradándola hasta los extremos más bajos a los que se puede arrastrar a una mujer. Obligada a entregar a su hija para que ese monstruo la sometiera tal como hizo con ella, modelándola a su antojo para convertirla en una copia de la maldad y vileza de Eduardo.

Belén y Gloria se tapaban la boca en un gesto de asombro, y para contener las exclamaciones de repulsa que esa historia les producía. Pedro solo apretaba los puños para redirigir la ira que aumentaba en su interior, el odio que había acumulado contra Eduardo crecía y crecía sin mesura, viendo como esa mujer desnudaba sus sentimientos, la horrible tortura que había soportado durante tantos años, atenazada por el miedo y aniquilada como mujer y madre.

Pedro abrazó a esa mujer que tanto había sufrido y que se sentía culpable de no haberle avisado de la calaña de esas personas.

-        No te culpo, solo eres una buena mujer sobrepasada por la maldad que te ha rodeado durante años y de la que por fin has conseguido escapar. No sé tú, pero yo te prometo que los culpables lo van a pagar, he vuelto de la muerte para recuperar mi vida y para acabar con ellos.

-        Si me dejas, yo estaré a tu lado. – decía una Eugenia agradecida – quiero estar en primera fila cuando llegue el momento.

Comieron juntos intentando llevar las conversaciones fuera del dramatismo de las historias vividas y durante toda la tarde, Pedro estuvo jugando con su hija en la sala de juegos y en la piscina. Le agradeció a Belén todo lo que estaba haciendo por su hija, cumpliendo la promesa que le hizo de que siempre se ocuparía de ella hasta que él decidiese lo contrario. La felicitó por su relación con Gloria y le prometió que él las apoyaría y ayudaría en lo que necesitasen.

-        Cuando queráis hacer un trio - bromeaba Pedro con las dos – no os olvidéis de mí.

-        Por mi encantada – reía Gloria – solo falta que Belén se suelte un poco, ya le he explicado las experiencias que hemos compartido para ver si se anima…

-        Ya sabéis que lo de los hombres, no va conmigo – se apuntaba al cachondeo Belén – pero con todo lo que me han contado de ti a lo mejor me lo replanteo…

-        Si pensáis hacer guarrerías, yo me apunto – decía Letia provocando las carcajadas de todos – no se os ocurra hacerlo sin mí.

Cuando llegó el momento de la despedida, Pedro miraba a su hija partir con una Letia que se abrazaba a su lado, feliz al ver que su amado estaba recuperando su vida, aunque quizás supusiera que ella quedase irremediablemente al margen.

Transcurrió una semana y las gestiones de Wolf con las identidades dieron sus frutos. Con la nueva documentación y la resolución judicial pertinente en la mano, ya disponía de más herramientas para facilitar sus planes.

Recibió una llamada de Mauro para invitarle a una fiesta donde asistiría gente importante de la actividad económica de la ciudad, y que podría presentarle a Eduardo, el hombre que manejaba el tema de inversiones más lucrativas.

Senza ya estaba cerrando el círculo de poder tener a mano a las cuatro personas que generaron su desgracia. Habría que encararlos a todos para cumplir el guion establecido. Esa tarde decidió visitar a su maestro en el “dojang” para que viera su nueva imagen y hablar de lo ocurrido durante esos meses en los que había estado ausente por la operación.

Se detuvo en la puerta de la oficina del gimnasio al ver que Park Jung estaba atendiendo una visita, y cuando se disponía a dar una vuelta por las instalaciones mientras acababa, su maestro, al verlo tras la cristalera de la puerta le indicó que pasara al despacho.

Al entrar el “sabom nim” se le quedó mirando, intentando descubrir lo que había detrás de ese rostro, se fijó en sus ojos, que no llevaban las lentillas en ese momento. Había intuido algo en esa figura tras la puerta y por eso le invitó a pasar. Verlo de cerca confirmó su intuición.

-        Así que esta es tu nueva cara. No está mal tu nuevo rostro, Pedro.

Al oír ese nombre, la mujer que estaba sentada de espaldas a la puerta se giró de golpe para mirar al recién llegado. Estaba guapísima, su cara delataba la sorpresa de encontrárselo allí y también por su nueva imagen. Pedro tragó saliva para hacerse cargo de la situación. La mujer que tanto amaba y que tanto dolor le causó estaba a menos de un metro de distancia, mirándolo, escudriñando su rostro.

-        Hola Eun Hwa, ¿qué haces aquí – dijo Pedro con un tono neutro, intentando ocultar sus verdaderas emociones -.

-        He venido a ver… a mi tío. Estás… diferente… muy guapo. – dijo con voz tímida -. Jung me ha contado por lo que has tenido que pasar, lo que te han hecho… lo siento mucho…

-        Bueno eso es algo que estoy superando… - hizo una pausa y lo escupió - como la pesada carga de dolor que tuve que soportar cuando me abandonaste y el cómo lo hiciste.

La cara de Eun Hwa acusó la bofetada, su rostro se torció en un gesto de tristeza y sus ojos se volvieron vidriosos, a punto de que las lágrimas brotasen.

-        Bueno chicos – dijo Park Jung – os tengo que dejar un momento que creo que no funciona el agua caliente de las duchas – la escusa era de lo más patética, pero le sirvió para desaparecer al instante -.

-        Lo siento… - dijo ella al quedarse solos – me gustaría poder hablar contigo y explicarte…

-        No hace falta que expliques nada, intenté muchas veces que me dijeses que te ocurría, pero no fuiste capaz. Hasta que me lo dejaste claro con tus últimas palabras, aún las tengo presentes después de tantos años, “ adiós, no quiero saber nada más de ti, olvídame ”, y eso es lo que he intentado hacer todo este tiempo. Cada uno tiene su vida… te vi en Seúl con tu marido y tus dos preciosas hijas, parecías feliz y me alegré mucho por ello. Ya no me debes nada, ni yo a ti.

-        Pedro… yo quiero que sepas que…

-        Eun Hwa, no necesito saber nada más, vive tu vida y yo viviré la mía. Te deseo lo mejor, de corazón.

Tras decir esto se dio la vuelta y salió del despacho, ahora sí que las lágrimas resbalaban imparables por su rostro. Dentro, la chica se dejó caer sobre la silla y rompió a llorar con una desolación que quebraba su alma. Park Jung vio como Pedro caminaba hacia la salida llorando como aquel niño de seis años que un día entró en su “dojang”, y que no quería que su padre le dejase allí solo.

Movió su cabeza de un lado al otro en señal de negación, pensando en lo que el amor le había hecho a su alumno, a su amigo, por su dolor y por ver como partía otra vez… solo…