Sin pensarlo (primera parte)

El viernes volví a ver a la chica de días atrás, nuevamente en la cafetería, esta vez no estaba sola, un chico estaba con ella. En esta ocasión yo están comiendo por que mis papas no estarían en casa. Y así, sólo llegaría a hacer tareas y no tendría que preparar comida.

Cuando recuerdo que esto dio inicio, me remonto a mi época estudiantil. Iba en sexto semestre de la preparatoria, hubo unos cambios en los grupos y por alguna razón quedamos mezclados, así que mis amigos se encontraban en distintos grupos al mío, pero a veces la vida se manda con algunos, yo era la única que estaba sola. Luis y Ana estaban en un grupo, por su parte, Mónica, Laura y Jorge en otro. Y sí, al final quedé sola, en un grupo extraño a mi. Pero no todo era malo, podría concentrarme de lleno en las clases para así ingresar a la Universidad, al menos en lo que encontraba con quién platicar.

El poner día de clases fue algo equis. Leyendo los programas de las materias y presentándonos a nuestro nuevo grupo. Quería ser médico, así que mis materias iban más orientadas a esa área de las ciencias. Hacia un año ya que había terminado con Francisco, y vaya, no es que no lo quisiera, era buen chico, el problema que no me llenaba, me sentía más como su amiga que como su novia. Pobre de él, la verdad a veces me pasaba con mis actitudes. Por suerte, Francisco quedó en otro grupo, el quería ser ingeniero en programación.

En general, la semana estuvo bien, me sentía cansada de más, quizá por los excesos de vacaciones decembrinas y mi ingesta calórica durante ese tiempo, sumemosle también las fiestas y desveladas.

La siguiente semana comenzaron los proyectos, hubo dos chicas que me invitaron a su equipo, quizá por que sólo quedábamos las tres. Como fuera, el miércoles nos reunimos en la cafetería para planear una exposición. Prestaba poca atención al tema cuando un rayo divino iluminó mi destino, quería un helado.. Así que caminé de prisa hacia la caja y al observar con detenimiento la lista de precios colocada en la pared, sin querer y sin planearlo, terminé derramando un vaso de jugo de una chava que estaba por retirarse de la barra.

-Lo siento, discúlpame- fue lo primero que alcance a decir -¿de qué era tu jugo?- pregunte limpiando mi brazo que también había sido bañado con el líquido verde.

-verde- elemental mi querido Watson - ella me miraba directo a los ojos tratando de comprender.

-un jugo verde por favor- pedí de inmediato sin dejar de sostenerle la mirada

-oh, no te molestes, no hace fal..-

-nada de eso- la interrumpí - yo lo derrame, y así no te guste el jugo verde, lo repondré- dije ampliando mi sonrisa

-gracias- ella se miraba tímida, apenada quizá.

-aquí tienes- extenso mi brazo y coloque el jugo en la charola que estaba en sus manos -soy Mía- le sonreí de nuevo y me fui a la mesa con mis compañeras.

-¿no compraste algo? - preguntó Gabriela

-eh...- joder, olvidé esa parte - derrame el jugo de una chica y pues con la pena ya ni pedí nada para mi- juraría que estaba sonrojada.

Continuamos el proyecto, de reojo miraba aquella chica, estaba sentada en una mesa casi a la salida de la cafetería, dos chavas más la acompañaban.

Cuando por fin concluimos el proyecto, agradecí infinitamente, salí casi corriendo para tomar mi autobús de regreso a casa, estaba más que fastidiada. El jueves por suerte salíamos temprano, así que igual de rápido llegue a casa y me salí con mis compinches, mis papas tenían reunión con sus amigos así que no prestarían atención a mi ausencia.

Mónica, Ana, Laura y yo quedamos de ir al cine, saliendo fuimos a un pequeño bar de mala fama, quizá era por sus lunes de diez pesos los tragos y su barra libre los martes.

Pedimos unas cervezas esperando no estuvieran adulteradas o rellenadas y unos nachos. Era aún temprano, siete de la noche. Estaba oscuro por que aún era invierno.

De repente la mesera llegó con los nachos y con una copa de helado cubierto con chocolate, se dirigió a Laura y le dijo que era para ella, alguien desde otra mesa de la enviaba.

La primer reacción de reír y gritonear por que nuestra amiga estaba ligando sin darse cuenta. Miramos hacia todos lados, había un chico de peo blanca y cabello claro, con una barba muy hipster, mi amiga adoraba a esos chicos. Luego localizamos a un chavo cruzando la pista de extremo a extremo en nuestra dirección, era más bien moreno claro, lampiño, quizá unos 23 años. Pensábamos que era el, pero en realidad se dirigía al baño que estaba a escasos metros de nosotras. Así pasó una hora, cuando pedimos otra ronda de cervezas y más botana, la mesera llegó de nuevo, esta vez con una rosa recién cortada -que envidia- pensé. Se la dio a Laura y le dijo que la siguiente canción era para ella.

Cuando termino de escucharse una mezcla de David guetta, empezó a sonar lo que ahora sé con certeza es "bonita" de Moño Laferte.

Pues resulta que la canción es un mar de dulzura, hasta que te das cuenta que es una chava cantándole a otra, lo cuán en mi causó algo de morbo. Quizá el chico en cuestión, no había reparado en eso. Y de pronto, aparece una chica de quizá 1.70 de estatura, delgada, con un pantalón entallado y nota de piso, y le da una pequeña tarjeta a Lau, le dice algo y se marcha.

Estábamos confundidas, no sabíamos bien que sucedía, la chica salió de nuestra vista, se perdió a las afueras del bar, mis amigas observaban a detalle la tarjeta. Cuando me la pasaron, pude ver dos cosas; el nombre de la chica era Andrea Arriaga y era arquitecto.

A eso de las nueve salimos del bar ya un poco ebrias, Ana nos llevó a nuestras respectivas casas pues no confiaba en que preserváramos la virginidad en el estado en que íbamos. Llegue a casa sin ánimo de más, sólo di picones en la cena que mis papas estaban tendiendo en el comedor, aún con sus invitados, y me subí a mi habitación, me desplomé sin más.

Por la mañana sonó el maldito despertador y sin ganas, me fui a bañar, y al salir de mi largo baño descubrí que mi clan tenía 687 mensajes nuevos en el grupo de whatsapp, me fastidie de sólo pensar en leer todo eso, gracias a Thor tenía silenciado el grupo por un año. Les pedí un informe rápido detallado y fue Mónoca quién me contó que la noche anterior y parte de la madrugada del día en curso estuvieron hablando respecto a la chica del bar. Salí de prisa hacia la preparatoria y al ver que no pasaba taxi alguno, regrese des motivada para pedirle a Claudio que me diera un aventón a la prepa. Claudio, mi hermano mayor, estudiante de medicina en octavo semestre, va en carro a la uni, bien puede hacerme un favor.

Y lo dicho, me llevó de prisa a la prepa para irse a clase, en el camino puse música, música que odiara, claro. Para esas alturas de mi vida había descubierto lo feliz que me hacia molestar personas, era como llenar mi corazón.

Durante clases me la pasé entre los mensajes de mis amigas y los pocos apuntes que tomaba, algunos comentarios con mis compañeros y más nada. Y así, lentamente pasó la semana.

Fue hasta mediados de febrero cuando el grupo se sintió más unido, nos invitaron a celebrar el día del amor a un restaurant, prometían que el show valdría la pena. Sin mucho entusiasmo acepté a ir, claro que también invite a Moni, Ana y Lau.

Ese día, ellas fueron primero a mi casa, ahí dejamos el auto de Ana y nos fuimos en el de mi hermano, esta vez yo sería la conductora resignada y al terminar, nos iríamos a seguir 'celebrando' a mi casa.

Llegamos y varios compañeros ya estaban ahí, algunos con sus parejas, otros en pequeños grupos. Laura no quiso sentarse con ellos, prefirió una mesa pequeña para nosotras. Pedimos unas margaritas y comenzó la intensa plática sobre el ingreso a la universidad.

A eso de las once, comenzó el show, pintaba bien, así que nos concentramos en eso. De repente mi mirada se cruzó con una en el escenario, era una chica de cabello oscuro rizado, se encontraba detrás del teclado ejecutando las melodías adecuadas.

Laura me habló al oído y me sacó del trance de nuestras miradas fijas.

-He considerado enviarle un mensaje...- de momento pensé que a la chava del escenario, pero quité mi mirada de con ella y me sacudí los pensamientos

  • ¿quién?- le pregunte más que confundida

-Andrea.. La chica del bar- creo que no me sorprendió, para ser exactos no me sorprendía nada en ese momento.

-¿qué te detiene?- conversábamos pausadamente mientras Ana y Mónica miraban el show.

  • que es una chica..- contestó mi pregunta haciendo interrogación al finalizar la frase

  • Nunca he pensado que seas 100% hetero...- lo dije a su oído, sería y sin dirigirle la mirada.

La conversación con Lau quedó en eso, seguí interesada en la chica del teclado, de vez en cuando volteaba a verla y nuestras miradas chocaban. Terminamos de cenar y decidimos irnos, aún nos faltaba fiesta en casa y debías celebrar muy bien la soltería que a todas nos perseguía.

Llegamos a casa y Ana tomó una de las botellas del bar, nos fuimos a mi habitación, pusimos música y nos pusimos a platicar tendidamente, mientras tanto, los tragos iban haciendo efecto.

Tratamos de ser cuidadosas con el ruido pues mis papas y mi hermano dormían, aunque no había escuela al día siguiente, no quería que supieran que su hija estaba sumamente ebria con sus amigas en casa.

Terminamos con la botella y esta vez fui yo quién bajó, esta vez por una botella de vodka. En cuanto llegué Laura dijo que jugáramos yo nunca nunca. Tomamos en las manos nuestros shots y fue Laura precisamente quién abrió el juego.

-yo nunca nunca me le he mandado un mensaje a una arquitecto- en seguida bebió todo el shot y las demás quedamos atónitas.

  • pero qué..?- pronuncio Ana incrédula

  • lo hice hace un momento- fue ahí cuando decidí beber todo el shot

Así transcurrió el resto de la noche, mientras decíamos cosas algo tontas, nos enteramos que Mónica había tenido algo que ver con un chico, amigo de sus primos. Y así, hasta quedarnos dormidas.

Por la mañana fuimos a desayunar barbacoa con mis padres y mi hermano, las cuatro teníamos una horrible resaca.

Luego del apropiado desayuno, fuimos a dejar a Monica y Ana, Laura se fue de nuevo a nuestra casa pues sus papas había salido y regresarían por la tarde.

Llegamos y nos pusimos a hacer tarea, luego vimos una película con mi hermano y su novia. Y después mis papas comenzaron a preparar la comida, Laura y yo nos fuimos a mi habitación a platicar.

-qué pasó con la chica de bar?- dije a manera de interrogatorio.

-¿de qué hablas?- Lau trató de evadir el tema.

  • Vamos, sabes que ayer dijiste lo de un mensaje, pero ¿cómo pasó?- pregunte curiosa.

  • lo estuve pensando mucho tiempo, conserve su tarjeta y bueno, ayer quizá por tanto alcohol le envíe un mensaje... Sólo le dije que tenía los ojos más bonitos que había visto..- Laura se agachó, estaba avergonzada

-te respondió?- traté de usar mi tono más serio.

-por la mañana tenía un mensaje, me dijo que si era la chavita del bar.. Dijo que de ser así, los más bonitos eran los míos- ahora mi amiga no sólo se avergonzó, se enrojeció, eso me pareció tierno.

No quise preguntar más, en realidad Laura es tan libre como yo de hacer con su vida lo que mejor le parezca, sólo  quería dos cosas, que no la lastimaran y que ella estuviese feliz.

Comimos y después pasaron sus papás por ella, nos despedimos y me fui de nuevo a mi habitación, me di un baño y me quede dormida, debía reponerme de los estragos del fin de semana, al día siguiente tendría clases.

Por la mañana desperté a tiempo, el dormir once horas hizo efecto. Me fui a la preparatoria en camión como casi siempre, esa semana transcurrió sin algo relevante, excepto los continuos mensajes que Laura recibía y a su vez respondía, yo sabía con quién hablaba, pero no tenía por qué opinar algo.

El viernes volví a ver a la chica de días atrás, nuevamente en la cafetería, esta vez no estaba sola, un chico estaba con ella.

En esta ocasión yo están comiendo por que mis papas no estarían en casa. Y así, sólo llegaría a hacer tareas y no tendría que preparar comida.

Estando a solas pude detallarla claramente, su piel era blanca, sus mejillas rosadas, quizá por el frío de lo que quedaba de invierno. Realizaba bastantes ademanes al hablar, sus manos eran largas, sus dedos delgados y sus movimientos muy coordinados, nada que ver con mi coordinación.

De repente me descubrió viéndola, me miró y sólo sonrió, pero no dejó de verme, ni yo a ella. Unos minutos después apareció Ana, se suponía que estaría haciendo un trabajo con otros compañeros, de inmediato se sentaron donde yo y sus comentarios simplemente me abrumaron. Me sentía de más en la conversación, la verdad ni cuenta me daba.

Comencé a prestar atención hasta que me di cuenta que hablaban de la chica que minutos antes me mataba con la mirada. Resulta que era una odiosa según ellos, a muy pocas personas les hablaba y en general la calificaban como alguien raro.

Quizá las apariencias engañan, pero para mis males, yo estaba del lado de las personas que ella no frecuentaba, y viceversa. Terminé de comer y me fui directo a casa, esta vez pedí un taxi y disfruté un poco de la música con mi audífonos hasta llegar.