Sin penetracion (2) Darío

Él había respondido a mi anuncio en una red de contactos y ahora nos encontrábamos cara a cara. Nos gustábamos y los dos buscábamos cumplir la misma fantasía, una sesión de sexo suave sin penetración entre novatos

Darío y yo nos acabábamos de conocer. Él había respondido a mi anuncio en una red de contactos y ahora nos encontrábamos cara a cara en un parque cercano a mi casa.  Nos mirábamos intensamente, Darío era más alto que yo y su pelo cortísimo, casi rapado,  con  unas ligeras entradas le hacía parecer algo más mayor, alrededor de los 30, su cuerpo firme y definido denotaba su afición al gimnasio.  Nos miramos y sonreímos e iniciamos la conversación de manera distendida como si fuéramos amigos desde hacía tiempo, al fin y al cabo los mensajes que habíamos intercambiado antes de conocernos en persona nos permitían saber muchas cosas el uno del otro y los deseos más íntimos que ansiàbamos satisfacer.

El parque estaba lleno de gente y nosotros comenzamos a pasear discretamente entre ellos, disimulando la emoción y el deseo que a ambos nos embargaba. Durante el paseo nuestras manos se rozaban y nuestras miradas se cruzaban continuamente sin poder evitar intercambiar sonrisas de complicidad. La conversación comenzó siendo banal para conocernos mejor sobre lo que hacíamos habitualmente, el trabajo, el deporte, los gustos personales en música o cine,... Darío me contó que había estado viviendo con una chica y habían acabado mal, ahora había vuelto con su familia y ésta era la primera vez que quedaba con un chico desconocido, aunque había tenido alguna experiencia gay en su adolescencia, llevaba mucho tiempo fantaseando con la idea de experimentar de nuevo  el sexo con otro hombre. Al ver mi anuncio encontró la oportunidad, la idea de tener una experiencia de sexo suave, sin penetración, con un novato joven le pareció ideal y allí estaba, dispuesto a todo,  me dijo que yo le gustaba mucho y que estaba abierto a cumplir lo que habíamos hablado en nuestros mensajes.

Yo tenía previsto conocernos en un lugar neutral, por eso había escogido un parque público cercano, si todo fluía bien quizás podría invitarlo a mi piso, y , desde luego, Darío era perfecto, no solo me gustaba físicamente sino que rápidamente habíamos conectado, ambos teníamos la misma fantasía y estábamos dispuestos a cumplirla.

  • ¿Quieres venir a mi piso?

  • Es lo que estaba deseando desde el primer momento que te he visto.

"Vamos" , le dije, añadiendo a mis palabras  un gesto de acompañamiento mientas posaba la palma de mi mano en su espalda para guiarle. Discretamente mantuve la mano en la espalda de mi nuevo amigo, mientras caminabamos notaba la fortaleza de su cuerpo, era un gesto masculino y discreto que no nos incomodaba al caminar entre la gente pero que a mí me excitaba tanto que no pude evitar deslizar la mano hasta posarla en una de sus nalgas que note fuerte y dura.

Entre sonrisas complices y pequeños roces anduvimos el corto trayecto hasta mi casa, abrí el portal y nos dirigimos al ascensor, los apretados tejanos que ambos habíamos elegido para vestirnos el día de nuestro primer encuentro ya no disimulaban nuestras respectivamas erecciones, yo estaba deseando  entrar en el portal para palpar sin disimulo la potencia de aquella erección, pero nada más entrar se nos coló detrás la señora del ático de cuya presencia ni siquiera me había percatado.

Quedé bastante azorado en aquella situación,  mientras esperabamos el ascensor, la señora del ático me contaba no se qué de la limpieza de las zonas comunes y miraba de reojo a mi amigo, subimos en el ascensor en aquella situación incómoda. Llegamos a la planta y dejamos a la señora en el ascensor, nada más salir Darío y yo comenzamos a reir a carjajadas.

  • Joder casi nos pilla.

  • Yo creo que se ha dado cuenta, me dijo Darío, me estaba mirando el paquete.

  • Claro, no me extraña, es imposible no mirártelo, estás tremendo.

  • Pués como tú, o es que no te has visto.

Nos estallamos a reir, tanto disimular para luego ponernos en evidencia ante una vecina cotilla, pero la verdad es que ya me dió igual, ahora lo que quería era descubrir lo que había debajo de esa bragueta sin importar nada más. Acerqué la llave a la cerradura y Darío aprovechó para abrazarme por detrás, noté el calor de su cuerpo  y la dureza de su polla apretada contra mis glúteos,  con la humedad  de su boca besando mi nuca, sus fuertes brazos rodearon mi cuerpo y su mano buscó la dureza de mi paquete,  comenzó a acariciármelo por encima del tejano mientras notaba su aliento en mi oido susurrándome "cómo me has puesto de caliente, cabrón".

Casi no atinaba a abrir la cerradura, al final lo conseguí y  entramos al piso, Darío seguía pegado a mi espalda, abrazándome apasionadamente mientras se frotaba el paquete en mis nalgas y me morqisqueba la nuca y las orejas, como pude, conseguí darme la vuelta y encararme a él, nuestras bocas se buscaron y se fundieron en un beso largo y húmedo hasta quedar sin aliento.

Nos quitamos las camisetas y desabrochamos torpemente los pantalones, ahora nuestros torsos desnudos se fundían en un abrazo, mis manos buscaban ávidamente amasar la enorme polla de Darío, que pugnaba por salir de su encierro, acabé de desbrocharle el cinturón y bajarle la bragueta e introduje mi mano buscando el premio de su polla.

  • Joder tío, que rabo tienes!

  • ¿Donde tienes la cama, el sofá o lo que sea?  , me dijo entre jadeos, con ansia.

Nos separamos momentáneamente,  me costó soltarle la polla, pero le cogí de la mano y le conduje a mi habitación, con la otra mano nos sujetabamos los pantalones para poder caminar y  llegar a la habitación, alli  ambos los dejamos ir y nos quedamos cara a cara en calzoncillos. Yo me había puesto un boxer negro de rejilla, que ahora estaba completamente hinchado, desbordado por una erección de caballo. Darío llevaba unos slips azules con un elástico grueso y una bolsa acanalada que le recogía su tremendo paquete, me arrodillé ante él , mi cara quedó a la altura de su bulto y sin quitarle el calzoncillo comencé a mordisquear con los labios su paquetón.

Darío tenía una enorme erección con  su rabo de al menos 18 cm, mis manos amasaban sus glúteos mientras mi boca se deshacía de gusto sobre el paquete de mi amigo, mi lengua penetraba debajo del slip buscando el sabor de la carne, cuando mi amante aprovechó para, bajando suavamente el elástico de su slip,  liberar su tremendo y duro miembro que golpeó mi cara dándome una bofetada de placer y dolor al mismo tiempo.

Ya completamente desnudo, Darío se tumbó bocarriba en la cama, su cuerpo musculoso y definido con su pene enhiesto era una invitación al placer absoluto:

. Superas la mejor de mis fantasías, eres un Dios del sexo

  • Pues ya sabes, adórame, me dijo mientras se reía de la ocurrencia.

Comencé a trepar a gatas sobre la cama, comenzando desde los pies de mi amante, fui lamiendo todo el contorno de sus piernas, deslizando mi lengua suavemente hasta llegar al interior de sus muslos, donde me detuve en la suavidad de su piel en esa zona, besaba y lamía el interior de sus muslos mientras mis manos subían hasta acariciar sus abdominales marcadas y  seguidamente bajaban hasta su polla para pajearla suavemente, mientras tanto buscaba con mi mirada hacía arriba buscando el foco de su ojos, que miraban mi trabajo con una expresión de placer y ansia que me animaban a redoblar mis esfuerzos para darle el máximo placer que pudiera:

  • Pero que cabrón, que bueno eres, ... ummm, qué gustazo me das.

  • Dime lo que más te guste, pídeme cosas, lo que quieras.

  • Umm, quiero que me comas los huevos, me dijo entre jadeos.

Sus huevos estaban totalmente depilados, la piel de su escroto era suave y algo más fría que la de su pene,  también me parecieron unos huevos enormes. Pase mi lengua con suavidad alrededor de sus huevos, sin dejar un centímetro de piel sin salivar, mientras los gemidos de placer de Darío eran cada vez más fuertes alcé la vista buscando su mirada como buscando su aprobación a mi intenso trabajo de darle placer. Darío también me buscaba con la mirada, como si verme chupándole los huevos le provocará aún más excitación que la mamada en sí misma.

Su mirada de aprobación y placer me excitaron aún más de lo que estaba, mi lengua recorrió a su antojo toda su polla desde la base hasta la punta, deteniéndome en el glande  para acabar introduciéndomela lentamente dentro de la  boca, la primera vez fui incapaz de tragármela entera, no parecía caberme y sentí arcadas y ya sólo me centré en meterme el glande, pero Darío quería más , sus manos se posaron en mi cabeza y empujaban suavemente animándome a seguir, mientras sus gemidos de satisfacción llenaban la habitación. Alcé nuevamente la mirada, como suplicando a la vez clemencia y ánimo para acometer la tarea de introducirme aquel pedazo rabo en la boca , mi amante no tuvo clemencia, su mirada buscaba mi mirada : "cómetela entera, venga"

No sé cómo lo hice, pero acomodé  mis labios alrededor del sonrosado y sabros glande de mi amigo y con la ayuda de sus manos en mi nuca, conseguí introducir enteramente aquellos 18 centímetros de carne palpitante en mi boca , sin cerrar los ojos comencé a subir y bajar la cabeza cada vez más rápido sobre aquella polla que golpeaba cada vez el fondo de mi garganta mientras los gemidos de placer de mi amigo retumbaban en mis oídos.

Mis labios se acomodaban al grosor de la polla de Darío pajeándola intesamente y con fuerza  y mi lengua saboreaba cada uno de sus centímetros de placer, fueron varios minutos de intenso placer en los que cada poco alzaba lo ojos buscando la aprobación de Darío , que miraba mi tarea  extasiado de placer  mientras emitía  fuertes gemidos : no pares , no pares....

Con esa intensa mamada estaba  cuando noté los espasmos del cuerpo de mi amante, como temblaba gozando la mamada  y como su polla se hinchaba aún más dentro de mi boca justo antes de que soltara su chorro de semen caliente en mi garganta: Aaaaggg, que me corro, que me corro, gritó Darío, aumentando la presión de sus manos en mi cabeza, lo dijo al mismo tiempo que ya me estaba soltando la corrida dentro de mi boca. Al momento, Darío aflojó la presión sobre mi cabeza y lanzó un largo suspiro de placer, saqué su polla de mi boca y continué pajeándole ahora más despacio mientras las últimas gotas de semen se deslizaban por su pene. Estuvimos así durante un rato de intenso disfrute mutuo, yo seguía admirando su polla, ahora que iba perdiendo la erección poco a poco, hasta que Darío me llamó por mi nombre y me pidió. Ven, dame un beso.

Me deslice encima de su cuerpo buscando su boca y nos fundimos en un beso intenso y apasionado, entonces Darío pareció darse cuenta del tamaño de mi excitación, mi polla dura se apretaba contra su abdomen:

-Joder ha sido tan intenso, que yo casi  ni te he tocado.

  • Si quieres..?, acerté a decirle

Dario me volvió a besar y su mano se deslizó hasta mi polla, comenzando a pajearmela suavamente, con dulzura, sus manos eran suaves, como de mujer, hasta ese momento no me había dado cuenta de ese detalle,  su cuerpo de macho musculado y fuerte parecía tener también un lado  femenino,  manos pequeñas y con la piel suave. Ahora era yo quien comenzaba a gemir con placer, mientras mi amigo no dejaba de preguntarme: te gusta, te gusta? Sé otra cosa que puede gustarte.

En ese momento, por sorpresa y con una agilidad casi felina, Darío consiguió voltear su cuerpo sobre sí mismo de manera que ahora mi polla ya no estaba sobre su abdomen sino que se apretaba contra aquellas nalgas duras que antes había estado amasando. Darío comenzó a retozar debajo de mí, ahora mi polla dura estaba entre sus nalgas, comencé a mordisquear su nuca y sus hombros mientras mi polla se abría paso entre sus muslos aún cerrados. Tanto su espalda como su culo eran fuertes y duros, él giraba la cara buscando también que nuestras bocas se encontraran. Mi excitación estaba ya a tope.

  • Uff, esto es más de lo esperaba, le dije, mientras mordía sus hombros y mi polla reposaba en su máximo esplendor entre sus muslos

  • Sí, umm, quiero que me lo des todo.

  • Quiero follarte, no puedo aguantar.

  • Sí sí, metemela,, me dijo mientras hundía su cara en la almohada. El encuentro estaba yendo mucho más allá de lo que habíamos previsto, cogí mi polla dura y caliente y la conduje ante la entrada de su esfinter, al apretarla contra él,  mi amante lanzó un chillido de dolor, ahora su voz grave y varonil que me pedía más cuando se la estaba mamando se había tornado una voz más aguda, eran gemidos de pasivo tembloroso predispuesto a ser penetrado por un amante vigoroso, que era yo, dispuesto ya a darlo todo para satisfacerle.

-No te muevas, le dije, mientras, me levanté rápidamente para buscar el lubricante que usaba para masturbarme, me embadurne bien la polla y las manos con el mejunje perfumado y resbaladizo y rápidamente volví al lado de mi amante, me puse de rodiillas entre sus piernas con el pene erecto apuntando hacía el pequeño orificio que me invitaba a probar los nuevos placeres desconocidos hasta ese momento.

No sabía si Darío prefería que su amante fuera rudo y agresivo o suave y cariñoso, así que siendo la primera vez pensé que debía ser cariñoso con él. Dirigí mi polla con las manos a la entrada de su ano y con suavidad utilizanzo la punta del rabo le embadurne el orificio con el lubricante mientras con las manos abría suavemente los cachetes de su culo. Darío había hundido su cara en la almohada y sus suspiros quedaban amortiguados, ya completamente entregado a mis institntos. Eso me puso aún más excitado, tener a un hombre más fuerte y poderoso que yo totalmente sometido, entregado a mi, me lo iba a follar con todo mi ímpetu y pasión.

  • Levanta un poco el culo, mi amor, le dije, usando un tono los más afectusoso que pude.

Darío obedeció, levantando un poco el culo de las sábanas y aprestándose a recibir su primera follada: "fóllame sin piedad"

Mi glande ya se aprestaba a la entrada de su agujero, parecía muy grande en comparación, pero con la ayuda de la mano que usé sujetando la polla, conseguí hundirlo a modo de ariete suave pero firmemente en mi amante, mi enorme capullo sonrosado y caliente desapareció dentro del hoyo de mi amante pasivo.

  • Te duele mi vida?, le pregunté. Le oía gemir de dolor  y veía como sus manos extendidas en cruz agarraban fuertemente las sábanas. No veía su cara hundida en la almohada, casi sin aliento me contestó: No pares, esto es la ostia!

Me detuve a disfrutar del momento, a contemplar aquel macho sometido, mientras los músculos de su esfinter se acomodaban al grosor de mi glande, noté que se dilataba suavemente y sentí que era el momento, para dejándome caer sobre el cuerpo rendido de mi amante, introducir firmemente hasta el fondo mi polla en el interior del culo del que ahora era mi pasivo. Mis huevos golpearon sus nalgas y comencé a embestirle, primero con suavidad y despúes ya con fiereza mientras él gemía y gritaba aunando dolor y placer al mismo tiempo.  Comencé a pellizcar sus nalgas, que  se removían debajo de mí, subiendo y bajando para facilitar cada vez más la penetración.

  • Umm, que bien me follas, que bueno, ummm, no pares- Darío ya estaba totalmente desatado disfrutando la follada. Mientras yo seguía embistiendo con fuerza arriba y abajo, comencé a darle fuertes cachetes en las nalgas con las palmas de mis manos. La habitación retumbaba con nuestros gemidos a la vez que resonaban las bofetadas que yo  propinaba en los cachetes de su culo, ahora completamente enrojecidos.

  • Pero qué culazo tienes, le grité con pasión.

No sé cuanto duró la intensa cabalgada, cuando no pude aguantar más me vino una fuerte corrida que descargue en varias oleadas dentro de su ano.

La sensación era deliciosa, ralentice mis movimientos mientras Darío hacía suaves movimientos subiendo y bajando su culo intentando prolongar el momento máximo de placer entre los dos. Finalmente me desplomé sudoroso en la espalda de mi amante y nuestros cuerpos se quedaron practicamente pegados por el sudor, mi polla fue perdiendo su dureza hasta que salió lentamente de su escondite.

Darío volvió la cara, que había mantenido pegada a las sábanas, la tenía totalmente enrojecida y unos hilos de saliva le caían por las comisuras de los labios, su rostro era el reflejo del intenso placer que había disfrutado, jadeando, me deje caer a su lado, bocaarriba y con los brazos en cruz, respiraba con fuerza buscando el aliento que me faltaba.

  • Ha sido una  follada brutal, le dije sonriendo.

  • Has sido la ostio, me contestó mientras se volvía hacia mí, no decíamos que no iba a haber penetración?

Los dos nos echamos a reir,.

  • También íbamos a ser discretos, y seguro que la vecina de arriba nos ha oído.

  • Ya se dio cuenta en el ascensor, me contestó riendo.

  • Bueno, la verdad es que hay cosas que no se pueden evitar, y  tampoco se pueden disimular.

Seguimos riendo hasta quedarnos rendidos en la cama.

La realidad es a veces mejor que las fantasías.

FIN