Sin Oxígeno

Si el aire que respiras se está acabando ¿qué sería lo último que harías?.

SIN OXÍGENO

Luego de dos años de arduo trabajo había decido tomar unas ansiadas vacaciones, elegir el lugar no fue muy difícil, hacía años que no pasaba ni cerca de una playa y yo tengo fascinación por el mar, así que llamé a una agencia de viajes que pronto me ofreció un muy buen paquete de una semana que incluía un pequeño paseo en submarino el último día; aquello me encantó, siempre quise llegar bien profundo en el mar y poder observar parte de los misterios que nos guarda, así que sin dudarlo lo tomé.

Los primeros tres días transcurrieron sin grandes acontecimientos, el grupo era bastante unido y todos nos llevábamos muy bien, lo único lamentable es que casi todos iban en parejas y sólo estábamos sin compañía tres, un muchacho muy guapo que me había llamado la atención desde que lo vi, una muchacha espectacular que tendría tal vez unos 25 años y yo, que a pesar de ser bastante atractiva no contaba ni con el tamaño de ella, ni con sus protuberantes senos y su cabellera rubia por lo cual di por sentado que no tendría mucho que hacer al respecto y que seguro esos dos terminarían teniendo un romance veraniego, así que para no crearme grandes expectativas con tan malos elementos para mí, decidí simplemente disfrutar de los paseos y del mar, al fin y al cabo, había ido a eso.

El cuarto día teníamos pautada una salida nocturna por los bares que estaban a la orilla de la playa, eso me gustó porque me brindaba la oportunidad de conocer tal vez algún muchacho para cumplir mi fantasía de perderme una noche con un total desconocido para no verlo nunca más, nunca me han gustado los compromisos, tal vez por eso no cuento con una pareja estable, pero en este viaje debo admitir que me hacía falta una compañía para compartir todo lo maravilloso que me rodeaba y terminar las noches enredada en otra piel para disfrutar no sólo del paisaje sino también de un cuerpo que me hiciera viajar al país de las maravillosas sensaciones del sexo... pero bueno, esa noche tendría mi oportunidad así que decidí vestirme como una auténtica cazadora femenina, es decir, busqué en mi equipaje el vestido más sexy que tenía, era una pequeña prenda blanca, casi transparente, que dejaba traslucir mis formas y resaltaba mi bronceado, era vaporoso y llegaba una cuarta más arriba de la rodilla por lo cual cada pequeña brisa dejaba a la vista buena parte de mis muslos que gracias a los ejercicios diarios están muy firmes y bien formados. No usé maquillaje, apenas unas líneas negras que resaltaran bien mis ojos que como son grandes y claros se han convertido en uno de mis mejores atributos físicos, el cabello lo dejé suelto para darme un aire un poco salvaje y apenas calcé unas sandalias blancas bastante sencillas que si no se observaba bien daban la sensación de no estar ahí, por lo cual parecía que inclusive iba descalza.

El efecto de mi vestimenta se traslucía en las miradas que me propinaron mis compañeros de grupo y algunas caras largas de sus parejas o hasta algún reclamo velado de alguna luego de oír de su pareja un comentario "inocente" de lo bonita que estaba esa noche, casi todos parecían tener algo que comentar o expresar sobre mí menos el muchacho soltero que era el más reservado del grupo, pero no me importaba ya, yo iba decidida a pasarla bien esa noche y no iba a ser por un muchacho guapo más quien me desanimaría.

Lo que sí pude notar es que la rubia despampanante no estaba por ningún lado (demás está decir que mis compañeros de grupo también lo notaron), la esperamos un rato pero no bajaba de su habitación por lo que decidieron llamarla (qué solícitos ¿no?), pero ella respondió que estaba agotada por el día que habíamos tenido y que prefería quedarse descansando (luego me enteré de que "descansando" medía 1.80 de estatura, era moreno y contaba con un cuerpo de infarto y que además ella prefirió terminar su viaje con él), por lo cual partimos sin ella y dos parejas más del grupo que también decidieron "descansar" esa noche.

Luego de recorrer un par de barcitos que no tenían mucho que ofrecer, llegamos a uno que parecía el preferido de los residentes de la zona, estaba a reventar y gran parte de las personas que estaban en el lugar danzaban al ritmo de una música caribeña que sonaba muy alto, acordamos quedarnos en el lugar y que cada quien volvería al hotel por sus propios medios (no estábamos muy lejos a fin de cuentas) por lo cual cada quien quedó en libertad de hacer lo que quisiera, nos separamos entonces y yo me fui de una vez a la barra a pedir un cocktail para refrescarme y entonarme un poco.

Pasada una media hora me dieron ganas de bailar pero a pesar de mis expectativas no encontré ningún muchacho que estuviera solo a excepción del barman que estaba muy ocupado como para cumplir con los requisitos indispensables del chico de mi fantasía, así que me puse a recorrer el bar intentando mejorar mi suerte cuando me di cuenta de que mi compañero de grupo estaba exactamente en las mismas, me quedé un rato observándolo y riéndome sola de lo tonto de nuestra situación hasta que se dio cuenta de que me reía de él (bueno de los dos) y se me acercó para preguntarme:

¿Qué te hace tanta gracia?

Que estamos los dos intentando buscar un poco de compañía pero por lo que estoy viendo no tenemos mucha suerte ¿o me equivoco?

¡Ojalá te equivocaras!- me dijo con una espléndida sonrisa pícara- ¿Bailas?

Lo tomé de la mano en señal afirmativa y nos fuimos a bailar, hablamos poco, el estruendo de la música no nos permitía muchas posibilidades de comunicación pero luego de un rato no nos hacía mucha falta, no sé si fue por el cocktail, mis ganas, el calor o el ritmo de nuestros cuerpos al bailar pero poco a poco nuestra danza se fue haciendo más intensa, nuestros sudores se mezclaban y nuestros rostros se rozaban cada vez más, sentía que me apretaba con suavidad pero con firmeza hacia su pecho y cada vez con menos frecuencia me soltaba para dar algún giro, de este modo bailamos varias piezas hasta que de repente cambiaron el tono de la música a algo menos movido, nos quedamos viendo como pidiendo aprobación el uno al otro y continuamos sin dudarlo, su cintura se movía con gran cadencia y sus manos comenzaron a rozar lentamente mis brazos, me estaba seduciendo con el baile y sinceramente me estaba volviendo loca.

No pasó mucho tiempo antes de que me tomara intempestivamente del brazo, me llevara afuera y me diera un intenso beso, como si del último se tratase, yo correspondí con mis manos apretando su espalda hacia mí y pegando mi vientre al de él, fue un momento de locura, ahí mismo, detrás del bar me cargó contra la pared dejando que mis piernas lo rodearan y comenzó a besar mis senos a través del vestido, como posesos nos apretamos el uno al otro, nos besamos, nos mordimos, como pudo entre la prisa y mi peso liberó su sexo, corrió mi ropa interior hacia un lado y comenzamos una cabalgata frenética, sentía que estaba a punto de estallar y el hervor se su sexo y el latir de sus venas me hizo saber que él estaba igual, más rápido de lo que nuestro deseo necesitaba estallamos los dos en un grito apagado por el rugido del mar que aquella noche estaba realmente turbulento.

Cuando caímos los dos en la realidad nos miramos un poco desconcertados, yo acababa de tener el momento más intenso de mi vida, pero por más que lo había soñado mil veces nunca imaginé el final, así que sin saber qué decir ni qué hacer exactamente, acomodé mi ropa y sin verlo a los ojos me fui de ahí.

Al día siguiente evité a toda costa verlo a la cara, no era exactamente vergüenza lo que sentía, me descontrolaba no saber qué hacer y visto que él tampoco intentaba mucho acercarse a mí supuse que lo mejor era dejar todo como estaba y disfrutar de los últimos dos días que nos quedaban de vacaciones, afortunadamente estaba tan impaciente por el viaje en submarino que pronto el suceso quedó "olvidado".

Por fin llegó el día, pero el guía nos dio la mala noticia de que el mar estaba un poco turbulento y tal vez sería mejor que no hiciéramos el paseo submarino, nos pidió mil disculpas y nos dijo que a cambio nos darían un tour gratis por dos de los mejores casinos de la zona, pero yo estaba empeñada en hacer mi paseo, el paquete lo había elegido justamente por esa novedad y le pregunté si no habría posibilidad de hacerlo igualmente, él me dijo que sí, pero que ellos no se hacían responsables por ningún "susto" que pudiéramos pasar y que como ya habían tenido algunas experiencias con turistas descontentos que pedían el reembolso de su dinero habían decidido que cuando el mar estaba en esas condiciones inmediatamente suspendían el paseo para evitar problemas pero que si yo firmaba un documento donde los exoneraba de cualquier responsabilidad no habría problema en preparar el paseo para mí y para cualquiera que deseara hacerlo, inmediatamente decidí firmarlo y el guía para no dejar preguntó al resto del grupo si alguno más deseaba hacer igualmente el paseo, para mi sorpresa sólo mi loco amante de aquella noche decidió hacerlo así que quedamos únicamente nosotros dos en hacer el viaje.

El supuesto submarino era apenas una cabinita pequeña con capacidad para cuatro personas y seis pequeñas ventanitas, tres a cada lado que iba guiada (esto no lo entendí muy bien) por alguien en la superficie que vigilaba todo, y el paseo sólo tenía duración de una hora más o menos ya que la capacidad de oxígeno del aparato sólo era de hora y media, y en ese tiempo sólo bajaríamos, como una especie de ascensor, nos quedaríamos un rato en las profundidades y luego nos subirían, no era exactamente lo que me había imaginado pero ya no iba a dar vuelta atrás.

Nos dieron las indicaciones pertinentes y mi acompañante y yo entramos en la pequeña cabinita, afortunadamente (pensaba) no íbamos a esta solos él y yo ya que supuse que nuestro guía iría con nosotros, pero cuál no fue mi sorpresa cuando nos informó que él debía ir con el resto del grupo a los casinos y que no nos preocupáramos porque su presencia no era realmente necesaria para el corto paseo y hasta nos dio las señas para que nos reuniéramos con ellos cuando terminara nuestro viaje y así seguir juntos para la cena de despedida que la compañía turística nos había preparado, me molestó un poco pero más sentía realmente nervios, no sabía qué pasaría allá abajo y el silencio de mi acompañante no me ayudaba, se mantenía totalmente hierático, serio, reservado, pero no como antes, sentía que realmente estaba cerrado pero para mí, solamente para mí.

Cuando bajábamos la tensión del ambiente no me permitía disfrutar del entorno marítimo así que decidí romper ese muro de hielo que había entre los dos y le dije:

Espero que me disculpes por lo de la otra noche, estaba un poco mareada por el efecto de los tragos.

No te preocupes – me dijo - debería disculparme yo, creo que te sentiste violentada, pero no creas que me quise aprovechar de la situación, simplemente pasó.

Lo sé, y no, no me sentí violentada, lo hice porque quise, supongo que sabes que eres un chico muy atractivo y deseable para cualquier mujer, sólo que no suelo comportarme así y sinceramente no supe qué hacer después que...

...Después que estallamos, yo tampoco supe qué hacer pero no me esperaba que te fueras así...

De nuevo, disculpa...

De repente sonó un estruendo y la cabina se detuvo bruscamente, por las ventanillas no se veía nada, el agua estaba muy turbulenta y lo único que se alcanzaba a ver era una especie de bruma con residuos marinos, sin duda el mar estaba muy revolucionado, enseguida escuchamos una voz desde un intercomunicador en la cabina que nos decía que mantuviéramos la calma, que se había producido una pequeña falla en el sistema por causa de la resaca del mar pero que ya estaban trabajando en eso, que disfrutáramos del paisaje marino y pronto nos subirían, yo repliqué ya molesta y levemente asustada que no se veía nada y que arreglaran ese problema de una vez ya que esto no es ni remotamente lo que me había imaginado, la voz me respondió que no me preocupara que todo estaba bajo control y nos pidió que mantuviéramos la comunicación con ellos para que supieran que nos encontrábamos bien. Aquella última petición me desconcertó y a mi amigo también que enseguida les dijo que o nos subían pronto o iban a tener problemas y algunas cosas más, sin embargo la voz ya no dijo más nada así que entre la molestia y el susto nos sentamos a vernos literalmente las caras.

El tiempo iba pasando, habrían transcurrido alrededor de unos 45 minutos cuando realmente empecé a asustarme, la resaca hacía que la cabina se moviera, no eran movimientos bruscos pero sí suficientes como para sentirlos, mi acompañante debe haberse dado cuenta de mi inquietud y preguntó a través del intercomunicador cuánto faltaba para que nos sacaran de ahí, hubo un largo silencio y luego una voz entrecortada que nos informaba que la falla era realmente muy severa, que estaban procurando la solución pero que ésta no llegaría en menos de dos horas... "¡pero en dos horas ya no tendremos oxígeno!" – grité y se hizo otro largo silencio del otro lado.

Entendimos el silencio, nos estaban diciendo que no saldríamos vivos de allí, así de simple, no había nada que hacer, sólo nos pedían que mantuviéramos la calma, que no nos agitáramos y que intentáramos lo ya imposible: consumir lo menos posible de oxígeno rezando para que pudieran subirnos antes de asfixiarnos.

Mi acompañante se derrumbó en el piso de la cabina, me tendió la mano y me sentó frente a él con una sonrisa resignada y triste y me dijo:

¿Cómo te llamas?. Dime tu nombre.

Entendí su gesto, su resignación era también la mía y con lágrimas en los ojos le dije:

Kassandra. Ahora dime tu nombre.

Sandro. Necesitaba saber el nombre de la compañera de mi último viaje. Te sonará extraño, pero por lo menos me consuela saber que moriré contigo y bajo el mar...

Reí, reí mientras lloraba y asentí, yo sentía lo mismo. De repente la voz del intercomunicador nos pidió que intentáramos mantenernos en silencio y me pidió que no llorara, que debíamos ser prácticos, que no nos resignáramos a morir, que lucháramos y toda una sarta de estupideces que a ambos no nos interesaban ya... no sé qué se movió en mí, no sé por qué, pero comencé a sentir que un gran amor por Sandro me embargaba, lo abracé y le dije:

Quiero quedarme aquí, así, contigo, no importa nada más, ya no quiero subir a la superficie, quiero que me hagas subir más allá, sé que puedes hacerlo...

Me miró fijamente, su mirada denotaba que me comprendía y no sólo eso sino que deseaba lo mismo...

Señores, por favor, intenten no hablar, ahorren el oxígeno, queda por lo menos una media hora...

Me levanté y dije:

No se preocupen, queremos quedarnos ya, sabemos que no hay tiempo y no podrán hacer nada, sólo les pedimos que no nos suban, déjennos aquí.

Apagué la corneta del intercomunicador, tal vez ellos nos oirían pero ya no queríamos oírlos, yo me sentía tranquila, en total paz y así, con esa tranquilidad comencé lentamente a quitarme la ropa frente a él que me observaba con la misma paz y desde el suelo también fue quitándose su camiseta y sus jeans, desnudos nos abrazamos y nos besamos, nos sentamos uno frente al otro, nos vimos y uno dijo:

Cuando el aire empiece a faltarnos sólo quiero oír una cosa...

...Te amo...

Con calma empezamos a recorrernos, ahorraríamos oxígeno pero sólo para disfrutar cada trozo de nuestros cuerpos, cada palmo de nuestra piel, así pasamos nuestras lenguas uno por el pecho del otro alternativamente, nos tocamos nuestros sexos con suavidad, viéndonos a los ojos, su sexo enhiesto palpitaba y hervía, mi humedad se perdía entre sus dedos mis senos apuntaban al cielo desafiantes, excitados y palpitantes, luego me senté sobre él y suavemente fui sintiendo su falo entrar en mí abarcándome toda, nos movimos como danzando un vals y así cabalgando nos apretamos el uno al otro fuertemente hasta que empezamos a sentir nuestra respiración descontrolarse y nuestras uñas arañarnos las espaldas que empezaban a contraerse ante la inminencia de un potente orgasmo compartido que nos hizo gritar y empezar a repetir, como una pequeña cantinela que se iba apagando:

  • Te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo, te amo...