Sin marcha atrás – Epílogo

Nuestra protagonista nos cuenta lo que pasó después del final de su historia y cómo es su vida al día de hoy.

Decir que mi llegada a casa fue de maravilla sería una mentira. Creí que podría acceder a mi cuarto sin que mi mamá me viera para poder “arreglar” un poco mi apariencia, pero apenas abrí la puerta pude ver que ella ya me estaba esperando. Increíblemente, me fue peor por el olor a cigarro que por estar vestida de mujer. Ella apenas me vio me jaló del cabello y comenzó a gritarme.

-¡¿Qué chingados haces?! ¡Mira nada más como vienes! O sea que ese “trabajo” que ibas a hacer no existía, fuiste a vestirte como vieja. – En eso me pudo oler bien - ¡Y aparte estuviste fumando! – Y me soltó una cachetada - ¡¿Qué no te enseñan en la escuela de enfermería el daño que te hace?! ¡Y mira nada más tus orejas, ya te marcaste como joto de por vida! ¡No sólo una, seis veces, y ni siquiera te dignaste en que fueran aretes sencillos, no, tenías que ponerte aretes que de lejos se ve que son de vieja! A ver con qué otra pendejada me saliste… - Dijo mientras me despojaba de mi blusa – ¡¿Pero qué carajos?! ¿Qué no piensas? – Dijo sosteniendo el piercing en mi ombligo - ¡Esto sólo se lo ponen las putas! ¿Qué es lo que quieres? ¿Botar tu carrera a la basura para pararte en una esquina y que los hombres te paguen por cogerte? – Y, bueno, que bien que no supo todo lo que hice - ¡Mira, ya, no puedo más! ¡Lárgate al baño y te me quitas todas esas chingaderas! – Y al retirarme la oigo gritar - ¡Y quítate esos tacones y deja de caminar como vieja! – A eso último ya no hice caso

Antes de meterme bajo la regadera me dediqué a desprender de mi pecho los senos que había usado por todo un día. Me desmaquillé tan bien como pude, me desvestí y me metí a bañar. Por mucho que lo intentaba, me dolía demasiado pisar en plano, dos días en tacones no pasaron en valde. Al terminar, imaginé que querría inspeccionarme detenidamente, así que me inserté una vez más mi plug anal, sólo para hacer rabiar un poco a mi madre.

Salí caminando en puntitas, con el contoneo que ya tenía perfeccionado, ella ya me estaba esperando.

-¡Te dije que dejaras de caminar como vieja! ¡¿Y por qué carajos no te has quitado los aretes y esa cosa de la nariz?!

-No quiero quitármelos.

-¡No te estoy preguntando, te dije que te los quites! – Y con eso me arrebató la salida de baño – Y tampoco te quitaste eso… ¡¿Y qué mierda traes ahí abajo?! – Dijo al ver mi jaula de castidad.

-¡Es lo que me impide ser hombre! – Le respondí.

-¡Pues en este momento se va esa pendejada! – Y con eso la intentó jalar tanto como pudo, sin lograr retirarla – Bueno, ya me encargaré de eso – Pasando entonces a inspeccionar mi parte posterior - ¿Y qué carajos es esto?

-Es para practicar para que me cojan. – Le respondí en tono desafiante.

-¡Ahora sí! ¡Ya me tienes hasta la coronilla!

Con eso, mi madre se quitó un zapato y empezó a nalguearme con él mientras me gritaba que me quitara todo, pero yo decidí no ceder. Al final ella se cansó y dijo “De acuerdo, quieres seguir con tus joterías, te voy a dejar, pero va a ser en mis términos.

Cabe decir que su plan no resultó. Ella imaginó que haciéndome ir a la escuela con lo que no quise quitarme, pero el resto de mi ropa masculina escarmentaría. Ella no consideró que son otros tiempos, y aproveché para anunciarme como mujer trans. La mayoría me recibió con brazos abiertos, y a quienes no les pareció simplemente me ignoraron. En un par de semanas mi madre desistió, eso cuando unas amigas me llevaron a casa en el auto de una de ellas y mi madre me vio bajar de este usando la falda y los zapatos femeninos del uniforme. Igual la caché en su hipocresía unos cuantos días después, resulta que ella también fuma, así que un día llegué con un cigarrillo encendido, intentó llamarme la atención, pero le respondí que porque mejor no se dejaba de juegos y dejaba de esconderse. No pudo hacer mucho más, y desde entonces ni ella ni yo nos escondemos para fumar… bueno, sólo de mi hermana menor, pero es otra historia. Desde entonces la noto más tranquila, ya no me molesta tanto con mis decisiones, pero aún no se refiere a mí en femenino.

Respecto a XXXX, ella cumplió su palabra. A la semana de habernos visto recibí un paquete con todas las cosas que habíamos comprado, e incluso incluyó el conjunto de actriz porno, el cual a veces me pongo gustosamente para juguetear un poco con alguno de mis juguetitos. 3 meses después recibí también de ella la llave que le di a guardar, así como otra dosis de hormonas y un panfleto de una clínica donde podían guiarme para mi transición. Después de eso nos hemos visto un par de veces más, una vez cuando un chico tenía una fantasía de ser feminizado y tener sexo con una chica trans, la otra fue cuando yo empecé a guiar a alguien por un ritual parecido y ella me asesoró (sí, fue el chico de la zapatería). Ahora hablamos seguido.

Mi vida amorosa no ha cambiado mucho. Antes de todo lo que pase había tenido un par de citas con chicas, pero nunca pasó de un par de besos; mi primera vez de hecho había sido durante mi viaje de descubrimiento. Aún prefiero a las mujeres, pero creo que me es complicado hallar una cita con una, más cuando muchas mujeres dicen que soy más guapa que ellas. Lo que sí es que he aceptado citas con chicos ya en varias ocasiones, la mayoría han sido muy gratas, y cuando lo han sido no he dudado en tener sexo con ellos tras haber tenido una deliciosa cena o haber ido a algún lugar divertido, aunque sólo un par me han llevado al punto del orgasmo. Casi nunca he repetido una cita con alguien, supongo que aún muchos tienen el estigma de que los crean homosexuales por salir con una chica trans. Desafortunadamente no todo ha sido bueno respecto a esto, ya que una vez ya fui violada a la salida de mi escuela por alguien que no supo aceptar un no. Intenté denunciar, pero, ya que se sabía que había salido con varios hombres, no fui tomada en cuenta, así que me tocó resignarme y seguir adelante.

He visto que hay más gente… diferente, como yo o muchos de los que he conocido, de la que la sociedad piensa, lástima que aún haya tanta discriminación. Aún puedo identificar cuando un chico se pone aretes para dejar salir un poco de su chica interior, y he de decir que a muchos los he vuelto mis amigas.

Respecto a mí, ahora casi siempre intento vestir muy femeninamente, tal vez a veces usando pantalones, pero prácticamente uso a diario tacones de no menos de 8 cm. Decidí que la perforación de la nariz no era mi estilo, así que me la quité, aunque sí fui a perforarme la lengua: resulta que los hombres disfrutan más una mamada así. Pocas veces uso el plug anal ahora, pero cuando lo hago es más para algún disfraz; mi disfraz de gatita en Halloween fue un éxito, pero nadie supo cómo era que mi colita salía de esa forma de debajo de mi falda. Respecto a la jaula de castidad, esa sigue ahí, sólo la quito para limpiarme, pero regresa inmediatamente a su lugar; decidí no quitarme el pene, ya que espero tener hijos propios algún día, y de hecho me entusiasma mucho la idea de poder amamantarlos ahora que mis senos están entre las copas B y C gracias a las hormonas. Ahora estoy contenta con mi apariencia, y, sin importar lo duros que han sido estos últimos dos años, con lo que ya sabemos todos que ha acontecido en el mundo, soy más feliz que nunca.