Sin marcha atrás – Capítulo XIV

Nuestra protagonista toma las riendas de su vida.

AAAA ya se había vestido para ese momento, y BBBB le siguió en breve, mientras yo seguía recostada. No oí lo que dijo AAAA, pero supuse se despidió de XXXX al salir de la habitación. BBBB se aproximó una última vez, me dio un brevísimo beso en los labios, se despidió y se retiró también. Me había quedado una vez más únicamente con XXXX. Ella comenzó a desvestirse entonces, quedándose sólo en lencería, y se acercó a mí.

-Entonces, nena, ¿ya te olvidaste de nosotras, las mujeres?

-Mmm... - Comencé pícaramente – No, yo creo que no

Y en ese momento comencé a besarla. Ella se separó por un momento para traer algo, lo que encontró rápidamente. Era la llave de mi jaula de castidad. Ella me la retiró y la apartó, dejando mi clítoris completamente libre. Me hizo quedar bajo ella en la cama, definitivamente no me iba a dejar el rol activo, y volvió a besarme y a recorrer todo mi cuerpo con sus manos, lo cual hacía yo también. A pesar de estar casi dos días sin experimentar una erección completa, tardé un poco en conseguirla. Cuando ella consideró que yo estaba lista, se desprendió de sus pantaletas e insertó mi clítoris en su vagina. Ella subía y bajaba el ritmo mientras se penetraba conmigo a su antojo. Sus besos y caricias eran fantásticos, lo cual hacía que me costara no eyacular, pero aún así pude contenerme. Llegó el punto donde oí y sentí que ella alcanzaba un orgasmo, me lo dijeron sus gemidos y gritos, y en ese punto dejé de contenerme y me dejé venirme.

-Guau... ¿Quién diría que sería una mujer quien me demostraría que en serio el tamaño no importa? Porque eres una mujer, ¿no?

-Sí, lo soy. – Por fin podía afirmarlo sin un dejo de duda.

-Bueno, creo que tu fantasía se cumplió. Dime, ¿qué te pareció?

-Fue mucho mejor de lo que esperaba. No creí que me llevaría más a un autodescubrimiento de mí misma. Creo que nunca supe quién era en verdad hasta ahora.

-Jeje... Creo que todos requerimos hacer algo así al menos una vez en la vida para poder entendernos mejor.

-Espera, ¿de qué hablas?

-No te diste cuenta, ¿verdad? Bueno, no me sorprende. La cuestión es que yo era como tú.

-¡¿Qué?! – Dije, impactada.

-Sí, alguna vez fui un chico... entre comillas. Siempre tuve inquietudes sobre mí misma, más cuando me di cuenta de que me gustaban los hombres y que quería verme mejor para ellos. Tuve un amigo del cual estuve sumamente enamorada, y una vez que me embriagué terminé declarándomele. Él me rechazó, pero no por ser yo un chico entonces, sino que simplemente él no sentía lo mismo por mí, él era bisexual. Él tenía una hermana muy linda y con muchos contactos, así que ella me guio en un viaje de descubrimiento como el que acabas de hacer. Me di cuenta de que yo realmente era mujer, lo cual le comuniqué a los dos. Tuve la fortuna de tener padres comprensivos que me apoyaron también, y con su ayuda y la de mis amigos decidí hacer mi transición permanente. Desafortunadamente la vida es cruel, un pendejo que iba conduciendo drogado me arrebató a mis mejores amigos, eso me destrozó por dentro. – En ese momento ella comenzó a llorar - Sin embargo, ellos habían hecho muchísimo por mí para que yo fuera feliz, así que, en su memoria, comencé a ayudar a más personas LGBT+, muchas como nosotras. Creo que quizá incluso hice que comenzara una tendencia. Muchos pudieron encontrar paz al entender que eran homosexuales, y eso estaba bien. Algunos más siguieron viéndose como cis hetero, pero pudieron disfrutar más plenamente de sus sesiones de travestismo, incluso algunos encontraron parejas que los aceptan plenamente. Otras, como nosotras, comprenden que su género no está en sintonía con su sexo, independientemente de quién les atraiga. Vivimos un gran espectro, y es lo más maravilloso que nos puede pasar como humanos, que haya diferencias entre nosotros. Lástima que mucha gente aún no lo pueda entender.

Para este punto yo ya estaba sollozando con todo lo que me estaba diciendo, así que me abalancé sobre ella, diciendo únicamente "¡Gracias, muchísimas gracias!"

-No me agradezcas tanto. Es más, incluso hubo momentos en los que me extralimité contigo.

-No importa. Pudiste leerme correctamente, no puedo arrepentirme de nada de lo que pasó.

-Me alegra mucho que lo veas así. Y ahora, sólo te queda decidir que harás respecto a esto – Dijo señalando mis senos y mi clí... mi pene.

-Mmm... bueno... - Y tomé la jaula de castidad que había estado usando estos días, colocándomela yo misma – Creo que por ahora esto está bien así.

-Mientras estés cómoda, no hay problema. Bueno, ven, hay que arreglarte. No puedes irte así.

Ella me ayudó entonces a limpiar el desastre que era entonces después de todo el sexo desenfrenado que había tenido. Ella me dio a elegir si quería usar la misma ropa que había usado o quería elegir uno de mis nuevos conjuntos. Por un momento contemplé volver a vestir el conjunto de actriz porno, pero pensé que ya había tenido suficiente por el día, así que elegí el conjunto de blusa roja y jeans que habíamos comprado. Tomé el conjunto de lencería blanca. Esta vez no me volví a insertar el plug anal, pero sí me coloqué una toalla en las pantaletas. Me vestí yo sola con la blusa, los pantalones y mis tacones rojos, y al terminar dejé que ella me peinara como mejor lo pareciera, dejándome un look con dos medias coletas, algo tierno y sofisticado. Me animé esta vez a ser yo quien reparara mi maquillaje, y parece que sólo me faltaba confianza, porque ella dijo que lo había hecho de maravilla.

Era hora de retirarme. Ella me dijo que ya tenía mi dirección, así que haría llegar todas mis cosas por paquetería; únicamente me entregó mi bolso negro con mis pertenencias, además de el solvente para el adhesivo que sostenía mis senos. Yo, en cambio, le entregué la llave de mi jaula, "No quiero tentaciones por un rato", le dije guiñando el ojo. No tuvo problema con ello. A la salida de la habitación nos dimos un último y breve beso, y, tras de que ella me dijera "Espero volver a saber de ti pronto, nena", pasé a retirarme. A la salida del hotel encendí el último cigarrillo que quedaba en mi cajetilla. La tarde ya estaba algo avanzada, y tenía infinidad de decisiones que hacer para mi vida a partir de ahora. Seguro, estaba metida en infinidad de problemas simplemente por la ropa que estaba usando y por mi joyería, pero tenía todavía un par de horas para decidir cuál era la mejor manera de enfrentarlos. Alcé la cabeza, y comencé mi femenino andar. No sabía que me deparaba el futuro, pero no podía ser malo... eso esperaba.

FIN