Sin marcha atrás – Capítulo XIII

La mariquita experimenta su primera vez con hombres.

Ella abrió la puerta, dejando entrar a dos hombres. Yo estaba usando los tacones más altos que había usado jamás, y aún así ellos eran más altos que yo, con músculos bastante definidos y denotando un aire de gran seguridad. AAAA tenía cierta pinta "callejera", por así decirlo: no digo que lo fuera, hasta donde supe después, pero su aspecto era bastante urbano, como el de alguien que es fan del reggaetón, hip-hop o rap y busca imitar el estilo, y él lograba hacerlo suyo. BBBB parecía algo más tranquilo, un cuerpo atlético que, supuse, había construido con mucho esfuerzo, y con un aire de cierta intelectualidad. Ambos pulcros, ambos seguros de sí mismos, eran totalmente diferentes a lo que yo era, aun antes de mi transformación. Sonará cliché, pero no veía cómo podía volver a considerarme hombre alguna vez tras verlos a ellos; podría quitarme toda mi ropa, despintarme, quitarme los accesorios y rapar mi cabello, y aún así no estaría ni cerca de verme así. En mi mente se formó la idea de que realmente debí haber sido mujer desde un inicio, y esa idea la asimilé muy rápido, después de todo, nunca podría adquirir esa estatura, esa musculatura, ese bulto en la entrepierna... ¡Oh, Dios! Me estaba fijando en sus entrepiernas, creo que estaba ansiosa por lo que iba a hacer, aunque no sé si por empezar o por terminar...

-Vaya, vaya. Creí que nunca me llamarías, XXXX. – Dijo AAAA - ¿Acaso te olvidaste de lo rico que lo pasamos, mami?

-Mmm... Nada de eso. Pero ahora, alguien más requiere de tus... atenciones.

-Oh, ¿este es el maricón? – Dijo viéndome – Acércate. Si no me lo dijeran y te viera en la calle, juraría que eres una vieja. ¿O no será que quieren hacerme pendejo?

-¿Por qué no lo compruebas tú mismo. – Y después ella se dirigió a mí – Acércate a él, deja que te vea.

-B-Buenas tardes, m-m-mi señor. – Dije tímidamente, y sólo eso, porque inmediatamente él llevó su mano a mi entrepierna, metiéndola por debajo de mi falda.

-¡¿Qué carajos...?! Sí es puto, y no un putito cualquiera, este maricón se cree que está en sus días. – Y después soltó una carcajada – Bueno, ¿qué esperas? ¡Salúdame como se debe!

Al oír eso entendí a qué se refería. Con su mano aún en mi clítoris envolví mis brazos en su cuello y comencé a besarlo con tanta pasión como me era posible en ese momento. Sus besos eran demasiado agresivos, mordiéndome incluso un par de veces los labios, y los remanentes de su barba me picaban. Mentiría si dijera que ese beso me fue grato, pero necesitaba saber qué sentiría, quién era la persona que habitaba en mi interior. Fingí estar enamorada para hacer más llevadera la experiencia, pero no funcionó muy bien.

"Suficiente, maricón. Ve y saluda a mi amigo", me ordenó apartándome, así que caminé tan seductoramente como pude a BBBB. A diferencia del otro tipo, sus ojos eran muy tiernos y daban la impresión de comprenderme. Igualmente me afiancé a su cuello y lo besé. Este beso fue mucho más placentero, él lo hacía con mucha delicadeza, pero no por ello sin pasión. Me dejé llevar por la sensación, no me importaba incluso si también su vello facial picaba un poco, estaba disfrutando de ser besada por un hombre, por este hombre. De pronto empiezo a sentir el aliento de AAAA en mi cuello, se aproxima y comienza a lamerme detrás de la oreja, haciendo que algo como una descarga eléctrica recorra mi cuerpo; aun así, mis labios no se separan de su amigo, aunque inevitablemente suelto un gemido.

AAAA se aproxima más a mí. La mitad de mi espalda está descubierta, y es así como puedo darme cuenta sin verle que él ya se ha despojado de su camiseta. Él me separa por fin del beso que se prolongó por más, y veo que, de hecho, ya se quitó toda la ropa. Me voltea hacia él, y poniendo sus manos en mis hombros hace que me arrodillé ante él y su enorme pene. "En corto, putito. Mámame la verga", dice acercando su miembro a mi boca, la cual abro inmediatamente, dejando que introduzca su falo en mí. Él sujeta mi cabeza, ayudándome a seguir el ritmo que mejor le parece. Mientras tanto, siento que BBBB me besa por detrás del cuello. Así seguimos por un rato, conmigo intentando no lastimarlo con mis dientes ni dejar de hacer presión con mis labios. De pronto, empiezo a sentir que su pene se empieza a tensar, y se entonces que es lo que pasará. Cuando él deja de manipular mi cabeza, aprieto tanto como puedo mis labios, y justo entonces lo siento eyacular en mi boca. El sabor de su semen es más amargo que el del mío, pero aun así lo disfruto.

AAAA le indica a su amigo que se recueste en una cama. Al hacerlo veo que también está desnudo ya, y me doy cuenta de algo que me sorprende: BBBB lleva en su ombligo el mismo piercing de mariposa que yo traigo en este momento. Tiempo después me enteraría que él hizo casi el mismo "ritual" que yo: alguien lo vistió y maquilló, humillándolo de la misma forma que a mí, transformándolo para al final terminar teniendo sexo con hombres; sin embargo, él entendió que, aunque había comprendido su orientación sexual, verse como mujer no le causaba nada, sin embargo, conservaba ese piercing como recuerdo de esa experiencia. Incluso en algún momento llegué a ver que en sus orejas se veían todavía varios agujeros donde poder usar aretes.

Aunque ahora reflexiono sobre ello, en ese momento no pude hacer más que asombrarme, ya que XXXX y AAAA me ordenaron que comenzara a mamar el pene de BBBB, mientras me ponía en 4 en la cama. Supe rápidamente que ambos habían tomado Viagra antes de ingresar al cuarto, ya que AAAA estaba duro de nuevo. Mientras yo mamaba, AAAA empezó a retirar mis pantaletas, posteriormente mi plug. "Perfecto, el puto está bien abiertito", oigo decir, y empiezo a sentir una nueva presión a la entrada de mi ano: el está empezando a penetrarme. El dolor en ese momento fue demasiado intenso, siento como si me empezaran a partir en dos. Escuchando un poco de mis súplicas, él baja ligeramente el ritmo, pero nunca retira su miembro de mi interior. Cuando él considera que me estoy acoplando, retoma la velocidad anterior. La sensación es demasiado incómoda, se siente como si tuviera un deseo inmenso de excretar, no puedo comprender como esta sensación a muchos les parece placentera... hasta que llega ahí. Es difícil identificar tus órganos internos, pero gracias al placer que empiezo a sentir, creo que él ha llegado a rozar mi punto G, la próstata. Aunque la incomodidad sigue presente, empiezo a sentir que pasa a un segundo plano, ya que el placer de estimular ese punto se sobrepone por completo. Empiezo a gemir, incluso me cuesta seguir mamando el pene que está en mi boca. Inconscientemente comienzo a apretar los músculos de mi esfínter, y llega el momento en que siento calor dentro de mí, sé que ha eyaculado ahí adentro.

No estoy satisfecha, me siento frustrada, así que mamo con más fuerza y velocidad a BBBB en busca de una recompensa, la cual obtengo rápidamente. Me separo de él, y él comienza a levantarse. Se aproxima a mi cara y una vez más me vuelve a besar, lo cual aceptó gustosamente. De pronto siento cómo me manipula para que quedara yo recostada esta vez, boca arriba. BBBB separa mis piernas, recorre con su uña mi clítoris enjaulado, luego levanta mis piernas y se dispone a penetrarme. Cuando él lo hace no siento casi dolor, y fácilmente lo siento alcanzar mi punto G. Mientras tanto, AAAA ya se ha repuesto otra vez, así que acerca su pene a mi boca una vez más para que lo mame. BBBB me penetra con más delicadeza que su amigo, tanto que AAAA ya había eyaculado de nuevo en mi boca y BBBB seguía dándome. En eso sentí el orgasmo más fuerte que había sentido hasta ese momento, haciéndome lanzar grandes gritos, esos gritos que sólo lanza una mujer cuando le han hecho sentir un verdadero placer. Estaba eyaculando sin haber recibido otro estímulo que no fuera el estar siendo penetrada, y él también se había venido dentro de mí en ese momento.

XXXX se aproximó a mí, y vio lo mismo que AAAA había visto en mis ojos: el último fragmento de masculinidad que había en mí se había ido. Siempre había dicho que no me gustaban los hombres, pero ahora me daba cuenta de que ya no era así, había amado besar a uno, ser sumisa a uno y ser penetrada por uno. Cierto, no todos tenían porqué gustarme, pero creo que podía animarme a estar con alguien que me hiciera sentir cómoda.

-El maricón ya no es un puto, ahora es una puta. – Dijo burlonamente AAAA.

-Muy bien, reinita, lo hiciste muy bien. – Continuó XXXX – Dime, ¿qué te pareció?

-Me... ¡encantó...! – Dije entre jadeos – Me quedé... con ganas de más.

-¡Pinche zorrita! – Comenzó AAAA – Está bueno, puedo complacerte.

-No... No tú. Quiero que él lo haga. – Y señalé a BBBB.

-Bueno, entonces pídeselo, pero ruega por ello. – XXXX se dirigió a mí.

Me dirigí a BBBB, y comencé a rogarle, incluso con palabras que ni siquiera sé cómo vinieron a mí en ese momento. "P-Por favor, c-cógeme, ¡cógeme de nuevo! Necesito que me cojas igual que lo acabas de hacer. Necesito sentir de nuevo tus besos, ¡necesito tu verga dentro de mí! ¡Por favor, te lo suplico!" Y no tuve que decir más, ya que él se acercó a mí, me tomó de las manos y comenzó a besarme una vez más. Me hizo caer recostada en la cama, me empezó a besar tiernamente en el cuello mientras sus manos acariciaban mis pechos falsos tras de que él me despojara de mi brasier. Separé mis piernas y las levanté, enseñándole la apertura de mi ano y le supliqué "Por favor, hazlo". Él comenzó a penetrarme una vez más, y agradezco eso al Viagra. El ritmo está vez fue un poco más lento, sin prisa alguna. Llegó fácilmente una vez más a mi punto G, y entonces extendí mis brazos para abrazarlo y hacer que nuestros rostros se juntaran, así comencé a besarlo una vez más. Era la mujer más feliz en ese momento: el me estaba penetrando, yo lo estaba abrazando y besando, y de repente incluso nuestros piercings se rozaban uno con otro; era una experiencia totalmente erótica. Él llevaba el ritmo con suficiente destreza que consiguió que los dos nos viniéramos una vez más al mismo tiempo. Cuando eso pasó, no lo dejé salir de mí inmediatamente. Él comenzó a acariciar mi rostro y me besó una vez más. No había duda, estaba enamorada de él: si me hubiera pedido en ese momento ser su novia le hubiera dicho que sí, aun sabiendo las consecuencias. El por fin salió de mí y me quedé recostada.