Sin marcha atrás – Capítulo XII

La mariquita comienza sus últimos preparativos para el clímax de su fantasía.

Terminando mi cigarrillo ella dijo que había una cosa más por hacer. Tomó un implemento que reconocí fácilmente y me dirigió al baño. El instrumento era un dispositivo para enemas. Me dijo que retirara mi plug y lo limpiara. Me guio para insertar la boquilla de la manguera en mi ano e introdujo una solución jabonosa. Sentí mi abdomen inflarse, y ella dijo que debía contener todo el líquido por 5 minutos, y así lo hice. Cuando pude sacarlo, este salió a presión, francamente con un olor nauseabundo. Me limpié, entonces ella me dijo que lo haríamos un par de veces más. La siguiente fue con prácticamente pura agua, sólo tuve que detenerla por un minuto, y a su salida sólo se veían algunos rastros de excremento. Al final ella colocó un líquido que estaba diseñado para duchas vaginales, este lo tuve que contener por 5 minutos, y al expulsarlo salió prácticamente limpio y con un aroma ligeramente floral.

Al finalizar ella me entregó lo que reconocí como un tampón, dijo que no era algo que realmente fuera a disfrutar, pero era necesario tras recibir un enema. Me guio para colocarlo, y tenía razón, era algo incómodo por lo rasposo, pero como consuelo ella me dijo que sólo lo usaría por unos minutos. Me llevó a recostarme boca abajo en una cama, tarea algo incómoda por mis senos falsos. Escucho unos ruidos de plásticos, luego como unos "click" o "pop", y la oigo aproximarse a mí. "No voltees", me dice. Se apoya sobre la cama, siento primero frío en mi glúteo izquierdo, luego un pequeño pinchazo, y se repite lo mismo en el derecho.

-¿Q-Qué fue eso? – Pregunto angustiada

-Hormonas. Hormonas femeninas.

-¡¿Qué...?!

-Sip. La primera inyección era estradiol y progesterona, la segunda fue un antiandrógeno. 3 meses de tratamiento sólo en dos inyecciones.

-P-Pero...

-Shhh... Tranquila, me lo agradecerás. – Dijo llevando sus manos a sus senos. No quise decir más, finalmente ya nada podía hacer.

Ella me lleva a sentarme frente al pequeño tocador que está disponible. Después de todo lo que había pasado, increíblemente, sólo mi labial y mi delineado estaban levemente estropeados, realmente era maquillaje de alta calidad. "¿Quieres intentar arreglarlo o lo hago yo?", me pregunta. Lo pienso por un momento, creo ser buena, pero no sé si podría replicar el trabajo que habían hecho en mí, así que le permito a ella que me arregle. En 15 minutos estaba como si nada hubiese pasado. Ella me entrega mis pantaletas, pero antes de dejarme subirlas me dice que ya podía retirarme el tampón, lo cual fue complicado porque se había hinchado con el líquido y tenía miedo de romper el hilo. Tras poder quitármelo en automático coloco mi plug y mis pantaletas.

"Es hora de tu última prueba." Comienza ella. "Tu viaje de exploración casi termina, pero necesitas estar lista para ello. Hay que vestirte. Rápido, que tenemos muy poco tiempo." Creí que usaríamos algo de lo que habíamos comprado hoy, pero no fue así, ella ya me tenía preparado un conjunto final, y vaya conjunto... La parte superior era un intento de blusa blanca que no cubría mucho más debajo de mis pechos, la cual tenía un poco más de tela donde estarían los botones, ella dijo que eso se anudaba, y así lo hice. Luego estaba la falda, tipo colegiala, rosa y tableada, pero corta como ninguna, apenas a medio muslo me llegaba. Me entregó unas medias blancas con encaje en la parte superior, y tras colocármelas me dio unos pumps rosa brillante, con un delgadísimo tacón de 15 cm y apenas una plataforma de 2.5 cm. Me sentó, sin dejarme ver al espejo, y peino mi cabello en dos coletas, dejando que colgaran delante de mis senos. Finalmente pude verme al espejo, me veía exactamente como actriz de película porno.

Ella me ordenó encender otro cigarrillo y practicar mi andar. De por sí mis pies ya me dolían del caminar de ese día, y luego con estos, los tacones más altos que había usado jamás, se me complicó mucho, aun así di mi mejor esfuerzo, y tras aproximadamente media hora ya había dominado esos zapatos. En el tiempo en el que estaba practicando, ella me daba indicaciones de lo que tendría que hacer en unos instantes más, eso sería la fase final de mi fantasía, y el tiempo fue, de hecho, justo. Mientras encendía un cigarrillo más alguien llamó a la puerta, era momento de que explorara algo que no sabía ni siquiera si vivía en mí.