Sin marcha atrás – Capítulo X

Un pequeño cambio con una gran importancia.

Ella tenía mucha razón. Nuestra siguiente parada era una tienda de pelucas y extensiones naturales. Imaginé que estaríamos ahí para elegir una peluca que me sentara, pero no podía estar más equivocada. Ella ya había realizado una cita para que me colocaran extensiones. Era bueno que aún fuera temprano, porque seguro se llevarían un buen rato. Comenzaba a darme cuenta de que mis cambios no iban a ser tan fácilmente reversibles, pero no me importaba mucho ya, cruzaría ese puente una vez que llegara a él. No pude oír mucho de lo que ella comentó con las técnicas, pero algo alcancé a oír del largo y de unas mechas.

Fui llevada a una silla donde comenzaron a lavar mi cabello. Las chicas eran tan profesionales que en ningún momento el agua toco mi cara. Posteriormente lo secaron, y sentí que aplicaban una solución de aspecto y olor horrible en mi cabello, me lo estaban tiñendo. Una de las chicas fue a buscar un frasco con desmaquillante, y al volver quitó el maquillaje que llevaba en mis cejas para que luego su compañera pasara el tinte sobre ellas. Durante 40 minutos estuve esperando mientras veía un catálogo de venta de zapatos, y mientras ya había decidido que después iría a comprar un par de ellos. Cuando el tiempo pasó enjuagaron el tinte y secaron una vez más mi cabello. Después vi que acercaron una bandeja con algo envuelto en papel. No pude más que alcanzar a ver de reojo como tomaban como un manojo de hilos de repente, para luego sentir un pequeño tirón en una pequeña zona de mi cabeza.

Así pasaron probablemente varias horas, para entonces comenzaba a sentir mi cabeza pesada. De pronto siento que alinean una vez más el sillón donde estaba sentada. Una de ellas se aproxima con unas tijeras y un par de peines. Veo que empuja algo de cabello frente a mis ojos, lo presenta y hábilmente comienza a cortar parte de él, aunque es muy poco lo que veo caer, posteriormente se posiciona tras de mí y sólo puedo oír el sonido de sus tijeras. Al terminar por fin puedo verme al espejo. Mi una vez oscuro y corto cabello se ha ido, ahora soy castaña y el cabello me da a donde terminan mis senos, tenía un fleco coqueto que se desviaba hacia mi ojo derecho y el cabello además tenía pequeñas mechas rubias. Me veía fantástica.

“El príncipe ha muerto, larga vida a la reina”, oigo decir a XXXX. Sólo atino en ese momento en abalanzarme hacia ella para abrazarla mientras grito infinidad de veces “¡Gracias!”. Ella logra detenerme un momento para componer mi maquillaje en las cejas, después yo recibiría de parte de las técnicas las instrucciones de cuidado de mi nuevo cabello. Cuando nos retiramos no cabía en mí, estaba completamente feliz. Mientras fumaba y caminaba iba tarareando y agitando mi cabello al viento, no me hartaría pronto de la sensación.

“De acuerdo, nena, volvamos al hotel. Tengo algo especial preparado para ti ahí”, dijo ella, y hacia el hotel nos dirigimos, una vez más caminando. Durante el trayecto iba oyendo infinidad de piropos de los hombres que pasaban a mi alrededor, la mayoría en extremo vulgares y obscenos, pero alguno más realmente tierno, lo cual me hacía sonrojar; también oía comentarios de las mujeres, la mayoría criticándome por lo revelador de mi ropa, mi maquillaje o simplemente porque iba fumando, aunque también veía que una que otra chica se me quedaba viendo con mucho detenimiento, a algunas de ellas les devolvía una sonrisa, lo que muchas veces las hacía sonrojar y desviar la vista. Me agradaba sentir que, aun viéndome tan femenina, podía ser atractiva para una mujer.