Sin marcha atrás – Capítulo V

Tras tantas emociones, el siguiente paso a la feminización es más sutil, corto… pero alto y necesario.

Sentía ahora lástima por haber tenido que cubrir el maravilloso trabajo que habían hecho en mis pies con mis zapatos, aunque ahora cualquiera podía notar mis uñas de las manos. Eso, aunado a mis nuevos cambios me daban un aspecto ahora más andrógino, alguien tendría que mirarme muy de cerca para determinar mi sexo, aunque quizá el que llevara esa ropa y mi corto cabello aún me delataba. La tarde, para este punto, ya estaba algo avanzada, pero ella dijo que debíamos hacer una parada más antes.

Nuestro destino esta vez fue algo más ordinario: una zapatería. Entramos y empezamos a observar los zapatos, entonces ella me ordenó que eligiera 3 pares de zapatos, todos debían tener al menos 12 cm de tacón, no dijo más. Para este punto comencé a excitarme una vez, impidiendo una vez más mi jaula el crecimiento de mi clítoris. La elección fue francamente fácil, elegí un par cerrado, clásico, negro, de ante, con tacón delgado de 12 cm y plataforma de 4; el siguiente par fueron unas botas tipo militar, también negras, con un tacón grueso y de piel; por último unas sandalias me cautivaron por completo, eran de un delicado color rosa, tacón delgado, sin plataforma y con tirantes al tobillo que ayudaban a sujetarlas.

XXXX estuvo conforme con mi elección. Me preguntó si sabía mi talla de calzado, a lo que respondí que no, aunque le comenté que sabía que mi pie medía 24.5 cm.

-Joder contigo. Tú debiste ser mujer.

-¿Cómo?

-Esa cosa tuya no es una verga, tu estatura no es la de un hombre y tienes pie de princesa, y mira tu piel. Muchas chicas matarían por tus facciones.

No supe qué más contestar, así que solicitamos nos mostraran los zapatos en la talla adecuada. Primero me calcé las botas, a pesar de lo altas, el grueso del tacón las hacía muy cómodas. Posteriormente iba a probarme los zapatos que aprendería se les conoce como pumps tipo Mary Jane, pero ella dijo que no podía hacerlo sin llevar medias puestas, por lo que solicitó unas tobimedias a el chico que nos atendía, quien no dejaba de verme con cierta duda o incredulidad. Analizándolo un poco, pude notar que tenía sus facciones muy finas, y era de complexión esbelta, aunque un poco alto, pude ver que llevaba un arete en el lóbulo derecho, y eso me dio la pista final; desde ese momento no pude dejar de pensar que él sería una chica muy atractiva, y empecé a fantasear tanto con la ropa y los accesorios que le sentarían bien que no me di cuenta cuando había regresado con las tobimedias.

Ella me hizo espabilar, me calcé las medias y me probé los zapatos, era una sensación completamente nueva, ya que nunca había usado medias antes, siempre usé zapatos así con mi pie desnudo. Los zapatos eran realmente cómodos y fácil de usarlos, además de que XXXX me dijo que combinaban con todo. Finalmente era hora de probarme las sandalias, estas sí se usan con el pie desnudo, así que me retiré las tobimedias y me calcé los zapatos. Nunca había usado un tacón así sin plataforma, pero extrañamente no se me complicaba el usarlo; mis uñas lucían fabulosas, y mi pie adoptaba una posición completamente femenina. En ese momento me sorprendí al escuchar lo que salió de mi boca: “Quiero llevármelas puestas”. Supongo no fue sorpresa para nadie, así procedimos a pagar y nos retiramos. En ese momento me inundaron tantas sensaciones femeninas que cuando el dependiente procedió a despedirnos con un usual “Vuelvan cuando quieran”, me aproximé a él, le di un beso en la mejilla, cerca de la comisura de los labios, mientras le acariciaba su arete con mi uña, para posteriormente susurrarle “Luego volveré a verte”, después me retiré con XXXX, a quien vi que desechaba en un cesto de basura los zapatos deportivos que llevaba hasta hace un momento, las calcetas y la ropa interior que había dejado de usar en la tienda de lencería. Tal vez debí asustarme, pero era tal mi éxtasis que no me importó, al contrario, estaba feliz.

-Eres más zorrita de lo que creí. ¿No que no te gustan los hombres?

-Nope. – Dije pícaramente.

-¿Entonces eso que fue?

-Estaba despidiéndome de mi potencial nueva amiga. – Y solté una risita.

-Ah, también te diste cuenta. – Y después cambió de tema, tras verme caminar por un rato. – No es tu primera vez usando tacones, ¿verdad?

-No, la verdad no.

-Puedo verlo, y no es sólo un poco de práctica la tuya, debes llevar un tiempo haciéndolo.

-Sí y no. Lo hice por bastante, pero es la primera vez en años que uso unos, y es la primera vez que uso un tacón tan fino en la calle.

-Es como andar en bicicleta. Una vez que aprendes, no lo olvidas.