Sin marcha atrás – Capítulo III

Enjaulado y con un plug en su culo, es hora de que la ropa interior coincida con su nuevo estado.

Tras caminar otro poco (y vaya que caminamos, todo el traslado había sido a pie desde que nos encontramos) llegamos a una tienda de lencería muy reconocida. Era lógico imaginar cuál iba a ser el siguiente paso. Entramos y ella empezó a examinar detenidamente los conjuntos de brasier con pantaleta, cuando una de las asistentes se nos aproximó.

-Hola. ¿Puedo ayudarte en algo?

-Sí, -respondió XXXX – pero no exactamente a mi. Aquí mi primo resultó mariconcito – dijo señalándome – y quiero ayudarlo guiándolo... ¿o debo decir "guiándola"?

-Mmm... - la dependienta me observó un momento, mi apariencia no dejaba duda de esa aseveración - ¿Y saben qué talla es?

-No, ¿podría ayudarnos?

-Desde luego, síganme.

La asistente me pidió levantar mi playera y procedió a medirme en el sitio donde podría tener senos, así como mi cintura y caderas. "Parece un 34A de brasier y una talla chica de pantaleta", dijo. Tras de eso se ofreció a ayudarnos a buscar varios estilos, y ella aceptó encantada, solicitándole que fueran lo más femeninos que pudieran ser, "Nada de bras deportivos, todos con varillas. Ah, y de ser posible, con copa B". La verdad me encontraba en las nubes; las pantaletas nunca me habían dado problemas, pero los brasieres eran otra historia: nunca había atinado a mi medida correcta, y siempre había temido pedir que me midieran, así que compraba lo primero que creí que me quedaba, y así terminé con bras que me apretaban mucho o me quedaban sueltos, pero eso estaba por cambiar.

La asistente regresó con 5 modelos de conjuntos distintos, todos exquisitamente femeninos, pero hubo uno en especial que me llamó la atención: era de un rosa pastel muy lindo, con detalles de encaje en las copas, las cuales además tenían un leve relleno, y un delicado detalle en las bandas. Ella vio en mi expresión que ese era el que quería, y, al ver todo lo que vi yo en el conjunto, decidió dejarme que fuera el primero que me probara. Fuimos a la sección de probadores, tras desvestirme una vez más ella me colocó el brasier, ajustándome los tirantes. La sensación fue indescriptible: lo adoré, no había necesidad de probar más. Me bajé la ropa interior masculina que llevaba y me puse las pantaletas, sí, un ajuste perfecto. Empecé a verme al espejo y veía la notoria silueta de mi jaula y del plug, me fascino. En ese momento regresó la asistente a preguntarnos si requeríamos algo más, abriendo sin previo aviso la puerta, supongo yo pensando que habíamos entrado a robar o algo más. "Les recuerdo que probarse la ropa interior directamente sobre el cuerpo los obliga a comprarla, por cuestiones de higiene", dijo, aunque pude ver que contemplaba el pequeño bulto en mi entrepierna con curiosidad. "Descuide, nos llevaremos este conjunto. ¿Tiene en otros colores?", le respondió XXXX. Pensando en que habríamos terminado, llevé mis manos a mi espalda buscando el broche del brasier.

-¿Qué estás haciendo?

-Me quito el brasier y la pantaleta para que vayamos a pagar.

-¡Nada de eso! – Me dio un manotazo y procedió a remover las etiquetas de la ropa.

-¿Pero qué...?

-Te vas a llevar eso puesto. ¿Y qué te preocupa? Creo que la nenita lleva ya algo más evidente que lencería.

Habiendo dicho eso, me hizo colocarme la playera y el pantalón que llevaba sobre mi nueva ropa interior. El brasier no era de una copa muy grande, pero gracias al relleno que tenía me daba una silueta que cualquiera pensaría que eran senos, aunque fueran pequeños; además, como mi playera era clara, se transparentaba un poco, así que cualquiera a una distancia relativamente corta vería la silueta de mi brasier.

Fuimos con la asistente que nos estaba atendiendo y XXXX eligió por mí otros colores del mismo conjunto: amarillo, blanco, verde aguamarina "y azul, para niños", dijo sarcásticamente. Entregó también las etiquetas del conjunto que llevaba. "¿Otra cosa en la que pueda ayudarles?", dijo la encargada, y XXXX procedió a preguntar si vendían rellenos, los cuales, si estaban en existencia, así que pidió unos para la copa de los bras que llevamos, y finalmente también pidió un baby doll en color blanco en la misma talla. La asistente realizó el cobro y procedimos a la salida, sin embargo, al momento de salir las alarmas sonaron. Un guardia muy mal encarado pidió a ella que pasara por el detector sin ninguna de las bolsas de compras: el detector no sonó. Posteriormente fue mi turno, teniendo que pasar yo con las bolsas: al pasar, el detector se activó una vez más. El guardia solicitó ver las compras y empezó a comparar con el comprobante, parecía que no era la primera vez que descubrían a un hombre robando lencería.

-Aquí falta algo. – Dijo el guardia – El ticket marca que compraron 5 conjuntos, y sólo llevan 4.

-Sí compramos 5, - respondió ella – ÉL lleva el quinto puesto.

-Veamos. Que te pase las bolsas sin que pase... ¿él? – Y diciendo esto, le di las bolsas en la mano a ella, sin activar las alarmas. – No, no se activaron. A ver, - dijo ahora viéndome – quítate la playera y bájate un poco el pantalón.

-¿A-Aquí? – dije con miedo.

-Sí. No vaya a ser que si te estés robando algo y vayas y me lo botes en otro lado.

XXXX asintió de una forma que entendí que era una orden. Me quité una vez más la playera y bajé un poco el pantalón, dejando al descubierto el conjunto que llevaba. El guardia comenzó a tocarme bajo el brasier en busca de que no llevara nada más oculto en las copas, y luego metió su mano bajo la pantaleta, tomando su tiempo para "explorar", "asegurándose" de que también sólo llevaba la pantaleta, aunque se aseguro de tocar un poco más la jaula y mi plug, haciendo una mueca burlona mientas lo hacía.

"Mil disculpas.", nos dijo. "Ya hemos cachado a mucha gente intentando robar ropa así." Ya viéndome, me dijo "Nena, la próxima que quieras llevarte algo puesto, paga primero y luego vas y te lo pones". Resulta que mi conjunto no quedó desmagnetizado porque no pasó directamente por caja, por eso se activaron las alarmas. Tras esto, el guardia me dio una nalgada mientras nos dijo "¡Hasta luego, señoritas!" Ella no podía contener la risa.

-Vaya que sí saliste putita.

-¿De qué hablas?

-Bien que te gustó que un macho de verdad te tocara de esa forma.

-¡N-No es cierto!

-Sí, como digas. Bien, hora de nuestra siguiente parada.