Sin libertad (3: Doce cadenas)
Tercera parte de la saga.
Rodrigo cierra la puerta del piso de abajo y se dirige al salón. Aún lleva el arnés de cuero sobre su cuerpo y los guantes puestos. Enciende un cigarro y exhala el humo con esa actitud chulesca con las que ha logrado conquistar a muchos. A Rodrigo le gusta fumar con el arnés y los guantes puestos.
A Rodrigo le pasa algo, y no sabe muy bien que es. Lleva unos cuantos días raro, como melancólico, triste. Su esclavo lo ha notado y le ha preguntado, pero Rodrigo no ha querido contestarle, no ha sabido que decirle. La verdad que de un tiempo a esta parte su vida ha dado un vuelco bastante grande.
Todo empezó cuando fue secuestrado por su primer y único amo Cristian. Después de esto colaboro en el secuestro del que era su novio, al que acabo dejando, y gano la competición para ser el esclavo de Cristian. Así estuvo unos cuantos meses hasta que, de un día a otro, Cristian desapareció. Al cabo de un tiempo recibió una caja con varios artículos (cloroformo, mascaras, esposas, arneses ) y una carta de despedida. Sin embargo, no fue la última que recibió.
Al cabo de un tiempo recibió otra con instrucciones bastante concretas: Cristian le había creado un perfil con fotos de sus sesiones en una página de BDSM. En la misiva incluía el nombre de unos cuantos chavales. Debía elegir uno y de manera consensuada secuestrarle y realizar una sesión. Así mismo le mandó una cámara de video con la que tenía que grabar toda la sesión y material para dicha sesión. Al principio pensó en no hacerle caso y seguir con su vida, pero al final la curiosidad y todo lo que aun sentía por su amo le convencieron.
Así pues, quedo con uno de los chicos, con los que su amo ya se había encargado de hablar antes, le llevo a su casa un día que no estaban sus padres, y le narcotizó, le ato, y le practico cuantas cosas habían acordado, y otras no pactadas, pero que igual le dio pese a las quejas del chaval, que mas tarde le dijo que había sido su mejor sesión.
Tras esto, como le indico Cristian, llevo la cinta de video a un establecimiento de correos y la dejo en la taquilla señalada. Unos días mas tarde recibió un sobre con nuevas instrucciones y unas llaves. Esta vez le señalaba unos cuantos perfiles de chicos con perfil de esclavo, con los que el debía entablar comunicación. Al final, debía convertir a uno en su esclavo, el que el quisiera. Pero eso era demasiado fácil. Lo que Cristian le requería era que, una vez tuviera el consentimiento del otro para quedar, sin avisarle ni nada, le secuestrara, le llevara a la casa de la que le mandaba las llaves, y le mantuviera allí durante todo un fin de semana. Para ello tendría que preparar todo para que la familia y amigos del chico no sospecharan nada. Y mas aún, al final de los tres días el chico tenía que aceptar ser su esclavo. Tenía para ello dos semanas.
Su amo había demostrado ser muy listo una vez mas, pues toda la comunicación que realizara con los chicos era en base a esa pagina de perfiles de la que el tenia el password de la cuenta y podía leer todos los mensajes. Sabía que si realizaba cualquier tipo de artimaña o trampa sería castigado con la desaparición de Cristian o incluso algo peor. Y se había dado cuenta que no quería volverlo a perder una vez mas.
Lo primero que hizo fue ir a visitar la casa, que se encontraba en una urbanización de las afueras de Madrid. En el piso de abajo tenía una especie de mazmorra llena de aparatos variados, y un armario cerrado donde encontró material diverso para las sesiones. Ver la casa le resolvió la duda de porque esta vez su amo no le había pedido grabar la sesión: la casa estaba llena de cámaras, algunas mas ocultas y otras colocadas en sitios clave. Incluso el coche que debía utilizar para transportar al chico inconsciente llevaba incorporadas un par de cámaras.
El siguiente paso fue ver los perfiles de los chicos seleccionados, unos veinte, y fue eliminando hasta que se quedo con cinco, a los que mando mensajes. Uno no le respondió, por lo que quedaban cuatro. Empezó a conocerlos y a decantarse por unos. Sin embargo, Cristian le mando un sms y le ordenó secuestrar al único que no le había contestado. Para ello le facilito un nuevo perfil con nuevas fotos, y otro nombre de usuario y contraseña, para que el chico no sospechara que era la misma persona. El tiempo corría en contra y debía ser rápido y mas listo que el otro. Su perfil, Fedexleather, le mostraba como un chico con poca experiencia, al que le gustaba ir poco a poco (justo lo que el no podía permitirse), con gustos por los secuestros, raptos, cuero, bondage y varias cosas mas. Las fotos, sin ser de estudio, lo cual era un punto a tener en cuenta, no dejaban duda sobre lo guapo que era el chico: 185, fibradillo, pelo corto, moreno con ojos negros y piel tostada. Con el nuevo perfil si logro entablar una conversación, pues se presentaba, al contrario que en el otro, como un amo con experiencia. Pese a que el chico quería que hablaran por algún programa de mensajería instantánea el se negó. Tras unas horas se había ganado su confianza, le había mandado mas fotos, y el otro parecía mas dispuesto a quedar. Al día siguiente siguieron hablando y empezaron a hablar de una hipotética sesión que tendrían en un futuro cercano. Al final el chico le dijo que aceptaría esa sesión con las limitaciones que cada uno tenía y los pactos a los que habían llegado. Rodrigo le propuso rellenar un Contrato de Esclavo, y el otro accedió. Ya solo quedaba la ultima parte: el secuestro.
Durante un par de días Rodrigo trato de forzar un acercamiento personal, por lo que estuvieron hablando de donde vivían, en que trababan, por donde salían con lo que Rodrigo diseñó un plan para secuestrarle ese mismo día, el jueves.
Ese día Fede saldría de fiesta con sus amigos, bebería un poco, por lo que no llevaría coche, y esperaría en la calle hasta que pasara un taxi. Fede siempre iba hacia las calles menos transitadas para conseguir coger un taxi, pues decía que allí era mas fácil. Cuando por fin cogiera el taxi, no se daría cuenta del coche que lo seguiría hasta su casa. Cuando se dispusiera a abrir la puerta una voz le llamaría por su nombre y el se daría la vuelta para ver quien era. Se acercaría al chico sin reconocerle: tal vez fuera un viejo amigo o conocido, tal vez del colegio, vete tu a saber. Pero tan pronto estuviera cerca de el se le helaría la sangre y vería lo equivocado de su decisión: en menos de un minuto estaría placidamente dormido, depositado en el maletero de un coche, sin móvil ni otra forma de comunicarse con sus padres, sus amigos, ni con nadie del mundo exterior a esa casa donde se despertaría esposado a la pared, sin ropa, vendado, y con varias vueltas de cinta americana a su boca. Del móvil se encargaría Rodrigo: mandaría sms a sus padres diciendo que se quedaba a dormir en casa de un amigo y que les llamaría durante el finde aunque se iba fuera a desconectar hasta el domingo. Al trabajo llamaría con la voz ronca simulando la típica enfermedad. Durante esos días estuvo jugando con el cuerpo y la mente de su victima, y probó varias técnicas que no había probado con nadie. Según pasaban las horas parecía que su esclavo se sometía mas y mas a su voluntad. Al llegar el domingo le soltó las ataduras y Fede se arrodillo y se sujeto a su cintura y le pidió volver a verle. Rodrigo sintiéndose orgulloso de su enorme progreso sello su cuello con un collar de cuero: su primer esclavo.
Al poco tiempo recibió una nueva misiva de Cristian felicitándole por sus avances. Ahora debía mudarse a esa casa que podía considerar suya, y seguir siguiendo sus ordenes cuando se lo comunicara. Hasta entonces era libre de hacer cuanto quisiera. Así pues durante ese periodo siguió secuestrando a chicos a los que drogaba, llevaba a su casa, disfrutaba de ellos junto a Fede y luego liberaba. Sentía sin embargo que era tiempo ahora de ampliar su equipo, ya que no había vuelto a tener noticias de Cristian.
Para ello decidió secuestrar a tres chicos de forma completamente casual, y ponerles a prueba para ver cual era el que podía ser su mejor esclavo.
Y en la mitad de ese proyecto se encontraba. Su primera victima había sido el comercial. El mismo se busco ser secuestrado al llamar a su puerta. El segundo, el pobre estudiante, que después de estar encerrado en la biblioteca lo estaba ahora en su sótano.
Ya solo quedaba un chico al que raptar. Ya lo tenia seleccionado. Ya solo hacia falta llevar a cabo la parte mas divertida. Sin embargo, Rodri estaba harto: no le suponía ya ningún reto. Siempre era lo mismo, igual de fácil: buscar el momento propicio, narcotizar y secuestrar. Había llegado el momento de cambiar, de rizar el rizo, y de demostrarse a si mismo que podía raptar a quien quisiera sin la ayuda de narcóticos de una u otra forma. Así pues, su siguiente victima sería su prueba de oro: le demostraría lo buen secuestrador que era.
En el sótano Hugo se estaba despertando de su letargo inducido y ya empezaba a protestar. Adrián, despierto hace tiempo, capta la situación y comienza también a agitarse. A su lado un conjunto de cadenas con esposas espera impaciente unos brazos y tobillos a los que sujetar.