Sin libertad (2: Potencial de esclavo)

Despues de mucho tiempo, segunda parte de este relato

Rodri llevaba en su maletero a un chico con un cuerpo estupendo, y muy guapo. Se paro en la urbanización y abrió la puerta de su garaje. Antes de abrir la puerta del maletero, y empezar a oír los refunfuños que provenían de allí adentro, su otro esclavo ya había acudido a ayudarle. Iba desnudo completamente, sólo llevaba un collar de cuero rodeando su cuello, y unos guantes de cuero. Recibió por parte de su amo un gran beso, y se llevó, cargando sobre sus hombros a la nueva victima que no paraba de protestar Será divertido, pensó para si mismo. Tal vez si su nuevo esclavo no hubiera sido tan revoltoso, hubiera podido observar, prestar atención, a una moto que estaba detenida en la acera de enfrente de su casa. Tal vez hubiera podido observar como el motorista se quito el casco y le observó detenidamente durante un par de minutos Tal vez hubiera podido observar como, sin poder remediarlo, el motorista soltó una gran carcajada y se perdió en la distancia a gran velocidad

HACE UNAS HORAS:

Hugo salió de la biblioteca. Por fin era viernes: empezaba un finde que pensaba dedicar a descansar y prepararse para estudiar a tope la siguiente semana.. Llevaba en una mano la carpeta con todos sus apuntes, y en la otra su MP3 que le acompañaría en su vuelta a casa.

Como hacía buen tiempo, era temprano, y tenía un poco descuidado el gimnasio, decidió ir andando un trecho, y cuando se cansara, ya cogería el metro. Se puso a pensar en como distribuir sus días de descanso, a quien llamar, con quien quedar… por su cabeza no pasaba el hecho de que no fuera a llegar a su destino.

Tan ensimismado está que no siente los ojos de un extraño que le miran con especial interés. Desde una furgoneta estacionada en la acera del lado contrario unos ojos se clavan en el chaval, le miran de arriba abajo. Segundos después la furgoneta arranca

Hugo viste una camisa de rayas azules y blanca de marca bastante clásica, a contrastar con unos vaqueros con algunos rotos que disimula con alguna chapa, y unas zapatillas converse rojas: una perfecta combinación. Ve pasar a su lado una furgoneta blanca cuyo conductor parece mirarlo. No cree que este en zona de cruising ni nada por el estilo, pero la verdad que el conductor le ha parecido que estaba bastante bueno. Sigue andando, tranquilo mientras la furgoneta se aleja.

El conductor esta bastante convencido de que quiere que ese sea su siguiente victima, por lo que saca de la guantera un pequeño frasco color ámbar y una toalla que coloca en el asiento del copiloto.

Por el espejo retrovisor observa la parte trasera de la furgoneta: esta perfectamente acomodada para llevar a un chico inconsciente, con un colchón amplio que ocupa gran parte del suelo, unas barras metálicas e incluso una nevera portatil.

Minutos después Hugo ve como la furgoneta que antes ha pasado por su lado se encuentra detenida ocupando parte de la carretera. Empieza a escuchar la voz de un chico y golpes metálicos:

  • ¡Me cago en la puta de oros, hostia!

El mismo chico que le miraba antes por la ventanilla esta delante de la furgoneta con la capota abierta.

  • Nunca debía de haber comprado la mierda esta de la furgoneta usada a mi cuñado. ¡Hijo de puta! ¡Cuando le pille le mato!.

Un chico de unos 27 años, en camiseta, con varios tatuajes y piercings y sin afeitar es el encargado de dar tales gritos. Le parece que tiene una pinta bastante camorrista y sin embargo, le pone a mil.

No sabe bien si por esta causa, por la mirada que le ha echado antes, o porque es buena persona ante todo decide ayudarle.

*

¿Puedo echarte una mano?

*

Eh, si claro, adelante todo tuyo. No se lo que le ha pasado, Estaba tirando bien, y de repente empezó a sonar raro

Hugo se acercó a la parte delantera y enseguida vio el problema:

*

Por el olor yo diría que se te ha calentado el motor. Yo lo dejaría reposar unos minutos, y ya no creo que haya problema.

*

¿Realmente piensas eso? ¿Es sólo eso?

La sonrisa que el chico le dirigió terminó de cautivarle. Sentía tener que hacer lo que iba a hacer, pero el resultado sería mejor que las formas de obtenerlo.

*

Muchas gracias… ¿te llamas?...

*

Hugo

Los dos chicos se dan la mano, y Hugo puede sentir como saltan chispas entre los dos.

*

Hugo, ¿Te gustaría tomar algo mientras se enfría el motor? Tengo algunas cervezas en la nevera.

*

Claro, nunca podría decir que no a una cerveza fresca.

*

Genial. ¿Te importa coger un par de la nevera que esta en la parte trasera de la furgo mientras yo cierro esto y me limpio las manos, por favor?

*

Sin problema.

Hugo se dirige hacia allí. Mientras tanto, el conductor saca del bolsillo trasero de su pantalón la botella y el trapo, y echa un par de chorros del liquido en el.

Hugo abre la puerta trasera del vehículo y en principio le impresiona lo que ve. ¿Para que quiere ese chico un colchón en su furgoneta? Pero descarta cualquier idea extraña que se le venga a la cabeza: lo más seguro es que el chaval sea transportista, o lo mismo lo utiliza para echarse siestas, o puede haber mil razones mas. Ve la nevera al fondo del todo, la abre y coge dos latas. El haz de luz que proviene del exterior se hace mas pequeño y ve al trasluz que el conductor le esta esperando fuera, en el quicio de la puerta.

*

¿Qué, vienen ya esas cervezas o no?

*

Si, si, ya las tengo aquí… Perdona, no me has dicho tu nombre, ¿verdad?

El chico sube al interior de la furgoneta, y se le acerca. Hugo piensa que el otro se acerca a besarle, y que van a follar en el colchón.

  • La verdad es que mis amigos me llaman de diferentes maneras. Tu me puedes llamar simplemente Amo.

No le da tiempo ni a reaccionar, pues en menos de un segundo tiene un pañuelo apretado a su nariz y a su boca que le impide respirar el aire puro. Un olor intenso recorre su nariz y su boca hasta llegar los pulmones. Su primera reacción es soltar las latas de cerveza, que ruedan por el suelo, e intentar apartar la fuente de ese olor que le está haciendo sentir somnoliento en sólo segundos.

*

Mmmmmmmmmmph

*

Eso es Hugo, un poco más.

Con su mano libre oprime el estomago del chaval, obligándole a respirar de nuevo una gran cantidad del somnífero.

  • Buen chico, eso es.

Los ojos de Hugo bizquean y empiezan a cerrarse, y decide entonces que ha tenido suficiente cloroformo por el momento. Le quita el pañuelo y siente como Hugo tiene que apoyarse en el para no caerse.

  • ¿Qué… me… estas…haciendo?

Hugo lucha por hablar coherentemente y despejar su mente.

  • Muy bien Hugo. Pongámonos cómodos.

Mientras le dice esto cierra la puerta trasera de la furgoneta y le quita la camisa. Revela entonces el torso plano del chico, sin asomo de grasa.

  • ¿Qué..quieres…de mí?

Es sorprendente como el chico esta luchando por salir del efecto de las drogas. Eso le pone más aún.

  • Tu no te preocupes de nada. Túmbate y relájate.

Cogiéndole del brazo le lleva al colchón y le obliga a recostarse en el. Le desabrocha el cinturón, le desabotona el pantalón, y observa el paquete empalmado de su victima.

Cogiendo unas esposas le ata las manos a la barra metálica, y empieza a masajearle el paquete, los huevos, la polla.

  • ¡¡Aléjate de mí!!, ¡¡¡SUELTAME!!!

Hugo ha recuperando la conciencia. Su secuestrador para de jugar con su rabo, y coge de nuevo la botella y el pañuelo, y mojándolo de nuevo de cloroformo se lo aplica de nuevo en nariz y boca.

*

Vamos hombre, se un buen chico y coopera. No tienes otra salida, por las buenas o por las malas vas a ser mío.

*

Noooooommmmmmmmph....

Hugo cae de nuevo en el sopor inducido por las drogas. Antes de caer profundamente dormido le retira de nuevo el pañuelo. Vuelve de nuevo a la polla del chico, que ha perdido la erección casi por completo, y le sorprende como esta responde a su tacto. Mientras, le acaricia, pellizca y muerde los pezones, por lo que sus gemidos de placer y gusto se entremezclan.

  • No… por favor… dejame

Sigue masturbándole, lentamente, hasta que empieza a ver que el otro está a punto de correrse. Es entonces cuando acelera su ritmo. La cara se le torna de puro placer, y a los poco segundos eyacula.

  • Joder, joder

Parece que ha vuelto completamente en si, y ahora le mira y le sonríe.

  • Ha sido la mejor paja que me han hecho nunca

No puede ver la cara de su captor, que se ha dado la vuelta y tiene algo entre las manos. El secuestrador está contento con su presa, y cree que tiene un alto potencial de esclavo. Ahora debe narcotizarlo y llevarlo a su casa, no puede estar despierto durante el camino.

  • Lo has hecho muy bien, Hugo. Es hora de llevarte a tu nuevo hogar.

Cuando se da la vuelta, Hugo se atemoriza: un pasamontañas oculta su cara, y unos guantes de cuero cubren sus manos. Uno de esos guantes le agarra la nuca, y el otro le cubre su boca y las fosas nasales. No se da cuenta que no es el cuero lo que le toca directamente, sino una especie de pañuelo. Y ese olor que casi le deja dormido las otras veces le recorre la nariz.

  • Mmmmmmmmph

Empieza a notar como todo se desvanece con ese olor fuerte: la cara enmascarada del chico que vio apenas hace una hora, la furgoneta… y nota como un zumbido llena sus oídos, como sus ojos se cierran. Escucha como le dicen:

  • Eso es chico, no luches más. Respira un poco mas, ya queda poco.

El chico enmascarado esta disfrutando viendo los efectos de la droga en su victima. Hugo tiene tiempo de mirar de nuevo a su secuestrador, farfullar algo, y respirando una vez mas queda profundamente dormido a merced de la voluntad ajena.

Retirándole el pañuelo observa la cara de Hugo, le besa los labios jugosos, y le venda los ojos y la boca.

Dirigiéndose a la parte delantera de la furgoneta, y antes de arrancar, marca un número y le dice al receptor de la llamada:

  • Ya esta el segundo.