Sin libertad (1: La nueva era)
Continuación de la saga El rapto (Puede leerse independientemente de la otra parte)
Continuación de la saga "El rapto", que puede leerse por separado
Adrián bajó del coche y aplasto la colilla del cigarro contra el suelo.
Por fin era viernes, y más un, esta era su ultima visita del día.
Sólo tenia que ir y soltar el rollo a una persona mas, y se podría ir, por fin, a casa.
Estaba tan cansado que no pensaba ni siquiera insistir mucho sobre las ventajas de cambiar la línea ADSL de la otra compañía a la suya.
Calculo y pensó que en 10 minutos, 15 a lo sumo, estaría de vuelta a casa.
Se miro en el espejo retrovisor de nuevo, pues la fachada era muy importante en la venta personal.
Su pelo perfectamente peinado, una barba de unos días, sin dar aspecto de descuidada o suciedad, el traje perfecto, la corbata anudada y en su sitio. Todo estaba bien.
Dudaba entre esforzarse o no, pues su cuota mensual ya estaba cubierta, y esta deseando irse. En fin, vería a ver como iban yendo los acontecimientos, y que clase de cliente era.
Subió las escaleras del rellano y llamo a la puerta.
Al poco abrió la puerta un chico de unos 20 años.
¿Qué desea?
Buenas tardes, me gustaría hablar con el Señor Ramos, por favor.
¿Qué deseaba?
Quisiera comentarle las posibilidades que la banda ancha de mi empresa le ofrecen, y decirle que esta pagando mucho mas de lo que pagaría con nosotros, y con menos rendimiento
Un momento, por favor.
El chico entorno la puerta. El se dio la vuelta y miro el vecindario: los típicos chalets adosados dirigidos a jóvenes compradores, primeras viviendas, con unas barriadas llenas de zonas comunes y demás. Al oír como se abría de nuevo la puerta se dio la vuelta y vio de nuevo al chico que le esperaba en el quicio de la puerta.
Pase por favor.
Muchas gracias
Entro en la casa, y le hizo pasar a un salón y sentarse en un sofá.
El Señor Santos llegara enseguida.
Y dicho esto se fue. Como buen comercial empezó a analizar los detalles de la vivienda, y a intentar averiguar la situación familiar. Según le constaba en la ficha que le habían pasado el tal Señor Santos tenia unos 27 años estaba soltero y vivía solo. Dado que el chico este le había abierto la puerta debía ser su pareja sentimental, pues si fuese un simple amigo, no le habría abierto así como así.
Hizo su aparición en escena el Señor Santos, y le sorprendió bastante su apariencia: no era corriente que alguien de su edad tuviese el poder adquisitivo medio alto en el que había sido catalogado, ni que tuviese esas pintas.
Tenía un piercing en la ceja, otro en la oreja, y vestía una camiseta sin mangas que dejaba entrever algunos tatuajes en sus brazos musculados. Tenía el pelo rapado, y una barba de unos días cubría su rostro.
Enseguida se levanto y fue a darle la mano: firme, con las fuerzas medidas. El otro le indico que por favor tomara asiento de nuevo.
¿Quiere tomar algo? ¿Un café, un refresco, agua?
Un refresco estaría bien si es tan amable. Muchas gracias.
Llamo al chico que le había abierto la puerta, Fede, y le pidió la bebida.
El Señor Santos cogió un paquete de cigarros de la mesa y cogió uno mientras le preguntaba si le importaba que fumara. Al responder de forma negativa y fijar la vista en el paquete, el Señor Ramos le ofreció uno a el, que aceptó, y encendió con la llama que su anfitrión le proporciono.
De acuerdo, cuénteme que desea.
Señor Ramos, mi nombre es Adrián, y estoy aquí para ofrecerle las ventajas que el nuevo servicio de ADSL que mi empresa ofrece...
Mientras seguía hablando, y desplegando toda su verborrea para captar al cliente, el tal Fede le trajo el refresco que empezó a beber a sorbos pequeños.
El Señor Ramos le miraba, asentía, preguntaba, y le apremiaba a hablar, a explicarle mas cosas, a darle mas datos.
Sin embargo, sentía que algo iba mal.
Empezó a sentir mucho calor, y a tener la sensación que el tiempo se ralentizaba, que todo iba mas despacio que el, a ver borroso lo que tenía a su alrededor. "¿Se siente bien?" escucho que le dijo una voz. Respondió que si, y siguió enseñándole el muestrario de servicios, de precios, pero cada vez se le trababa mas la lengua.
El Señor Ramos se levanto de la silla, y se sentó a su lado. Le quito de las manos la carpeta, y lo dejo a un lado de la mesa, donde aun quedaba mas de la mitad del refresco.
"Bebe un poco mas, te sentara bien" y le acerco el vaso a los labios, bebiéndose el resto de una sola vez, pues tenía cada vez mas y mas calor.
Debía ser su propia imaginación la que le estaba engañando, pues no podía ser que el Señor Ramos hubiera acercado su cara a la suya, y estuviera besándole en los labios e introduciendo la lengua en su boca. Incluso le pareció que le decía algo así como que bien sabía su boca. Aunque todo fuera cosa de su mente decidió apartar al Señor Ramos, tan solo por si acaso. "Tengo calor, tengo calor" repetía una y otra vez. Sólo por eso tal vez se imagino que el Señor Ramos empezó a quitarle la chaqueta, a deshacerle el nudo de la corbata, a desabotonarle la camisa, a quitarle los zapatos,a desabrocharle los pantalones, y dejarle solo con los calzoncillos y calcetines puestos. Si no fuera porque sabía que era solamente su imaginación no yacería ahora, casi desnudo, tumbado en el sofá, pues se hubiera resistido a que le desnudaran. Con todo, su imaginación seguía gastándole una broma pesada, pues ahora le parecía que el Señor Ramos, de rodillas sobre el, a la altura de su polla, le chupaba primero el cuello, después los sobacos, le mordía los labios, y le sobaba el paquete. Todo eso no podía ser, estaba claro que no.
Fede, puedes traerlo ya.
Parecía que estaba empezando a recuperarse de esa bajada de tensión tan rara que había tenido. El bueno del Señor Ramos lo había tumbado sobre el sofá, y se había ido, pero había dejado al chico ese, Fede, para atenderle por si pasaba algo.
Fede estaba de pie, al lado de la mesa. Estaba mojando un pañuelo en un liquido que emanaba a pequeños chorros de una botella.
Pensó que tal vez era algún tipo de ungüento o alcohol para el mareo que le iba a aplicar en la frente.
Ya se encontraba casi del todo bien, ya no estaba mareado, solo notaba un poco de pesadez en la cabeza, como una pequeña resaca.
De repente se dio cuenta de algo: estaba casi desnudo. No había sido un sueño ni su imaginación.
De hecho, podía ver su ropa perfectamente colgada de un perchero, que ahora había en la habitación.
¿Qué coño esta pasando aquí?, ¿Qué coño es esto?
Intentó sin éxito ponerse de pie. Su cuerpo no respondía del todo a las ordenes que mandaba su cerebro. Con dificultad logro ponerse en pie a la segunda. Dio algunos pasos hacia atrás mientras Fede se dirigía a el. Antes de darse cuenta Fede le había alcanzado, y se había colocado a su espalda. Le susurraba algo al oído, no lo entendía, no quería entenderlo. Le besaba el cuello, y empezó a morderle la oreja, y a meterle la lengua en el oído. Por mas que lo intentaba aún no estaba lo suficientemente lucido ni fuerte para luchar contra su oponente. Seguía de vez en cuando susurrándole cosas, y pudo captar palabras sueltas inconexas, que no tenían mucho significado real para el: amo, esclavo, dominado...
De repente el pañuelo que antes había visto empapar en algo cubrió sus fosas nasales y su boca. Al llegarle un olor dulzón, penetrante, fuerte, que no sabía lo que era, se dio cuenta que no podía ser nada bueno.
Trato de resistir y agarrar los brazos de Fede. Éste le solto, y casi cae al suelo al perder su apoyo. Cuando abrió los ojos fede estaba enfrente suyo, cara a cara, e intento agarrarle. Sin embargo, antes que fuera capaz, Fede junto sus labios a los suyos, y empezó a recorrer su boca con la lengua. Adrián intentaba despegarse, y levantar la mano para separar la cara de Fede. Sin embargo el beso no termino hasta que el no quiso. Agarrandole todavía de la cabeza le acerco de nuevo el pañuelo, y lo mantuvo de nuevo unos segundos, pero no los suficientes como para dormirlo plenamente. Adrián apenas se mantenía de pie. Fede se dedico a mirarle unos segundos mas, a darle un par de palmadas en el culo, a observarle, a besar sus labios. Adrián solo balbuceaba un débil "no, no, no"
Fede volvió a colocarse delante suyo, y mientas con una mano le frotaba la polla con la otra le aplico de nuevo el pañuelo, hasta que completamente a su merced cayo en el mas profundo de los sueños, apoyando como muestra su cara en el hombro de su secuestrador, que agachándose carga sobre sus hombros el peso muerto de Adrián, al que deposita de nuevo sobre el sofá.
Rodrigo, todo está listo