Sin gasolina
Ya se que es lo mas tonto que puede pasar al volante pero me quedé sin gasolina, y sin batería en el móvil. Había anochecido y lo único que se veía en la carretera eran las luces estridentes de un puticlub como a unos trescientos metros.
Ya se que es lo mas tonto que puede pasar al volante pero me quedé sin gasolina, y sin batería en el móvil. Había anochecido y lo único que se veía en la carretera eran las luces estridentes de un puticlub como a unos trescientos metros.
Aparté el coche de la carretera lo mejor que pude y fui para allá con la intención de llamar por telefono pidiendo ayuda. En la recepción había una chica muy simpática, de aspecto dulce y con muy poca ropa que a juzgar por la escasa cantidad de coches que había en el aparcamiento se debía estar aburriendo soberanamente.
Tras explicarle mi absurda situación, de inmediato me cedió el telefono. Pude contactar con el seguro y con dos grúas pero nadie me aseguraba la asistencia antes de tres o cuatro horas así que no me quedaba mas remedio que armarme de paciencia. Podía haber pedido un taxi pero no quería dejar abandonado el coche.
Mientras hablaba por telefono no podía dejar de mirar a mi alrededor con curiosidad pues nunca había entrado a un sitio de esos. A decir verdad tampoco era nada del otro mundo. Similar a una recepción de hotel, un mostrador y un casillero para las llaves de las habitaciones y los bolsos de las chicas. A mi derecha estaba la puerta del bar donde debía estar el resto de las señoritas. A la izquierda la escalera a las siguientes plantas y un poco mas allá la puerta de la cocina y un comedor.
También la miraba a ella, una morenaza de formas rotundas, cabello rizado, y ojos oscuros. Solo cubría su cuerpo con una especie de corsé calado cuyas copas que llenaba de sobra llegaban justo al borde superior de la areola de sus pezones y un short de licra que apenas le cubría la mitad de sus redondeadas y hermosas nalgas firmes, amplias y respingonas. Me dijo:
-¿por qué no esperas conmigo aquí en vez de hacerlo en tu coche?.
Accedí a su amable ofrecimiento y le pregunté por el baño. Me indicó la puerta del pub y me dijo que al fondo con lo que tuve que atravesar todo el local donde pude apreciar al resto de las chicas que con diversos atuendos cada uno mas pequeño y provocativo que el anterior conversaban en grupos vista la ausencia de clientes.
Solo había dos hombres que muy ocupados manoseando a las mozas con las que estaban no me prestaron la menor atención. Al fin y al cabo yo era la chica mas discreta del local. Si sentí clavadas en mi culo cubierto con un vaquero ajustado los ojos extrañados de algunas de ellas.
Siempre he sido bastante depravada en cuestiones de sexo, tan liberal que no me importaba mucho el género de mis parejas. Me agradaba verlas a todas ellas tan ligeras de ropa, los mini vestidos, los escotes de vértigo, shorts tan reducidos que se les veía el culo, tops que habrían merecido el nombre de sujetador y aun así eran semi trasparentes. Eran un bonito espectáculo, cuerpos muy cuidados con ropa sexi.
Por ello crucé la sala con el paso mas lento que podía mirándolas con descaro y llegué al cubículo. Sentada en el baño con los vaqueros por los tobillos pensaba en la ridícula situación en la que me había metido y me estaba excitando sola.
Al salir del cubículo ante los espejos y la encimera de los lavabos se estaba maquillando una preciosa morenita, pequeña, delgada con una dulce carita.
Me sonrió, se presentó como Sara, y me preguntó si iba a trabajar allí. Me senté sobre la encimera a su lado para charlar un rato, después de lavarme las manos. Le dije:
-Solo se me ha estropeado el coche y estaba esperando una grúa.
-me alegro, me dijo, hoy lo ves en una noche tranquila aunque de normal esta lleno de babosos.
Apoyó una mano en mi muslo moviéndola despacio arriba y abajo sobre la tela.
-esta no es una buena vida.
Dijo mirándome a los ojos. Acaricié suave la dulce carita y le pregunté:
- Y ¿por que lo haces?
-dinero claro. Aunque le he cogido tanto asco a los tíos que me gustan las chicas. Las que son como tú.
Como si yo no me hubiera dado cuenta a esas alturas. Su mano había pasado a mi cintura y con los rojos labios me besó suave. Mordisqueaba los míos con los suyos, juguetona pero aún sin buscar mi lengua.
-Vamos fuera.
Una rubia había tomado el lugar de la morenaza en recepción y esta nos esperaba en la barra. No se sorprendió mucho al verme con Sara y no pareció disgustarle. Debían llevarse bien. Ya me había pedido un refresco.
-aquí el alcohol es muy malo. Y esto viene en un botellín precintado.
Y pidió una Coca-Cola para la chica que me acompañaba. Sentadas en los taburetes en un discreto rincón al fondo de la barra.
-nosotras te hemos visto primero, aunque hay mas a las que les gustaría echarte mano. Y no te digo donde te pondrían esa mano.
Sara, la chica del baño llevaba un mínimo top con la espalda descubierta y una falda con dos rajas a los costados y tan corta que sobre el terciopelo de la banqueta veía su muslo al completo y buena parte de su nalga. Menos mal que llevaba un tanga.
Al otro lado justo bajo mi barbilla el escote de la recepcionista me dejaba muy poco a la imaginación. Sus maternales pechos rebosaban por encima del corsé. Rozaba su brazo desnudo con el mío y jugueteaba con el áspero algodón de mi vaquero. Que manía le tenían aquellas dos a mi pantalón, se veían a legua sus ganas de quitármelo.
Nunca había pensado que terminaría el día durmiendo con dos meretrices, pero la idea empezaba a atraerme. Me contaron anécdotas mientras flirteaban conmigo. Yo también les conté algunas de mis más morbosas y chuscas aventuras. Puede que para demostrarles que no era una monjita precisamente o para demostrármelo a mí misma y tranquilizar mis nervios.
Hablándome al oído rozando con sus labios mi oreja. Nuria la recepcionista me propuso que nos fuéramos las tres a una habitación de la que había cogido la llave. Eso me confirmaba que aquellas dos se llevaban muy bien.
Cogiendo la mano de Sara y girando la cabeza lo justo para besarle le dije:
-lo estoy deseando, os estoy deseando.
Me guiaron hasta un dormitorio normal de hotel sin demasiadas extravagancias, con las sabanas limpias. No se lo que me esperaba. Ni se molestaron en poner en la tele uno de los canales porno del cable que tenía reservado el local, supongo que con un cliente lo habrían hecho. La película la íbamos a protagonizar nosotras.
Se limitaron a emparedarme entre las dos en cuanto cerramos la puerta y mientras Nuria besaba mi boca con furia buscaba mi lengua con la suya como si quisiera aspirarla, notaba en mi espalda los duros pechos de Sara y su boca en mis hombros, entre las dos me sacaron la fina camiseta de tirantes acariciando mi pecho espada y costados mientras lo hacían que era lo único que cubría mis pechos bronceados.
Nuria se agachó de inmediato a comerlos y morder suave mis oscuros pezones. Sara no perdió el tiempo y desabrochó mis vaqueros bajándolos hasta los tobillos. Quitarme las sandalias y terminar de sacarme los pantalones fue cosa de un segundo. Me manejaban como una muñeca dejándome solo con el mínimo tanga. Supongo que acostumbradas a desnudar a tíos mi cuerpo y ropa no eran un gran desafío.
Mis manos tampoco estaban ociosas. Después de soltar un montón de corchetes le había conseguido sacar el corsé de encaje a Nuria liberando sus enormes pechos. Y deslizando dos dedos en el interior de su húmeda vulva depilada desde la cintura del ajustado mini short de lycra. La otra mano en ese momento la tenia echada hacia atrás y apoderándome de la firme nalga de la chica delgada por debajo de su faldita.
Mi cabeza echada atrás, suspirando y dejando mi cuello libre a los labios de ambas. Me giré para hacerle un poco de caso a mi otra belleza, lo que aprovechó Nuria para librarme del tanga. Me agaché para comer las duras tetitas pequeñas y cónicas. Tras quedarme con su top en la mano. La faldita ya había caído y su negro tanga de encaje era lo único que me escondía su vulva fina y pequeñita.
Al agacharme mi culo había quedado en una posición perfecta para que la otra morena me besara y lamiera las desnudas nalgas. Y no se conformó con eso, siguió separándolas con las manos y pasó la lengua por toda la raja. Un gemido se escapó de mi garganta cuando llegó a mi ano.
Ya libres de toda la ropa las dos me llevaron a la ducha plana y grande, supongo que sería la costumbre antes de follar. Allí había un sitio cómodo para las tres. Abrieron el agua que corría desde la moderna ducha sobre nuestras pieles suaves.
El gel de ducha nos ayudó a acariciarnos, la dermis enjabonada dejaba que nuestras manos resbalaran y recorrieran los cuerpos dulces de las otras.
Yo sentía cuatro manos sobre mí pues ellas parecían conocerse bien y se dedicaban a mí. A mí en cambio me faltaban manos para tan maravillosos cuerpos. Apretada entre ellas, entre sus pechos, sus cuerpos frotándose con mi húmeda piel. Nuestros labios no paraban y yo lamía sus pieles limpias y brillantes.
Me secaron entre las dos con las enormes toallas que alguien había preparado en una repisa, lo hacían con cariño y ternura. Ellas apenas se sacaron las gotas que había sobre su piel. Y me dejé llevar a la cama, enorme y muy mullida. Me tumbaron boca arriba y cada una de dedicó a una de mis tetas, de mis axilas y los hombros, mientras sus dedos bajaban por vientre y se colaban en mi vulva o me acariciaban el clítoris.
Sara empezó a bajar hacia mi coñito, la húmeda lengua recorría mi piel en busca de lo que me da placer entre los muslos. No suelo gritar cuando follo pero su lengua en el clítoris me arrancó un grito desgarrador acallado por los carnosos labios de Nuria buscando los míos. Al fin pude salir de mi estupor y mover las manos. Una se fue al poderoso culo de la recepcionista lo amasé con ganas mientras con la otra acariciaba la cabecita de la golosa Sara. Tirando de ella para que me clavara la lengua aún mas profundo.
Joder que bien manejaba la legua la cabrona, me arrancaba orgasmos uno detrás de otro. La pequeñaja tenía mucha fuerza para lo delgada que era y cuando quise darme cuenta tenía las rodillas pegadas a las tetas. Y ella me estaba lamiendo el culo y clavando la lengua en el ano todo profundo que podía. Nuria mientras tanto seguía besándome y acariciándome allí donde me alcanzaba. No solía gritar cuando follaba pero esa vez mientras me corría la recepcionista ahogaba mis suspiros con su boca.
Yo también quería mi ración de carne y le pedí a Nuria su vulva. Se veía su experiencia en esas lides pues todavía no sé como consiguió acomodar su cadera sobre mi cara. Tenía ante mi su vulva carnosa de gruesos labios que de inmediato comencé a comer. Poniendo las manos en las poderosas nalgas, se las movía allí donde quería chupar. Llegando a su culo y metiendo mi lengua en su ano. Sabia que se estaba corriendo, no fingía sus orgasmos y nos regalaba sus suspiros.
Sara también quería su parte del placer y nos pidió cambiar la posición. Por el camino consiguió agarrarme un pie y lamerlo, chuparme los dedos. Yo me puse a cuatro patas pero seguía entre ellas dispuestas a hacerme gozar. Me dispuse a demostrarle a la pequeñita lo que sabía hacer. Y ella a mí su flexibilidad. Ni siquiera tuve que levantarla, se sujetaba las corvas para ofrecerme el conejito suave de finos labios. Estaba encharcada y yo buscaba con mi lengua cada gota de su flujo. Me daba cuenta de que su culito había sido follado bastante a juzgar por como se abría a los toques de mi lengua. Y de como podía meterla en su interior.
Detrás de mí Nuria se dedicaba a darme a mí esos placeres, seguía corriéndome mientras notaba su lengua en mi coñito y culo. Y gimiendo contra la vulva de Sara.
Llevaba con ellas casi las tres horas encerradas en esa habitación y en algún momento tendría que comprobar si venia la grúa. Tentada estuve de pedirles prestado algo de ropa mas fina y pequeña que mis vaqueros pero entonces al conductor le habría dado un infarto al verme vestida con algo así, o me habría tomado por puta lo que tampoco me hubiera importado nada.
Me ayudaron a vestirme pero lo hicieron tocándome y acariciándome ellas aun completamente desnudas. Se quedaron un rato mas supongo que "arreglándose" a ver si pescaban algún cliente esa noche.
Regresé a la entrada donde la nueva chica, la rubia, me invitó a tomar un refresco con ella. Lo suyo era trina de manzana que con los hielos parecía whisky. Me invitó a acompañarla mientras esperaba y pedí otro para mi. Ella tampoco vestía discreta precisamente su vestido rojo tenia una falda tan corta o más que la de Sara. Y el escote bajaba entre sus bonitos pero no muy grandes pechos hasta el ombligo. Como se sujetaba al fino cuello la espalda quedaba desnuda casi al completo. Una finas medias de ligas completaban su atuendo.
-te lo has pasado bien con esas dos ¿Eh?
-saben como hacer disfrutar a una chica.
-no son las únicas.
Juguetona le contesté:
-lo sé. Yo también soy capaz.
Me sonrió y yo puse una mano en su muslo entre la liga de su media y la cortísima falda. Subiendo lentamente acariciando su piel. Si venía alguien oíamos el coche y nos separábamos. Pero me dejaban tiempo de sobra para avanzar y llegar a su humedecido tanga. La tela de mis asustados vaqueros no le permitía a ella los mismos avances. Pero si podía pellizcar mis pezones y amasar mis tetas. De vez en cuando nos besábamos con suavidad. Jugando con los labios en los de la otra.
Nos dio tiempo a juguetear un rato y creo que ella a correrse antes de que llegaran a recoger mi coche.
-