Sin control 7

La letra con sangre entra

No lograba quitarme de la cabeza lo que había pasado esa tarde y tardé en quedarme dormido. Soñé con grandes tetas que me aplastaban mientras me corría, lanzando salvas al aire que caían sobre mí convertidas en plumas blancas. Todo muy poético.

Me levanté un poco tarde y me encontré a mi madre sentada en uno de los altos taburetes de la cocina leyendo en su Tablet.

-          Hola ma, buenos días.

-          Buenos días dormilón.

-          Si, no he pasado muy buena noche.

-          ¿Estás mal?

-          No, no, solo pesadillas.

-          ¿Qué tal se lo pasaron tus amigos?

-          Bien, supongo que bien, no me he conectado al wasap todavía, pero estará que echa humo supongo.

-          Y ¿con Nuria?

-          Me porté bien mama, te lo prometo. – estuve tentado de preguntar si la gusto mirarnos, pero finalmente no me atreví y decidí esperar para ver por donde llevaba la conversación.

-          No esperaba menos de ti. ¿Qué te apetece comer hoy? Nada de guarrerías, hoy sano que ayer te pasaste dos pueblos.

-          ¿Arroz? Si quieres te ayudo para que no pringues mucho.

-          Vale, termínate el Cola Cao y recogemos todo que el jardín parece un campo de batalla.

Después de comer salimos a tumbarnos un rato, pero no tuve premio esta vez, mi madre se tumbó a la sombra y no me pidió ayuda con la crema solar. Algo le estaba rondando por la cabeza ya que seguía enganchada a la Tablet, escribiendo y leyendo.

El sonido de la puerta de la calle al cerrarse me sobresaltó, debía haberme quedado dormido. Me estaba incorporando cuando se asomaron a la puerta del jardín mi madre y la madre de Carlos, me quedé clavado sin saber cómo reaccionar.

-          Saluda enano no seas mal educado.

-          Hola, hola, perdona me había quedado dormido y estoy un poco lento.

-          Se pasan el día tumbados a la bartola, no hay quien les haga hacer nada – comentó la madre de Carlos.

Era una señora bastante mayor que mi madre, aunque conservaba muy buen tipo, de hecho, llevaba un vestido muy veraniego que dejaba a la vista unas larguísimas piernas bronceadas que brillaban a la luz del sol, supongo que por algún tipo de crema. El escote bastante comedido, cerraba el acceso a una buena pechuga que se podía ver incluso a esa distancia en la que me encontraba.

-          Vamos a tomar un café, pero no te vayas que tenemos que hacer unas cosillas hoy en casa. – dijo mi madre.

No me había comentado nada antes por lo que me quedé con el misterio y dirigiéndome a mi habitación me enganché al chat de los amigos.

El tema central eran las chicas en la fiesta de ayer, los comentarios se atropellaban unos a otros y era difícil seguir una conversación hasta que Ander dijo que tenía fotos que había hecho con el móvil … a partir de ese momento toda la conversación se centró en una batalla dialéctica unos pidiendo que las pasara y el otro negándose a hacerlo. Finalmente nos pasó unas cuantas, aunque estoy seguro que se guardó las mejores.

En ello estábamos cuando mi madre me pidió que bajara a la cocina.

Se había cambiado como para salir, lo que me sorprendió ya que acababa de decirme que teníamos que hacer algo en casa y le pregunté.

-          ¿Te vas? Te había entendido que no podía salir porque teníamos que hacer algo en casa.

-          Sí, pero me ha llegado un mensaje del trabajo y tengo que salir un rato, solo serán un par de horas como máximo.

-          No te preocupes, te espero aquí.

-          Adela – así se llama la madre de Carlos - se queda en casa ya que no hemos podido terminar lo que estábamos haciendo y lo queremos tener preparado para mañana. – bueno otra sorpresa, algo se estaba cociendo, pero no lograba ver que estaba sucediendo.

-          Vale, no problema – dije para ocultar mi confusión.

-          No te preocupes por mí, tu haz tus cosas, como si no estuviera.

Un poco incómodo por la situación no me atrevía a subirme a mi cuarto así que me senté en el sofá para continuar con los wasaps y las fotos de la fiesta. Ana también nos había pasado sus fotos, seguro que ella sí envío todas, yo no hacía más que saltar de un grupo de wasap al otro. Uno el de los amigos y otro en el que estábamos todos.

Al rato se conectó Nuria, ya había vuelto del tenis y se incorporó a la charla. Me mandó un mensaje a mi cuenta por fuera del grupo adjuntando una foto en la que se nos veía muy acaramelados haciendo manitas. ¿Cuándo ha sacado esa foto? Estaba yo volcado en el trajín y ella haciendo fotos, no me lo podía creer.

-          Cómo te pasas, ¿cuándo hiciste esa foto?

-          ¡Huy¡ Pues tengo otras más picantes todavía.

-          Ya las estás borrando, no quiero que circulen por ahí mis intimidades.

-          No seas tonto, solo hice esta y no te enfades es para nosotros solo, un recuerdo de una buena tarde. ¿Por qué fue buena tarde no?

-          Me lo pasé genial y el final fue digno de recordar desde luego.

-          Te dejo que me llama mi madre

En al chat del grupo estaban hablando de organizar otra, todo el mundo se lo había pasado muy bien.

-          ¿Qué haces? Chateando con los amigos.

-          Eh… si, comentábamos sobre la fiesta de ayer. ¿Qué tal está Carlos? Se fue muy pronto.

-          Bien, no parece que sea mucho, una especie de tirón en la espalda, se ha debido golpear con algo por lo que me dijo.

Me puse rojo como la grana, si era eso lo que había contado no estaba mal, pero un vistazo a sus riñones habría desmontado toda la historia.

-          Te has puesto muy colorado de repente, ¿viste cómo se golpeó?

-          No, que va, si yo no sabía ni que se había ido hasta que lo comentó mi madre.

-          Ven conmigo.

No era una pregunta y supongo que daba por sentado que la seguiría, como así fue claro.

Subió las escaleras conmigo detrás y entró en el despacho de mi madre.

-          No deberíamos entrar aquí, es el despacho de mi madre y no le gusta que entre nadie.

-          No te preocupes, seguro que nos da permiso por una vez.

-          Yo no estaría tan seguro…

-          Cállate y quítate la camiseta, ¡ya!

La duda se debió reflejar en mi rostro ya que insistió.

-          No me gustar tener que repetir las cosas, voy a tener que enseñarte algo de disciplina antes de enseñarte lo que he venido a enseñarte.

-          Miré, verá yo no…

Dio un rápido paso hacia adelante y agarrándome por el pelo me obligó a agacharme mientras me decía.

-          Vas a obedecer y hacer lo que se te diga.

En un acto más irreflexivo que otra cosa la agarré de la muñeca con una mano y de la cintura de la otra, con los tacones era un poco más que yo, pero no pesaba mucho, la levanté en vilo y la saqué como quien lleva un paquete debajo del brazo, inmediatamente me soltó el pelo y empezó a patalear mientras me gritaba que la soltase. La metí en mi cuarto y la tiré sobre la cama, sin darle tiempo a reaccionar la giré poniéndola boca abajo y me senté sobre ella mirando hacia los pies.

Seguía pataleando e insultándome, pero yo hice oídos sordos y empecé a meditar sobre los siguientes pasos que iba a seguir. Como primera medida profiláctica intenté quitarle los zapatos, pero estuve a punto de recibir una coz por lo que le solté un azote con todas mis ganas en el culo, más por rabia que por otra cosa.

Fue como echar gasolina al fuego, se retorcía como una culebra bajo mi peso y casi logra desmontarme, pero seguí propinándola azotes, cada uno más fuerte que el otro, logré remangarla el vestido y las palmadas las empecé a dar directamente sobre las nalgas. No sé cuántas necesitó para dejar de patalear, pero funcionó, tenía el culo completamente rojo por la zurra que le había propinado.

-          ¿Vas a estarte quietecita ahora o tengo que seguir?

-          No me pegues más -  me dijo entre lágrimas.

Le quité los zapatos y girando sobre mí mismo la cabalgué en sentido contrario, tenía el vestido enrollado en la cintura por lo que le bajé la cremallera y se lo saqué por la cabeza, tan solo se oían sus hipidos en la habitación. Llevaba tanga, pero no de esos de hilo, uno más elegante con puntillas y bordados, perfectamente combinado con el sostén que se le clavaba en la espalda, supongo por ser demasiado estrecho para ese par de tetas que aparentaba tener.

Le bajé el tanga y le desabroché el sujetador.

-          ¿Qué vas a hacerme?

-          ¿Yo? Nada, me lo vas a hacer tu a mí.

-          No pienso hacerte nada salvaje.

-          Yo creo que sí lo vas a hacer. Si pudieras verte el culo ahora mismo estarías orgullosa de mi trabajo – y siguiendo las marcas con un dedo le dije – mira aquí tienes todos los dedos marcados, aquí el pequeño, aquí el larguirucho, aquí están los dos muy juntos y casi no pueden distinguirse uno de otro, pero aquí se claramente donde ha estado el gordo – y mientras decía esto, hundí entero el dedo pulgar en su chocho.

Dio un respingo y volvió a contorsionarse haciendo que tuviera que sacar el dedo para que no se me escapara. Volví a la carga, uno tras otro fui zurrando su pandero primero alternando las manos, pero enseguida se me ocurrió una idea. Seguí golpeando solo con la izquierda mientras la derecha la apoyé con todo mi peso sobre la raja del culo y fui bajándola al compás de los chasquidos de mi mano en su nalga hasta llegar al agujero donde penetré lo más profundamente que pude.

La tenía ensartada por el culo con el dedo pulgar mientras con el resto de los dedos frotaba su coño, todo esto sin dejar de palmearla. No tardé mucho en darme cuenta que era ella misma con sus movimientos la que se penetraba y se masturbaba con mi mano.

Los flujos que salían de su chumino chapoteaban en mi mano y mi cipote sobresalía de mi bañador desde hacía bastante rato. Una vez que vi que ya no intentaba zafarse dejé de golpearla y con la mano que se había quedado sin trabajo le separé los mofletes del culo observando el mete-saca con más detalle.

Tenía todo el chumino casi blanco del flujo que rezumaba, unté un poco en un dedo y me lo llevé a la boca para probarlo, no era el mismo que chupé hace un par de noches en esta misma cama, quería estar seguro que no era Adela.

Se corrió sin apenas convulsiones, de una forma tan suave que solo lo intuí porque dejó de moverse. Le saqué el dedo del culo y levantándome un poco le di la vuelta.

Se le había corrido todo el rímel con las lágrimas y había perdido todo el atractivo que tenía, esquivaba mi mirada y tenía el rostro completamente ruborizado, supongo que del sofoco de la corrida y de la vergüenza de haberse corrido con la zurra.

Me quité el bañador sin que ella se moviera un centímetro y le puse la punta de la polla en la boca.

-          Ahora chupa despacito, no te la metas en la boca la reprendí, saca la lengua y chupa la punta, no me gusta tener que repetir las cosas – le dije con un dejo sarcástico.

Con los ojos cerrados recorrió el capullo como si fuera un helado, un helado muy caliente, por cierto. En esta postura en la que me encontraba me di cuenta que las tetas eran grandes pero raras, no eran como las que conocía que se desparramaban por los costados, estás se quedaban quietas sin aplastarse por lo que me imaginé que eran operadas.

Le quité la punta del capullo del alcance, le metí dos dedos en la boca para ensalivarlos y me incliné sobre ella, ahora estábamos nariz con nariz.

-          Abre los ojos – me obedeció enseguida y se encontró con mi mirada clavada en la suya.

-          Saca la lengua quiero mamártela -  esto le costó un poco más, no tuve más que fruncir el ceño para que su lengua quedase a mi alcance. Primero se la bese, muy suavemente, poco a poco la fui introduciendo en mi boca como si me penetrase con ella, en cuanto la tenía dentro de mi boca mi lengua salía a su encuentro. Al principio no colaboraba mucho, se dejaba hacer, pero enseguida cuando notaba el contacto de mi lengua me seguía el juego enredándola con la mía en juego de caricias que hizo que mi cipote se encabritase sobre su vientre.

-          Separa las piernas voy a masturbarte mientras te chupo la lengua – ni una discusión, mi mano tenía pleno acceso a su coño. Empecé por acariciar el clítoris que no tarde en encontrar, no era muy grande, al menos no era ni la mitad del que estuve chupando aquella noche, quizá era del mismo tamaño que el de Nuria.

-          Las tetas las tienes operadas ¿verdad? – le pregunté.

-          Si

-          Las tienes muy grandes y duras. ¿Quieres follar? No tengo condones.

-          Sí pero no ahora, pellízcame el botón un poco más fuerte que quiero correrme otra vez.

-          Vale, pero chúpamela mientras que yo también quiero correrme – y me giré poniendo su cabeza entre mis piernas y la mía entre la suya.

Ahora ya no soltaba tantos jugos, de echo lo notaba un poco seco.

-          Mójate un poco los dedos por favor – dijo sacando la pija de la boca para poder hablar.

-          Voy a hacer algo mejor – y me amorré al pilón, ensalivé todo su coño con mi lengua y luego me apoderé de su clítoris, alternando la succión con los lengüetazos y los mordiscos. La penetré con dos dedos e inicié un movimiento de entrada salida rápido y profundo.

Al aumentar su excitación aumento el ritmo de la mamada que me estaba haciendo, si no hubiera tenido nada de experiencia diría que estuvo muy bien pero no era tan buena como las que me habían hecho antes.

No tardó mucho en correrse, esta vez tampoco tuvo convulsiones, pero si noté cuando se corría ya que cerró las piernas aprisionándome la cabeza entre ellas.

Volví a girarme y puse a cuatro patas sobre su cabeza lo que me permitía penetrarla con mi polla en la boca sin que tuviera que mover el cuello, solo necesite dos o tres culeadas para vaciarme. Y lo hice en su boca, fue una buena descarga y tardé un poco en recuperarme del orgasmo.

Cuando le saqué el cipote de la boca intentó escupir mi leche, pero la agarré de los mofletes y con cara de severidad la obligué a tragarlo sin tener que decir nada.

Estábamos tumbados uno al lado del otro en la cama cuando oímos el ruido de la puerta de la calle, mi madre había llegado.

Como un rayo me puse el bañador y salí disparado al baño, de donde no salí hasta estar seguro que todo estaba en orden.