Sin compromiso 8
Yo también quiero hacerte lo mismo.
- ¿No es eso lo que quieres? - Creo que Eva no planeaba que su voz fuera tan sugerente. No sé cómo fue mi cara, pero provocó que aclarara su garganta. - Quiero decir… hablar. - Fernanda ya se había ido, así que tal vez podría darle unos minutos.
- Ok, te escucho. - Eva parecía estar sufriendo. No le estaba pidiendo algo imposible.
- ¿Podemos sentarnos?- Señaló una pequeña cafetería con mesas afuera.
En el trayecto a la mesa, no dejaba de cubrir mis ojos. La luz suele lastimarme. Eva lo notó, y de una bolsa sacó un par de gafas oscuras, y las dirigió a mí. Las tomé.
- ¿Y bien? - Crucé mis piernas. ¿Qué tendría que decir la doctora?
- Bueno, pensé mejor tu propuesta y creo que puedo hacerlo.
- ¿Qué te hizo cambiar de opinión?
- ¿La verdad? Mi terapeuta.
- ¿Tú terapeuta te recomienda tener una pareja sexual?
- Umm… Larga historia, pero sí, fue un consejo. - Demasiado sincera. ¿Tenía idea de lo que esa declaración significaba para mí?
- ¿Haces todo lo que te aconseja tu terapeuta? Debes ser su mejor paciente.
- No voy a discutir eso. - Hubo un cambio en su postura.
- No quiero tener cierto tipo de relación con una persona que no puede tomar sus propias decisiones. - Eva torció sus ojos y se dejó caer completamente relajada sobre su silla, sin dejar de mirarme. La blusa se le abría un poco mostrando su escote. Con su dedo índice acariciaba su labio interior. Estaba planeando su siguiente argumento. Después, puso ambas manos en la mesa haciéndose hacia adelante.
- Yo soy la que quiero esto. - Oh mierda. Apreté mis piernas fuerte. ¿Qué tanto impulso necesitaba para saltar sobre la mesa y comerle la boca?
- Necesito ir al baño. - me puse de pie mientras ella retomaba la pose relajada.
Sí, estaba muy caliente. Sí, quería decirle que por supuesto aceptaba ser su pareja sexual. Sí, quería tomarle la mano y Traerla al baño.
Sentía que escurría. Me conflictua que esta mujer con mirarme haga que me empape. Esto no es un enamoramiento, es completamente carnal. No había nada de qué preocuparme.
La puerta se abrió y Eva pasó directo a acomodar su cuerpo contra el mío, puso mi cara contra la pared. Me tapó la boca y su mano me levantó el bluson que llevaba. Metió su mano dentro de mi ropa interior, su dedo se deslizó con extrema facilidad gracias a lo lubricada que estaba, estaba siendo gentil, moviéndose de arriba abajo. Su otra mano dejó mi cuello y metió sus dedos en mi boca, dejándome succionarlos, a la vez que su mano se aventuraba más a mí interior. Dios. Los movimientos empezaban a ser más rápidos, debilitando mis piernas en el acto. No decía nada, su mano regresaba mi cuello, mientras mordía mi hombro. Ya estaba llegando, ya casi estaba ahí… y alguien tocó la puerta.
Abrí mis ojos y me encontré sola sentada en la taza, con los dedos llenos de lubricante natural. Puta madre. Suspiré. Me puse de pie, arregle mi ropa interior, lavé mis manos y luego arregle mi cabello.
Salí y una señora me miraba de arriba a abajo.
La mesa donde previamente nos habíamos quedado estaba vacía.
Excelente. La doctora lo pensó dos veces y decidió irse. Apreté los puños. Ay mierda.
- ¿Todo bien? - Su voz sonó detrás de mí. Giré y en sus manos tenía dos vasos: uno transparente con una bebida roja y otro de café.
- Emm… sí. - Tomé asiento. Ella colocó el vaso del líquido rojo frente a mí, mientras tomaba del suyo cruzando las piernas.
- Yo… sí quiero esto. - Miraba su vaso. - Hay ciertos… problemas con los que estoy lidiando, en los cuales no quiero entrar en detalles, pero… Sí quiero algo sin compromiso. - ¿Problemas? ¿Con quién? ¿De qué? Ok, enfócate Sara. Tomé un sorbo de mi bebida. Wow, estaba deliciosa. - Es sandía, con hierbabuena. - supongo que lo notó.
- Gracias.
- Bueno… entonces, ¿sigue en pie la propuesta?
- Supongo. - intenté sonar lo más desinteresada. No es como que haya estado pensando en ella todo el tiempo que no la había visto.
- Bien. - sus ojos encontraron los míos. ¿Alguna vez se dará cuenta esta mujer que no debe ver así a la gente?
- Creo que hay un pero. ¿No?
- En efecto. - torcí mis ojos. Claro que había un pero, siempre hay uno, con ella seguro son tres.
- ¿Qué?
- Hay condiciones. Creo que es mejor dejarlas claras desde ya.- Tomé de mi bebida. También crucé mis piernas, lo cual me hizo recordar mi humedad. No puedo creer que haya olvidado que hace un momento iba a tener un orgasmo. Preferí regresar a mi posición original. - ¿estás bien?
- Sí, claro. - Tomé más. - ¿cuáles condiciones?
- Prohibido enamorarse.
- Muy original Eva, un detalle, esa debe decirse al final.
- Es muy importante, Sara. No te debes enamorar de mí.
- ¿Y qué pasa si tú te enamoras de mí? - Ella sonrió.
- Eso no va a suceder.
- ¿Cómo estás tan segura? - entrecerró sus ojos.
- No somos amigas. - Ok, no quería hablar. - después de cada… Encuentro, siempre tiene que irse alguien.
- Es lo obvio.
- No me entiendes. No dormimos juntas, nos platicamos, no desayunamos, terminamos y cada quien a su vida. - Bonita manera de iniciar este tipo de relación interpersonal. - No nos hacemos preguntas personales. - Wow, seré tratada como un objeto sexual. ¿Vale la pena? - ¿correcto?
- Ok, ok, ya entiendo. ¿Algo más?
- No siempre podemos hacerlo en mi… Lugar.
- No hay problema, podemos en mi casa…
- No creo que sea conveniente.
- No puedo permitirme rentar un super depa como el tuyo Eva. Y los hoteles no son opción. - Hizo una mueca. - Además estás pidiendo muchas cosas, ni siquiera sabes si yo quiero algo.
- ¿Tienes alguna petición?
- No, pero pudiste preguntar antes. - tomó de su café. - ¿entonces dónde firmo señor grey?
- ¿Señor quien?
- Aaay Eva, tienes que conocer esa referencia. - No contestó. - ¿en serio nada? ¿Fifty shades? ¿Trilogía? ¿Películas tan malas como tú con todas tus condiciones? - Su ceño se frunció. Torcí mis ojos y estiré mi mano. - Ok, ok, hecho. Ella la tomó y sonrió de medio lado. La atmósfera cambió abruptamente. Se acercó a mí oído.
- Ahora, ¿serías tan amable de decirme qué estabas haciendo en el baño.
- Emm… ¿Qué? - Su pregunta me descolocó. tenía las pupilas dilatadas y sonreía de medio lado. Sacó su celular, después de unos momento me lo pasó.
- Tu dirección. - Ordenó. Lo tomé, aún procesando la pregunta de hace rato. ¿Cómo lo supo? - Ingresé mi dirección.
Llega en 5. - Nos pusimos de pie mientras esperábamos el auto. Esto era nuevo, era de día, no estábamos tonteando y ella estaba accediendo a irse conmigo.
No soy un juguete sexual. - Solté. - Me pides que no hablemos ni nada por el estilo, pero soy un ser humano, necesito comunicación. No puedo prometerte no intentar ser tu amiga porque no es la manera como soy. - Hubo un silencio.
- Yo también sería un objeto.
- No puse ninguna condición que te hiciera sentir así. - Eva se llevó las manos a la frente. Estoy segura que le estaba dando un dolor de cabeza.
- Ok.
- ¿Qué significa eso? - Un automóvil se detuvo frente a nosotras. Abrió la puerta y esperó a que entrará.
Todo el camino fue en silencio.
Estaba nerviosa. Ni yo sé por qué. Me sentía un poco estúpida. No es la primera vez que hacemos esto… bueno de esta manera si, pero no así, ¿me doy a entender?
Abrí la puerta torpemente y la dejé pasar primero.
No era un lugar grande. La cocina era pequeña y a unos pasos estaba la sala de estar, detrás un comedor de 4 sillas. La recámara con el baño estaba más atrás, y al fondo un pequeñísimo patio.
Eva se quedó parada, con los brazos cruzados mirando todo.
- ¿Es un sofá cama? - Señalando mi sillón.
- Sí.
¿Qué mierda? ¿Por qué estaba siendo tan tímida? Es mi casa. Además vinimos a tener sexo y estamos aquí paradas sin hacer nada.
- ¿Podrías hacerlo cama?
- ¿Eh?
- ¿O decirme cómo hacerlo? - ¿Qué pasa con esta mujer? De haber sabido que era tan especial nunca… Nevermind.
Moví un par de cosas y teníamos una cama en la sala.
- Iré a tomar una ducha.
- No.
- ¿Cómo que no?
- Siéntate en la cama
- ¿Eh? - Torció sus ojos.
- Por favor. - No entiendo que quiere, pero como dijo por favor, lo haré.
Eva tomó una silla del comedor y se sentó frente a mí. De su bolsa sacó una cajetilla y prendió un cigarro.
- No sabía que fumabas.
- No sabes muchas cosas de mí.
- Y aún así te traje a mí casa.
- Chica tonta. - Sonrió. ¿Ese era su sentido del humor? ¿Cuántas preguntas me he hecho desde que estoy con ella? - Ahora sí, podrías contarme qué hacías en el baño? - me sonrojé.
- Emm… Lo que se hace en el baño.
- No es cierto.
- ¿Cómo lo sabes? - estúpidas miradas intensas. Tal vez sólo yo las percibo así.
- Saliste agitada. Y olías diferente.
- ¿Agitada?
- Sí. - Tragué saliva.
- ¿Y qué piensas tú que estaba haciendo?
- ¿La verdad?
- Está claro que aunque diga que no, la vas a decir.
- Es correcto.
- ¿Entonces qué estaba haciendo en el baño según tú?
- Quiero que me lo digas. - recargó sus brazos sobre sus piernas, acercando su cara a mí.
- Ya te dije. - Tosí un poco.
- Ok. - Dejó el cigarro entre sus labios, se levantó y tomó su bolsa.
- ¿Te vas?
- Sí.
- ¿Solo porque no te dije lo que quieres escuchar?
- Solo porque estás mintiendo.
- A ver… Dejame ver si entendí, después de todas tus condiciones impuestas vienes y me pides que sea sincera contigo.
- No te estoy haciendo preguntas profundas, Sara. Solo quiero saber qué estabas haciendo en el baño. - Mire al suelo con la cara aun roja. Volvió a tomar asiento y suspiro. - Tienes razón. Esto, - señalando mi casa - es relativamente nuevo. Hace mucho que no tengo este tipo de… acuerdo con otra persona. Te estoy tratando como alguien a quien no conozco.
- No lo haces.
- Tienes razón. Te estoy tratando como alguien a quien nunca he visto. - ¿qué es esto? ¿Se está disculpando? Oh dios, ella de verdad quiere quedarse. - Ve a bañarte. Aquí esperaré.
- Me estaba masturbando.
Estaba con la guardia baja. Tomó una larga bocanada de su cigarro.
- ¿En quién pensabas mientras lo hacías? - Apreté los bordes de mi bluson. se puso de pie y caminó a la cocina. El único sonido en la casa era el de sus tacones. En el lavabo apago el cigarro y lo tiró a la basura. Volvió a sentarse. -¿Sara?
- En ti.
- ¿Lo has hecho antes? ¿Pensando en mí? - ¿qué clase de tortura era esta?
- ¿Quieres subir tu autoestima?
- Un poco, sí. - Torcí mis ojos y volvió a sonreír. - ¿Puedo ver?
- ¿Qué?
- Cómo lo haces.
- Estoy segura de que sabes acerca de las artes de la marturbación.
- Siempre se puede aprender algo nuevo, Sara. - Bueno, sí, tenía un punto.
Comencé a levantarme el vestido.
Pero cuéntame, ¿qué pensabas?
Que entrabas al baño, como la ves del bar.
- Ajá.
- Me tomabas por detrás, colocando tu cara en mi cuello.
- Entiendo, ¿qué más?
- Cubrías mi boca para que no se escucharan mis gemidos.
- Mmm… - su mano sostenía su cara, atenta a lo que le contaba.
- Entonces… - mi mano derecha ya estaba en mi seno derecho, y la izquierda bajaba hasta la ropa interior. Mi mano se deslizó otra vez porque oh sorpresa, seguía mojadisima. Cerré mis ojos y comencé a mover mis dedos, justo como la fantasía de hace rato.
Sí Eva me preguntara en este momento en que estoy pensando, no diría nada. Ya no estoy fantaseando, no hay algo que cumplir porque ella está aquí. Frente a mí, observando cómo lo hago.
- ¿Podrías quitarte la ropa? - Su voz era casi un susurro. Abrí los ojos y me quité primero la pataleta, luego el blusón y al final el sostén.
Tomé una mejor posición en la cama. Me recargué sobre mis brazos, flexioné las piernas y las abrí. Eva abrió un poco los ojos, cubrió su boca con la mano.
- ¿Qué es divertido? - pregunté, mientras mi mano bajaba nuevamente acariciando mi seno derecho lentamente, seguir otra vez sobre el monte de venus y terminar en mi Sexo.
- Nada. - Respondió algo ronca. - Es más bien… Inesperado.
- Umm… - estaba repitiendo todo lo que mi imaginación me permitía. Dos de mis dedos acariciaban mi aun hinchado clítoris, los caderas se movían un poco hacia adelante, como pidiendo que pasara a lo siguiente. Me acosté completamente y la mano que ahora quedaba libre la puse sobre mi cuello. Comencé a ir un poco más rápido.
No supe cuando, estaba demasiado concentrada, pero sentí su peso sobre mí. Estaba en ropa interior, peor a la luz del día podía ver el color bronce de la piel de su abdomen.
Sustituyó mi mano en el cuello por la de ella.
- Haz un poco de presión. - Le pedí.
- Avísame cualquier cosa. - Y comenzó a apretar. Quise ir más rápido pero apretó mi mano, indicándome que me detuviera.
- Yo lo tomo desde aquí. - deslizó sus dedos, disminuyendo abruptamente el ritmo.
- Máaaas… - Sonrió sobre mí.
- ¿Alguna otra petición?
- Sí. Mmmm…
- Soy toda oídos. - Sostenía mi cuello, pero. Mis brazos estaban libres. Tomé un impulso rápido y mis labios se estrellaron con los de ella. Atrapé su labio y ella respondió al beso. - Espera… - se separó, sin detener sus manos.
- ¿Qué? - Apenas podía responder, mi respiración era rápida y estoy segura que mi cara era roja.
- Sin besos. - Sonreí.
- Es mi condición, Eva. - Y me acerqué otra vez a su boca. No dijo más, y aceptó. Su mano comenzó a ser más rápida, haciéndome gemir en su boca.
Y paró.
- ¿Qué… Pasa? - comenzó a bajarse de mí. Yo miraba entre desconcertada y triste. - ¿Qué…? - Se puso de rodillas y abrió mis piernas. Solo alcanzaba a ver sus ojos.
Besó mis muslos, acercándose de poco a mi Sexo.
- Eva… Voy a terminar en cualquier mom… - Su lengua recorrió los labios menores de abajo hacia arriba. - Me retorcí. - Eva… - Tomé su rostro para llamar su atención. - Tengo otra petición. - Mientras seguía dándome atención allá abajo, levantó una ceja indicándome que estaba escuchando. - Yo también quiero hacerte lo mismo.