Sin complicaciones (2)

...mi mano voló a mi polla y la empecé a frotar, primero despacio y solo superficialmente, mi mente me mostraba imágenes de ella a cuatro patas, su coñito rosado y brillante por su humedad, su cara de gata en celo, gruñí mientras apretaba más fuerte mi miembro...

-Para… ¡paraaaa!-

-¿Qué pasa?...ya sé que la tengo grande pero no es para tanto-

Misa me miro de reojo y con cara de dolor

-Tengo un calambre en la pierna señor bien dotado-

-Ah…lo siento-

En la posición que estábamos digna del Kama Sutra no era difícil acalambrarse, salí de ella y estiro las piernas suspirando y sobándose

-Tú fuiste la que quiso experimentar-

Le dije parándome y poniéndome la sabana alrededor de la cintura

-Lo se…la próxima tendré que estirar los músculos antes de-

Le sonreí sacando del bolsillo del pantalón un cigarrillo y caminando al balcón, ella detestaba que fume

-Vas a morir de cáncer-

Siempre que encendía un cigarrillo era la misma frase

-Algún día te mostraré un video muy divertido de cómo quedan tus pobres pulmones-

Misa me dirigió una última mirada antes de perderse en el baño. Abrí la puerta corrediza del balcón y encendí el cigarro, la noche estaba fresca y un ligero olor a mar penetro por mis fosas nasales, aspire el humo y el rico olor. Hacia dos semanas que funcionaba nuestro arreglo, ella me mandaba un mensaje de texto con la clave 911 y donde quería que la encuentre, la mayoría de veces era aquí en su departamento pero esta era la primera vez que conocía su dormitorio, nunca habíamos llegado tan lejos, apenas cruzaba la puerta de la calle nos arrojábamos el uno sobre el otro como hambrientos, y tal como habíamos acordado todo era sin complicaciones, cuando nos cruzábamos por el campus o en la única clase que teníamos juntos solo nos saludábamos de lejos, era divertido jugar a los desconocidos, sobre todo cuando a ella se le antojaba follar en el armario de escobas del pasillo cerca a la clase. Mis días de depresión por Deborah tenían sus altos y bajos, cuando la veía con su “noviecillo” se me revolvían las tripas de cólera, pero no había nada que pudiera hacer contra eso, al menos mis encuentros con Misa ayudaban a sobrellevar mi pena.

Ya casi había terminado el cigarro cuando oí a Misa revolver la habitación, lo tire por el balcón y entre

-¿Seguimos?-

Le pregunte guiñando un ojo

-Lo siento no puedo he recibido una llamada y me vendrán a recoger-

Ella saco ropa limpia y se la puso veloz, se calzó y peino el cabello

-¿A estas horas?-

Le pregunte mirando el reloj, marcaba la 1 de la mañana

-Sip-

Respondió. Me daba mucha curiosidad saber quién podría recogerla pero no pregunte, eso era invadir su privacidad, pero de seguro era un hombre, se me hiso un ligero nudo en el estómago que atribuí a la pizza fría que me había comido a la volada antes de venir

-Tomate el tiempo que desees para irte-

Su celular sonó pero no miro la pantalla para ver quién era, seguro era quien la recogería

-Adiós-

Se despidió tomando su bolsa y corriendo rumbo a la puerta, ¿Quién podría ser a estas horas?, la curiosidad me venció y me asome por la ventana sin que me viera, estacionado al frente del edificio una camioneta último modelo con lunas oscuras esperaba con el motor en marcha, Misa salió del edificio y corrió hacia el auto, un hombre alto salió para recibirla, cuando se encontraron ambos se dieron un abrazo y entraron en el vehículo, bueno si veía a alguien más estaba en todo su derecho, esto era algo pasajero y para nada exclusivo, era solo un par de adultos follando de vez en cuando, camine al baño y abrí el botiquín, no tenía prisa por irme así que revise un poco, había lo usual, tampones, algunas medicinas, enjuague bucal, nada del otro mundo, sobre una repisa habían perfumes, shampoo, y cosas de aseo, olí todas y reconocí en ellas el olor de Misa, aspire hasta que se me llenaron los pulmones del aroma, su olor era una de las cosas que más me gustaba de ella, y no solo el perfume que usaba si no el olor de su cuerpo y su sexo, podía pasarme horas lamiendo su carne, la polla se me puso rígida al instante

-Calma muchacho por hoy se terminó la acción-

La interrupción del calambre y luego la visita inesperada nos había cortado antes de terminar el asunto, mi verga gritaba por ser atendida, inspeccione las gavetas buscando alguna revista donde apareciera una mujer en biquini o algo que estimulara, pero solo habían revistas médicas o libros de medicina, los ojee buscando algún desnudo pero nada, entonces sería la imaginación, me senté en el inodoro y cerré los ojos, evoque a Deborah y su espectacular cuerpo, mi mano voló a mi polla y la empecé a frotar, primero despacio y solo superficialmente, mi mente me mostraba imágenes de ella a cuatro patas, su coñito rosado y brillante por su humedad, su cara de gata en celo, gruñí mientras apretaba más fuerte mi miembro, mi mano subía y bajaba suavemente a ratos y luego más aprisa, me gusta demorar mi orgasmo, me concentre en el glande y lo apreté ligeramente, mi espalda se arqueo y un gemido salió de mis labios, estaba a punto de correrme, de pronto mi fantasía cambio y en lugar de Deborah estaba Misa, su cuerpo delgado, sus pechos pequeños y respingones, me concentre para sacarla de mi mente y volver con Deborah, lo conseguí pero solo unos segundos, Misa volvió aparecer, esta vez vestida con su bata de médico y nada abajo, mi polla vibro ante aquella imagen, mis testículos subieron listos para expulsar su contenido, deje de luchar con mi mente y deje que la fantasía con Misa siguiera su rumbo, se abría despacio la bata, abajo no usaba nada más que un estetoscopio, sus labios se abrían ligeramente mostrando la rojiza lengua, se llevaba el aparato  a la boca y lo chupaba como si fuera mi verga, el orgasmo llego con fuerza, los espasmos de mi cuerpo me hicieron sonreír atontado, era la primera vez luego de meses que me masturbaba pensando en una mujer que no fuera Deborah, una alarma como sirena de bomberos retumbo en mi cerebro, “peligro”, decía una voz en mi interior, abrí los ojos mirando a mi alrededor, Misa estaba por todos lados, en los estantes, en el botiquín, en la bata que colgaba tras la puerta y aparentemente también en mi mente.


-¿Estabas durmiendo?-

-ehmm…si-

Nicolai me miro de reojo sabiendo que le metía, mi hermano siempre había sabido cuándo mentía, no sabía como pero el siempre sabia. el trayecto fue silencioso, ninguno de los dos tenía el don de la palabra en este tipo de casos, llegamos a la gran casa, la mayoría de las luces estaban prendidas, signo de que nadie dormía y todos esperaban, salí de la camioneta y con temblores que nada tenían que ver con el frio camine hasta el interior, dentro la servidumbre sollozaba prendiendo velas o llevando cosas de un lado a otro, el ni siquiera había muerto aun y ya se estaban preparando las cosas para el velorio, típico de mi madre, ella tenía que adelantarse a todo y tenerlo perfecto, hasta cuando su marido estaba en su lecho de muerte tenía que ser la esposa perfecta y la mujer intachable, todo en orden, odie entrar en este mundo otra vez, pero tenía que despedirme, los empleados se doblaban por la cintura a mi paso, detestaba esa clase de saludo como si fueran esclavos en lugar de gente, pero mi madre los había adiestrado así.

El sonido de la máquina que monitoreaba el corazón y su respiración pesada era lo único que se escuchaba en toda la habitación, una enfermera revisaba sus signos vitales y el goteo del suero, quise gritar y correr a su lado, llorar como una niña y rogarle que no muriera, en cambio camine despacio hasta la enorme cama, estaba pálido y su rostro reflejaba el dolor que a pesar de estar drogado sentía

-Papa-

Dije en voz baja, unos ojos negros se abrieron en rendijas, su mirada revoloteo por toda la habitación antes de centrarse en mí, el tubo que tenía en la garganta le permitía respirar pero le impedía hablar aunque no hacía falta palabras sus ojos lo decían todo, me acerque despacio a su lado y lo tome de la mano

-Papi-

Las lágrimas salieron sin poder evitarlo, mi súper héroe, mi genio, mi todo, se estaba muriendo, sus latidos se dispararon y al instante lo calme acariciándole la frente

-Tranquilo acá esta tu ratona-

Él siempre me había llamado así, su ratona, decía que mi menudo cuerpo y mi cara pequeña le recordaban un ratoncito, su mano temblorosa se posó sobre la mía, su tacto era gélido, pero aun así la caricia era cálida, mi padre me miro con sus profundos ojos negros, unas lágrimas rodaron por sus mejillas, pero no tenía pena, sonreía con la mirada, parecía decir “estoy orgulloso de ti”,    “te amo hija mía”, solo atine a decirle

-Yo también papa-


El olor a humo de cigarro me levanto, frotándome los ojos desperté, ¿Dónde estaba?, mire la cama y no era la mía, mire al costado y una pequeña mesa de noche con una lámpara encendida que tampoco era la mía, luego de unos segundos recordé donde estaba, el departamento de Misa, luego de bañarme me había recostado unos segundos y seguro me había quedado dormido, me levante sobresaltado, mi sorpresa fue aún mayor cuando vi cerca al balcón a Misa sentada con las piernas recogidas contra su pecho, afuera estaba amaneciendo, Misa ni siquiera se percató de mí, su mirada estaba ausente, una de sus manos fue hasta sus labios y aspiro el cigarrillo que sostenía, jamás la había visto fumar ella lo odiaba

-Misa-

Le dije con voz ronca, ella no respondió

-¿Misa está todo bien?-

Le pregunte algo asustado

-Hace unas horas mi padre murió-

Su voz era aún más ronca que la mía, le dio otra calada al cigarro y volteo a verme, a pesar de la poca luz me di cuenta de sus lágrimas, me pare en el acto casi brincando de la cama, me acerque a ella y me arrodillé, estaba temblando, se veía tan frágil

-¿Hay algo que pueda hacer por ti?-

Ella negó con la cabeza y apago el cigarro en un cenicero improvisado

-¿Quieres comer?-

Ella volvió a negar y sus ojos se concentraron en la calle

-Sera mejor que me valla-

Quizás deseaba estar sola, ella misma me había dicho que no era buena para expresar sentimientos, me pare pero su delgada mano me aferro el pantalón

-No te vayas-

Me dijo mirándome, sus ojos estaban llenos de tristeza y necesidad, no quería estar sola y yo no quería dejarla, la tome de la mano y la jale parándola de la silla, la tome entre mis brazos y la abrase fuerte, su tranquilidad se rompió como un frágil vidrio, explotando en miles de lágrimas, nos quedamos parados por mucho tiempo hasta que sus sollozos se calmaron

-Te he mojado la camisa-

Efectivamente mi camisa estaba empapada en el hombro

-Tengo 3 más iguales-

Le dije sonriendo, ella también sonrió y acaricio mi hombro húmedo, sus gruesas pestañas se levantaron hasta que su mirada se fijó en la mía, mis labios descendieron a sus mejillas y besaron cada una de las lágrimas que aún se derramaban, ella tirito suspirando

-Hazme olvidar-

Me pidió a media voz, no hacía falta preguntar cómo, la cargue y la lleve a la cama, puse mi cuerpo sobre el suyo sosteniéndome con los brazos para no aplastarla, la bese con cuidado, suavemente, una extraña energía fue intercambiada por nuestro cuerpos, no había lujuria en lo que estábamos haciendo, solo la necesidad de sentirnos reconfortados y acompañados. Me saque la camisa despacio y ella me imito sacándose la blusa, su ligero sostén de encaje dejaba ver sus pezones pequeños y rosados, seguí con el pantalón pero no me saque los calzoncillos, la ayude a deshacerse de lo que quedaban de sus ropas y también se quedó solo en ropa interior, hoy nos tomaríamos nuestro tiempo, me volví acostar sobre ella y nos besamos lentamente, nuestras lenguas se tocaban a penas, saboreándose mientras yo le acariciaba el rostro con ambas manos

-Me encanta tu olor-

Le dije olisqueando su cuello, ella emitió una pequeña risa por las cosquillas de mi respiración, empecé a bajar oliendo y besando su cuello, sus manos acariciaban mi cabeza al igual que mi rostro, su abdomen demasiado plano se tensó al sentir mi lengua recórrelo, sus costillas se marcaban en sus lados, estaba más delgada de lo normal, entre los estudios y la enfermedad de su padre de seguro no comería lo suficiente, continúe bajando hasta que llegue a su monte, ella suspiro largamente echando la cabeza hacia atrás, lleve mis manos a su pechos y los acaricie con las puntas de los dedos, llegue a su sexo y por encima de la fina tela de algodón que aún lo cubría presione mis labios y olí

-Mmmmm…delicioso-

Con un par de dedos deslice la molesta tela y sus abultados labios quedaron a mi disposición, lamí superficialmente saboreando su miel que empezaba a emanar de ella, esa mezcla de jabón y olor a hembra hiso que mi polla hormiguera de gusto

-Mmmmmmm-

La espalda de Misa se contorsiono y sus pechos se apretujaron bajo el encaje blanco que los cubría, introduje mi lengua entre los suaves pliegues de su centro hasta que llegue a mi premio, su clítoris temblaba bajo mi lengua que lo rodeaba, su cara se tensó y mordió sus labios, los suaves gemidos que producía estuvieron a punto de hacerme venir, pero supe controlarme y volver al asunto, sus manos reposaron a cada lado de sus muslos y por impulso las tome entrelazando los dedos, ella los apretó con fuerza mientras su primer orgasmo la golpeaba haciendo que los dedos de su pies se retorcieran, sin darle tiempo a recomponerse volví a lamer sin pausa alternando con pequeñas succiones a su perlita que ya estaba rígida, sus uñas se enterraron en mis manos cuando el segundo orgasmo llego, mi barbilla chorreaba de ella, el interior de sus muslos estaban empapados de sus líquidos, estaba a punto de empezar nuevamente cuando sus ojos se abrieron y me miraron

-Ven-

Me pidió abriendo los brazos, obedecí y me arrastre sobre ella, mi polla se situó en el lugar preciso como si en lugar de carne fuera metal siendo atraido por el imán que era su hendidura, su melosa suavidad me recibió envolviéndome con su calor, abrazando mi miembro, nos miramos fijamente mientras entraba y salía despacio, sus piernas se abrieron aún más para darme espacio, presione contra ella hasta tocar fondo, ambos lanzamos sendos gemidos, me quede unos segundos disfrutando de su calor, ella se aferró a mis brazos como apremiando a mi cuerpo, mis labios bajaron hasta los de suyos, entonces empezó lo serio, mis caderas subían y bajaban a media velocidad, ella ayudo moviendo las suyas, nuestros ritmos se igualaron haciendo la sensación aún más intensa, descubrí sus senos sacándolos por encima del encaje, el sostén los enmarcaba deliciosamente, tome uno de sus pezones entre mis labios y me amamante bombeando sin parar

-Oh dios…me vengo-

Calle sus quejidos con mis labios, mis embestidas la perforaron sin piedad, entrando y saliendo una y otra vez, rascando la picazón, grito contra mi boca y yo gemí como un poseso derramándome dentro de ella, ya era tarde para salirme o pensar en por que carajos no había usado un condón, cansado me derribe contra su pecho escuchando su corazón acelerado bajar el ritmo


Odiaba el luto así que no lo llevaba, la procesión va por dentro como decía mi abuela, sentada en la biblioteca me estire alzando los brazos, mi espalda crujió por todas las horas que había permanecido agachada contra los libros, mire a mi alrededor y habían pocas personas estudiando, las ganas de llorar llegaron de la nada, me zambullí tras unos estantes llenos de libros y llore ahogando el sonido con mis manos en la cara, normalmente me duraba cinco minutos el ataque tras los cuales me limpiaba la cara inhalaba aire tres veces y salía a la superficie. Jack había sido muy bueno conmigo, llevándome comida a casa, toneladas de comida, y sentándose a mi lado a ver televisión o ser testigo de mis “episodios” de histeria y llanto, el esperaba pacientemente a mi lado hasta que me calmase, luego iba por agua, el sexo había pasado a segundo plano, hacia una semana que no teníamos nada pero eso no parecía importarle, y le estaba agradecida, lo último que tenía en mente era follar. Esta noche me sentía tan pesada como una tonelada de carne podrida, tome mis libros y los guarde en la mochila vieja que siempre usaba, me refregué los ojos y Salí a la fría noche.

El campus estaba desolado, siempre había adorado mi soledad pero esta noche no tenía ánimos de estar sola, pase frente a un restaurant de comida china y entre, hice un enorme pedido, como para cuatro personas y Salí del local, eran la 2 de la mañana, sabía que Jack no dormía temprano así que le haría una visita, sería prudente llamarlo antes de aparecerme pero prefería darle la sorpresa de para variar yo ir a su departamento llevando comida.


-Por dios pero si es una escoba con patas-

Quejándome por la modelo que había pasado a la final tome un trago de cerveza, Americas next top model era mi favorito y no necesariamente por las modelos, claro que si me preguntaban por qué lo veía mi respuesta seria por las sesiones en ropa de baño. El timbre de la puerta me hiso ver la hora, era tarde para visitas, me levante poniéndome una polera y camine a la puerta, mire a través de la mirilla y la sangre se me congelo

-¿Qué haces acá?-

Dije al abrir la puerta

-¡Jack!-

Deborah era un mar de lágrimas, los ojos color miel enrojecidos e hinchados, el cabello despeinado, y las mejillas marcadas con el rímel corrido, su cuerpo se estrelló contra el mío y me abrazo, me quede de piedra sin saber que hacer o que decir

-Jack, oh Jack, mierda…el…el me dejo…me dejo por Sarah-

Sara era su mejor amiga y con la que compartía el apartamento, hablando de Karma

-Cálmate-

Le dije soltando sus brazos de mi cuello y alejándola, sus ojitos de niña me miraron buscando consuelo, esto era todo lo que había querido por semanas, verla volver a mí, y ahora la tenía en frente y mis piernas no funcionaban para hacerme a un lado y dejarla pasar, mis labios no decían “entra”

-Fui una tonta por dejarte, debí saberlo…cuanto lo siento-

Cuantas noches soñé con escuchar esas palabras, sus manos se retorcían aferrando su vestido

-Jack…me disculpas-

Su voz era un débil susurro, su mirada se centró en mi ojos

-Deborah…yo…-

Su cuerpo se pegó a mi pecho, sus labios contra los míos, su lengua exploraba mi boca en busca de la mía, el beso era desesperado, como un ahogado en busca de aire para llenar sus pulmones, mis manos fueron a su cintura porque eso era lo que se debía hacer es este caso, le seguí el beso porque era lo normal, pero no había emoción ni sentimiento en mis acciones solo un enorme vacío y la sensación de que todo eso estaba mal


Solo había venido una vez pero recordaba la dirección, el ascensor estaba estropeado pero solo eran dos pisos arriba, subí por las escaleras con mis manos llenas de bolsas plásticas, a medida que subía me iba sintiendo mejor, ya me lo imaginaba sorprendido por mi aparición en su puerta y sobre todo por la cantidad de comida, sonreí acelerando el paso, el ultimo escalón fue como caer al vacío, tres puertas más allá estaba Jack abrazando y besando a su ex novia, la mujer lo empujo con su cuerpo al interior del departamento y con un fuerte portazo la puerta se cerró tras ellos, me quede mirando el pasadizo vacío sin saber qué hacer, quedarme ahí como una estatua no era una opción, di media vuelta y baje, bueno Jack aún estaba enamorado de ella, así que probablemente esta era su reconciliación, pero esa pequeña zorra no se lo merecía, la había visto pasear con el musculoso de su novio delante de Jack, había visto a Jack al borde de las lágrimas por culpa de esa golfa, un deseo ardiente de ir y derribar la puerta se apodero de mi cuerpo, pero yo no era más que una amiga con derechos ¿verdad?, solo eso, ella era la dueña de su corazón y yo solo algo pasajero, solo un polvo nada más, las lágrimas se desbordaron de mis ojos, el pecho se me cerro dejándome sin aire, el corazón se me había vuelto de piedra y pesaba una tonelada, a lo lejos una puerta se abrió y Salí corriendo temerosa de que algún vecino de Jack me viera en ese estado, corrí fuera del edifico, las bolsas pesaban, las tire en un basurero cercano y continúe corriendo hasta mi apartamento, entre cerré la puerta y me desplome en el piso llorando como una cría, ¿Por qué me dolía tanto el pecho?, ¿Por qué se me revolvían las entrañas?, ¿Por qué sentía tanta tristeza y furia a la vez?, debía ser algún cambio hormonal o la perdida de mi padre, ¿cambio hormonal?, los números fluctuaron en mi cabeza, hoy era 27, se me había retrasado una semana, mierda, corrí al calendario donde apuntaba mis días para cerciorarme y efectivamente me había pasado una semana de la fecha

-Mierda-

Continuara…