Sin buscarlo, me vi metida en un enorme lío (III)

Pido ayuda a una amiga para contarle todo lo sucedido. - Final del relato -

(…) He perdido la noción del tiempo tumbada en mi cama sabiendo que todo esto no ha sido un sueño porque me encuentro dolorida en cada recóndito lugar de mi cuerpo. Haciendo acopio de mis fuerzas he conseguido levantarme para comer y ducharme nuevamente puesto que aun tengo semen del viejo dentro de mí. Delante del espejo no me reconozco, algo ha cambiado dentro de mí, por fuera, mis pechos se notan más grandes, ahora mis pezones quedan como si siempre los tuviese excitados, estoy llena de moratones marcadas las fuertes manos de mis raptores, y de cintura para abajo, observo los cambios que hizo el viejo, dejándome los labios del que antes era un pequeño coñito ahora transformado por varios piercing que me cuelgan de los labios de mi vagina rosada dejando completamente al descubierto mi clítoris, el que queda rojo y abultado hacia afuera. Me cuesta andar, pero tengo que recuperar fuerzas porque he visto que en mi bolso faltan mis llaves y me dejaron muy claro que no le dijese a nadie lo ocurrido. Por un lado, me encuentro sin saber que hacer, pero pensando en todo, es la primera vez que me siento completa en el plano sexual, como si hubiesen hecho florecer la puta lasciva que hay en mí.

Mientras no paro de pensar en todo lo que ha ocurrido y termino de comer, ducharme y cambiar las sábanas noto que el tiempo se ha ido volando y que la noche ha vuelto. Estoy un poco asustada, así que llamo a mi mejor amiga, Natalia, para contarle todo lo ocurrido. Al escuchar todo, ha venido a mi casa para poder verme y entender mejor las cosas. Natalia es mayor que yo, tiene 32 años, mide 1.73 es también rubita aunque de media melena, también sale a correr conmigo, pesará unos 50 kg y sus medidas serán una 86 – 60 – 86 C. Nos conocemos desde pequeñas y para mi siempre ha sido como mi hermana mayor; además tiene mucha más experiencia que yo en cuestiones de sexo y nunca se ha cohibido ante ninguna situación. Al verme, me abraza, me pone una copa y procedo a contarle todo con pelos y señales. Ya son cerca de las doce de la noche y antes de terminar de contarle todo, escuchamos ruidos en la puerta principal para proceder a abrirse con mis tres “amigos” junto con otros dos chicos más del mismo porte (1.90, fuertes y musculosos). El más grande de ellos se queda mirando a mi amiga, a lo que dice con una voz profunda “otra puta blanca para follar”. Natalia se queda ensimismada mirando a los cinco chicos… se que en cuestiones de sexo es muy liberal… pero jamás pensé en cual iba a ser su respuesta al comentario de aquella bestia musculosa: “bajaros los pantalones para ver esas pollas”. Los chicos se bajaron los pantalones, tres de ella ya las conocía yo ya bien, pero Natalia se quedó maravillada al ver que ninguna era más pequeña de 30 cm y gordas como mis puños. Natalia entonces se levantó para ponerse de rodillas y empezar a comerles la polla uno tras otro. Yo me quedé helada, no sabía bien que hacer… pero uno de ellos me levanto y me dijo: “de rodillas puta blanca”, por lo que ambas estábamos allí satisfaciendo a aquellos sementales. Como éramos incapaces de chuparlas todas al mismo tiempo, los que se les iba poniendo dura, nos arrancaron la poca ropa que llevábamos puesta para abrirnos bien de piernas y empezar a hundir sus lenguas en nuestros culitos. Natalia devoraba sus pollas y todas, empezaron a chorrear semen blanco bien espeso. Los cinco pararon, hablaron entre ellos y nos dijeron que querían vernos comernos entre nosotras. Yo me quedé helada, pero Natalia se abalanzó sobre mi boca y pego sus pechos contra los míos.

Se me quedó mirando mis nuevos piercings, así que jugó con ellos y comenzó a lamerme mis pezones. Un fuerte orgasmo recorrió todo mi cuerpo cuando hundió sus dedos dentro de mi ante aquellos negros que no dejaban de mirarnos, por lo que empecé a gemir y a chorrear de placer. Fue entonces cuando Natalia se bajó hasta mi coñito y metió su boca entre mis labios. El coño me palpitaba, estaba super empapada y yo lo único que le hacía a mi amiga era apretar su cabeza contra mi coño para que no parase. Entonces aquellos cinco hombres entraron en acción, dos de ellos se pusieron conmigo a volver a abrirme el culo y mi coño que ya, apenas mostraban resistencia mientras que me apretaban fuertemente mis tetas… mientras que veía a mi amiga de la infancia con tres de ellos al mismo tiempo, penetrándole su culo, su coño y su boca al mismo tiempo. La veía poner en blanco sus ojos de puro placer, intercambiándose los chicos conforme se iban corriendo dentro de nosotras para que en ningún momento estuviésemos desocupadas. Cuando se corrieron varias veces dentro de nosotras y ya estábamos llenas de semen, vi como uno de ellos sacó de una mochila objetos que no fui capaz de ver con todas las embestidas que nos estaban dando, pero que, al parar, vi que eran unos enormes juguetes y lo que parecía cinta americana. Fue entonces cuando nos pusieron a cuatro patas y nos metieron dentro del coño y del culo aquellas monstruosidades para sujetarlos bien fuerte y que no se saliesen con cinta americana. Ambas nos sentimos que íbamos a reventar, usadas como cubos de semen y sin poder soltar nuestros fluidos. Nos pusieron de pie y primero, fue Natalia a la que pusieron entre mis piernas, fue entonces cuando note un tirón de la cinta y salieron expulsados ambos juguetes y lo que, a mi parecer, fue un litro de semen espeso.

La dejé con su cabello chorreando y su cara, perdida de aquel espeso liquido blanco… pero ella, acercó su boca a mi entrepierna y comenzó a limpiarme bien con su lengua. Ahora era mi turno con iguales consecuencias… ambas estábamos perdidas de semen, pero nos fundimos en un abrazo y nos besamos. Fue entonces cuando uno de los negros dijo: “despediros de la cámara” cayendo en la cuenta que habían dejado todos sus móviles grabando toda aquella noche de sucio sexo. Salieron por la puerta los cinco animales, bien descargados y satisfechos diciéndonos que si no queríamos que saliese que éramos unas putas blancas lesbianas, vendrían cuando ellos quisieran. Desde aquel verano, me divorcié y ahora Natalia y yo, somos pareja. Vivimos felices juntas sabiendo que durante la época estival somos las putas de aquellos negros que abrieron mi cuerpo y mi forma de pensar… y a Natalia, aunque terminaron por marcarla al igual que a mí, es ahora completamente feliz.