Sin bragas y en el metro, delante de mi marido.
Siempre habia tenido ganas de que me metieran mano un transporte público.
SIN BRAGAS Y EN EL METRO, DELANTE DE MI MARIDO.
Hola me llamo Carmen; Carlos es mi esposo y generalmente es quien escribe los relatos en esta página, la historia que os cuento, he querido escribirla yo. Ha pasado y es completamente real, los hechos que se cuentan son tal y como pasaron, de hecho, cada vez que lo leo me vuelve el calentón y tengo que masturbarme, como así ha sido mientras escribía.
He leído muchas historias en la que a una mujer le metían mano en algún transporte público, eso me calentaba muchísimo imaginándolo y le propuse a Carlos probarlo. Acepto de buen grado diciéndome que una puta y que estaba deseando hacerlo. Convinimos que el actuaria como un mero observador, lo que lo hacía más morboso y excitante.
Decidimos que lo mejor sería un vestido de tela muy suave, seda o algo así. Como no tenía nada de ese estilo nos fuimos de compras.
Entramos en unos grandes almacenes y después de echar un vistazo cogimos dos vestidos, uno corto ajustado hasta media pierna y otro por encima de las rodillas con vuelo y entallado en su parte superior haciendo destacar mis 105 de pecho.
Me probé los dos, para cual me quite las bragas puesto que es la manera en la que iba a ir. El vestido ajustado se pegaba a mi piel y era sexy, pero el otro era el doble de provocador. Al no llevar las bragas se metía en medio de mis nalgas y se me quedaba marcada la raja del culo, cualquier observador se daría cuenta de que no llevaba nada debajo. El escote era redondo y bajo, de manera que cualquiera que fuera más alto que yo tendría una visión perfecta de mis tetas y del canal que se forma en medio, los pezones se marcaban en el vestido y se insinuaba su color transparentándose.
Decidimos que nos gustaba más este, me lo deje puesto y después de pagar en caja ante la atenta mirada del dependiente, lo que nos confirmo que habíamos acertado en la elección, salimos con él y nos metimos en el metro directamente.
Cogimos un tren de cercanías en Atocha, camino de Tres Cantos y nos metimos al fondo de un vagón que sin estar demasiado lleno, era lo mejor para nuestras intenciones, a Carlos le dejaría observar desde las proximidades y a mi ocultarme un poco de las vistas a la vez que me daba opción de elegir a mi víctima o víctimas.
Carlos se sentó y yo me coloque delante de él en medio del Vagón agarrándome a la barra vertical que sujetaba su asiento, nadie sabía que íbamos juntos.
En la siguiente estación entro más gente, ya casi no podía menearme. Enseguida note como alguien me restregaba todo el paquete por el culo. Mire para atrás y me encontré un hombre de unos 40 años, se disculpo y se hecho hacia atrás, le era muy difícil mantenerse apartado de mi porque la gente empujaba, yo no hacía nada para retirarme y notaba de vez en cuando como volvía a rozarme su paquete, el hombre estaba violento porque no podía evitarlo, disculpándose a cada momento.
-A esta hora se pone esto a hasta los topes
Le dije con el cuello vuelto hacia él. Como sin darle importancia saque un poco el culo y lo apoye sobre su paquete dejándolo justo en medio de mi culo. El hizo el amago de retirarse pero yo saque otro poco el culo de manera que no perdiera el contacto. Se debió dar cuenta de que había intencionalidad, y se quedo quieto manteniendo el contacto.
Yo notaba como su pene crecía en medio de mis nalgas, su mano bajo y se poso en mi cadera, dejándola ahí un momento, al ver que no decía nada la deslizo hacia abajo recorriendo su palma mi nalga, debió notar que no llevaba nada de bajo e hizo la intención de tirar del vestido hacia arriba. Yo lo sujete con una mano y dejo de insistir, en ese momento otro hombre que no nos quitaba ojo y debió sospechar lo que pasaba se puso enfrente mía, tenía el cuerpo totalmente aprisionado entre los dos, Carlos me miraba y me sonreía, yo levante los dos brazos sujetándome a la barra, el hombre que tenía delante no quitaba los ojos de mis pechos, con el apretón de cuerpos mis tetas estaban aplastadas y amenazan con asomarse por el escote, de hecho la aureola de mis pezones asomaban un poco.
El de atrás volvió a intentar subirme el vestido, yo bajando la mano lo evite tirando del vestido, no era cuestión que me desnudase en medio del vagón y que dejara a la vista de cualquiera mi culo y coño.
EL reacciono y cogiéndome la mano la puso directamente encima de su paquete.
Yo lo apreté. Notaba como crecía en mi mano a través del pantalón, el abrió su cremallera y cogiéndome la mano de nuevo encaminarla a su interior. Yo no me corte y la metí dentro de su bragueta agarrando el tronco de su poya que tenía una enorme excitación. Tire un poco de los calzoncillos mientras que le miraba y los solté. Debió darse cuenta de mi insinuación y con mucho trabajo consiguió sacar su pene y dejarlo libre de sus calzoncillos dentro del pantalón.
Volví a meter la mano y agarrando su poya, que no era nada pequeña, empecé a darle apretones a la vez que movía mí mano arriba y abajo masturbándolo con disimulo...
El jadeaba en mi oreja, y eso me estaba calentando muchísimo, tenía unas ganas enormes de agacharme y meterme esa poya que palpitaba en mi mano directamente en la boca hasta que se corriera. Pero me tuve que conformar con seguir masturbándolo.
Me retito la mano, y con disimulo y esfuerzo, se saco la poya y la puso en medio de mis nalgas, si no fuera porque estaba mi vestido como barrera en medio de los dos me la hubiera introducido en el coño. Notaba como empujaba intentando penetrarme, mi vestido se lo impedía, pero lo que no impedía, es que iniciase un movimiento de copulación arriba y abajo. Yo notaba como su poya se deslizaba en medio de mis nalgas y el vestido se me introducía en mi coño cada vez más mojado empujado por el glande que poco apoco iba consiguiendo ganar terreno
El hombre que tenía delante bajó las dos manos y cogiendo el vestido por los costados a la altura de las caderas lo subió despacio hasta que note de pronto que la poya del otro al no tener el impedimento de la tela en medio se introdujo de golpe en mi coño completamente lubricado de la excitación. El hombre soltó el vestido y se quedo colgando por los lados, en medio levantado, sujeto por la poya que salía y entraba de mi coño despacio pero a un ritmo constante.
Mire a Carlos y tenía la cara de haberse dado cuenta de todo y de estar muy excitado, cosa que demostraba el bulto que había en su pantalón, él ni se dio cuenta de mi mirada tan absorto estaba en no perder detalle de lo que pasaba a la altura de su cara.
El hombre que tenía delante se agacho a coger unas llaves que seguramente había dejado caer intencionadamente, al agacharse puso la cara con total descaro en medio de mis tetas a la vez que me pasaba la lengua en medio del canal recreándose un momento, yo hubiera dado algo porque me chupara los pezones, abandonarme, y follarme a esos dos, salvajemente y sin tapujos dado el grado de excitación que tenia.
Se incorporo de nuevo y bajando la mano la metió debajo de mi falda tocándome directamente el coño, metió un dedo dentro de mí a la vez que la poya del otro seguía entrando y saliendo, con los dedos nos tocaba a los dos, lo mismo los metía dentro de mí a la vez que la poya, o recorría el tronco de la poya notando que trozo entraba y salía de mi.
Me cogió la mano y la llevo dentro de su bragueta que previamente había abierto. Yo procedí a masturbarlo mientras que el otro seguía follándome ante la atenta mirada de Carlos.
Tardaron poco en correrse, uno en mi mano a después de una serie de palpitaciones que anunciaron su eyaculación. Se corrió dentro de su pantalón inundándome. Yo mantuve la mano hasta notar como el pene poco a poco se aflojaba y perdía su erección. Saque la mano y me la limpie con disimulo en el costado de mi vestido.
En ese momento el otro explotaba en un torrente de semen dentro de mi, eso me hizo tener un orgasmo salvaje que me obligo a agarrarme con fuerza a la barra para que mis rodillas no se doblasen. Se quedo quieto hasta que su pene por si solo salió de mi interior a la vez que su corrida se deslizaba por mis muslos. Carlos seguía su recorrido a lo largo de mis piernas.
Los dos se recompusieron las ropas y se fueron separando de mi a la vez que se aproximaban a la puerta de salida sonriéndose entre sí mientras que me pareció interpretar en sus labios "que puta"..
Yo estaba deseando salir de ahí y comerle la poya a Carlos que debía estar a punto de reventar del calentón.
En cuanto llegamos a casa le hice una mamada salvaje, hasta notar como explotaba en mi garganta la corrida más abundante que nunca me había brindado.
Estamos deseando repetirlo, quizás a algún lector le gustaría ser el protagonista.
Todo lo escrito aquí ha sido completamente real .