Simplemente Putita...
Sentí una alegría solo comparable a la de una novia adolescente cuando vi que el auto rojo avanzaba por la calle. No conocía ni de vista al conductor y no podía explicarme que me pasaba...
Simplemente Putita...
Llegué a mi departamento a eso de las 11 de la noche. Me quité la ropa de hombre con la cual me sentía disfrazada y me apresté a dar rienda suelta a mi verdadera y oculta personalidad interior de mujer; no quería sexo, sino solamente revelarme tal y como soy o me gustaría ser...
Abrí las canillas para que se llene la bañera y eché algunas gotitas de una fragancia que dejaba mi piel con un aroma fresco y almizclado. Entré al agua y comencé a enjabonar todo mi cuerpo con una esponja suave que sumisamente se deslizaba sobre mi... jugué solo un ratito con el esfínter del ano imaginando alguna penetración y luego apliqué shampoo y crema enjuague en mis largos cabellos negros.
Elegí un conjunto de vedettina y soutién con arco que realzaban espléndidamente mis pequeños pero bien formados pechos; una remera cortita que no alcanzaba a cubrir mi ombligo y unos jeans celestes ajustados. Completaban mi atuendo sandalias franciscanas marrones y como accesorios una pulsera compuesta de cuatro esclavas, aros haciendo juego, dos anillos y un pequeño reloj de pulsera. Peine mis cabellos dejándolos extremadamente húmedos.
Satisfecha por mi producción, salí del departamento, tomé el ascensor y salí a la calle atravesando el palier donde el encargado de seguridad, somnoliento, hacía guardia.
"Buenas noches..." me saludó por compromiso sin saber quien era yo.
"Buenas noches señor..." respondí seductoramente y convencida de que se quedaría pensando en mí un largo rato durante su aburrida jornada. Decidí que el sereno no estaba mal y que quizás algún día, o mejor dicho alguna noche... no se... ya lo vería más adelante...
Traspasé la puerta y la calle ya era mía. Mi intención era simplemente caminar algunas cuadras para pasear libremente como una mujer más del montón mirando vidrieras. Así lo hice por aproximadamente media hora y regresé a mi casa. Estaba apenas a 15 o 20 metros de llegar a mi destino cuando dos poderosas luces me encandilaron. Se trataba de un auto deportivo color rojo que aminoró la velocidad al verme e hizo sonar tres veces su bocina; lo ignoré y seguí caminando, el puso la reversa y desandó camino para alcanzarme en el momento en que yo abría la puerta y entraba al edificio. Luego de unos instantes de espera, se puso en marcha y se fue.
Ya sola en mi cama no podía dejar de pensar en que había sido deseada por ese desconocido y ese pensamiento me llenaba de emoción y excitación.
A la noche siguiente repetí exactamente la rutina atenta a la hora en que había pasado por mi calle aquel auto. ¿Pasaría nuevamente...? era una duda que me provocaba la sensación de un nudo en la boca del estómago...
Sentí una alegría solo comparable a la de una novia adolescente cuando vi que el auto rojo avanzaba por la calle. No conocía ni de vista al conductor y no podía explicarme que me pasaba... creo que era esa tan ansiada sensación de sentirme deseada por un hombre. En busca de seguridad no me había alejado demasiado de la puerta, así que cuando el auto prácticamente se detuvo decidí redoblar mi apuesta y nuevamente me escabullí dentro del edificio dejándolo con las ganas ante la mirada curiosa del sereno.
"Buenas noches señorita... ¿está todo en orden? Me preguntó solícito.
"Si si... está todo bien, gracias... buenas noches señor..." Respondí dulcemente. Fui hasta el ascensor y mientras esperaba, por el rabillo del ojo vi como me observaba.
El día siguiente lo pasé esperando ansiosa la hora señalada para mi encuentro con el auto rojo... una rara mezcla de excitación y algarabía se fundían en mi, que ya había decidido que esta noche me dejaría alcanzar...
Finalmente la noche llegó... repetí mi ritual de transformación y salí a la calle para cruzarme "casualmente" con el automovilista nocturno. A fin de facilitar el encuentro crucé a la vereda opuesta por la que habitualmente transitaba para de esta manera quedar del lado de la ventanilla del conductor. Puntualmente el vehículo se presentó, al verme aminoró la velocidad y se detuvo a mi lado mientras yo caminaba "distraídamente". La ventanilla eléctrica se bajo dejando ver a un hombre morocho, bien puesto de unos 35 a 40 años elegantemente vestido con ropa sport que, con voz suave y en un tono dulce fue directamente al grano preguntándome:
"¿Cuánto cobras linda...? sabés bien que hace varias noches que te quiero encontrar, pero no abuses de eso para cobrarme más..."
"Te estás equivocando y mucho mi amor..." le respondí con dulzura desde mi lugar. "Como me gustan las cosas claras y no quiero que te lleves una sorpresa te aviso sobre dos cositas; Primero que yo no cobro... no soy una prostituta, lo hago porque me gusta, así que soy simplemente una putita, y en segundo lugar dejame aclararte que no soy lo que aparento..."
"Si si, ya lo se, las primeras veces que te vi no me di cuenta y aún ahora me cuesta mucho creerlo, pero me gustás mucho así tal como te ves..." me dijo en tono comprador. "¿Querés subir? Dale... así estamos más tranquilos..."
Hice como que dudaba un poco ante su oferta aunque mi decisión ya estaba tomada desde hace dos días... ¡Si él supiera cuanto había fantaseado con esta situación! Subí al famoso auto rojo donde el olor del cuero de los tapizados combinado con la colonia del conductor estimularon mis sentidos acrecentando mi deseos más profundos. Nos pusimos en marcha despacio... su mano pasó en forma natural de la palanca de cambios a mi rodilla y empezó a subir... acarició mi vientre, mi espalda y continuó subiendo hasta mi cuello donde con delicadeza ejerció presión acercándome hacia él... hacia su boca. Me beso suavemente en los labios por un instante y luego se concentró en el tránsito, mi cabeza quedó sobre su pecho, su mano derecha acariciaba mi espalda mi cola y piernas hasta que en un momento la utilizó para tomar el volante a la vez que con su mano izquierda desabrochaba su pantalón. Yo lo ayudé en esa tarea y pronto apareció ante mis ojos su miembro. Tenía un tamaño normal aunque un tanto grueso, con mi mano retiré su prepucio dejando expuesto su glande ya lubricado por la excitación. Comencé a lamerlo despacio, jugando con mi lengua y recorriendo sus surcos e irregularidades para luego meter en mi boca todo lo que pude de ese rico pedazo de carne que palpitaba dentro de mi.
"Pará" dijo abruptamente ante mi sorpresa.
"¿No te gusta?" indagué.
"Ese es el problema... me gusta demasiado y no puedo manejar, mejor vamos a algún lugar antes de que tengamos un accidente."
"Muy bien... de acuerdo... vamos a mi casa que allí estaremos tranquilos" le ofrecí.
Llegamos rápidamente al edificio ya que no nos habíamos alejado demasiado, le di la llave del portón de acceso a las cocheras y entramos ante la mirada atenta del vigilador. Me pareció adivinar una sonrisilla en su cara al reconocerme e imaginarse lo que iba a suceder. Estaciono el coche y subimos al elevador.
"Hmmm..." dijo mi casual acompañante, que ante mi gesto de interrogación prosiguió: "Siempre fantaseé con una fellatio en un ascensor..." Presta y servicial no me hice rogar, me arrodillé, bajé el cierre de su bragueta y como una serpiente sigilosa, introducí mi mano hasta llegar a esa ya conocida golosina. La tomé con suavidad, la saqué y comencé a chuparla despacio mientras nuestras miradas se encontraban. Ver su expresión de placer me incitaba a seguir cada vez con más dedicación hasta que el ascensor se detuvo bruscamente al llegar a mi piso. Me puse de pié, y lo interrumpí cuando quiso guardar su miembro bien erecto dentro de la ropa; se lo agarré con la mano y como si fuese una manija lo llevé por el pasillo hasta el departamento, ante lo que entre divertido y sorprendido exclamó:
"¡Epa... cuidado! no me lo vayas a arrancar jajaja..."
"Noo, para nada... a lo sumo esta noche te lo voy a gastar un poquito..."
Ingresamos al living e inmediatamente apoyó su paquete en mi cola, sus manos recorrieron mi cintura, vientre y pechos para luego bajar y desabrocharme el jean; lentamente lo bajó e hizo lo mismo con la bombacha sus labios ya besaban mi espalda y su lengua se perdía en el comienzo de mis nalgas... me sacó la remera y me reclinó sobre el respaldo de un sillón. Mi cola estaba servida para que me la coma y no se demoró. Pude sentir como masajeaba mis cachetes y pronto su lengua jugueteando con mi esfínter, trazaba círculos en la puerta para luego entrar y salir con rapidez. Me sentía extasiada, estaba profundamente relajada dejándolo hacer... sintiéndolo...
Al rato se incorporó, me tomó de la cintura y sentí como su glande se presentaba en mi cola. Con un breve movimiento de caderas introdujo toda la cabeza y mi esfínter se cerró en el cuello de esa magnifica intrusa; apreté con fuerza sintiendo mis latidos y los suyos combinados, relajé mi entrada y con la ayuda de sus manos que me separaban las nalgas poco a poco estuvo totalmente en mi interior. Se retiró y acometió despacio reiteradas veces hasta que el ritmo se fue haciendo más frenético y febril mientras yo apretaba el almohadón del sillón clavándole las uñas y gemía sin poder contenerme. Varios minutos después pude sentir como su néctar me inundaba. No se retiró, dejó su miembro dentro mío y con delicadeza me abrazó agarrando mis pechos y me levantó del sillón. Esa pose hacía que sintiera dolor en mi cola, pero se calmaba con sus caricias y palabras dulces. Así ensartada me llevó hasta el dormitorio y recién allí me la sacó, me acostó boca arriba y se acomodó sobre mi. Comenzó un largo rato de mimos, besos caricias y más palabras dulces, mi piel estaba como electrizada y el mínimo contacto me arrancaba gemidos de placer.
Besando mi cuello bajó los brazos buscando mis piernas, las abrió y sin dejar de besarme me introdujo nuevamente. Mis brazos alrededor de su cuello eran como de hierro, arqueó su espalda y pasó sus brazos por debajo mío y en ese abrazo profundo se afirmaba para bombear una y otra vez.
Pude sentir su orgasmo mientras me miraba a los ojos y me besaba los labios, cuando se retiro de mi cuerpo sentí que algo me faltaba físicamente... cuando se retiró de mi casa sentí que algo faltaba en mi corazón...