Silvia H. (9-Jessi)

- ¡Vamos perrita, busca el frisbi! - ¿Esto que es? ¡Rufo, ven! - Déjalo mujer, se lo está pasando genial - ¿Qué pasa aquí? ¿qué hace esa tía desnuda? - Jugamos un rato... es nuestra perrita

Entré en una gasolinera, Luis alucinaba

  • ¿Vas a parar?

  • Claro, ahora vuelvo. Ahí viene el chaval, dile que ponga 20 euros

  • ¿Y si oye ruidos en el maletero?

  • Me extrañaría que Jessi mueva un dedo para “delatarse”, jeje.

Al volver a entrar al coche Luis fue directo a escarbar en la bolsa qué había comprado:

  • Una pelota, un frisbi y un hueso de plástico, ...tío ¡tú estás mal!

  • Si te hace sentir incómodo puedo volver y te dejo en casa

  • ¡Qué va, qué va!.. pero cuando me envien al infierno pienso chivarme de que estoy ahí por culpa tuya

  • Jeje, no te preocupes yo ya estaré allí... preparándote el terreno

Unas risas incontroladas nos invadieron... de haberlas oído Jessi supongo que le estarían inquietando aún más de lo que debía estar … mejor para todos, jeje

El día era magnífico: alguna leve nube pasaba de vez cuando suavizando el calor del sol, el lugar también es estupendo: un bosquecito que todavía no es pasto de los domingueros, el día y sitio ideal para sacar a pasear nuestra perrita, jeje.

Me adentré bastante para evitarnos sorpresas... lo conocía muy bien, ahí nos pegabamos el lote mi ahora esposa y yo... ha cambiado algo, pero bastante menos que la zona que le rodea: desde la zona alta se divisa un desolador paisaje de urbanizaciones salvajes.

  • Sácala ya

Luis le ayudó a a salir del maletero. Vi que su máscara se había ladeado y le descubría casi un ojo... se la volví a acomodar. De su boca llena de bola entendí que preguntaba algo así como donde estábamos.

  • Luego lo verás... ahora soy yo el que quiere disfrutar viéndote.

No lo tenía previsto, pero verla en bolas, en aquel lugar, con aquella luz que realzaba la visión de su cuerpo me incitó a cambiar de planes.. por ahora. Quería verla, fotografiarla, tenerla absolutamente entregada... más aún

Le quité los zapatos pues esos tacones eran una invitación a doblarse el pie... caminó descalza cuidando cada paso de no lastimarse con lo que notaba en el suelo. Ese árbol serviría... le desligué las manos pero antes de que pudiese reaccionar se las había vuelto a unir sobre una rama... Estaba magnífica, los brazos sobre su cabeza ofrecían una completa visión de su apetecible cuerpo, Luis tampoco podía apartar los ojos de ella y me dejaba hacer en silencio, apoyado sobre el coche.

Cogí la cámara que había dejado en el coche, y la fotografié cuanto pude... y no pude demasiado, necesitaba tocarla... Sobé todo su cuerpo, comprobé que su coño también estaba húmedo... me situé detrás de ella, mi mano hurgando su coño, la otra tomándola por el pelo, mi boca junto su cuello susurrándole.

  • Me tienes loco, y así colgada más... si no estuviese Luis me sacaría la correa y marcaría todo tu cuerpo de líneas rojas, tus tetas - con cada frase señalaba esa parte del cuerpo deslizando mis dedos por él, como dibujando -, tu estómago, tu espalda, tu culo... tu culo... me ensañaría con tu culo... y con tu coño... un buen azote entre tus piernas abiertas que atravesara tu coño y reventara contra tu clítoris...

No parecía temer mis “amenazas” en absoluto, la puta estaba cada vez más caliente, su coño chorreaba y podía hundir mi mano en él... lo cogía desde el interior con cuatro dedos, casi levántandola a peso, sus gemidos bajo la bola, sus cuerpo temblando, el cuello hinchado mientras seguía murmurándole

  • Luego me sentaría frente a tí, te dejaría aquí colgada... y te ofrecería a todo el que pasara, para que te follara, te llenara de leche, puta...

Ella se retorcía excitada... y yo no lo estaba menos... no podía más. Me saqué la polla del pantalón y levantando una pierna se la clavé en su húmedo coño... la puta se corría, yo también... al segundo embite mi polla comenzó a largar su contenido... parecía no acabarse nunca, los espasmos de mi polla seguían y seguían...

Me aparté de ella de súbito... no podía más... me aparté casi cayendo de rodillas... Vi a Luis trajinándose la polla como un poseso y con las manos le invité a tomarla... No se hizo de rogar.

Sabía que está cachas pero me sorprendió que pudiese alzarla a peso e hincársela... Jessi ayudaba, anundándose con sus piernas a su cintura y cogiéndose a la rama con las manos.

Quería disfrutar la escena, pero también recordarla... aún con la flojera volví a tomar la cámara y sacarles fotos... Luis le había sacado la bola de la boca pero tampoco la dejaba gritar hundiendo su lengua en ella...

Cuando pararon las embestidas aproveché para desligar a Jessi que se enganchó a su cuello y descendió las piernas... Luis ya no estaba para seguir aguantándola a peso mucho más... terminaron sentados en el suelo... Luis apoyó su espalda en el tronco y Jessi se acurrucó entre sus piernas... enternecedora escena... Jessi se sacó la venda y pestañeando fue acostumbrándose a la luz hasta que me divisó, cámara en ristre, fotografiándoles... movió su cabeza, hizo una mueca medio sonriente y hundió su cabeza en el regazo de Luis que le correspondió acariciandole el pelo

  • ¡Qué polvo más bestia! - suspiró Luis

  • Después os quejareis de mí, jeje

Me acerqué al coche y de la bolsita saqué la pequeña pelota y la lancé hacia donde estaban ellos

  • Vamos perrita, tráeme la pelota

Jessi se incorporó mirándome alucinada, luego se volvió hacia Luis que comenzaba a incorporarse

  • A mí no me mires... gilipolleces suyas

Sonrió, tomó la pelota con los dientes y vino hacia mí, se puso en cuclillas y me la mostró

  • Jeje, buena perrita, le saqué la cadena del collar y la liberé también de la mordaza que descansaba en su cuello, luego acaricié su cabeza mientras tomaba la bola y la volvía a lanzar... Jessi se levantó, corrió hacia la bola y agachándose la volvió a tomar entre los dientes y me la trajo... se la eché a Luis que, aun mirándome con desgana, también le lanzó la pelota...

El juego siguió un rato, cambiamos la pelota ya babeada por el frisbi... era un disco suave, que nos empeñamos en que cogiera al vuelo con los dientes... casi siempre le caía, Luis lo tomaba del suelo, lo limpiaba un poco y se lo volvía a lanzar...

La sorpresa vino en forma de perro... de pronto apareció un perro, un pastor alemán si no me equivoco que también pugnaba por el frisbi... Tras la primera impresión (y susto) vimos que era una animal muy juguetón, Jessi sonrió divertida, Luis les lanzaba el frisbi, en algún momento incluso pugnaban mordiéndolo por ambos lados

Yo miraba a todos lados intentando indagar de dónde venía... Una voz llamando a “Rufo” se acercaba... Nos quedamos parados... salvo el perro que seguía mirando ansioso el frisbi que Luis traía en la mano

  • ¿A qué esperas?, lánzalo

En ese momento llegaba junto al coche una mujer, rondaría los cuarenta, pero se conservaba bastante bien a juzgar por lo que dejaba entrever sus mallas y camiseta deportiva ceñida... venía sudorosa; esa, sin duda, era la razón de que estuviera de buen ver.

  • Rufo! ..¿Pero qué...?

Se quedó de piedra, también Jessi, a una decena de metros, hasta que le animé

  • ¡Vamos perrita, busca el frisbi!

  • ¿Esto que es? ¡Rufo, ven!

  • Déjalo mujer, se lo está pasando genial

  • ¿Qué pasa aquí? ¿qué hace esa tía desnuda?

  • Jugamos un rato... es nuestra perrita

  • ¿Qué estupidez estás diciendo?

  • Bueno, chica, si a ella le gusta estar en bolas, ¿qué pasa?

  • ¿que sois? ¿unos pervertidos?

  • Tampoco hay que exagerar... solo hemos salido a pasearnos un rato sin hacer daño ni meternos con nadie... por cierto, me llamo Carlos

  • ¡Rufo, ven!

  • Chica, déjalo un rato... no ves lo bien que se lo pasan

Jessi llevaba el disco en la boca y Rufo saltaba intentando cogerlo... Luis les miraba y nos miraba... tras la sorpresa, la situación, pese al absurdo, parecía de lo más normal

  • ¿Qué hacéis aquí, quien es ella?

  • Es una amiga, le gusta ir desnuda y como se ve es muy juguetona, como una perrita... ¿Ves?, yo también llevo una cadenita, como tú

Miró la cadena de mis manos y la que llevaba en la suya

  • He visto cosas raras, pero os llevais la palma

  • No me has dicho tu nombre. ¿Te importa que fotografíe a tu perro jugando con ella?

  • Haz lo que quieras, pero me voy ya. ¡Rufo!

El perro seguía sin hacerle caso, seguía más pendiente del disco que de su ama

  • ¿No estarás celosa, eh?

  • Vete a la mierda

  • Mujer, tanto control de que no vaya con otras, jeje

Me echó una mirada tan fulminante que me preocupó.

  • Perdona, era una broma, no te lo tomes a mal... es que la situación tiene su punto de gracia, ¿no?

  • Adriana

  • ¿Eh?

  • Me llamo Adriana

  • Encantado, si me das tu mail te envio las fotos de recuerdo

  • No las quiero

  • Bueno, por si acaso - tomé su mano y escribí en ella - “elciam”, busca ese nombre en hotmail, facebook, yahoo... es muy poco común, si quieres que te las envie me escribes.

Se quedó mirando la mano, supongo que seguía desconcertada por la situación... pero volvió a la realidad

  • ¡Rufo!

  • Verás como mi perrita hace más caso ¡Jessi, aquí!

Jessi vino trotando y, tras ella, Rufo... ni un solo momento dirigió Jessi la mirada a Adriana, solo a mí, se puso de cuclillas frente a mi, con la cabeza gacha y le acaricié la cabeza. Adriana enganchó la cadena a su perro

  • Y si te apetece, algún día podemos dejar que la monte Rufo. Por mi parte encantado.

Me miró entre sorprendida y asqueada, pero no llegó a decir nada, dio media vuelta y se alejó tirando de Rufo que volvía incesantemente la cabeza... en su marcha acerté a ver como se miraba la mano escrita alimentando mi esperanza de volver a saber de ella.

  • No dirías en serio lo del perro... - dijo Jessi mirándome desde el suelo

  • ¿Porqué? ¿No te gustaría probarlo?

Se quedó con su mirada fija en mí, sin saber qué responder

  • Joder... ya no se cuando hablas en serio o no

Luis acababa de llegar a nuestro lado.

  • ¿Qué ha pasado con esa?

  • Se ve que estaba celosa de que su perro estuviese con otra, jaja... ¿nos vamos a comer?

  • ¿Puedo ya vestirme?

  • Bueno... pero no se porqué ese empeño con lo bien que estás así

  • ¿Y la correa?

  • Eso es innegociable. Deberías llevar siempre algo en tu cuello que pudiese enganchar, jeje.

Jessi fue escarbando entre la ropa que compramos ayer (¡dios como pasa el tiempo!) y enseñándomela para que diera mi aprobación... ¡me encanta esa actitud! Es una genial compañera de juegos (¡y cómplice!)

Finalmente “nos” decidimos por la falda ceñida con la cremallera delantera (lo que permitía mostrar muslo a voluntad), unos zapatos de tacón medio y... la camisa de Luis que, anundada a su cintura, le quedaba suficientemente holgada para que no se le transparentara pero, al tiempo, desde las “alturas” mostraba a través del escote su cuerpo al completo, desde el cuello al ombligo... un obsequio para la vista, jeje.

Yo hice de “taxista”. Luis y Jessi se sentaron detrás para irse metiendo mano mutuamente, pero no llegaron a más porque en apenas cinco minutos aparcaba el coche junto a un restaurante de carretera, un lugar de vistas magníficas al pie del monte, del que recordaba tenían un asador excelente.

No había demasiada gente para un sábado tan magnífico, así que pudimos elegir una mesa, redonda, relativamente discreta en un rincón entre dos ventanas cuyos visillos evitaban el sol directo...

Jessi, lógicamente, se sentó entre ambos y un jóven camarero, al llegar situándose frente Luis y ella, tuvo su primer “encuentro” con ese “generoso” escote de la camisa.

Supongo que es difícil escribir con la vista fuera de la libreta, pero es que sus ojos no podían apartarse de esa visión... no se porqué pero intuí que íbamos a ser la mesa mejor atendida del local, jeje.

Jessi arrastraba un hambre “canina” (nunca mejor dicho, jeje), disfrutó de la ensalada y la barbacoa como si fuese el más delicioso de los manjares... le cayó un poco de vino que, gracias a la holgura de la camisa, fue a parar a sus pechos... se desabotonó rápidamente para limpiarse justo cuando el camarero aparecía....Tardó unos instantes en centrarse y decirnos si queríamos postre, por supuesto que sin dejar de mirar el escote de Jessi mientras volvía a abotonarse. Recitó toda la carta sin apartar su mirada, Jessi sonreía mientras miraba de reojo su cada vez más abultada bragueta

  • ¿Que tienes con plátano? - corté yo sacándole de su ensimismamiento

  • Plátano flambeado

  • Con nata, supongo... ¿te apetece más plátano Jessi?

Jessi me sonrió

  • No, prefiero descansar de plátano por ahora, jeje. prefiero mousse de chocolate

  • Da igual, trae también el plátano, seguro que cuando lo vea le apetece, jeje

En cuanto dió media vuelta, Luis comentó

  • Ese va directo al aseo a remojarse

Estallamos en risas, yo metí mi mano entre las manos de Jessi. Dio un respingo me miró, pero se dejó hacer... pude llegar hasta su coño y comprobar que estaba caliente y mojadísimo.

No se si tener de clienta a la zorra de Jessi fue bueno o malo para el camarero, quien por cierto parecía gastar una herramienta considerable a juzgar por el bulto del pantalón.

Cuando volvió con los chupitos, ella ya se había ventilado el “mus” y, mirando la bragueta del chaval, embadurnó la punta del plátano con un poco de nata, la lamió sacando la lengua cuanto pudo y luego, con dos deditos, lo fue desplazando del plato a su boca… dentro, mordisquito, fuera, dentro, mordisquito, fuera...

Tardó. El chaval tardó un rato en darse cuenta de que Luis y yo le mirábamos divertidos mientras el babeaba con el espectáculo… musitó un apurado “perdón” al darse cuenta y…

  • ¿Nos traes la cuenta?

  • Si, sí… en-enseguida

Aún se volvió al alejarse, suerte que no pilló a nadie de frente, sino se lo traga, jeje.

  • ¡Pero que puta eres, Jessi!

Nos miró sonriendo, se lamió los dedos, repasó con su lengua los labios soltando un

  • ¿No tenéis más?