Silvana. La hija de los vecinos.

La relación que surge entre un hombre con la hija de sus vecinos.

Silvana. La hija de los vecinos.

Me acababa de mudar de piso a un edificio nuevo de un barrio apartado de la ciudad haría cosa de un mes, no paraba mucho por él. Mi trabajo de taxista me hacía pasar muchas horas fuera, sólo iba a dormir. No conocía a mis vecinos hasta que ese día teníamos una reunión de vecinos para aprobar las cuentas. Me presenté y vi que la mayor parte eran padres sobre 45 años de edad o algo mayores excepto una señora que destacaba por su belleza madura, le calculé 55 años. Las cuentas fueron aprobadas y estuve charlando con uno de los vecinos de mi planta. Era un hombre de 40 años, Jorge, de agradable conversación y gracioso. Quedamos para ir al partido de baloncesto el domingo por la mañana. A los dos nos gusta el deporte y sobre todo el baloncesto.

Llegó el domingo y fui a su puerta a llamarlo para ir al Palacio de los Deportes donde sería el partido. Me abrió la puerta una adolescente en pantalones cortos y camiseta de baloncesto de nuestro equipo. Morena, ojos castaños, delgada con unas tetas que me parecieron pequeñas comparadas con las que veía en chicas de su edad últimamente,  realmente una preciosidad. Le pregunté por Jorge y antes de acabar apareció por el fondo del pasillo. Me presentó a su hija, Silvana, ella le preguntó al padre si podía ir con nosotros que lo prefería a estar con sus hermanos y madre. Yo aproveché a echarle un capote diciendo que no había problema.

Nos dirigimos al garaje y como yo con el taxi no tendría problemas para aparcar por esa zona fuimos en mi coche.

Al terminar el partido fuimos a una cervecería cercana a celebrar la victoria y hacer un poco de tiempo para volver pues ellos no tenían ganas de vérselas con su madre-esposa. Es más me estuvieron intentando convencer para comer con ellos pero lo rechace. Fue una mañana entretenida. Al volver nos despedimos y quedamos en repetir en alguna otra ocasión.

Varias veces repetimos lo de ir a los partidos con lo que nuestra amistad fue aumentando. Llegó el verano y Silvana como era lógico quiso empezar a salir con sus amigas por la noche. El padre me comentó lo poco que le gustaba el tema sobre todo para volver a casa.  No se fiaba que sus posibles acompañantes fueran del todo bien para traerla en coche y darle el dinero de un taxi podía ser peor por si lo usaban para otra cosa. Le propuse que los viernes y sábado sino volvía muy tarde la traía yo, le pase una tarjeta y que lo pensará.

Al día siguiente por la noche me timbraron, estaban Jorge y Silvana. Entramos en el piso para comentar el trato. Jorge me pagaría cada mes los viajes que hiciera si los había, traería a Silvana y sus amigas del barrio si estaban con ella. Ella me llamaría media hora antes y me dejaría un wassap con la dirección, tendrían que ser puntuales, si viese que no llegaba para la hora las avisaría y si por un casual yo no pudiese enviaría a un compañero.

La primera semana el viernes me llamó Silvana temprano y la recogí a ella sola, la vi con un grupo de otras chicas de su edad. Iba vestida con unos vaqueros y una blusa muy normales, nada sexis comparada con el grupo de sus amigas.

Volvimos hablando o mejor dicho ella quejándose de la hora que tenía de vuelta. Subimos juntos y nos despedimos al llegar a su puerta.

La noche siguiente fue más de lo mismo. Igual que la semana siguiente.

Después de esa quincena retirándose temprano me sorprendió que el viernes siguiente ya se quedará más tiempo porque me llamó como siempre pero para si podía recogerla una hora más tarde. No tenía problema estaba siendo una noche amena de trabajo. Cuando la recogí iba ya vestida más al estilo de sus amigas, además se montó una de sus amigas. Me dijo que se llamaba Carolina, rubia, con pechos más desarrollados que Silvana que se le notaban por el escote de su camiseta. Se notaba que había bebido pero sin llegar a extremos de los que había visto a menudo en chicas. Esta chica vivía un par de portales antes de nuestro edificio, Silvana fue con ella hasta su portal. Ellas habían ido hablando entre sí en el asiento de atrás.  Ahora que ya no tenía compañera Silvana se sentó de copiloto.

Silvana intentó convencerme de que le había sentado algo mal a su amiga. Yo le dejé bien claro que no necesitaba mentirme, que si quería decirme la verdad o nada bien porque no se lo diría a nadie pero si me intentaba mentir y la pillaba no ocultaría nada a su padre. Ella se calló, no volvió a hablar más hasta que nos despedimos en su puerta que me dio un beso en la mejilla dándome las gracias. Me sorprendió esa reacción y sólo dije un de nada y hasta mañana. Ella me sonrió y cerró la puerta que ya había abierto.

Esa noche tarde en conciliar el sueño porque no estaba acostumbrado a recibir afecto fuera de mi familia. Mi timidez era una losa para entablar amistad con el sexo contrario desde pequeño.

Al día siguiente, Silvana me volvió a llamar para una hora tarde como el día anterior o incluso un poco más. Esta vez me encontré que tendría que llevar a Silvana, Carolina y a otra que se llama Lucía. Esta era castaña, ojos marrones, menuda de cuerpo pero con bonitas curvas.  Iban contentillas de fumar algo pero sin exagerar.

Silvana se sentó de copiloto y las otras fueron atrás. Hablaban de sus cosas y con alguna canción que escuchaban en la radio pues me pedían más voz, lo típico. Lucía fue la primera en bajar, esperamos a que entrase y lleve a Carolina, esta vez no necesito la ayuda de Silvana. Silvana me hablo y dijo que era la primera vez que probaba un porro pero que no le dijese nada a su padre. Le dije que por mí no se enteraría, ella con mi comentario se dio cuenta que tendría el problema de que no necesitaba decirlo porque se darían cuenta con su olor. Me rogó si sabía cómo evitar ese olor, me pedía un chicle para intentar evitarlo. Le comenté que mejor tomase un poco de leche y lavase bien los dientes, cara, manos y el olor de la ropa lo tendría más difícil. Yo me ofrecí a dejarle un chubasquero que llevo siempre en el coche y llevarme su camiseta, eso evitaría el olor más fuerte pero su pantalón lo tendría igualmente. En el garaje salí del coche y ella en el asiento de atrás se cambió la camiseta por el chubasquero. Cuando salió del coche vi que le quedaba bastante largo, a medio muslo. Viendo eso ella entró de nuevo en el coche, no sabía que se le habría olvidado. Cuando sale veo que me lanza sus pantalones y la miro con cara de sorpresa. Me ruega que se las guarde que mañana se pasa por mi piso y las lava sino me importa. Meto su ropa en una bolsa y subimos. Me despido intentando no hacer ruido por temor a que nos vean con esa pinta pero va ella y me da un piquito. Yo apuro para salir de la zona común y estar seguro en casa.

A media mañana me suena el teléfono. Silvana quiere saber si estoy despierto y puede pasar mientras sus padres están yendo a pasear y puede que a tomar con unos amigos suyos. Le digo que no hay problema aunque estoy recién levantado y ni bien acabó de colgar ya oigo el timbre en la puerta. Entro como una bala, cerré la puerta. No me había dado tiempo ni a ponerme una camiseta, estaba en bóxer. Ella me miro con ojos pícaros, aun no estaba del todo despierto. Me dice con una voz sensual que nunca le había oído decirme si pretendo hacerle algo malo. Al escuchar eso me puse rojo como un tomate, y me desperté de golpe viendo la pinta que tenía. Me disculpaba mientras intentaba ir a la habitación a ponerme algo más de ropa. Ella me seguía, me puse un pantalón de deportes y una camiseta típica de andar por casa, mientras oía como ella soltaba un lamento. Me estaba vacilando una adolescente y no sabía cómo reaccionar, supongo que por no hacerlo de joven la cogí y tire encima de la cama haciéndole cosquillas. Ella me pedía que parase, seguí un poco más con las cosquillas y forcejeos, sentir su cuerpo era una delicia. Al parar estaba muy cachondo, e intenté disimular como pude.

Silvana se levantó de la cama y aun riéndose me decía lo malo que era. Supongo que se dio cuenta en algún momento de mi erección pero no dijo nada. Sólo me dio las gracias por la ayuda de la noche y me pidió su ropa para lavarla. Le dije que ya la había lavado por la noche cuando llegamos, que estaba secándose en el tendedero.

Me encaminé hacia la cocina donde estaba el tendedero. Ella me seguía detrás cuando entramos en la cocina. Miré hacia ella para indicarle donde estaba cuando veo que se abraza y me besa. No me podía creer que aquella adolescente me estuviera comiendo la boca así. Le devolvía el beso como podía, le agarraba su culo para tenerla contra mí. La senté en la mesa mientras le empezaba a quitar ese top que llevaba. Ella me paró y me dijo que era su primera vez. No podía creerlo, con lo lanzada que se estaba comportando ahora me decía eso. Yo tenía unas ganas locas de hacerla mía, pero sería mi primera vez desvirgando a una chica, no estaba seguro de seguir.

La bese con toda la pasión que me provocaba esa criatura celestial que tenía delante. Y le pregunté si realmente quería hacerlo conmigo, su primera vez. Ella respondió dándome un piquito y diciendo que si, que siendo bueno como era no le haría daño.

Termine de desnudarla encima de la mesa y empecé a magrear sus tetas. Las chupaba y mamaba, Silvana gemía mientras yo con mi mano hurgaba su sexo para encontrar su clítoris. Fui recorriendo con mi lengua su barriga, ombligo hasta bajar a su coño. Tenía un sexo con muy poco pelo, me gustó ver que tenía. Lamí sus labios mayores, menores mientras mis dedos seguían acariciando su clítoris. Fui metiendo mi lengua en su gruta, quería humedecer bien toda su entrada para cuando la metiese. Seguí chupando su clítoris, y haciéndole un dedo hasta que llegó al orgasmo. Creía que ya estaba lista, cuando me acordé del condón, los tenía en la mesilla de mi habitación. Le dije que volviésemos a la cama para hacerlo y así de paso coger el condón.

Verla andar desnuda hacia mi cama mientras la acariciaba era un sueño. Cogí un condón y un lubricante, quería que llegará a disfrutar esa primera vez.

Lamí su sexo de nuevo y me tumbe boca arriba, yo estaba más que listo. Quería que fuese ella la que fuera introduciendo mi polla. Así podría marcar ritmo y la profundidad que quisiera y fue lo que le comenté. Se la metió sin problemas hasta llegar al himen, estábamos muy lubricados, ahí se detuvo, tenía miedo y curiosidad. La agarré de las caderas y le pregunté si la ayudaba. Asintió con la cabeza y tire de ella mientras le decía que me besará. Ella lanzó un grito que lo apague con mi boca. Nos besamos, aunque notaba que le aun sentía dolor. Estuvimos un buen rato quietos sólo jugando con nuestras lenguas en un combate entre nuestras bocas. Después fue ella la que empezó a moverse poco a poco. Le pregunté qué tal estaba, me dijo que le había dolido pero ya estaba mejor y que ya empezaba a sentir placer de nuevo. Con una mano sobaba una de sus tetas mientras la otra la lleve a su clítoris y empecé a masajearlo.  Acabó corriéndose así, dejándose caer encima de mi pecho.

La abracé, hacía tiempo que no sentía algo así por una chica, aun no me había corrido y estaba feliz por ella, por verla disfrutar.

Al recuperarse fue ella la que se puso boca arriba y me dijo que la follara. Sin más preámbulos ya estaba encima de ella haciendo un mete-saca a buen ritmo, tenía que descargarme porque ya no aguantaba más. Nunca había llenado tanto un condón. Nos abrazamos y le pregunté porque yo, no soy guapo ni atlético, soy un tío normal en todo.

Silvana le molestó esa pregunta, me recriminó que no me valorará más, con lo bueno que soy y estoy según ella. Nunca me había halagado una chica como hizo ella.

Fuimos a buscar su ropa y le pedí sus braguitas, siempre me ha puesto mucho sentir el olor y sabor de esa prenda después de estar en contacto con el coño de una chica. Ella las cogió y me las metió en la boca, diciéndome disfruta que te lo mereces. Me volvía a poner a cien. Recogimos su ropa y nos metimos en la ducha. Ahí volví a hacerle un cunnilingus, y ella me hizo luego una mamada. Nos vestimos y ella volvió a su casa.


Espero haber mejorado y que guste el relato. Gracias a todos por los comentarios y sus votaciones. Un saludo.