Siguieron los preparativos
Disfrutamos de otra aventura antes de la partida de nuestros queridos amigos, excitantes momentos que no olvidaremos. Nuestro grupo no estaba balanceado, solo dos hombres.
SIGUIERON LOS PREPARATIVOS
Las comunicaciones entre Emi y yo continúan, lo mismo que con Gloria. Mi horario doméstico ya incluye considerando 2 horas diarias, dedicadas para atender a mis amigas.
Emi seguía emocionada con su doble penetración del sábado antepasado y volvía a comentarlo agradeciéndome que yo se lo había hecho posible. ¡Qué bueno, me hacía feliz oírlo!
“¿Y Olga? ¿cómo sigue comportándose?” le pregunté
“¡Maravillosa, durante las horas de trabajo ignora las relaciones íntimas que tuvimos! Cuando salimos y la llevamos a su casa, a veces Leo le hace preguntas calientes, ella le encanta se las haga y le responde igual de caliente. Sé que, tarde o temprano tendré que hacerme pato y dejarlos que hagan lo que quieren, pero me excita sádicamente, pensar que se desean. En el fondo, yo también deseo que suceda, sé que estoy medio loca, pero me atrae la idea de presenciarlos copulando.” Me platicaba Emi.
“A mí también me atrae el pensar que Horacio se acueste con Olga y contigo. No sé cómo, pero que les dé a las dos una cogida a cada una, tremenda, no me la puedo imaginar. También me excitan mucho imaginarme los dobles, tanto contigo, como conmigo. Tener a los dos amores, bien metidos hasta adentro, vaciándose dentro de mí, que al final se me escurra su venida por las piernas y me pueda comer esos espermas, salidos de los dos. También se me antoja presenciar que a Olga se la comen entre los dos. Pero siempre deseo que, al terminar, me permitan comerme a Olga, lamerle todas sus partes, limpiarle el semen que le dejaron ¡Gozo mucho ser voyeur! A veces tengo que presenciar a Horacio cogiéndose a Gloria, ¡No te puedes imaginar cómo lo gozo!” le dije
“Es masoquismo el mío, pero que sabroso masoquismo, es como se siente cuando va a tener una un gran orgasmo y se aprieta uno el clítoris para interrumpirlo se aprieta uno fuerte, por unos segundos, aunque después lo suelte y es cuando viene la explosión, esos segundos de interrupción equivalen a mi masoquismo.” Terminé diciendo.
“Buena comparación. Pero no sé cómo sentirla, voy a experimentar.” Prometió Emi.
Horacio sabe que Gloria me llama como a las 7, antes de eso me envió un mensaje: “¡Ya es un hecho que viene el técnico de nuestra filial en Aruba!” Ni me acuerdo de él, pero me llenó de alegría el saberlo. A Gloria también le iba a ser de mucho júbilo, pero después de un rato me llegó otro mensaje de Horacio: “¡Aún no le avises a Gloria!” ya me conoce que lo primero que iba yo a hacer era avisarle a ella. A Gloria ni le ha de interesar el fulano ese, lo que ella desea es que nos veamos más, en plan íntimo, y ver a Horacio especialmente.
Pero, lo primero que hice, impulsada por el gusto que me iba a dar al recibir al señor éste y de que iba a ser un gusto muy grande para Gloria, le llamé y le di la noticia. Pero le pedí que no le dijera a Horacio.
Cuando llegó Horacio, a su estilo, hablamos de que plan íbamos a hacer. Debe ser lo antes posible para que Leo y Emi también lo conozcan. Me pidió que tanto Gloria, como yo, debemos de estar sin peligro de estar en días indispuestos, y si pudiera averiguar, con mucha discreción, Emi, que esté disponible, alejada de días fértiles y de menstruación.
Hicimos en la compu un calendario considerando las semanas que nos sobraban con Leo y Emi. El encargo de que averiguara sobre Gloria, y naturalmente, el mío lo cumplí, de Emi, no iba a tardar, con algún pretexto lo averiguaría.
“Bien, checo con mi gente en los puertos y te digo cuando conviene.” Me dijo
Martes, Emi no trabaja hoy. Me va a llamar y ya sé que la plática durará. Gloria ya sabe, pero me llama por WhatsApp si le urge, parece que hoy sí le urgía con desesperación, saber de nuestro hombre de Aruba.
“Te llamo al rato, tengo que hablar con Emi y sacarle una información, si quieres, Llámame o te quedas oyendo.” Le dije a Gloria
“¡Vale! Si me aburro, te cuelgo y ya.” Quedamos en eso.
Emi me preguntó por qué a Leo le gusta tanto Olga. “Mira amiga, es una cosa de la naturaleza, tanto los machos, como las hembras de todos los géneros buscan seres opuestos a lo que son. Yo me explico como que eso es para evitar que se queden en familia. Entre los humanos, será con el fin de mejorar razas, tu marido se enloquece con Olga, morena, Horacio se enloquece con esa chica güera y blanca, aunque las morenas le den lo mejor. ¡Analízate y verás, no solo es lo blanco o lo negro de la piel, son muchos aspectos, por ejemplo, el haber disfrutado tanto con nuestros conocidos chinos, que no me equivoco, nosotras las que somos occidentales, o europeos, los volamos!”
“Tienes razón, sabes mucho, a mí me enloquece imaginarme a Horacio más moreno de lo que está.” Me dijo
“¿Has tenido algún conocido que te haya gustado mucho, o que te hayas acostado con él? ¿Era blanco o moreno?” quería saber yo.
“¡MMMMnnn, nadie sabe, pero si, muy poco, yo no me dejaba, era prietito y muy chamaco!” Me confesó
“Me dijiste el otro día, que tus días fértiles los tendrías dentro de 10 días, pero ¿contados desde cuándo?” con eso podría yo calcular lo que Horacio deseaba saber, para programar los días buenos en todas.
“Mi mes fue hace 10 días, ahora estoy en mis calores, mi próximo mes es dentro de 18 días.”
“Hoy tendrás que concentrarte y olvidarte de locuras sin protección.” Con estas fechas ya le podía informar a Horacio, así que completó el calendario.
“Ustedes dos quedan en estos días, Emi en este otro. Tengo que escoger días festivos y días de trabajo y viajes.” “Mañana averiguo lo que necesito y te digo, para que veas si Gloria puede venir en esos días, ya sabes que yo le pago su vuelo. Además de las visitas a las terminales, habrá que dedicarle tiempo para que Yak vea algo de acá.”
“Nosotras nos encargamos de él, ¡te lo dejamos bien feliz!”
Horacio ya me dio una fecha propuesta, se la dije a Gloria para que viera si podía venir. “¡Tendrás que traerte ropa muy calientita!”
Explotó de felicidad, “¡Claro que voy, sin más dudas!”
“El otro día hablábamos de los gustos, que yo le llamo, gustos cruzados, blancos por negros. ¿Tú cómo ves a los negros?” era mi curiosidad, antes de cometer una equivocación al preguntare a Emi.
“En Europa estamos enamoradas de los negros, no solo por el tamaño posible de sus miembros, es más por enamoramiento.” Me informó.
Con esto que me dijo me facilitaba un poco las cosas, y le confesé “Dentro de unos días viene un técnico de la compañía de Horacio que está estacionado en Aruba. Viene de trabajo y a visitarnos. Lo tendremos que entretener.”
“El año pasado asistimos a un congreso de petroleros, Horacio tuvo que hacer promoción de su negocio, nos contrató a mí y a Gloria, una chica que es mi mejor amiga, y ex compañera de escuela, para asistirlo, apareciendo como edecanes. En el congreso, Horacio, desde un principio, nos presentó como sus esposas y después todo mundo nos identificaba como las esposas de Horacio, éramos felices, confundíamos a todos y muchos se imaginaban una que otra cosa medio morbosa.
A éste señor de Aruba, colega de Horacio, le confirmamos que sí somos, las dos, esposas de éste mexicano, así que tendremos que seguir con el mismo juego. A Gloria la va a mandar traer Horacio, viene en avión, vive en la frontera, llegará unos días antes de que llegue el técnico. No estoy segura, pero creo que el técnico es negro. ¿Lo podremos traer al restorán?”
“Qué bonito, ¡claro que lo pueden traer al restorán! Me emociona conocer a un negro de cerca.” Dijo
“Es muy cortés y bien cultivado, tiene educación holandesa de sus anteriores conquistadores, habla español a medias, e inglés. Pregúntale a Leo si está de acuerdo que lo traigamos, por favor.”
Gloria llegó al aeropuerto, el que quedaba cerca de los amigos del restorán, que ya ella conocía de todos mis relatos e informes que cruzábamos diario.
Su llegada fue para mí y para ella también ha de haber sido, emocionante. Teníamos casi un año sin vernos. Además del abrazo y los besos, unas cuantas lagrimitas no faltaron. Ella llegó vestida con unos jean de moda, más rotos que los de otras chicas, su piel se le veía.
“¡Déjame ver, tu piel se te ve más morenita! te has de asolear mucho. Me encantas, así me gustas más, lo malo es que yo sigo descolorida y nos vamos a diferenciar.”
Llegó con zapatos de tacón. Se veía altísima, así que le dije que más nos íbamos a diferenciar. Peinada tipo casco de futbol americano, no me gustaba, pero maquillada como nunca pensé lo hiciera, muy fuertes los contrastes, los labios color casi negro, rojizo.
“¿Te gusta cómo me veo?” me preguntó, solamente le di un beso de amor, ella me lo regresó directamente en mis labios.
“Ya sabía que no era de tu agrado, ni el mío, pero no hay que quedarnos atrás en la moda, es lo que se usa y yo solo quería impresionarte. Lo mismo el beso, es también de moda, pero me supo bien bueno.” Me detuvo las mejillas con sus dos manos y me plantó otro beso apretado, directamente sobre mis labios, se lo regresé, sentí el mensaje de su amor.
Arrastramos su equipaje hasta el coche, lo pusimos en la cajuela y al sentarnos al volante para salir del estacionamiento Gloria me preguntó del plan que había, además que le diera detalles, primero de Yak, el técnico de Aruba, y luego quería saber más de nuestras vidas, de las relaciones con nuestros amigos del restorán. La puse al tanto.
“¡Que linda vienes, me gusta el color que tiene tu tes! ¿Todo tu cuerpo esta morenito?” Se abrió la chamarra y desabotonó la blusa. Se la abrió y atestigüe que si estaba bien quemadita. No pude detenerme y le besé entre sus pechos y le di una pequeña mordida a la altura de su ombligo. Ella rio y me dijo
“¿Me vas a querer dejar una marca ahí? yo también te la dejaré. ¿Recuerdas la marca entre mis piernas? pues se me borró, me la busco y no la encuentro, así que tendremos que volverla a hacer. Es lo primero que quiero que hagamos, sino se me va a olvidar y quiero tener esa marquita, exactamente en ese lugar. Deseo que sean dos marquitas, una junto a la otra, que representarán a mis dos amores por el resto de mi vida.” Terminó diciéndome.
“Yo también las quiero, vamos a programarnos con Horacio.” Y sellamos nuestra petición con otro beso de labios a labios, sin detenernos las caras, solo yo le abracé la nuca para forzarla a sentir más fuerte nuestro contacto. Jugueteamos con nuestras lenguas un buen rato, pero teníamos que irnos.
Solamente la llevé al restorán para que conociera a mis amigos. Yo había ido al aeropuerto sola, a recogerla, Horacio estaba ocupado, pero se uniría a nosotros en la casa.
Nuestros amigos la recibieron como si fuera conocida de mucho tiempo, la abrazaron y la besaron. Leo aprovechó para investigar todo su cuerpo, verla, analizarla. Se fijó en su trasero y sus pechos.
“¡Son igualitas!” refiriéndose a nosotras dos.
Emi también la acarició y besó, pero al salir le dio también un beso apretando directamente en sus labios contra los de Gloria, que le agradó.
“¡Ya te amo, Silvia me platica todo el tiempo, de ti!” le dijo Emi.
Del restorán ya fuimos a la casa, calculando llegar a la vez que Horacio, que llegó al poco rato y le dio una bienvenida preciosa. La abrazó, la cargó, dio la vuelta en el aire, besándola. La detuvo frente a él y empezó por analizarla.
“Te ves preciosa de tacones. Tus jeans te quedan de calzador, preciosos. Tu pecho sigue igualito, ¿a ver? Descúbretelo.”
Le desabotoné la blusa, se la quité, y el brasier también, para que mi Horacio la admirara, pero yo también la miraba con esos ojos hambrientos.
“¿Te podrás quitar el pantalón?” quería Horacio verla.
Le ayudaba, le bajé los pantalones, pero omití quitarle los zapatos primero. Horacio me lo impidió, pero con muy buena razón, la íbamos a tener ahí, quietecita, hermosa estatuita morena, toda ella. Gloria se sintió muy bien que la admiráramos y nos deleitáramos al tener su cuerpecito enfrente. Sonreía y nos miraba.
“¡Los quiero tanto, que son mi vida, nunca los podré substituir! ¡Somos uno los tres!” Nos dijo. Brincando se acercó al sofá y se sentó. Horacio le trató de quitar un zapato, se le dificultó y ya yo se los quité. Me abrazó de nuevo y después de otro beso, me quitó el Pulí que llevaba, dejando mi pecho, con el brasier, a su disposición. Me besó, noté que me había dejado una marca en mi barriga, del color de su bilé, que al salir de la visita a Emi y Leo se había repasado.
Nos sentamos en el sofá grande y comenzamos a platicar de todos los sucesos. Cenamos en la casa y la plática se extendió hasta muy noche. Como correspondía, los tres compartiríamos la misma cama. Por si acaso, yo antes le había preparado una recámara bien bonita y completa a mi amiga huésped, pero ya sabía que mi cama era nuestra cama y ella se tomaba el derecho de determinarlo.
La noche se prolongó hasta cumplirle a Gloria todos sus deseos posibles de cumplir. Dejé que me tocara y me metiera todo lo que ella deseara. A Horacio se lo di completamente, se lo comió. Él también la aprovechó y yo lo induje a que empezara por sus pechos, esos pechos que tanto deseo, me despertaban. Le dio la vuelta y además de gozar su trasero, con su pene le acarició su rajada y su ano. Gloria estuvo todo el tiempo tensa y dejada que le hiciéramos lo que nos diera gusto. Ella ya no pudo resistirse, le ofreció sus piernas y su cosita, para que él iniciara metérsela.
“¡Manita, me lo dejas ahora, hace mucho que no lo tengo, pero trataré de dejarte un poquito, ¿No te importa?” me dijo Gloria.
“También a eso te trajimos, hace mucho tiempo que no estas con nosotros y te deseábamos.” Se me ocurrió decirle.
“¡Ven aquí, juntito a nosotros!” me pidió Horacio.
Gloria ansiaba chuparle el pene a Horacio, así que inició con eso y cuando calculó que era tiempo de metérselo, se le montó y le dio sus pechos a Horacio para que él los disfrutara manoseándoselos. Explotó de repente, cuando sintió que le llegaba su orgasmo. Se recuperó y se dejó caer para atrás, todavía con el pene de Horacio bien guardadito. Me le acerqué y le metí mi lengua sobre el clítoris, que se dejaba ver sobre el espacio arriba del pene. Tuvo otro orgasmo y, en esta vez ya se dejó caer para atrás, rendida. Me vio, extendió su brazo y me jaló indicándome que yo terminara a Horacio, que le había dejado todavía algo reservado para mí. Horacio me abrazó y besó y nos terminamos mutuamente, soñando y gozando el cuerpo de Gloria, que aún estaba inmóvil, junto a nosotros.
Gloria estaba verdaderamente agotada, se quedó dormida sin quitarse el maquillaje, y desnuda. Le limpié la cara y la cubrimos, y le puse unas pantis, así amaneció.
Horacio tenía que ir a su trabajo, yo también, pero había pedido me sustituyeran y me quedé para atender a Gloria. Le platiqué de los avances que habíamos hecho con nuestros amigos. Pero lo más urgente era vestirla, así que terminando el desayuno la arropé, hacía mucho frio. La mayoría de lo que vistió en esa ocasión, era ropa mía. Le quedaba muy bien, pero necesitaba más, así que todo el día lo pasamos visitando tiendas y comprándole ropa que le gustara. De lencería escogió muchas piezas, noté que también ella es fetichista de ropa interior de mujer, como yo.
Viernes, llegó Horacio y, “¡Vamos al restorán!” Fuimos y llegamos a buena hora, a pesar del tráfico, había muchos clientes. Nos presentamos, Emi se dedicó a platicar con nosotras, Horacio platicaba con Leo, a ratos, y con Olga. Ayudó un poco. Mientras tanto Emi hablo todo el tiempo y dejó salir algunas cosas que me incomodaron, una de ellas fue que platicó del Kaiser, que andaba buscándole novia y que, hasta ella, había pensado en dársele.
Gloria no perdió ese detalle, después me preguntaría, ese nombre ella ya lo había oído de mí, pero nunca le aclaré de quien se trataba. Emi le platicó que los sábados entre las tres, Olga, ella y yo, nos dedicábamos a amenizar el ambiente y que bailábamos.
“Emi, sabes una cosa, Gloria trabajó de animadora durante un tiempo en cruceros. Mañana vengo y que nos vea y dé alguna idea para mejorar.”
“¡Quédense un rato más! ¿Por qué no bailamos hoy? y nos ve, así para mañana ya tiene alguna idea que nos dé.”
“¡Buena idea, si Horacio no quiere que nos vayamos!” yo conozco a Horacio, él da todo con tal de ver a sus mujercitas bailando y enseñando. A Gloria también le gustó la idea.
Leo tocaba toda la música que Gloria le pedía, la estaba consintiendo y le pidió jalara una silla y se sentara junto a él. Ya Gloria estaba informada de lo volado que Leo estaba por mí, además de cómo empezó nuestras relaciones. Platicaban, ya ella me platicará de qué. Gloria fue a traerle algo de beber mientras él seguía tocando. Se la llevó en una bandejita, acompañada de algunos cacahuates pelados. Con eso Leo se iba derritiendo al sentir el cariño como ella lo trataba. Gloria, como viva que es, procuró que Emi no se diera cuenta, pero Emi que es más mal pensada que Gloria y ¡claro que se dio cuenta, pero lo aceptó! ya estaba aleccionada por mí, Gloria, morenita, y él güero. Otra magnífica oportunidad para este señor ‘cara pálida’. Me trajo el recuerdo de cuando Gloria y yo actuamos de Pocahontas, contra el Inglés
Nos cambiamos las tres, nos pusimos los calzones correspondientes pero los moñitos de las medias, que acababan de regresar de la lavandería, teníamos que írnoslos amarrando una por una sobre la orilla de arriba de las medias. Se sentía sabroso, primero le amarré a Olga sus dos medias. Aproveché para acariciarle las piernas y le arreglé el calzón, dejándoselo parejo. A Emi ya Olga le había empezado a amarrar los moñitos, yo solamente le levanté la falda y le enderecé los calzones. Gloria había estado pendiente, viéndonos lo que hacíamos.
Aparecí primero, tomé de la mano a Horacio y Leo nos tocó una Polca. La bailamos con mucho cariño, varios se unieron con nosotros y también bailaron, pero comenzaron a pedir el Can-Can, así que las tres nos dispusimos a bailar.
“¿Cuáles son las instrucciones para el baile de hoy?” preguntó Emi.
“Lo más bonito que se pueda, enseñar mucho es necesario, nos van a calificar.” Y lo bailamos, Leo lo alargó bastante, pero enseguida comenzó a tocar la Macarena todo mundo se volvió loco y se pusieron a bailar. Esto fue lo que le enseñamos a Gloria.
El sábado nos invitaron a comer nuestros amigos. Nosotros nos íbamos a quedar a dormir en nuestra casita. El domingo tendríamos que ir a recibir al huésped de Aruba.
Llegamos temprano, como le expliqué a Gloria esa costumbre, con un regalito y flores. Sus San Bernardo salieron inmediatamente a recibirnos, el Kaiser inmediatamente me reconoció y me hizo pasar una pena, me subía las patas delanteras y me olisqueaba constantemente entre mis piernas.
“¡Te ha de reconocer como una buena novia!” observó Gloria
“Sí, me tiene ganas.” Le contesté
“Habría que conseguirle una buena voluntaria.” dijo Gloria.
“¿Tú que dices, Emi?” le preguntó Gloria. ¡Oh, metidota de pata, cómo se le ocurrió preguntarle a ella! Emi empezó a platicarle de los intentos que se le habían hecho, Gloria reía y me voltea a ver, yo solo tragaba saliva, no sabía ni que decir, solo esperaba que no le fuera a dar detalles de mí participación. ¡NO! Qué bueno que no siguió, se apareció Leo salvando mi reputación de perrita ofrecida.
Después de la comida nos quedamos platicando de sobremesa, Gloria dio bastantes ideas y se quedó platicando con los señores. Emi y yo nos recostamos en perezosas que tienen y yo me quedé dormida. No supe de que se habló en mi ausencia, pero los dos señores y ella estaban muy alegres, riendo y chacoteando, a Emi la tuve que ir a despertar, ya iba a ser hora de estar en el restorán.
En el restorán yo me puse el vestido Dirndle, con mis pechos hermosos, brillando de grandes.
“¡Que buena te estas poniendo, te queda bien estar aquí! ¡Mira que hermosos pechos se te han hecho!” me dijo Gloria.
“¡Mis pechos siguen igual, ahora se ven grandes gracias a ellas!” le dije
“¿Qué te hacen algún tratamiento? Anoche no te los ví tan grandes, estaban preciosos, como los has tenido como siempre, como una princesa, ¡te los envidio!”
“¡Siguen igual, ellas me los hacen grandes con rellenos! Pero tú si los tienes como ellas los tienen.”
“¿Por qué no te animas y te pones un Dirndle, enseñas tus pechos y nos ayudas a atender clientes?” le dijo Emi.
“¿De veras? ¿Les puedo ayudar? preguntó Gloria.
“Mira, ella es Olga, mi ayudante y responsable de que todo funcione bien.” Le dijo delante de Olga, pero después nos dijo a Gloria y a mí, que ella era de la familia, que era como nosotras con Horacio, que nos queríamos mucho y hacíamos todo juntas. Pero el trabajo era el trabajo. Gloria entendió.
Tocaba bailables, ya era casi media noche. Olga le puso a Gloria uno de mis vestidos preparados para Polca y Can-Can. Yo me vestí, pero los moñitos esperaban, Gloria se los anudó a Emi y una pierna a Olga, Olga se avocó a mí, al terminar, discretamente me metió la mano por el resorte de la pierna del calzón, me sobó mi vagina y con un dedito me acarició mis labios. Gloria la descubrió.
“¡Que bárbara, Olga está peor que yo, a la otra te come y no te deja ni salir a bailar!” se dio cuenta Gloria.
“¡Silvia está muy buena, ¿verdad Gloria? Un día me la voy a conquistar, que solo sea mía. Su marido también es delicioso. ¿Ya lo has probado?” le dijo Olga
Gloria quería ayudar, deseaba sentir cómo era el acarrear los servicios a los clientes, lo bueno que no le tocaron los tarros de cerveza que se sirven en la Oktober Fest. Aceptó bailar Polca con uno de los clientes, que le dio vueltas y maroma y media, feliz, enseñando sus calzones.
Siguió nuestra actuación estelar, el Can-Can. Nos pusimos las tres frente al público, pero Horacio llevó a Gloria a que se uniera a nosotras.
“¡Tú solo síguenos, le dijo Olga, verás que puedes!” Y, efectivamente, no hizo muchas faltas y parecía parte normal del grupo. Enseñamos, como correspondía, primero nuestros traseros, dimos las dos vueltas remangándonos las faldas y terminamos, como siempre, levantando las faldas del frente, hasta arriba de la cintura, dándoles placer a todos los que nos veían, pero Leo continuo, así que dimos otras dos vueltas y volvimos a hacer el mismo final. Agotadas, fuimos al bar a tomar algún refrigerio, pero nos recibieron con sendas copas de Champaña, Leo dispuso que todos los asistentes tomaran, él pagaría la ronda. Varios clientes se nos acercaron, unas y unos nos besaron y hasta uno pidió que, estando en los bancos del bar, nos levantáramos las faldas. Nos volteamos a ver y las cuatro aceptamos, nos dejamos ver, y uno de ellos nos tomó fotos.
Estábamos tomando nuestras copas de Champaña y se acercó a mí la chica que una vez, antes, me había dado su tarjeta y me preguntó el por qué no le había llamado.
“¡No supe de qué se trataba, y lo olvidé, discúlpame!”
“Mira, tu diriges a éste grupo de chicas, se ven muy frescas y juveniles. Queremos que se dejen filmar bailando, es para comerciales. Ahora sí, toma mi tarjeta y dame tu número y me dices que decidieron, ¿quieres? Te espero pronto.”
Se hizo tarde, salieron todos los clientes, ya era arde, hora de cerrar y a Olga se le ocurrió decir:
“¿Qué, nos toca suelo, otra vez?” abriéndole los ojos a Gloria, que no se lo imaginaba, ni entendió, al principio.
“¿Por qué no, mejor, nos volvemos a ir todos al motel, como la vez pasada?” dijo Emi.
“Somos 4 pepitas, contra solo 2 plátanos, ¿Cómo le podemos hacer?” les decía yo. Además, considerando que Emi estaba en sus día fértiles
“¿Se puede que yo opine?” preguntó Gloria.
“¡Claro, si todo lo hacemos por ti, y para ti!” le dijo Emi.
“¡VAMOS!” y primero llegamos al bar y pedimos el trago de costumbre, el cantinero metiche volvió a hacer su comentario:
“¿Qué, otra vez el harem y solo dos sultanes?”
“¡Ya sabes que entre nosotras nos entendemos y nos satisfacemos! Ya me enteré que opinaste que somos lesbianas, ¡pero no!, ¿si vieras, te convencerías?” le dijo Olga.
“¿Querrá Gloria iniciarse con Leo, pero no dejarle su esperma? lo necesito yo.” Dijo Emi.
Gloria lo oyó, ya le expliqué la razón del interés de Emi de ser fecundada y comprendió.
En el cuarto, Leo, que estaba desesperado, tomó a Gloria. Se abrazaron y besuquearon. Él la recostó y se dedicó a lamerla por todos lados. Gloria le puso un condón y él creyó que Gloria lo esperaba por el ano. Ella quedaba boca arriba y le subió las piernas sobre los hombros, su culito, aunque quedaba debajo, fácil de penetrar.
Gloria lo llevaba de poquitos en poquitos, pero se lo introdujo por su pepita. Ya él, ni creo que se daba cuenta, estaba excitadísimo. Ella lo llevó lentamente, muy lentamente y en un momento jaló a Emi, me pidió que me asegurara de que ya estaba lista, y ¡Claro, que si estaba lista! Desde el momento en que vio que Leo se la metía a Gloria Emi se alocó.
Gloria se despegó, se arrancó el condón y empujó a Leo para que continuara con su mujer, que la fecundara. Todos presenciábamos y nos emocionábamos como echando porras, estábamos presenciando una fecundación, como la fecundaba Leo.
Horacio nos tenía a tres, Gloria ya medio satisfecha, Olga esperanzada a que le tocara ya con Horacio, y yo, que lo tendría a mi disposición siempre.
Creo que yo fui la que le di la oportunidad a Olga, pero deseaba que Gloria gozara presenciarlo con esa chica, que a mi se me hace muy linda y bien formada.
Olga se decidió, se acariciaron y besaron, y, en un 69 tuvieron la oportunidad de saborear sus jugos. Decidieron penetrarse, Gloria le tomó una pierna a Olga, y yo la otra, se las separamos, Horacio tuvo un mejor camino y se la dejó ir, ¡bien hondo! Olga explotó casi de inmediato, uno, dos, o tres orgasmos, se agitaba y se zangoloteaba, se volvió loca. Solo se le ocurría repetir
“¡YA, YA, BIEN, ¡MMNNRR! ¡gracias, gracias!” Y pujaba fuerte. Se debilitó y se dejó caer, dejándole a Horacio esos pechos, que a él tanto le gustaban, sobre su pecho. Dio media vuelta, el pene de Horacio salió, todavía paradito y ella quedó boca arriba, a su lado, a mí se me ocurrió aprovechar su pepita y terminar de darle placer, lamiéndosela. Alcancé a, todavía, darle otro orgasmo. Me atrae mucho y me agradó que me acariciara la cabeza jalándomela para aproximarla más a su cosita.
Mientras tanto, Gloria aprovechó la vida que se notaba que todavía le quedaba al pene de Horacio y se le montó a la vez que recibía la carga de semen que él no había podido terminar con Olga. Alcanzó a disfrutarlo, disfrutar de esos segundos que le quedan cuando uno llega a su clímax, llegando ella misma al suyo.
“¡Qué lindos amigos tienes, me contabas, pero no lo podía creer! ¡Desgraciadamente estamos disparejos, somos más mujeres que hombres! ¡Estos, sí que lo lograron!” dijo Gloria.
“¡Todo gracias a ustedes que ayudaron y comprendieron! ¡Tenemos que balancear la situación! Yo no quisiera que ninguna de nosotras faltara, que Gloria se quedara y yo no me tuviera que ir, las 4 mosqueteras. Me voy yo, Gloria tiene que regresar, se quedan dos, pero va a faltar Leo, que me lo llevo. Sigue desbalanceado.”