Siguiendo las instrucciones

Aceptamos seguir sus instrucciones y los dos nos entregamos.

Siguiendo las instrucciones.

Y lo malo es que tengo que hacerlo en el ascensor de su casa, en las escaleras, con el riesgo de que cualquier vecino nos vea. O el portero mismamente.

Es una casa vieja del S. XIX diría. Escaleras de madera, ascensor de rejas. Una mansión señorial...

Pasas al ascensor. Yo detrás.

Te quito blusa y sujetador. Subes así medio desnuda dos pisos. Lo manda él. Supongo que forma parte de tu calentamiento. O simplemente es para ponernos nerviosos. Abro la bolsa que me ha dejado escondida. Efectivamente, allí está la blusa. Es negra y transparente. Minifalda. De tela, suave. Con vuelo. Es fácil levantarla. Se abrocha a la cintura. Un cinto. Negro, de cuero. Algunas trabillas, algún agujero. Esposas. Una venda.

Solo sigo sus instrucciones. Saco la otra bolsita. Un pequeño juego de maquillaje. Me dice cómo tengo que pintarte. Te tengo que llevar maquillada, muy maquillada. Diría que excesivamente pintada. No quiere que lleves bragas ni sujetador. Leo la nota. Son sus instrucciones.

Al llegar arriba veo otra nota. Hay una dirección. Te pones colorada. Bajar así a la calle, cruzarla, caminar por la calle... En el otro ascensor encontraremos más instrucciones.

Aprovechamos que no pasa demasiada gente. Cruzamos rápidos por la calle. Con los tacones tan altos caminas con dificultad. Meneas el culito que da gusto verte. Qué pena que tenga que ir detrás de ti y no pueda ver cómo se te mueven las tetas. Comienza a excitarme este juego. Me gusta.

No te queda mal la faldita. Te veo reflejada en algún escaparate. Estás muy guapa, aunque reconozco que tan maquillada y con esa indumentaria tienes una pinta de puta que "pá qué"...

Al pasar por una tienda sale un señor. Te mira descarado a los pechos. Normal.

-. Se te ve hasta el alma morena...

Te pones colorada. Entre dientes murmura algo así como que buena está esta zorra.

Me gusta. Me excita exhibirte. Mi pene cada vez está más rígido y se nota. A mi me ha obligado a llevar estos pantalones anchos sin calzoncillos.

Llamo. Subimos en el ascensor. En silencio.

¿Preparada? Asientes.

Las manos. Tu sola las llevas a la espalda, aunque aun no toque. Vuelves a asentir. Lo sabes perfectamente. Tengo que vendarte los ojos.

Oigo el ruido. Sé que miran por esa enorme mirilla, porque bien claro lo ha dicho. Te va a mirar y requeté mirar. Nos va a mirar a los dos y si no le gustamos adiós.

Haz que se gire esa puta, dice por el interfono.

Te hago girar sobre ti misma. Una vuelta de 360 grados. Otra vez. Despacio, o rápido. Te muestro, te exhibo. Al hacerlo veo bailar tus pechos bajo la blusa.

Levanto la faldita desde atrás. Dos azotitos, que suenen, que hagan temblar los glúteos. No quiere ver tu coño. Eso lo hará cuando él lo considere oportuno. Me pongo tras de ti. Con la palma de las manos levanto tus senos. Los dejo caer. Varias veces.

Llevamos allí de pie en el descansillo creo que diez minutos. Menos mal que no ha pasado nadie por la escalera. Cuando oí al ascensor se me aceleró el corazón. Pero no subió a nuestro piso.

Por fin me ha dado permiso. Espósame a la puta, ha dicho. Es su señal de aprobación. Ahora si ato tus manos a la espalda. Vamos a entrar en su casa. Te va a follar. Nos va a usar a los dos. Nos va a hacer de todo.

Recuerdo perfectamente la conversación. Con tono despótico, soberbio... incluso diría que enfadado... No es que vayas a prostituir a tu esposa... esto es mucho más... me la vas a entregar... te la voy a convertir en una puta... te voy a hacer un cornudo... No lo descartes... si me apetece te usaré a ti también... Dame tu e mail cornudo.

Sé que cuando lo leí me volvió loco. Me excitó hasta perder el control... Tuve que masturbarme como un crio durante horas en la oficina... Un simple, este fin de semana os follaré a los dos, ya te iré danto las instrucciones. Fue suficiente.

Te pongo la venda. Por fin. Sé lo que significa. Me lo explicó perfectamente. Esa zorra ni siquiera tendrá el mínimo recuerdo de mi rostro ... ¿Por seguridad? Pregunté... ¡¡¡Imbécil!!!...

Ahora lo sé...

Eso te hará más puta, le oí decirte por teléfono cuando me pidió volver a hablar contigo.

No conocerás siquiera al hombre que abusó de ti, que te trató como un simple objeto de placer... Nunca sabrás quien estrenó tu boca... ni quién te destrozó el culito... Un desconocido... tan solo un desconocido, alguien completamente anónimo. No recordarás si era guapo o feo, solo que ese día te convertiste en puta.

Sí, no te entregarás a nadie en concreto, sino a todos. Cualquiera podrá usarte. Eres una puta y no te importa. Te has entregado al placer...

Sonreíste. Y aceptaste asintiendo con la cabeza.

La puerta se abre. Un ruido, un zumbido como de una especie de portero automático.

Nos espera en la habitación.

Sentado en un sofá. Batín de seda. Algo gordo, si, sobrado de quilos. Ya lo dijo. Fumando uno de esos asquerosos puros. Es tabaco negro por el tufo. Sabe que nos revienta ese olor, por eso lo hace. Cuando te bese su boca te sabrá asquerosa.

Lo deja en el cenicero y me indica con las manos que me acerque.

Te arrastro. Me arroja un collar y una cadena. Al ir a ponértela me detiene. Es para mí. Me la pongo al cuello.

Me desnudo para él sin que deje de mirarme. Tengo que colocar cuidadosamente mi ropa donde él me indica. A veces me mira con desidia, otras con lujuria. A ti te ignora. Estas quieta de pie como un monigote. Veo tus pezones excitados.

Acércate cornudo. Sabe perfectamente que eres mi mujer y que te entrego a él por dinero. Y por vicio. El dinero es la excusa. Los dos lo sabemos. Los tres lo sabemos porque yo sé que tu no solo has accedido por dinero... Sé que tienes ganas... que a lo mejor te gusta... Sé que una de tus secretas fantasías era el "hacerlo" con otro hombre, pero nunca te decidías.

Siempre decías lo mismo... Te casaste muy joven. Saliste del pueblo, de casa de tus padres y directamente a mi casa. No has visto nada de mundo, no has disfrutado... Te hubiera gustado... Sí... tener más experiencias con otros hombres, probar otras cosas... Pero te falta valor. En eso te conozco muy bien. Te comes las ganas, eres incapaz de tomar tú la iniciativa para nada.

Solo te atreviste a decir algo cuando te enteraste de mi "otra vida"... cuando me viste con otro hombre... Desnudo... lamiendo hambriento su pene... No te enfadaste como yo temí. Simplemente dijiste, termina lo que has empezado.

Y volviendo a casa lo propusiste. Comprendías perfectamente que solo era sexo. No se iba a romper el matrimonio por una tontería así, simplemente habría nuevas reglas del juego: si yo podía tener sexo fuera del matrimonio tu también... Y si el mío no era "convencional" el tuyo no podía ser de otra forma... Querías igualdad. Y sentías curiosidad por todo. Lo vi en tus ojos. Todo el vicio del mundo desatado en un solo momento. Todo. Querías todo. Querías probar todo. Habías visto cientos de cosas en internet...

Y hablaste, y hablaste sin parar. Entregar todo tu cuerpo, todo, hacer cosas que jamás has hecho conmigo... Si... pero yo lo vería... nada de secretos... Me lo hiciste jurar. Nada de volver a ocultarnos nada...

Y ese momento estaba llegando. Desde el momento que te puse al teléfono. Tu cara de sorpresa. De asombro. Y luego, ese brillo en los ojos. No se qué te decía, pero comenzaste a asentir.

Colgaste el auricular y dijiste: adelante, ni me preguntaste.

Esa noche no me dejaste hacer nada. Él te había prohibido tener sexo conmigo, me enteré después. Pero sé que cuando me creías dormido te levantaste y fuiste al baño para masturbarte. Que yo supiera, era la primera vez en tu vida que lo hacías... Te vi desde la puerta, escondido, espiándote...

Te vi cerrar los ojos... acariciar tu sexo con timidez, sin saber muy bien qué hacer, ni por dónde empezar... Una mano en los senos... otra entre las piernas... Y cuando la introdujiste dentro de las bragas... una convulsión, como si te hubiera dado un calambre... Luego ya no pudiste parar. Tu cara de susto, cómo de sorpresa, incluso de asombro cuando estabas llegando. Y tuviste que morderte la mano para no gritar cuando alcanzaste el clímax de tu primer orgasmo solitario.

No podías parar. La primera cosa que pillaste. El mango de un cepillo de pelo buceó entre las piernas, bajo las bragas. Me hizo gracias. Era tu primer consolador.

Te estremeciste manejando el juguete. Jadeabas con los ojos cerrados mientras con la otra mano te tocabas el clítoris. El cepillo cada vez se movía más y más rápido. Entraba y salía sin parar de tu coñito. Fuera bragas. Completamente espatarrada. Tu coño abierto de par en par. Tu mirada buscaba algo. ¿Un tubo de crema? No te hizo mucha gracia. El cepillo seguía entrando y saliendo de tu coño.

Apretaste los dientes. Cerraste los ojos con fuerza. Temblabas. Unos brutales espasmos convulsionaban tu cuerpo otra vez, pero ahora eran mucho mayores, seguro que más intensos. Mordías la toalla. A pesar de eso se te oía. Si hubieras podido chillar te abrían oído en China.

En ese momento confirmé que no era un simple capricho. Todo tu cuerpo pedía sexo. Lo harías. Irías hasta el final.

Y ahora estás en la casa de otro hombre. Vestida como una puta. Dispuesta a entregarte, a mucho más que a prostituirte. Sabes que nos hará de todo. Estás impaciente por comenzar. Lo sé. Tus pezones te delatan.

Se espatarra. Me arrodillo en cuanto tira del collar. Abro su batín de seda. En medio, unos enormes testículos depilados. Un pene que comienza a endurecerse. Rígido, perpendicular al cuerpo. También el pene está cuidadosamente depilado. No es muy grande. Mejor pienso. Cuando estrene zonas de tu cuerpo que a mi no me has entregado, será menos doloroso.

Qué hipócrita. Eso no me importa. Eso es lo que deseo para mi, que si me sodomiza, no sea doloroso. Para ti me da lo mismo. Puestos a fantasear, lo típico, me hubiera encantado que el pene fuera gigantesco, descomunal, como los de las películas, que te traspasara para siempre... Soy un egoísta. Solo pienso en mi...

Vuelvo a mirarle. Sé que no tardará en entrar en mi boca. Cerca de su alcance tiene un mando a distancia y una especie de fusta.

Sigo sus groseras indicaciones. Mientras le chupo su pene y hago que mi lengua se pasee por los enormes testículos, se que te está mirando. ¿Qué estará maquinando?.

Zorra, este cornudo me la está comiendo de maravilla... Seguro que no es la primera que se come... ¿a qué no?. ¿Sabías que este cornudo se ha comido unas cuantas?.

Asientes con la cabeza. Sabes que no puedes hablar. Pero lo que te pregunta es cierto.

Más te vale que la chupes tu mejor.

Me obliga a acercarte. Siéntala a mi lado. Te rodea con un brazo. Te obliga a besarle. A morrease contigo.

No se besa a las putas, pero tú vas a ser algo más que una puta. Te soba las tetas por encima de la blusa.

Un seco tirón a la correa.

Otra vez arrodillado entre sus piernas, otra vez a lamer su sexo.

Mira cornudo como me la morreo, me dice.

Le veo besarte, comerte los labios, darte lascivos lametones paseando su viscosa lengua por tu mejilla. No puedes hacer nada con las manos atadas a la espalda. Solo dejarte besar.

En cierto modo me recuerda a dos adolescentes metiéndose mano en el cine.

Te soba, no te acaricia, te soba obsceno. Quiere humillarme al hacerlo. Y lo radia. Mira cornudo, la toco las tetas... y las manosea a puñados con energía. Gimes. Te las aprieta, te las estruja, te clava los dedos... Algún suave quejido... Te las magrea menándolas con tanta violencia que hasta te descoloca la blusa.

Mira cornudo como se la están poniendo los pezones...

¿Oyes como gime esta zorra? La gusta que la toquen las tetas... seguro que te dejas sobar en los autobuses y sitios así... contesta puta... a que te mueres de ganas por que te las toquen... ¿Verdad que si so puta? Pregunta retorciendo con saña un pezón.

Te obliga a asentir con la cabeza.

Y continúa el partido radiofónico describiéndome todo lo que hace, contándome como se apodera de tu cuerpo. Como si no pudiera yo verlo, como si no estuviera mirándolo desde abajo...

Solo le falta gritar "gol" cuando te toque el coño pienso. Sin dejar de lamer su rígido pene me rio para mis adentros de mi estúpida broma. Están usando a tu mujer como a una puta cualquiera y yo pensando en bromitas.

De repente te deja. Aun no ha tocado tu piel. Tu coño sigue ignorado.

Tu, para quieto cabrón.

Veo que su pene está muy rígido. El mío también. Se lo tengo que enseñar. Me lo ordena con un simple gesto. Sonríe burlón. Es la primera vez que veo ese pequeño gesto de alegría, de triunfo.

Te agarra y te pone donde estaba yo antes. Ahora tú eres quien se meterá el pene en la boca.

Me ha dicho este cornudo que nunca te has comido una polla. ¿Es verdad?

Asientes.

Te acerca la cara. Abres dócil la boca en cuanto roza tus labios. Pero a ti no te deja chuparlo. Te sujeta con fuerza la cabeza con las dos manos. Adelante, atrás, él no se mueve te mueve a ti.

Te está follando la boca. Oigo tus arcadas, te asfixia, lo hace a lo bestia. Sé que disfruta con esa especie de tortura. Es la física. Ahora viene la psicológica.

So puta... como tragas rabo... y decías que no... A cuantos se lo habrás hecho para hacerlo así... zorra... seguro que a este no le has dicho la verdad... esta boca está muy follada... dice despectivo, y si no, es que te morías de ganas, puta, dice vejándote con cada palabra... tratando de humillarme más aun...

Te mereces rabo hasta que te salga por las orejas puta... ¿y tú que miras cornudo?. ¿Te gusta ver como esta zorra me la come? Díselo... Ni me deja abrir la boca: ¡joder pero si estás empalmado!. Lo sabe de sobra, pero quiere que tú lo sepas.

Por un momento se detiene. So puta, ¿sabes que este maricón esta con la polla tiesa?... a este cornudo le gusta mirar como me trabajas el rabo... Pues nada... guarra... vamos a complacerle... que te vea tragar polla... vamos mamona, chúpame los huevos... eso es zorra... ahora el capullo...

Mira cornudo como me la pide... puta... ¿quieres mas polla? y moviendo tu cabeza te fuerza a asentir. Ahora si la empuja con todas sus fuerzas.

Me obliga a ponerme a tu lado. Veo tu saliva resbalar por la comisura de los labios. Te ahoga. Estas roja. Te la mete entera, hasta que sus cojonazos se estrellen en tus labios. Tus ruidos guturales llenan la habitación.

Te resistes algo, pero no puedes luchar demasiado. Alguna lágrima resbala bajo la venda. Te retuerces.

Estate quieta puta...

Recoge tu pelo y lo sujeta tras tu nuca. Con lentitud, como si el tiempo no pasara te abre la boca.

Inspiras el aire a bocanadas. Lento descubre su capullo. Tratas desesperada de respirar con normalidad.

Otra vez. Te empuja su pene con fuerza. Te le retiene dentro. Te ahoga. Una y otra vez

Me lo ha dicho al oído. No quiero que se desperdicie ni una sola gota, dila esa zorra que me voy a correr en su puta boca y que quiero que se lo trague todo.

Zorra, se va a correr en tu boca y tienes que tragártelo tod...

No me dejas terminar. Una arcada. Se retira bruscamente de tu garganta. Te mira furioso. Aun respiras azorada.

Dos furiosos bocinazos ¡¿Qué cojones haces so zorra?!.

Si se te ocurre vomitar te reviento las tetas, amenaza aprisionando un seno con la mano como si ésta fuera una garra. Otra vez a empujar su pene en tu garganta.

Cornudo... Maricón, díselo a esta puta, pero díselo como se lo tienes que decir... ¡y te advierto, como a esta zorra se la ocurra vomitar o derramar una sola gota te arranco los huevos!.

Me acerco aun más a ti.

Ya has oído so puta, ¡te vas a tragar toda la corrida! ¡Abre bien la boca, que no se diga que no vales para nada zorra!. ¡Vamos,, ahora, abre la boca y saca la lengua guarra!

Me obliga a masturbarle solo con la punta de los dedos.

Y lo hago. Chorro a chorro, veo como se corre en tu boca. Traga puta, tengo que decirte una y otra vez, cada vez que su pene tiembla y expulsa su carga. ¡Bébetelo todo guarra!

Apenas algún gesto. Su cara es inexpresiva, parece no dar importancia a la gigantesca corrida que está dejando en tu boca. Te atragantas, te cuesta tragar. Normal. Es la primera vez que lo haces y encima es mucho. Parece una fuente. Es como si fuera una película porno, no para de salir leche de esos enormes cojones. Te atragantas. Lo comprendo perfectamente pero me da igual. Has venido a convertirte en una puta y lo vas a hacer.

¡Venga zorra traga¡ grito una y otra vez casi histérico.

Ahora límpiala, dice cuando se ha vaciado completamente. Solo cuelga un hilillo.

Y tu rebáñalo todo cornudo...

Siento como su pene se va quedando flácido en mi boca. Sobre mi barbilla descansan sus testículos. Casi sin mirarme, como si no estuviéramos, saborea el licor de su copa.

Sigues arrodillada a sus pies. Se te viene varias veces a la boca. Tienes nauseas. Otra pequeña arcada. Pero afortunadamente no pasa de ahí. Vas respirando con más normalidad.

Me mira y comenta en voz alta... este cornudo sigue empalmado...

Me señala otro collar. Sé donde me lo voy a tener que poner... Vete a por él. De reojo veo la puerta entornada de su dormitorio. Una cama enorme. Un cabecero metálico.

Te miro. Ahora ya respiras más tranquila... más relajada. No sé cuando has cerrado el clic de las esposas... Hubieras podido levantarte e irte en cualquier momento... era nuestro secreto. Si no quieres seguir te sueltas y sales corriendo. No solo no lo has hecho sino que además has cerrado las esposas. Ya no puede haber marcha atrás. Presiento que esto está empezando.

Vuelvo a mirar al dormitorio, aunque soy consciente de que la casa tiene más habitaciones.

¿Continuará?.

Podéis escribirme a csdsumiso@hotmail.com