Sigue el viaje y llegamos a Roma
La primera vez que Marta practica sexo anal, y la llegada a Roma, donde hay un maravilloso encuentro con Carlota, donde una fantasia se hace realidad.
El crucero.
(Tercera parte)
Desde aquel día no nos separamos, íbamos juntos a todos los sitios, por la tarde recorrimos Capri, nos gustó muchísimo, sus empinadas cuestas, sus tiendas, sus pequeños autobuses, y su delicioso "Limoncello), estuvimos paseando por los jardines de Adriano, mientas veíamos ponerse el sol, todo aquello le daba a nuestro encuentro un algo de romanticismo que ni en sueños hubiese creído encontrar al salir de Barcelona, si echaba la vista atrás parecía que fuesen años los que hacía que había salido de mi casa, y tan sólo habían sido dos, yo estaba además muy contenta porque al día siguiente estaría en Roma, donde me esperaba Carlota, no sabia si decirle a Alejandro que me acompañase, así que llamé a mi amiga y le conté todo lo que me había pasado y cuando digo todo es todo.
Carlota se quedó muy sorprendida por lo que me estaba pasando, pero se alegró por mi, me dijo que ya era hora de que encontrase a un hombre que me hiciese feliz, me dijo además que lo llevase a conocerlo que quería saber como era físicamente, le pregunté:
-¿Carlota, no querrás probarlo, verdad?-le dije medio en serio, medio en broma un poquito "mosqueada".
-Marta como eres desde luego, jajá jajá, no lo sé, ¿me lo prestarías?.
-No es mío querida, así que tu pruébalo, si te sale bien..., ya me contarás, además otra cosa, tu me esperabas a mi y no a un tío macizo, hummmm.....me voy a poner celosa.
Sentí un escalofrió que me recorría la espalda, algo me decía que mañana en Roma, iba a pasar alguna cosa que de una manera ó de otra me iba a cambiar bastante la visión que tenia de mi amiga, le comenté a Alejandro la posibilidad de acompañarme, si es que no tenia otros planes y me dijo que si, que ningún problema, que estaría encantado de conocer a mi amiga de tantos años, ya que yo le había contado que nos habíamos conocido de niñas cuando habíamos estado estudiando durante cuatro años en un internado inglés.
Bajamos andando hasta el puerto, allí nos esperaba el barco que nos llevaría al buque, al llegar allí, fui hacia mi habitación para ducharme y cambiarme para la cena, iba a hacerlo cuando llamaron a mi puerta, abrí y ahí estaba Alejandro, con una botella de champaña y dos copas, vestido tan solo con su albornoz.
-¿Me da permiso, capitana para entrar en su estancia?
Me quedé mirándolo, estaba muy sexy, sonreí y le franqueé la entrada, nada mas entrar me empezó a besar, yo le quité de las manos la botella y las copas, y cogiendole por el cinturón del albornoz, hice que me siguiese hasta la ducha, que aun siendo de reducidas dimensiones era perfecta para dos personas.
Nos desnudamos los dos, y entramos en el cubículo, el agua caía sobre nosotros, el empezó a enjabonar mi cuerpo, comenzó por mis senos entreteniéndose en erizarlos, y mientras a mi se me escapaban pequeños suspiros su mano fue bajando hasta encontrar mi clítoris, detrás de mi, yo sentía como aquella hermosa verga estaba completamente alzada y dura, así que abrí mis nalgas para que el pudiera poner dentro de aquel estuche de carne todo su aparato, debo confesar que nunca había follado por detrás pero que estaba mas que dispuesta a hacerlo en aquel momento, así que le susurré:
_Cariño, porque no me la metes por el culo?, Nunca lo he hecho, y me encantaría que fueras el primero, ¿Quieres, amor?
-¿Qué si quiero?, estoy loco por hacerlo, pero primero déjame que te prepare ponte así, para que pueda lamer tu agujerito.
Me puse como el me indicó y sentí como su lengua lamía-con desesperación para mi- lentamente todo mi agujero virgen, mientras con su mano iba masturbándome lo que me producía un placer inenarrable, deseaba tanto tener tu polla dentro de mi que le pedí que lo hiciese ¡¡¡ya!!!.
Poco a poco fue introduciéndose dentro de mi, de momento sentí un fuerte dolor, el paraba y me decía ternuras mientras no dejaba de masturbarme, así estuvo tres ó cuatro veces hasta que finalmente, entro en toda su longitud en mi recto, empezó a bombear lentamente y mientras me arrancaba un orgasmo fenomenal, empezó a hacerlo más y más rápido hasta que me llenó con todo su néctar.
Creo que me desvanecí de placer y dolor, él me cogió en sus brazos y me depositó encima de la cama, empezó a besarme y a secarme con su aliento, yo con los ojos medio abiertos le devolvía los besos y mis manos volaban por su cuerpo caliente hasta encontrar lo que estaba buscando, el se estiró en la cama y entonces fui bajando la cabeza hasta alcanzar su pene que introduje en mi boca como un manjar sublime y así fui haciéndole una mamada como hacia años que no lo hacía, por sus gemidos me di cuenta de que no había perdido la práctica, así que seguí hasta que un buen chorreo de semen me lleno la garganta del mas delicioso liquido que jamás había probado.
Estábamos tan cansados que pedimos nos sirvieran la cena en la terraza de la suite, casi no podía sentarme , pero cada vez que lo hacía sabia el porque del dolor y me excitaba como una loca solamente de recodar como habíamos follado, después de cenar, tomamos otra botella de champaña y seguimos besándonos y acariándonos , cuando me di cuenta ya estábamos haciendo el amor de nuevo pero esta vez, yo estaba apoyada en la barandilla de la terraza mientras el me había levantado el albornoz por detrás y me iba metiendo su falo por mi sexo, aun ávido de más, nuestros gemidos y bufidos se los llevo el viento mar adentro, quizás en algún otro barco alguna pareja se sentiría tentada a follar como nosotros.
Dormimos como angelitos, mientras el barco nos mecía rumbo a la ciudad eterna.
Cuando después de una hora y media de carretera llegamos a Roma, Carlota ya nos esperaba con ansiedad, cuando abrió la puerta de su casa nos abrazamos con fuerza y nos besamos, nos miramos y me dijo que estaba bellísima, después miró a Alejandro y en voz baja cerca de mi oído me dijo:
-Ahora entiendo porque estás tan guapa, se nota que estas satisfecha de la vida.
Presenté a Alejandro y Carlota preparó unas copas, estábamos felices porque teníamos muchas horas antes de volver al barco y Carlota quería enseñarnos todo lo que no ven los turistas, salimos de su casa rumbo a la Piaza Ronda que nadie conocía pero que era de una belleza subliminal, seguimos andando por Vía Veneto, donde nos parábamos en cada tienda a mirar y contemplar lo que tan lejos estaba de nuestro presupuesto, pero no nos importaba estábamos bien y a gusto, sobre la una del mediodía nos fuimos a comer, Alejandro insistió en invitarnos a comer, y aceptamos por supuesto, al llegar al restorán, Carlota y yo fuimos al servicio y allí empezamos a hablar.
_Anda Marta cuéntame todo de Alejandro, esta buenísimo, Grande Dio!!!, dímelo todo anda.
Le explique otra vez como era, como le había conocido y como nos habíamos enrollado desde el segundo día y también le conté lo que había pasado la noche anterior y que aun me dolía el culete por culpa del tamaño de lo que había entrado ahí, Carlota me miraba con ojos como platos, mientras yo le contaba todo lo pasado sentía como se le removía todo el cuerpo.
-¿Sabes de lo que tengo ganas?-me dijo Carlota.
-No, de que- le respondí.
-Me gustaría estar de nuevo en el internado y volver a jugar contigo como hacíamos allí,¿Te acuerdas de cómo nos tocábamos de cómo nos comíamos el conejito y de cómo nos metíamos los deditos la una a la otra?
-Claro que me acuerdo y no pocas veces he echado de menos aquellas caricias cuando estaba tan sola por culpa del desgraciado de mi ex, pero eso forma parte del pasado, querida.
-Será por que tu querrás.
Mientras me decía esto mi amiga se acerco a mi y me dio un morreo capaz de levantar a un muerto, me quedé sorprendida pero no me desagradó y le devolví el beso, nos abrazamos y sentí como sus manos levantaban mi corta falda y sus manos empezaban a sobar bien a gusto las cachas de mi culete, mientras yo le había abierto su blusa y estaba chupando sus pezones de la misma manera que cuando teníamos dieciséis años, mis manos buscaron su sexo tan conocido y tan amado en mi juventud y estuve acariciadola mientras ella con su cabeza sobre mi hombro solo gemía bajito diciéndome que no parase, que siguiese y allí mismo logré arrancarle un orgasmo, cuando acabó me lleve los dedos a la boca y los chupé, era su sabor en nada había cambiado.
Fuimos donde nos esperaba Alejandro, que creo que adivinó lo que había pasado nada mas vernos, nos miro y sonrió como el gato que se comió al canario, bueno en vez de canario había sido conejito pero eso era lo de menos.
Comimos estupendamente y bebimos mejor aun, después de comer Carlota nos propuso ir a su casa a "tomar café" pero yo sabía lo que quería esa zorrita, y como yo también tenia ganas de "tomar café" le dije enseguida que si.
Llegamos enseguida al ático de Carlota, preparó cafés y coñac para los tres, después puso música lenta y suave, y empezó a bailar delante nuestro, Alejandro la miraba embobado, yo me levanté y empecé a bailar con ella cuando Carlota me guiño un ojo, poco a poco nuestro baile se hizo mas sensual y nuestras bocas se buscaron mientras nuestras manos se dedicaban a quitarnos rápidamente la ropa, cuando estuvimos completamente desnudas ella me sentó en un sofá, e hizo que abriera bien mis piernas, se arrodilló ante mi y empezó a lamer mi sexo con parsimonia, con lentitud, jugaba con su lengua y pasaba por todo mi coño hasta llegar hasta mi dolorido esfínter, que cuando sentía la lengua de mi amiga se relajaba, esperando que su lengüecita se atreviese a entrar donde solo Alejandro había entrado.
Me deje caer al suelo e hice que Carlota pusiese su coño en mi boca empezando las dos un sesenta y nueve digno de las mejor película porno, cuando llegamos las dos al orgasmo nos dimos cuenta de que nos habíamos olvidado de Alejandro, que estaba sentado en el tresillo mirándonos mientras se hacia una paja, cuando estaba a punto de correrse fuimos las dos para allá, para recibir nuestra ración de leche y tuvimos toda la que quisimos.
Después de eso desnudamos a Alejandro, mientras nosotras seguíamos besándonos y besando al hombre, el se volvía loco, y no dejaba de darme las gracias por hacer de un sueño una realidad, mientras Carlota le chupaba su verga, yo lamía su agujerito, y cogiendo un consolador que tenia mi amiga se lo fui metiendo despacito a el por su agujero negro, chillaba de placer, mientras yo seguía dándole con el consolador, mi amiga se subió encima de el le montó como a un potro salvaje, yo sin sacarle el consolador me puse sobre su boca y le ordené que me comiese hasta que me corriera en su boca.
Estuvimos toda la tarde en la cama de mi amiga los tres, follando como locos y disfrutando al máximo del tiempo que nos quedaba que la verdad era poco, cuando llegó el momento de marcharnos lo hicimos con pena pero habiamos quedado que en cuanto pudiese Carlota se vendría a mi casa y allí de nuevo nos encontraríamos los tres.