Siete Madres Desesperadas (2)
¡Oh mamá, nunca pensé que dieses este paso! exclamó John en un momento de lucidez.
1
Me había follado al chico de la limpieza, e iba inmersa en mis pensamientos mientras conducía de vuelta a casa: ¿Acaso eres una puta? —me pregunté a mi misma mientras aceleraba.
No lo sabía, pero me había encantado el rápido polvo en la máquina del café y me mordía los labios sensualmente recordándolo.
Mientras conducía bajé mi mano y me acaricié mi coño, estaba aún muy lubricado, yo diría que hasta tal vez insatisfecho. Le hubiese gustado una segunda follada.
Paré de camino a casa y compré una píldora del día después y una caja de anticonceptivas y tomé la primera allí mismo. Después de todo lo último que necesitaba es quedarme embarazada de aquel chico negro.
Aparqué frente a la puerta y entré decidida a nuestra casa. Sin miedo por una vez en los últimos meses. Allí en el sofá estaba John.
— ¡Qué pasa puta, por qué bienes tan tarde! ¿Te has follado a alguien de camino? —me dijo a modo de recibimiento.
— Si, me he follado al chico de la limpieza, ¡y me ha encantado sabes! —le espeté acercándome desafiante.
John se levantó y se acercó a mí intentando intimidarme.
— ¿Y te ha gustado puta? —me preguntó mientras se acercaba a mi cara hasta sentir su aliento en mi boca.
— ¡Si me ha encantado hacer de puta como tú me dices! —exclamé yo aún más desafiante.
Entonces él me soltó una bofetada y acto seguido me cogió del cuello y apretó hasta dejarme sin poder respirar. Ahí me asusté mucho, y por unos momentos pensé que ese sería mi final. Pero entonces él echó mano a mi falda me la subió y apartándome las bragas introdujo su dedo en mi coño y comenzó a follarme con él mientras sentía que la presión en mi cuello menguaba.
— ¡Vamos hijo de puta! Sácate la polla que te la chupe, ¿no es eso lo que quieres? —pregunté empujándolo con violencia haciendo que tropezara al ir hacia atrás y callera en el sofá.
Me arrodillé y ante un atónito John le desabroché el vaquero, le bajé la cremallera, metí mi mano y busqué su polla hasta sacarla por la bragueta, la tenía ya dura el muy cabrón.
La introduje en mi boca y se la chupé con fuerza. Seguí chupándola con ganas mientras lo masturbaba al mismo tiempo con la mano.
John se sujetaba al sofá con las manos y no se atrevía a tocarme.
— ¡Qué cariño! Estás contento ya, ¿sí? Quieres que te la chupe todos los días, ¿eh? Así tratarás mejor a tu mami, ¿sí? —comencé a decirle mientras le masturbaba arrodillada ante él.
— ¡Oh mamá, nunca pensé que dieses este paso! —exclamó John en un momento de lucidez.
Como una posesa liberé mis pechos y John me pellizcó los pezones mientras yo me lo trabajaba arrodillada ante él. Es más, llegué a apartar mis bragas a un lado y comencé a masturbarme otra vez, a pesar de que me había follado al negro aquella misma noche y encontré gran goce al hacerlo mientras la polla de John me entraba hasta adentro.
Me sentí aún más puta que cuando me follé al negro aquella noche, aquello ya fue demasiado lejos, pero vi que John estaba tan calmado mientras se lo hacía que supe que esa sería la perfecta medicina para mantenerlo a raya en casa y asumí mi papel.
Cada noche que lo requiriera le haría una mamada y así me dejaría tranquila, él sería feliz y yo también.
Chupé y chupé hasta que su corrida me sorprendió en la boca. Nunca lo había hecho, pero estaba tan cabreada aquella noche con él y su actitud que el coraje me hizo hacerlo sin pensar.
John se contrajo mientras se corría y yo seguí chupando su glande, terriblemente hinchado y rojo como un pimiento. Su polla era blanca, de un blanco nacarado muy en contraste con la otra negra que había chupado hacía un rato.
Cuando terminé me incorporé y él se quedó allí sentado, con cara de éxtasis tras mi mamada con final feliz, pero decidí no dejarlo allí. Lo tomé de la mano y lo conduje hasta su cuarto, donde yo misma lo metí en la cama y él como un niño se dejó arropar, terriblemente tranquilo y relajado…
— Buenas noches… —le susurré al oído para despedirme.
En el fondo Jonh seguía siendo mi hijo, con esquizofrenia o sin ella y lo que hice lo hice por él y no me arrepiento, ¡pues me funcionó! Tras esto, John no volvió a molestarme en los días siguientes.
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