Siete lecciones de sexo
Me llevan a aprender los caminos del placer.
Siete lecciones de sexo.
Historias de Zulma 2. Continuación de la Apuesta..
"Aquí van a aprender lo necesario para llevar un vida sexual plena"- nos dice el hombre sentado en el sillón. Anda cercano a los setenta, con el pelo blanco, delgado, de tez sonrosada, viste una túnica a rayas blanquiazules. A su lado una mujer de treinta y muchos, pelirroja, con unos enormes ojos azules, muy guapa, también con una túnica igual, que se alza orgullosa en los pechos.
Qué hago yo ahí, parada, vestida de colegiala, mocasín marrón, medias blancas a media pantorrilla, pollera escocesa verde con rayas rojas, una blusa blanca y pulover verde, sin maquillaje, pareciendo una adolescente a pesar de mis 19 años.
Ha sido Fabián el que me lo ha pedido, desde que había cogido con él por una apuesta, se ha vuelto loco por mí, algo que me divierte y me excita.
El está a mi lado, con un ambos gris, camisa azul, corbata amarilla tomándome de la mano.
Hay otras dos personas, una mujer de cuarenta, morena, con el pelo muy corto, de ojos negros y boca de labios gruesos. El vestido camisero que lleva permite adivinar un cuerpo lleno de curvas, donde hay que tenerlas.
A su lado, de la mano, un muchacho vestido como yo con uniforme de secundaria en colegio privado.
" ¿ Queréis que mi papá y yo, enseñemos a vuestros hijos a ser libres en la vida?"- pregunta la mujer de la túnica.
"Sí , Diana. Queremos"- responden al unísono Fabián y la cuarentona.
" Vosotros, Zulma y Jorge, ¿ aceptaréis nuestras lecciones?"
"Sí, aceptamos"- me oigo decir haciendo coro con el muchacho.
"Daniela, Fabián sentaros en aquellas butacas:"
Fabián me ha pedido que fuera con él a aquella casa, haciéndome pasar por su hija. Era la prueba para ser el Gerente General de su empresa, en Argentina , Uruguay y Paraguay. Creo que Daniela, ha venido por el puesto de Centroamérica. Si yo participaba en aquel espectáculo, él había jurado hacer lo que yo quisiera, y yo tenía muy claro cual era mi deseo.
"Lo primero es conocer el cuerpo masculino y femenino. Zulma , desnuda a Jorge"
Me acerco al muchacho, y le quito el saco, me arrodillo para desatarle y quitarle los zapatos y medias, arrodillada le desato el cinturón , bajando los pantalones. No tiene pelo en las piernas, y el calzoncillo blanco está lleno de un miembro en descanso. Me levanto y le saco la camisa, tiene unos buenos pectorales y unos pezones pequeños, marrones que parecen dibujados. Está depilado. Me quedo parada por la impresión, es el primer chico que he visto en esa situación.
" No tengas vergüenza, déjale desnudo"
Han confundido mi sorpresa con timidez. Bajo su última prenda, y ante mí queda una pija hermosa, ni grande ni pequeña, sin circuncisión, apenas excitada. La falta de vello le hace parecer un niño pequeño, pero el mango que cuelga no es de niño, sino de hombre.
Aquel chico está haciendo teatro como yo, disfrazándose de adolescente.
"Ahora vos, Jorge, desnuda a Zulma"
Me suelta la pollera que cae al suelo, después me hace levantar los brazos para sacarme el pulover, y me va desabrochando la blusa, quitándomela a continuación. Quedo con una camiseta y una bombacha blancas de algodón. Me descalza, y me saca las medias. Después muy despacio hace lo mismo con mi ropa interior. Me doy cuenta que ha estado mejor que yo, al ir a ritmo lento, mi desnudez ha sido un espectáculo, yo no he sabido poner erotismo al hacérselo a él.
Quedamos parados, tapando con nuestras manos el sexo.
PRIMERA LECCIÓN.
" Debéis estar orgullosos de vuestros cuerpos. Sacad esas manos de ahí, y pasead desnudos por la sala, al ritmo de la música"
Obedecemos la orden, y me ocurre algo extraño mientras desfilo con una marcha militar. Me empiezo a creer la situación. No sé cual era la razón, pero me siento como una chica de 15 años iniciándose en el sexo, pese a haber debutado tres años antes, y tener un número interesante de experiencias amatorias.
Cuando acaba la música, nos ordena pararnos. Lo hacemos.
"Así, uno enfrente del otro, miraros. Decid que opináis del otro"
Le miro despacio, está buenísimo. Un cuerpo delgado pero musculoso. El rostro con unos ojos verdes luminosos, las pestañas largas, la nariz recta, un poco grande, los labios finos, lo que le da un toque de crueldad. Y la verga, depilado todo su entorno, se alza orgullosa. Es una joya, de tamaño perfecto.
"Es muy lindo"- digo haciéndome la niña buena.
"Me gusta su cuerpo, es delgada, con unos pechos como peras erguidas. Tiene un culo perfecto, pequeño, pero bien levantado. Los labios glotones, los ojos pícaros, pese a su vergüenza, y el ( me doy cuenta que duda en la palabra para hablar de mi concha) precioso. Sólo se nota su raja y el colchoncito del vientre"
Me ha vuelto a ganar, me ha descrito como un novelista. Y yo estoy muy caliente, mojada, rezumando jugos de pasión.
SEGUNDA LECCIÓN.
"Ahora, debéis aprender el cuerpo del otro sexo. Jorge acaricia el cuerpo de Zulma"
Si estoy casi chorreando, lo que me espera me excita aún más. Se mezcla el deseo de sentirle con un exhibicionismo innato en mí.
Empieza por mi cabeza, la frente, la nuca, los parpados, los labios. Juega con ellos dibujándolos y metiendo un dedo que choca contra mis dientes.
El cuello, los hombros, las caderas, el vientre, los muslos. Me estoy casi yendo en la espera de ataque mis zonas más erógenas. Pero no, va lento gozándome, haciendo que sufra. Los muslos, las nalgas, no sé como aguanto.
Sus manos, ahora van a mis senos, tengo los pezones erectos, y cuando están así, destacan como la última falange del meñique. Apoya las palmas, y los acaricia. Me derrito, tengo ganas de gemir, las aguanto.
¡Qué bien sabe tocar el boludo!. Con los dedos me agarra los pezones y juega con ellos. Estoy temblando. No sé cuanto aguantaré.
Pone una mano en mi cola, con la otra, busca mi concha. Su índice entra en mi pequeña gruta, lo saca mojado. Lo chupa.
" ¿ Te gusta el sabor? oigo preguntar. Estoy con los ojos cerrados, concentrada en mí misma.
"Sabe rico"
"Acaricia al principio de su raja"
Cuando pone el dedo en el clítoris, apenas lo mueve, me voy. El orgasmo me llega en oleadas. Parada, con espectadores, me viene una sacudida que casi me hace caer.
Abro los ojos y veo sus miradas lujuriosas paladeando el espectáculo que ha dado mi sexualidad.
"Ahora te toca a ti, Zulma."
Le miro como una pantera a la gacela ,¡ va saber lo que es bueno!.
Apenas le acaricio el rostro. Me concentro en su boca, le voy metiendo los dedos de uno en uno para que los chupe bien, después de dos en dos, y por último, todos juntos hasta que están bien ensalivados.
Mis manos se posan en sus pectorales, duros, de deportista, los recorro con la palma, después con el índice y llego a sus pezones. Los pellizco con fuerza, sé que les suele gustar a los hombres, no sólo las mujeres tienen ese punto erógeno. Me aproximo más y noto contra mi vientre su verga dura. Me entretengo un rato para que sienta mi carne contra la cabeza de su miembro.
Después hago que me vuelva a chupar los dedos, una vez húmedos los hago descender por su vientre plano, meto un dedo en el ombligo y luego , sin tocar el arma que parece reventar, acaricio sus caderas bajando hasta los muslos.
Me coloco a su espalda, mis pezones erectos la rozan cuando vuelvo a poner mis dedos en su boca, ya sabe la lección y los llena de saliva.
Recorro su columna, sus nalgas están duras, las toco, las sobo, las amaso.
Con el índice busco el valle entre las lomas , tiembla, repito la operación, me entretengo en su orto, sin forzarlo, solo notando su elasticidad.
Desde atrás, pegando mi cuerpo al suyo, agarro sus bolas. El escroto es pequeño, las tiene pegadas al culo, como un perro en celo, las sopeso, y con la uña araño la piel de su bolsa.
Me paro frente a Jorge, tiene la minga en alto, vuelvo a meter mis dedos en su boca, los saco llenos de saliva. Tomo el arma en mi mano, cierro el puño, y hago retroceder el prepucio. Su glande está brillante, húmedo, con la otra mano lo acaricio.
Muy despacio comienzo a masturbarlo. Tiene los ojos cerrados, intenta aguantar para no soltar la leche.
"ALTO"- me grita Diana.
Paro y me separo del muchacho.
TERCERA LECCIÓN.
"Ahora vuestros padres os van a enseñar como la mujer puede y debe dar placer con la boca. Zulma, fíjate bien, que luego deberás hacerlo tú."
Aunque me considero una buena mamadora de pijas, una siempre está dispuesta a aprender.
Conozco el cuerpo de Fabián, pese a sus cuarenta y está bien construido, y el vello que cubre parte importante de su cuerpo le da un aspecto de animal salvaje que lo hace más atractivo, y verle desnudo con la verga en alto, excitado por nuestro espectáculo me gusta.
Lo que me impresiona es Daniela, sin ropa es maravillosa. La cara de viciosa, con los labios gruesos, los ojos repintados de rimel, el pelo negro y muy corto, a lo chico, se complementa con un cuerpo fuera de lo común. Se ven las horas de gimnasio y cuidado. Los senos grandes, pasan de los 90, erguidos con pezones de areolas marrones donde destacan los pezones duros, cintura muy pequeña, caderas amplias y unas nalgas redondas, bien paradas, las piernas largas de yegua. Un minón.
Se arrodilla ante Fabián , toma el arma en la mano, la lame y se la mete en la boca. Hace colchón con los labios y sin soltarla, mueve la cabeza succionando algo más que el glande. Le está haciendo una buena mamada.
Paran , no ha dejado que el hombre acabe. Se queda arrodillada apretando con el puño la verga.
"Zulma, ahora tú"
Me arrodillo, y sin preámbulos agarro la polla y me la meto en la boca, con la otra mano tomo sus bolas, y así empiezo a chuparla. Me muevo rápido, aprovechando la lengua para lamerle la parte baja del glande, sé que se va a correr enseguida, lleva mucho tiempo caliente y necesita explotar. Lo hace, la leche me inunda la boca y sin soltarla, me incorporo dejando que el semen corra entre mis labios.
CUARTA LECCIÓN.
"Ahora vais a hacer el amor por primera vez y os quiero preparar. Venid conmigo"- dice Diana.
Salimos del salón y vamos a una habitación contigua, la mujer abre un placard y saca la ropa que hemos de ponernos.
A Jorge le da unas cintas de latex blanco, el muchacho las toma en la mano y pregunta: "¿ Cómo me pongo esto?"
Diana lo hace, y allí está mi galán con unas tiras que a modo de tiradores le sujetan un cinturón con otras dos cintas en las que mete los muslos. Está buenísimo e incitador.
Me da unas medias blancas, me las pongo, se quedan fijas a mitad de muslo, me da unas sandalias blancas de taco muy alto, al calzarlas me doy cuenta que se me realza el cuerpo. Y me pone un corsé de seda blanco, me lo abrocha a la espalda, sólo me ciñe el torso, dejando las lolas al aire.
Me miro en el espejo, estoy hecha una perversa e inocente jovencita.
De la mano, nos vuelve al salón.
Han colocado dos reposeras de madera con unas toallas rojas encima.
"La primera vez os deben enseñar vuestros padres. Zulma, tu haz todo lo que hace Daniela, y Jorge imita a Fabián"
El pensar que lo que iba a hacer , pudiera ocurrir con mi padrastro, es más de lo que podía soñar, así que mis jugos inundan mi concha.
Fabián está empalmado, pero Jorge, que se ha corrido, la tiene gorda, pero no está con la dureza adecuada. Así que Daniela se sienta en la reposera y tomando la verga del muchacho se la mete en la boca. Hago lo mismo, chupársela a Fabián me gusta. No es muy grande, si gruesa, y me cabe toda, puede llegar hasta el final sin tener arcadas. Recuerdo la de un compañero de secundaria enorme, que sólo podía meterme la mitad.
Sé que se sabe contener, así que me deleito en la mamada. Estoy muy mojada, con gana de sentirla en mi concha.
Me doy cuenta que la otra pareja ha parado y la mujer se ha tumbado en la hamaca. Dejo mi presa, y me dejo caer, ahora es Jorge el que tiene que fijarse, mi papel es más pasivo, estar debajo y recibir las acometidas del macho. Decido copiar la postura de las piernas de la otra mujer.
Me abro y siento la punta que se apoya en mi concha, es una conchita con los labios replegados hacia dentro, de modo que lo que se ve es una rajita. Empuja y la calzo como un guante. El hombre se apoya en sus antebrazos, de modo que no recarga su peso sobre mi cuerpo, sólo nos rozamos, la unión se concentra en nuestros sexos.
Me embiste con fuerza , clavándome su verga hasta lo más profundo. Cierro los ojos, me pongo en mi rol, y pienso que es Antonio, el marido de mi madre, y empiezo a mover las caderas como si me fuera en ello el alma.
Mi ardor sorprende gratamente a Fabián , que aumenta su ritmo, más fuerte y más rápido, hasta que me inunda con su leche. Estaba muy excitado, y no me ha dado tiempo a irme.
Abro los ojos, y miro a la otra pareja, ellos todavía no han acabado, el muchacho bombea salvaje a la mujer, ambos chillan cuando llegan a la cumbre del orgasmo.
QUINTA LECCIÓN.
Descansamos apenas unos minutos. Diana me pone unas esposas de fieltro, y luego hace lo mismo con Jorge.
" Colgadles de la viga. Ahora aprenderéis el placer del dolor"
Pienso en resistirme pero comprendo que no voy a conseguir nada, y además Fabián no consentirá que me hagan daño, así que me dejo llevar tranquila. Es un teatro, un juego. Por eso cuando me dejan con los brazos en alto, extendida, con los pies apoyados en el suelo, me exhibo como una muñeca colgada, con corpiño y medias blancos, sabiéndome hermosa, excitante, y al no haber terminado bien la cogida, muy caliente.
Les dan a Daniela y a Fabián unos látigos, son una serie de cortas cintas de cuero con un mango que asemeja un pene. Jorge y yo nos miramos con picardía, su "mamá" y mi "papá" van a hacer el papel de sádicos, pero sin que nos duela.
Pero no va a ser tan fácil, pues es la mujer la que me va azotar a mí, y al muchacho, Fabián.
El primer latigazo en las nalgas me duele, y me quejo bajo, Jorge chilla. Diana le pone una mordaza, sus ojos indican terror. Debo procurar no gritar, pues creo que el aparato que le han puesto en la boca, con esa pelota es incomodísimo.
He leído que hay mujeres que les excita que las azoten, desde luego no soy masoquista, porque se me ha bajado la calentura y sólo siento dolor.
Me arden las nalgas, cuando Daniela se coloca frente a mí para cambiar el lado del ataque , miró a mi compañero de desdichas, y me doy cuenta que está peor que yo. Fabián le está golpeando con saña, gozando, como denota su verga que ha vuelto a estar dura.
El látigo me da en los pechos, los cruza, no ha dejado marca, pero un picor me eriza los pezones. Los golpes son rítmicos y mas suaves que en las nalgas. Me quedo asombrada al ver que a Jorge se le está levantando el aparato.
" Tu niño está aprendiendo"- como un rayo me viene el recuerdo de lo que nos dijo aquella loca de Diana: "el placer del dolor". Y caigo en que me van a pegar hasta que me guste. Así que comienzo a simular, gimiendo como si estuviera en celo.
Debo reconocer que sin darme cuenta comienzo a vivir el papel. Los suaves azotes de Daniela me calientan, haciendo que note la humedad en mi sexo.
Cuando caen sobre mi pubis, rozando la piel que cubre el clítoris, mis ronroneos ya no son fingidos. Estoy deseando venirme, pero me tiene al borde sin dejarme alcanzar el punto de no retorno.
Nos descuelgan, y con las esposas todavía sin soltar, quedamos tumbados en el suelo.
SEXTA LECCIÓN.
"El placer no distingue de sexos"- nos ordena Diana-"Jorge come la verga de Fabián y vos, Zulma la concha de Daniela"
Me quedo de piedra, no me imagino que a Fabián le puede gustar que se la chupe un hombre, pero cuando lo miro, me sorprendo viendo la cara de placer que tiene cuando el chico se la mete en la boca y empieza a mamársela.
Yo nunca he estado con una mujer, lo mío son los hombres, y mayores, por lo que me lo planteo como una nueva experiencia. Me acerco a Daniela, se sienta en un sillón, abierta de piernas, dejando el pubis fuera.
"Arrodíllate y lámemelo"- me ordena.
Tiene depilados los labios, sólo una pequeña tira de vello le cruza el monte de Venus. Paso la lengua siguiendo el cráter de su sexo, está muy húmedo, mojado, meto la punta tanteando su interior, es un sabor agrio, pero me gusta.
Sigo lamiendo, y aprendiendo a jugar, uso mis dientes para mordisquear suavemente la protección de su concha. Me estoy calentando, estoy también mojada, noto mis fluidos empapándome, esos mismos fluidos que chupo con placer de la vulva de Daniela.
Me agarra la cabeza, mientras me separa, aprovecho para mirar de reojo a los hombres, Fabián tiene agarrada la cabeza de Jorge obligándole a que se trague entera su verga. Al chico le debe gustar porque tiene una erección descomunal.
" Ahora el clítoris, hasta que yo acabe"- la voz de la mujer se ha vuelto ronca, apasionada.
Con una mano ha tirado hacia arriba dejándolo al descubierto. Su puntita como un pequeño pene se muestra entre los pliegues. Cargo mi lengua de saliva, y empiezo a lamerlo, está durito, adorable. Ella gime, y cuando empieza a jadear me doy cuenta que está a punto de acabar. Me esmero en darle placer, y antes de que termine su grito, largo de YAAAAAA, oigo el vozarrón de Fabián voceando un DIOOS.
Yo estoy totalmente excitada, necesito masturbarme o que alguien me coja.
SEPTIMA LECCIÓN.
Intento hacerme una pajita, sin que me vean, pero la voz de Diana me lo prohíbe.
"Zulma, mira a Jorgito, estáis muy excitados, preparados para la última lección. Se puede dar y recibir placer de más de una persona"
Se acerca y nos quita las esposas, me froto las muñecas para desentumecerlas.
No toma de la mano y nos lleva a otra habitación, por el camino me doy cuenta que a mi compañero de aprendizaje le ha gustado lo de mamarla, pues su pija está dura y apenas se mueve al caminar. Cuando enciende la luz, veo dos camas muy bajas, y todas las paredes cubiertas de espejos , donde nos reflejamos y multiplicamos.
"Poneos a cuatro patas uno en cada cama"- mientras lo hacemos , entran en la habitación Daniela, Fabián y el viejo.
Daniela y el dueño de la casa van hacia Jorge, Fabián se para ante mí, yendo Diana a colocarse tras mío.
El viejo se pone un forro y sin miramientos se la clava al muchacho que da un brinco hacia delante, chocando con el sexo de la mujer. Me apetece seguir mirando, pero Fabián me pone en la boca su verga, está blanda, no ha perdido grosor, pero pienso que me voy a tener que esforzar para ponerla dura.
Diana me mete un dedo en la concha, y me empieza a lamer, son apenas unos segundos cuando me introduce el segundo dedo y ahí me empiezo a venir. No puedo aguantar más, mi cuerpo necesita descargar tanto sexo acumulado, me da miedo que con las contracciones pueda morder la pija que tengo en la boca, no me ocupo de ella, sólo siento el inmenso placer de entrar en un orgasmo continuo. No se lo que dura aquel estado de éxtasis, cuando me recobro Fabián la tiene dura, creo que tiene que ver más con el espectáculo que por mi maña en chupársela, pues ha sido un acto reflejo, sólo soy capaz de vivir lo que me han hecho.
Diana se retira, va hacia donde está su padre, le besa en la boca y toma en su mano la verga de Jorge, la mueve arriba y abajo, empieza a soltar leche como si le ordeñaran.
El viejo viene hacia mí, se saca el forro, y parado tras de mi cola, restriega su glande en los jugos de mi concha, después lo acerca a mi orto, lo apoya en la entrada y empuja, como un guante a la mano , lo acojo enfundándolo.
Puedo ser dueña de mí, así que me aplico con la minga que tengo en la boca, mientras siento el rápido mete y saca en mi interior. Me da nalgadas, cada vez más fuertes pero sólo siento calor, y como en una nirvana siento como me inundan de semen la boca y el ano.
Estamos en el apartamento de Fabián, desnudos, tumbados en la cama, él no puede con su alma, yo estoy cansada, pese a ello mis dedos juegan con mi clítoris.
"¡ Cómo te gusta el coger!: Eres incansable. Muchas gracias por lo que has hecho por mí"- me musita al oído.
"Me prometiste que harías lo que te pidiera. Cásate conmigo, te quiero"
Me mira emocionado, me besa y dice:
" Me parece maravilloso, pero soy mayor, podría ser tu padre."
Pienso que es lo que me atrae de él.