Siete Años Después...

De cómo cambia la amargura del pasado...

SIETE AÑOS DESPUÉS…

Fabián se miró al espejo. Cara de dormido. Se acostumbró mal en las vacaciones, acostarse tarde, dormir hasta que no queden ganas…  Pero hoy hay que ir a trabajar… Y por ser el primer día no se puede ir con esta barba.

  • ¿Qué no puedo? ¿Quién se va a atrever a decirme algo? –

Pero sabe que es mejor seguir sin que se noten cambios. Recién recibido de abogado su tío lo puso al frente de dos casos importantes y como jefe de tres empleados de mayor experiencia del bufete.

  • Para que tomes experiencia y aprendas de estos magníficos colaboradores que te pongo.- Dijo su tío.

Dos de sus colaboradores no tenían título de abogado pero sabían mucho más que él.

  • ¡Y cómo no van a saber si hace 25 años que trabajan con el tío José!  Del que no sé nada es de Víctor. No sé qué estudios tiene, pero es inigualable con la computadora.-

Mientras Fabián piensa todo esto se está afeitando. Lo hace como todas las mañanas en el bañito del entrepiso. Chiquito, cerrado con una sola ventanita al corazón de la manzana. Y el zumbido de la afeitadora a pilas llena todo el ambiente.

En eso oye que golpean la puerta y la voz de su madre lo llama, golpeando la puerta con los nudillos.

  • Fabián, Fabián…, recién llegó un mensajero y dejó un sobre para vos…

Fabián a medio afeitar, deja la afeitadora sobre la repisa del espejo, y como no tiene nada puesto se pone la toalla en la cintura y abre la puerta.

  • ¿Cómo,  un qué?...

  • Te digo que vino recién un mensajero y te dejó un sobre. –

  • ¡Un mensajero a esta hora de la mañana!  ¿A las 8 y cinco? –

-  ¿Porqué no usás el baño grande, así no tengo que subir la escalera? Porque en este bañito si te llamo desde abajo no me oís.

  • Vos sabés que no me gusta bañarme ni afeitarme apurado, Lina y Papá se levantan casi a la misma hora que yo.

  • Tu hermana se levanta media hora antes que vos y… Bueno, papá si a veces dice que demorás mucho en bañarte. Bueno aquí tenés el sobre. No me dijo si era urgente pero por las dudas…

  • MMM… No debe ser urgente. No tiene sello del juzgado ni membrete, nada que lo identifique.

  • Bueno, leelo. Y no tardes en bajar a desayunar que ya todo está listo.

  • Si mamá… dame cinco minutos…

Cierra la puerta y mira dónde apoyar el sobre para que no se moje. Tiene las manos húmedas,  lo sostiene con dos dedos.  Como está todo empañado por el vapor de la ducha, decide bajar la tapa del inodoro pone la toalla y encima el sobre. Cuando se termine de afeitar y con las manos secas lo abrirá. Aunque la verdad la curiosidad lo aguijonea. Termina con rapidez. Se pone loción en la cara y mientras se seca las manos se mira en el espejo grande que está en la puerta del baño.

Hace un tiempo que no va al gimnasio, pero aún está bien, físicamente está en forma. Desde que trabaja con el tío le queda poco tiempo para los aparatos.  Tiene veintitrés años, está recién recibido y le han dado la responsabilidad de manejar dos casos importantes y muy complicados.

Pero en su mirada hay nubes. Si en su vida personal le fuera solo un poco de lo bien que le está yendo profesionalmente…

  • No quiero llegar a los cuarenta amargado. Pero si sigo así…No sé…

Se puso la toalla al derredor del cuerpo y abrió la puerta para que el vapor salga.  Miró el sobre por todos lados. Ni una marca. Lo abrió. Adentro había una cartulina doblada.

Lo primero que vio fue la cara de Calculín.  Y un texto que decía “la promoción del Secundario Yatay 2006” en letras doradas con un fondo ocre suave. Adentro venía la invitación de los compañeros de aquel curso para una cena recordatoria de aquella época.

No se puso contento. Fue a su habitación dejó la invitación sobre el teclado de la compu.  Y empezó a vestirse.   Le gustaría juntarse con sus compañeros, pero no con todos…

  • ¿Para qué día es la cita?  El veinticinco. Este fin de semana no es; el que viene, el sábado veinticinco (mirando un almanaque).

  • No sé si tengo ganas de ir. Dejó caer la tarjeta sobre el escritorio y con al caer sobre el teclado se dio vuelta.  Y vio una frase en letra manuscrita con bolígrafo. “No dejes de venir. Te espero.”

La leyó. La volvió a leer. No tenía firma ni nombre.

  • “¡Te espero ¡” ¿Quién me espera…?

Desde el día en que le entregaron el certificado de fin de curso no se vio más con ninguno de sus compañeros.

Bajó a desayunar. No encontró a nadie. Su madre y su hermana ya se habían ido a trabajar. Su madre era directora de un Jardín de Infantes y su hermana maestra de cuarto grado primario.

El café estaba listo, y las tostadas todavía calientes. Mientras desayunaba pensaba en la invitación.

Esa letra le parecía conocida. Pero no recordaba de quién.

Pasaron las horas en el trabajo, pero a cada momento le sonaban en los oídos “Te espero” “Te espero”.  No se lo podía sacar d la cabeza. Mientras manejaba hacia el estudio decidió no ir. No le traía buenos recuerdos. Pero el “Te espero” era un tambor retumbando en su cabeza. Al día siguiente en el estudio jurídico su concentración tampoco era mejor que el día anterior.

Su concentración en lo que leía era poca. Como defensor tenía que encontrarle la vuelta a un escrito de la fiscalía, pero no podía concentrarse en la lectura.

“Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero” “Te espero”

Horas más tarde volvió a leer la invitación y recién ahí se dio cuenta que abajo, con letra más chica pedía que se confirmara la presencia. No pensaba ir y no confirmaría nada. Pero este tema lo tenía tenso y ansioso. Tomó un ansiolítico que no surtió efecto. El fin de semana lo pasó muy ocupado. El lunes temprano tenía una audiencia en el juzgado y tenía que afilar bien los argumentos. El martes  mientras almorzaba sonó el celular. Era Cacho Méndez para que confirmara su presencia en la cena.

  • No sé si voy a poder ir. Estoy muy ocupado.

Cacho Méndez insistía con que no podía faltar.

  • ¿Cómo tenés mi número de celular? ¿Desde el 2006 que no nos vemos y no tenía celular entonces?

-Fabi, a vos es muy fácil ubicarte. El apellido que tenés es muy conocido. ¿Nunca viajaste en sute? Los carteles del Estudio Jurídico Boromi están por todos lados.

  • Si el estudio pero no mi celular.

  • Cuando le dije a tu tío para qué quería tu número se puso contento y me lo dio ahí nomás. Si te molesta que te llame, perdóname.

  • No. Perdóname vos. Pero…

-¿No querés venir? Mirá: eramos 30. Tengo 28 confirmaciones. Solo faltás vos. Además todos preguntan si venís.

  • 28 ¿Y el 29?

  • El 29 no puede venir. El Flaco Marioli. La familia perdió todo con la crisis de 2001 y se fue a España a trabajar con los tíos. Ahora que con la crisis que está pasando España no sé cómo le estará yendo.

-No sé. Lo voy a pensar…

-¡Por favor no dejes de venir! ¿Te acordás del gordo Pinto, que ya no es más gordo?

  • ¿El Gordo Pinto…? ¡AHHH…! Si me acuerdo. ¿Qué ya no es más gordo?

  • Siiiii… adelgazó. Está fantástico. Y me dijo que si no venís él te va a buscar en persona. No se olvida de aquella vez en que lo salvaste de las amonestaciones por el pedo que se mandó en la clase de la mina de francés y que vos te echaste la culpa diciendo que estabas descompuesto. ¡Y cómo iba a amonestar al mejor alumno de la clase!

  • No era para tanto.

  • ¿Cómo que no era para tanto? Fuiste el primero en casi todas las materias, Nos enseñabas lo que no habíamos entendido. ¿No te acordás cuando me repetiste aquellas clases de química que yo no entendía?

  • Está bien. Voy

-¡Che… con ése tono no! No te estoy invitando a un funeral.

  • Solo que…  No me lleves el apunte. Son cosas mías… Anotame que voy.

  • ¡Vení a divertirte! No vengas obligado. ¿Tan mal lo pasaste con nosotros? ¿O es que cambiaste tanto en estos años?

  • Estoy muy tensionado. Tengo dos casos muy bravos.

  • Prometido ¿NOO?  Venís. ¿Seguro?...

  • Si. Seguro que voy.

  • Chau. Hasta el sábado

  • Chau…

Cortó y quedó más intrigado que antes. ¿Todos preguntaban por él? ¡Pobre gordo! Pibe macanudo ¡pero con tan mala pata! Una vez salieron a buscar una mina. Terminaron haciéndose una paja. Todas las minas del piringundín tenían de cincuenta para arriba.

¡Claro que lo pasaban bien! Y con todos, hasta… Bueno, hasta eso…

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El sábado veinticinco despertó nervioso y tensionado. Igual que toda la semana, pero un poco más. Tomó  una ducha larga. Primero pensó ir vestido como todos los días. Después cambió de idea y decidió ponerse algo cómodo. Con lo que se pusiera estaría bien. Tenía buen físico y buena ropa.

Durante los años de facultad tuvo tiempo para tantas cosas. Las materias nunca fueron problema para él. Todos los días iba al gimnasio dos horas. Le dieron un cuerpo ágil, elástico y fuerte. Al principio no le gustaba ir pero se hizo la obligación y lo consiguió.  Hasta practicó algo de defensa personal.

Trató de dormir la siesta, no pudo. Trató de jugar con computadora, tampoco.

Por fin se hizo la hora. Se vistió y miró las llaves del auto. Pero no lo llevaría. Tomaría un taxi. No todos tenían buena posición en ese colegio y no quería hacer alarde con su auto nuevo.

Cuando llegó justo a la hora estaba la mayoría.

Al verlo en la puerta de entrada al salón se acercaron Julián, Pinto y Emiliano y se abrazaron. Los demás vinieron detrás saludándolo con abrazos, apretones de manos y con alegría.

Mientras Fabián abrazaba a Pinto le dijo: - Ex Gordo Pinto ¡Qué bien que estás! ¿Qué te hiciste? Así flaco parecés más alto.

  • Vos no te quedaste atrás. También cambiaste el físico. Si antes tenías arrastre con las pibas ahora las tendrás por docenas…

Se rieron un poco y siguió con Julián: - Ahora tenés barba…Si te veo así por la calle no te reconozco.

Julián y Pinto dijeron a una – Y nosotros a vos con ese cuerpo nuevo tampoco.

  • Me lo encontré por Callao y Corrientes hace algo más de un año y ya tenía este porte. – Dijo Emiliano.

-Y ustedes  ¿Cómo están? Desde que terminamos el secundario no nos vimos más…

  • Fabián…  Vos te alejaste. Muchos de los que estamos acá nos seguimos viendo. No hicimos cenas para todos pero si algo de cuando en cuando. Vos no contestaste las llamadas nunca.

  • ¿Llamaron a mi casa? ¿Ustedes?...

--No la única forma que teníamos era con tu tío.

-¡Ah!  Si... Alguna me enteré, pero muy tarde para ir. - Fabián se dio una excusa. No quiso ir.

Estaba saludando a otros compañeros cuando hicieron una rueda y Cacho Méndez y el ex Gordo Pinto trajeron dos bandejas de copas que repartieron mientras destapaba botellas de champán. Luis Vigot preguntó que si empezaban con champán con qué pensaban terminar la noche.

Entonces apareció Duilio: -Brindamos por el flamante abogado de nuestra promoción. Se recibió con las mejores notas y si no fue medalla de oro fue por veinte centésimos.

Fabián quedó duro. Sabía que se iba a encontrar con él. Pero no pensó que así. Sintió un ramalazo de bronca con odio. Y se preguntó cómo sabía tantas cosas de él.

Reaccionó en seguida. – No, no, están equivocados. Me recibí hace como un año. Hace unos seis meses me dieron el diploma.

  • No importa, dijo Pinto, para nosotros es como si fuera hoy. Sos el primero de la camada que tiene un título universitario.

  • ¿Soy el primero? No puede ser.  ¿Ninguno de Ustedes…? – Miró a la rueda - Vos Tito ¿No habías entrado en ingeniería?

  • Si, pero María quedó embarazada y tuve que suspender por dos años, y detrás vino la nena y otro año más, pero ya empecé de nuevo.

  • ¿Te casaste? Dijo Fabián.

  • No. Al principio no. Danielito vino sin que lo esperáramos. Cuando el nene cumplió el año recién nos casamos.

  • Lucio, eras el mejor de todos nosotros en matemáticas. ¿Terminaste Económicas?

  • No Fabián. Todas las materias que tenían que ver con números fueron un paseo. Pero con las legales no acierto una. ¿Cómo pudiste entender vos tanta palabrería?  Que si esto pasa lo otro y que si no es al revés…

En eso, aparece un mozo trayendo unas bandejas con saladitos y calentitos para picar y deja dos botellas más de champán.

El círculo se desarma y se forman grupos frente a las bandejas.

Fabián como los demás probó varias de esas delicadezas y conversó con varios de sus ex compañeros. Todos temas de la ocasión, hasta que se encontró picando de la misma bandeja con Lucio. Éste alabó al cocinero y agregó: - Estos paquetitos rellenos están deliciosos. ¿Los probaste?

Fabián movió la cabeza y dijo – No, todavía no.

  • Ya comí dos y volví por más. Quedan dos, tomá uno, yo me sirvo el otro.  – Tomó los dos y puso uno en el plato de Fabián y el otro en su plato.

Dieron unos pasos permitiendo que otros se acercaran a las bandejas. Fabián retuvo a Lucio tomándolo del hombro: - Lamento que no pudieras terminar tu carrera. Si era solo por eso, ¿Por qué no me llamaste?   Te ayudaría con todo gusto.

  • Alguna vez lo pensé, pero…

-¿Pero qué?

  • Me dio un “no sequé”.  Vos sabés, nunca fui buen estudiante. Si la cosa no sale de primera me aburre. Por eso me gustan los números. ¡Son tan fáciles, tan lógicos! Aunque con análisis matemático tuve alguna dificultad pero nada que no pudiera solucionar. Y me ayudaste tantas veces con historia y sobre todo con castellano, si pude aprobarla fue por tu ayuda.

  • Y te voy a ayudar todo lo que necesites. Me gustaría que puedas terminar y recibirte. ¡Mirá! llamame durante la semana y combinamos. Buscá el programa de la materia para saber cómo la da el profesor. ¡Ah! Y si no me llamás vos yo te llamo yo.

  • Gracias Fabi. Sos un gran amigo. Te prometo que te llamo.

  • ¿Tenés mi número?

-Sí, Cacho tiene los números de todos y como yo lo ayudé con algunas diligencias. Me dio la lista de las direcciones y teléfonos de todos. Por eso que sabemos que el Flaco Marioli está en España. Y con algunas dificultades. El y yo estamos en contacto por cualquier cosa. Fuimos amigos, ¿Sabías? Novió un tiempo con mi hermana.

  • No, no sabía… Decime… ¿Por casualidad vos me mandaste la tarjeta?

  • No, yo no mandé ninguna. De eso se encargaron Cacho y alguien más. Pero no sé quién.

Entonces, Duilio, que estaba a unos pasos se da vuelta y se acerca a ellos y señalándose a si mismo dice: - Yo te la mandé. ¿Te gustó?

Fabián se puso tenso. – ¡Voosss…  ¡ El tono fue disonante y agrio.

Duilio dijo:- ¡Shhh…!

Lucio percibió de inmediato que allí algo no andaba bien. Miró la copa y dijo: - Voy a buscar algo para tomar. ¿Quieren algo?

  • No. -  Repondieron seco y casi al unísono Fabián y Duilio. Lucio dio media vuelta y sin decir más se alejó.

Duilio miró a Fabián que estaba crispado y con mala cara y le dijo: - ¡Todavía me tenés bronca!

La cara de Fabián comenzó a ponerse colorada. - ¿Bronca? Eso es poco. – Y subiendo el tono agregó -¡Me violaste, Hijo de puta!

  • ¡Shhhh, más bajo!

  • ¡No querés que los demás sepan que sos un violador!

  • ¡No! No es así. (Bajando el tono). Estoy muy arrepentido de lo que te hice ¡Por favor! ¿Me das unos minutos para que pueda explicarte algo? Desde aquel día nunca pude hablar a solas con vos. Quería explicarte que me perdonaras y decirte algunas cosas. Pero siempre estabas acompañado. Y no me animé a ir a tu casa a buscarte.

  • ¡Lo que faltaba! El violador que viniera a mi casa. ¿La querías disfrutar más todavía?

En eso los interrumpen para que pasen al salón porque la cena estaba servida.

Fabián da vuelta para alejarse de Duilio y éste entonces los toma del hombro y le dice:

  • Después de la cena ¿Me das unos minutos?

Fabián no dice nada pero después mueve casi imperceptiblemente la cabeza asintiendo.

  • Gracias.-  dice Duilio y agrega: - Mirá, en la mesa el lugar que te reservamos estás con Pinto a un lado y al otro estoy yo. Si no querés verme me voy a otra mesa. Pero Pinto pidió especialmente estar a tu lado.

  • Hacé lo que quieras. - dijo Fabián con no buen tono.

La cena se desarrolló bien. Al principio un poco tensa pero gracias al ex Gordo Pinto estuvo animada. Se ocupaba de que en esa esquina de la larga mesa todo estuviera bien.

  • ¡Cómo cambiaste Gordo! – Comentó Fabián

-Seguís con lo de gordo….

  • Perdóname. Ariel Pinto. Te veo más contento.

  • Si supieras. Soy otro. Algún día, si querés hablamos…

Cuando terminó la cena sirvieron café y alguno pidió un coñac y otro whisky. Y se fueron levantando de la mesa formando grupos de conversación.

Cuando Fabián se quiso levantar lo tomó Duilio del brazo y dijo: - ¿Me das unos minutos?

Fabián se sentó otra vez y dijo: - Otra vez el criminal vuelve a la escena del crimen.

  • No es la escena del crimen porque no fue acá.

  • ¡Lo único que faltaba! - Bufó Fabián.

-No. Quería explicarte y pedirte perdón. Fui muy cobarde, me faltaron huevos…

  • Pero si los tuviste para violarme.  ¿Sabés que todavía según la ley puedo denunciarte por violador?

  • Si, lo sé. Y te pido que si lo vas a hacer primero me oigas. Solo eso y después acepto lo que decidas.

Fabián miraba a Duilio a los ojos. Vio algo. Tal vez tristeza. Seguro remordimiento y no dijo nada.

  • ¡Decime algo! Por Favor, no te quedes duro.

  • Está bien, ¡Hablá!

  • Si, pero no acá que nos pueden oír. Nadie sabe nada de todo esto. Vamos al balcón que desde allí no se oye lo que hablemos. Después volvemos.

  • ¿Nadie sabe nada? ¿No lo contaste a todos haciendo alarde de tu estado físico que doblegaste casi sin esfuerzo a alguien que nunca había hecho ningún ejercicio?  ¿Vos el deportista de la división no hizo alarde de su físico excelente y de su fuerza?

  • Vení vamos al balconcito.- Lo tomó del brazo y lo condujo al ventanal que daba al balcón.

  • No dije a nadie porque eso fue un acto de desesperación. Y para peor de inmediato me di cuenta que con eso que te hice, acababa de perderte irremediablemente.

  • ¿Me estás jodiendo? ¡Desesperación! ¿Desesperación? Vos desesperado ¡Vaya novedad!

  • Si, desesperado.  Al principio te tenía envidia. Eras el mejor de la clase en todas las materias. Me esforzaba por que te fijaras en mí. Quería que fuésemos amigos. Pero nunca te acercaste a mí. Yo era uno más.  Ayudabas a todos y todos te querían. Y lo que hiciste con el gordo Pinto me desbordó. Para rematarla, vos que todos los días tenías una piba nueva para salir, nos contaste que habías salido con la que te levantaste en ese cumpleaños al que te invitaron y que debutaste con ella.

No solo eras el primero en la clase además fuiste el primero en debutar sexualmente. ¡Tantas veces soñé que estabas conmigo en mi cama y nos besábamos…!

  • ¡No te… puedo creer…! ¡Eras gay!

  • ¡SI! Soy Gay. Soy un puto si querés. Y estaba muy enamorado de vos.  Y vos de lo único que hablabas era de las minas….- Bajó Duilio la cabeza y el tono y siguió:

  • Entonces tramé lo que te hice. Cómo te mentí hasta que te tuve en mi poder. Te llevé al cuarto de mapas y… te violé. -  Respiró hondo, suspiró y con los ojos casi cerrados dijo: - Cuando todo pasó, todavía no me había cerrado el pantalón te vi en el suelo. Con lágrimas, inmóvil, sin quejarte. Ahí hubiera dado los dos brazos y la pija por volver atrás el tiempo y que nada hubiera sucedido. Pero ya era tarde.  Me fui y te dejé para que no  me vieras llorar. Me fui al baño. Y me encerré en un privado. Después oí que entraste  y te lavabas. Hubiera salido a besarte y pedirte perdón pero no me atreví.

En esos días que siguieron reconocí algunas cosas de mí que no sabía: la primera que el macho del curso es gay le gustan los muchachos, no las chicas. Segundo que soy un cobarde. Tercero: que no es envidia lo que sentía. Estaba enamorado de vos, como sigo hasta ahora.  Y para terminar, ahora esto lo saben tres personas solamente.  Vos, yo y Pinto.

  • ¿Qué tiene que ver Pinto en esto?

  • Después de lo tuyo nos seguimos viendo con Pinto y hablábamos de muchas cosas. Alguna vez jugamos de manos un poco y me dijo que estaba con la pija dura. Me propuso una paja. Nos tocamos, nos besamos y terminamos cogiendo. Él me dijo que había sido su primera vez. Que me tenía ganas desde principio del curso. Me preguntó si era mi debut. Entonces le conté lo que te hice. A alguien se lo tenía que contar o me volvía loco. No le gustó nada. Le pedí que me perdonara. Y me dijo que eras vos el que me tenía que perdonar.  Es lo que estoy haciendo ahora… Te pido perdón y quiero remediarlo de cualquier forma que quieras. Nadie más lo sabe. Si decidís hacerlo público y denunciarme, lo acepto.

Fabián durante la explicación de Duilio abría los ojos sin dar crédito a lo que oía.

Como Fabián no decía nada, Duilio agregó: - Desde esa vez trato de ser mejor persona. Pinto me ayudó mucho. Nos hicimos compañeros. A los dos nos gustaba la pija. Pero siempre quedó claro que eramos amigos. No pareja. Él tenía sus amigos y yo los míos. Una vez se trajo un pibe, en ese momento ya vivíamos en el mismo departamento. Él en su habitación y yo en la mía. A veces cogíamos pero era para sacarnos las ganas. Con ese pibe que se trajo los oí toda la noche dale que dale. Cuando me desperté fui a la cocina a desayunar los veo desnudos abrazados mientras el aparato filtraba el café. Cuando me vio el pibe lo dejó a Pinto y me abrazó, me besó y me sacó el pantalón pijama y se puso a chuparme la pija. Ese sábado y ese domingo lo pasamos los tres juntos.  Cogimos como conejos. Ese fue mi único trío. Pinto siguió viéndose con este pibe. Ahora viven juntos. Les dejé el departamento.

Para terminar me falta decirte algo. Esta cena la pensé hace bastante. Lo busqué al Cacho y le di la idea sin decirle el motivo. Le gustó la idea pero cree que es solo por los años en que egresamos.

Duilio miró a Fabián a los ojos. Se miraron fijamente. La mirada de Fabián ya no era dura. Entonces Duilio siguió hablando:

  • No seguí una carrera universitaria. Me especialicé en seguridad que son unos cursos terciarios que hice al principio en la Policía Federal, después alguno más en un universidad privada con la que me gané una beca para un curso de un año en Miami. Trabajo en una empresa de vigilancia y seguimiento.  En todo este tiempo siempre estuve al tanto de tu vida. Y no te perdí detalle.

Volvió a mirarlo a los ojos y con tono de confesión agregó:- Se de tu carrera, de tu familia, de tus amantes. Sobre todo de eso. Supe que comenzaste a tener sexo con otros muchachos y pocas veces con minas.

Cuando se fue ese amigo tuyo a su provincia después de recibido y se alejaron supe podía, tal vez, tener oportunidad de hablar con vos.

Fabián había cambiado el semblante varias veces durante esta larga explicación. Se dio cuenta que ya no estaba enojado ni que lo odiaba. Hasta en algún momento se sintió emocionado.  Bajó los ojos y no dijo una palabra durante un largo minuto.  Se miraron a los ojos otra vez.

Y entonces Duilio le dijo - ¡Por favor decime que no me odias!

Fabián movió apenas la cabeza como diciendo no sé…  – Dejame que asimile esto que me contás. Hizo otra pausa larga. Con un tono muy suave, como si hablara para sí mismo contó: - Es cierto que me cambiaste la vida. En muchos sentidos. Los meses que siguieron fueron un calvario. Durante un tiempo me fui apagando. No podía entenderlo y creí que esto era el fin antes de empezar. Sentía terror que alguien se enterara. Mi familia o cualquiera.  En casa me preguntaban por qué estaba tan triste. Un día al hacerme una paja recordé que además del dolor de tu penetración hubo sensaciones extrañas y las quise repetir.  Sensaciones que volví a sentir tocándome el culo mientras me pajeaba. Después empecé a meterme los dedos, hasta que una vez me metí el cuello de una botella de vino, de esas de pico largo. Quise sentir otra vez una pija en mi culo. Pero sentí mucha rabia por la violencia con que me lo hiciste. Tenía mucha rabia, por el dolor físico y el orgullo herido que fue lo peor. Y de lo que aún no me repuse. También me di cuenta que miraba a los hombres distinto y a muchos los imaginaba en bolas. Que me cogían ellos a mí o yo a ellos.  Me costó aceptarme. No fue fácil. Tardé bastante. Estaba terminando el primer año en la facultad y me invitaron a un grupo de estudio para los exámenes finales. Ahí conocí a un muchacho con el que tuve una relación afectiva con buen sexo. Y me convencí que era sino gay, por lo menos bi.

  • ¿Bisexual? – Dijo Duilio.

  • Si. Por un tiempo seguí saliendo con alguna que otra chica. Pero no me importaba si tenía sexo o no. Hasta que dejé de frecuentar compañeras de estudio, que eran las que se daban con más frecuencia. Ya van para más de cuatro años que solo tengo sexo con hombres. No todas las veces soy pasivo, También me gusta meterla alguna vez. – Hizo un silencio. - Creo que es hora que asuma que soy más gay que otra cosa…….

  • También te encontraste con un pibe de pelo negro con un arito en la oreja y otro en el ombligo ¿no?

  • ¿Cómo lo sabés? ¿Cómo te enteraste?

  • Lo conocí en uno de los cursos de la federal. Hicimos buenas migas. Una sola vez tuve sexo con él. Y entonces me dijo que estaba por recibirse de psicólogo. Entonces le pedí que te ayudara. Le tuve que contar lo que te hice. No le pedí que tuviera sexo con vos. Eso fue decisión de él.

Fabián dijo moviendo la cabeza: -¡Creí que era un levante y eras vos que me lo mandaste! No sé si putearte o…

-Agradecerme…. Porque esa relación te hizo bien.

  • Si es cierto. Me hizo bien. Me sentía muy mal en ese momento y me levantó la estima. Aunque eso terminó pero todavía nos seguimos hablando. Muy a las cansadas.

  • ¿Entonces no me odiás? Preguntó Duilio con ansiedad.

Esta vez Fabián dijo, mientras movía la cabeza: - No sé. Es muy pronto para decir algo.- Hizo un silencio. Duilio quiso hablar y con la mano lo hizo esperar. Lo miró a los ojos y vio algo en esos ojos que no había visto antes. También percibió que un leve, muy leve temblor movía la perilla de Duilio. Entonces pasó. Como si lo hubiesen cubierto con un bálsamo, como si se hubiese deshecho de un lastre y se sintiese libre eso. Y comprendió todo lo que su anterior rencor no le permitió comprender.  Siguió: - Tanto tiempo odiándote y pensando lo que te haría si te tuviera a solas, y de repente en un instante, no siento más ese ardor en el alma.

  • ¡Gracias!  Y Duilio acercó la cara a la de Fabián mirándose. Alargó los labios y tímidamente le dio un beso en los labios. Fabián no retiró la cara y dejó que lo besara. Duilio vio como Fabián cerraba los ojos y se dejaba llevar. Entonces se atrevió a más y se acercó otro poco, le tomó la nuca con una mano y rozó su lengua con los labios de Fabián. Para su sorpresa Fabián abrió los labios y dejó que la lengua de Duilio entrara plenamente en su boca.  Fue un largo beso, hasta que sus cuerpos se estrecharon en un abrazo muy fuerte. Mientras que cada uno sentía el cuerpo del otro se miraron a los ojos.

En eso se abre la puerta. Sorprendidos hacen ademán de separarse cuando ven que el que entra al balconcito es Pinto. Se acercó y los abrazó a los dos juntos antes que se separen.  Le dio un beso a cada uno en la mejilla y dijo:

  • Parece que han hecho las paces. Vengan que vamos a hacer el último brindis.

  • Bueno, allá vamos. – dijeron los dos juntos. Pinto pasó por la puerta primero y entonces Duilio le dijo a Fabián

-No me dejes. ¡Por favor!.-  Se miraron y Fabián pasó el dorso de sus dedos por la cara de Duilio.

Entonces Duilio dijo: - Quiero pasar la noche con vos.

Fabián se separó de Duilio, lo miró a los ojos, movió la cabeza: - No, es demasiado pronto para eso. Pasó mucho tiempo. ¡Te odié tanto… y mi vida cambió tanto! No puedo de un momento para otro hacer borrón y cuenta nueva.

Dame un tiempo. Tengo que rehacer mi cabeza.

  • Me seguís odiando. No me perdonaste.

  • Aunque no lo creas, hace minutos sentí que me había llegado el perdón. No te odio ya. Y aunque debería estar enojado por el seguimiento policíaco que me hiciste estos años, reconozco que te preocupaste bien por mí. Pero es muy pronto.

  • ¿Podemos hablar otra vez?

  • Si, Dejame unos días.

  • Bueno. ¿No me vas a cortar si te llamo?

  • Nunca le corté a nadie.

  • Tenés razón. El que llamaba y cortaba era yo.

Fabián abrió los ojos del asombro y exclamó: - ¡Vos!

  • Si, yo. A veces una vez por mes. Otras dos veces en el día. Si oía tu voz me sentía tranquilo. Sentir tu voz fue mi mejor sedante.  No solo la pasaste mal vos. Con lo que te hice entré en un infierno de remordimiento. En los peores momentos Pinto me aguantó cada cosa… Quisiera que pudieras sentir cómo esta conversación me cambia la vida.

  • Creo que me siento igual. – Dijo Fabián. – Démonos un poco de tiempo.-

Duilio abrió la puerta del balcón para salir y mientras le daba paso a Fabián le dijo:- Tengo tantas cosas para contarte.

  • Y yo también. – Dijo Fabián.

F I N

Tal vez no guste. No tiene sexo, solo sugerido. Pero me interesó más destacar las consecuencias psicológicas de un comportamiento referido al sexo, y alguna otra cosa...