Siestas improductivas
Con este relato os contaré la experiencia que acabó marcando mi vida y convirtiéndome en lo que soy. Espero que les guste y valoro sus comentarios
Encontró la puerta de la casa cerrada, pero ya sabía perfectamente lo que debía de hacer. Justo debajo de un grupo de piedras junto a un árbol se escondía una pequeña llave de fundición que introdujo lentamente a través del ojo de la cerradura.
Un leve crujido le advirtió de que había logrado abrir la puerta. Después de lanzar una mirada furtiva hacía atrás para comprobar que nadie le había seguido se coló en el interior de la casa hasta cerrar de nuevo la puerta por dentro.
En el interior todo estaba oscuro y en silencio, las persianas estaban bajadas completamente para evitar que no entrara ni el más mínimo rayo de sol en el interior. Ese era el único mecanismo de defensa que tenían las casas viejas del interior de la mancha para evitar que el calor insoportable que empezaba a hacerse notable fuera, entrara en ellas. Estábamos a finales del mes de Junio y los casi cuarenta grados del exterior eran difíciles de soportar.
El fuerte golpe térmico le golpeo, haciendo que su ánimo mejorara ligeramente. En el interior de la casa la temperatura había bajado cerca de seis grados. El chico venía sudando ya que el sol del mediodía estaba en su máximo esplendor.
Sus ojos se iban acostumbrando a la oscuridad mientras sus orejas esperaban captar cualquier sonido desde el interior que le dijera si había alguien más en el interior de la casa.
El enorme silencio que reinaba allí dentro le decía que estaba solo, pero los latidos de su corazón le advertían de que esta vez como las otras se volvía a equivocar.
¡Sabía que había alguien más dentro de la casa y estaba seguro de que lo estaba esperando!
Empezó a subir con lentitud los escalones que conducían a la segunda planta. El crujido de las tablas al contacto con sus pequeños pies le advertía de que estaba haciendo demasiado ruido. ¡Quería sorprender a Diego en plena faena! Le gustaba ver a ese semental pajeándose impaciente por que el llegara, … le encantaba ver como esa manaza se agitaba hacia arriba y hacia abajo con lentitud dejando al descubierto el gordo y rosado capullo.
La habitación estaba en semipenumbras. La vieja persiana enrollable dejaba pasar algún resquicio de luz, haciendo que se notara un bulto de un hombre tirado en la cama. ¡Había intentado por todos los medios llegar antes, pero no lo había logrado!...¡llegaba tarde y le caería una bronca por ello!
En la cama lo esperaba ese cuerpo pacientemente, … en silencio. Estaba semidesnudo, ocupando toda la cama, de lado a lado.
La escasa luz reinante en la habitación le permitió ver que estaba en calzoncillos, y los ronquidos que ese cuerpo emanaba le alertaron de que ese enorme guarda rural estaba durmiendo la siesta.
Empezó a maldecirse a sí mismo por haber tardado tanto. Esa tarde le había costado más de lo normal lograr que su madre lo dejara irse para la casa del guarda.
El calor había hecho que su madre le preguntara más de la cuenta acerca de lo que hacía todos los días en la casa del guarda hasta que este acudiera. ¡Sabía que su madre sospechaba que el chico aprovechaba esas horas que tenía de intimidad hasta la llegada del hombre para masturbarse! …¡También sospecharía que había encontrado algo en esa casa que ejercía una atracción imposible de evitar para ese joven adolescente sediento de sexo! … ¡a su edad los críos no pensaban en otra cosa que no fuera eso! …¡No había más que ver cómo él y su hermano mayor tenían las sábanas de la cama! …¡Las manchas de lefa eran tan evidentes que solo se iban con lejía, … y claro de tanta lejía como se estaba usando en esa casa, las pobres sábanas estaban cada vez mas amarillas y raídas!
¡Estaba seguro de que su madre pensaba que el chico, había encontrado alguna revista guarra en ese lugar y que probablemente ese era el motivo de esas constantes escapadas a diario!...¡Su madre conocía muy bien cómo se las gastaba su primo, siempre había sido un salido, … pocas muchachas de su quinta podían presumir de no haber sido pasadas por la piedra, por su querido primo!. ¡El y su difunto esposo siempre habían estado muy unidos! …¡Alguna vez no había podido evitar el soltar una sonrisita pícara al saber de las correrías de ese hombre!
¡Juan sabía que su madre pensaba que era mejor que se pajeara en ese lugar, aun a riesgo de ser sorprendido por el salido de su primo Diego, que dejar que lo hiciera cada noche en su habitación, aprovechando la oscuridad y el silencio de la misma! …¡No se quizás con algo de suerte Diego mantendría al sorprenderlo esa charla sobre sexo, que llevaba tanto tiempo posponiendo! …¡Solo le faltaba que uno de los dos chicos le trajera un bombo a casa!
Juan llevaba un par de meses trabajando como ayudante del guarda. Lo conocía desde que era pequeño porque solía cazar con su padre, antes de que este falleciera en ese accidente de tractor hace ya tres años. Diego era lo más parecido que tenía a un padre. No había dejado de venir por casa para asegurarse de que él y su hermano mayor estaban bien y que no se convertían en unos sinvergüenzas adolescentes. Diego no quería que esos críos le acabaran haciendo a su prima la vida imposible.
El sueldo de guarda rural del pueblo le permitía el lujo de poderse pagar un ayudante. Cuando una tarde se lo comentó a su prima, Juan no tenía ni idea de lo que hacía un guarda rural y cómo se ganaba la vida.
En silencio observaba a ese hombre, mientras roncaba. El dinero que semanalmente le entregaba a su madre, les venía tan bien en casa que no podía correr el riesgo de perderlo. ¿Cómo explicarle a su madre que había dejado de obtenerlo? …¡Ese cochino dinero tenía la culpa de todo lo que estaba a punto de hacer!
Se había desvestido con rapidez tirando la camiseta sudada al suelo y al bajarse las bermudas su polla había saltado al aire dura como una piedra .
El pequeño Juanito no podía evitar empalmarse al ver delante a ese semental. ¡Tenía carta banca para hacer con ese cuerpo de macho lo que se le antojara y ese era el motivo de su tremenda erección! Su mano empezó a recorrer la pierna peluda de Diego. El hombre seguía roncando, parecía no tener el más mínimo interés por el chico. ¡Pero Juan sabía que al final acabaría despertando a esa bestia!
Desde que era un crio siempre le había tenido miedo a ese hombre. ¡Cuando lo veía llegar con esa enorme moto Bultaco Brinco de color verde solía esconderse, fantaseando con la idea de que era un monstruo que venía en su busca! …¡Pero cinco años después de aquello sabía que lo único mostruoso que tenía Diego y que era capaz de atemorizar a cualquier crío se ocultaba bajo aquel calzoncillo! …¡Eso si que era un bultaco! … ¡cuando estaba con él en el campo trabajando no podía evitar dejar de mirar ese bulto que Diego escondía bajo el vaquero! …¡de vez en cuando la mirada del guarda lo sorprendía in-fraganti! Juan bajaba rápidamente la mirada, pero no podía evitar percibir en el guarda esa mirada pícara que le decía. …¡Tranquilo cuando lleguemos a la casa del guarda ya te dejaré jugar con ella!
Era allí en la esa casa donde se habían desarrollado hasta la fecha todos los acontecimientos que estáis a punto de conocer. A su madre no le faltaba razón. Juan fisgoneando por esos cajones llenos de archivos y papeles viejos había descubierto la colección privada y personal de Diego.
En el fondo del cajón dentro de un separador en el que se leía claramente la palabra “pleitos” se escondían no más de diez revistas guarras. Entre ellas una que le atraía enormemente al joven. El nombre seguro que lo conocéis muchos de los que ya pintáis canas y la temática: Experiencias reales vividas por los lectores. (De todo tipo, heterosexual, bisexual, lésbico y lo que más llamaba la atención de Juan, …GAY)
Era ahí en esa especie de archivo del sexo donde el pequeño Juan mas disfrutaba. ¡Se había acabado pajeando por todos los lugares posibles de la casa! …¡todos los adolescentes lo hacen!, …pero era ahí donde más machacaba su tiempo. ¡Su tiempo y sobre todo su rabo!
Juan atravesaba la puerta sabiendo que el guarda todavía tardaría en llegar, por eso no se molestaba en borrar las huellas de su presencia por la estancia. Esas bermudas que tan fácilmente se quitaba acaban casi siempre encima la mesa de la cocinilla-salón de estar que había en la entrada de la casa. ¿su camiseta? …¿quién sabe dónde la habría puesto esta vez?
Apenas le había dado tiempo a esconderse cuando oyó los pasos de Diego bajando las escaleras. ¿qué hacía ese hombre allí? …Pero sobre todo, …¿dónde diablos estaba su ropa?
Durante unos segundos los dos se quedaron mirando, ambos esperaban que fuera el otro el que acabara rompiendo el hielo. Las manos temblorosas de Juan cubrían su cuerpo desnudo, …¡tenía la revista enrollada en la otra mano! …¿qué iba a pasar ahora? …
Todavía no había visto a Diego cabreado, pero se imaginaba la mala ostia que ese gigante debía de tener,… pero Diego le había cogido la revista de entre las manos y empezó a pasar las páginas rápidamente. ¡El hombre no pudo evitar soltar una sonrisa pícara al ver el pene semiempalmado del muchacho! …¡A su edad la curvatura era más que notable! …¡Diego sabía que con el tiempo el joven acabaría desarrollando una buena polla!
Se sabía perfectamente lo que decían cada una de esas historias. Las hojas acartonadas eran una prueba de ello . ¡Más de una vez su lefa había acabado manchando la revista! …¡Ahora sabía que el semen del chico también estaba contribuyendo al estado cada vez más deplorable de las hojas!
Se detenía en aquellas en las que aparecían historias con hombres de pollas tan grandes y duras que estaba seguro de que serían difíciles de imaginar para un chico como el que tenía delante . Juan escuchaba atentamente la lectura de esos fragmentos mientras su mirada se posaba irremediablemente en el enorme bulto que crecía bajo el calzoncillo de Diego. Las grandes manos del guarda se iban sobando lentamente el paquete intentando recolocar en posición horizontal lo que cada vez con más rotundidad se alzaba en toda su verticalidad.
Esta vez la polla del guarda no lucía esas dimensiones, …todavía no . ¡Pero el chico sabía que no tardaría enalcanzarlas!
Cuando apartó el calzoncillo hacía un lado la polla flácida, pero de dimensiones más que considerables salió buscando algo de aire fresco haciendo que las pelotas y el rabo se quedaran colgando. Miró a ese hombre en busca de una reprobación pero el guarda seguía con sus fuertes ronquidos.
¿Has visto como la chupan estas zorras? Le había dicho el guarda la primera vez ¡Me ponen súper cachondo estas fotos!
Juan no hablaba. ¡Era poco hablador! …¡En el mes que llevaba ayudando a Diego, apenas había cruzado más de dos frases con él, más allá del típico, si señor o no señor!
Pero Diego no quería al pequeño Juan por hablador, …¡Había descubierto en el chico unas habilidades más que notables!.
Esta vez tampoco habló. Arrodillándose en la cama se engulló completamente la polla. Estaba totalmente blanda, pero el gusto salado le encantaba. El rabo aparentemente no reaccionaba pero después de darles dos o tres lamidas notó como poco iba engordando en su boca. A medida que la polla de Diego iba creciendo en su boca le iba costando mas metérsela en su totalidad. ¡Ese era el signo inequívoco de que el monstruo se había despertado! … Por eso no le sorprendió oír por primera vez la voz de Diego.
¡Buenas tardes mamoncete! … ¿dónde estabas? …¡Me he quedado sopa esperándote!
Juan intentó sacarse el duro rabo para contestarle . ¡quería decirle que su madre por poco no le deja venir! …¡que ahora se estaba empezando a preocupar por lo que hacía todas las tardes solo en esa casa! ¡Pero Diego no le dejaba! …¡Su gruesa manaza lo sujetaba de la nuca! ¡Le encantaba notar como el crio ahuecaba la garganta para intentar engullir al máximo su descomunal rabo! …¡disfrutaba viendo como a ese pequeño mamoncete le entraban arcadas , … algunas veces pensaba que se iba acabar ahogando! …¡Pero Juan se defendía cada vez mejor con esa enorme polla en la boca! …¡Cada vez lo veía más seguro de sí mismo! …
¡Juan aprendía con rapidez, … y Diego disfrutaba a tope siendo mamado! …¡Los dos formaban el tándem perfecto para esas calurosas tardes de verano! …
¡A ninguno de los dos les gustaba dormir la siesta y habían encontrado la forma perfecta de hacer que esas tardes en los que lo único que se podía hacer para sobrellevar el intenso calor, …no fueran tan improductivas!
Sus miradas en la oscuridad se cruzaban. En la mente de los dos todavía a aparecían frescas esas imágenes en las que Diego se había terminado sacando la polla del calzoncillo por primera vez. ¡Buahh, … hace calor aquí! …¿verdad?
Pero el chico solo tenía la mente puesta en un único lugar. ¡Esa enorme polla descapullándose ante él! … ¡Ninguno de los dos habló durante esos interminables segundos que acabaron desatando lo inevitable! ¡La fuerte mano del Guarda empujaba el débil hombro del muchacho!. Juan acabó hincando las rodillas mientras seguía mirando a ese hombre. ¡Miraba alternativamente al hombre y a su enorme rabo palpitante!
¡Adelante, … no muerde! Le dijo Diego con una sonrisa. Pero el chico no le tenía miedo a eso. ¡Quería que esa polla entrara dentro de él y abrió levemente la boca hasta notar como el gordo capullo se posaba sobre su lengua!
El suelo estaba fresco, …¿quién lo diría con ese asfixiante calor que hacía fuera?. El chico mamaba de rodillas, con una maestría digna de mencionar para un primerizo.
La mente de Diego escrutaba al muchacho . ¡Se lo veía bastante suelto en esas lides! …¡Se notaba que era la primera vez que se comía algo de ese tamaño, …pero ese no era el primer nabo que se comía el pequeño Juan!
Los veinte minutos necesarios para que las piernas de Diego se tensaran presagiando la descarga inminente pasaron con rapidez. La leche empezó a salir a borbotones, sus gemidos eran la prueba de ello. ¡Pero Juan no dejó que se escapara ni una sola gota de su glotona boca!
El chico alzó la vista en busca de aprobación. ¡quería saber si Diego había acabado contento con la chupada de polla que le acababan de dar! … Pero el guarda apenas podía hablar, … ese chico lo dejaba sin fuerzas.
Esta vez el chico también se había tragado toda su leche. ¡Esta vez sobre la cama!... ¡Juan se relamía mientras se pajeaba frenéticamente, para alcanzar el también su corrida! Pero la mano del guarda lo detuvo.
¡No quería que el muchacho se corriera todavía!
Empezó a hablarle de nuevo mientras lo acariciaba del pelo. ¡Tal vez debería haberte avisado de que hoy no tenemos que ir a ningún lado! ¡En aquellos años sin móviles la gente quedaba con días de antelación! …¿y sabéis una cosa? …¡No pasaba nada, …el mundo seguía girando igual!
Diego continuó hablando¡Con este calor que hace fuera los agricultores dejan de lado los putos litigios de las lindes y el trazado de los caminos! …¡Pero no te preocupes seguro que encontramos alguna cosa en la que entretenernos hasta que te lleve a casa! …¿no crees?