Siempre Tú V

Lamento decepcionarte pero no soy Rosa. Contestó Clara con una sonrisa perfecta en su rostro.

Lamento decepcionarte pero no soy Rosa. Contestó Clara con una sonrisa perfecta en su rostro.

¿Y mi desayuno? Preguntó bromeando.

¿Que haces aquí? Respondí a secas.

¿Cómo que, que hago aquí? Pues estoy visitando a mi novia. Yo reí y me levanté del escritorio. ¿O no puedo? Agregó.

Hablo en serio Clara. ¿Que haces aquí?

Vine a disculparme.

¿Por qué? Pregunté fingiendo no saber.

¿Cuánto escuchaste?

Lo suficiente.

Yo... La interrumpí.

Escuche lo suficiente como para saber que esto no va a llegar a ningún lado.

¿Que? preguntó un poco molesta. ¡Ah no! Tú a mí no me vas a dejar por una estúpida conversación.

¿Estúpida? Le dije rápidamente. ¿Te parece estúpido que por mi culpa vayas a perder tu herencia? ¿Te parece estúpido que por mi culpa tu familia no te quiera más? Además tu hermano mencionó "un compromiso" que no vas a cumplir por estar conmigo.

No, eso no va a suceder. Diego exageró un poco las cosas, te aseguró  que eso no será así. Ella camino hacia mí y yo me alejé un poco.

Lo que menos quiero es traer problemas a tu vida Clara, de verdad. Tu hermano tiene razón, no te merezco.

Shhh! Jamás vuelvas a decir eso. Dijo mientras colocaba sus manos alrededor de mi rostro y juntaba su frente a la mía.

¿Que haces? Pregunté mientras tomaba una de mis manos y la acercaba a su pecho.

¿Sientes eso? Yo solo asentí. Es mi corazón y esta desbocado por ti. Quiero que entiendas una cosa, tú me haces muy feliz y nadie puede cambiar eso. Y ninguna herencia y ningún compromiso van a lograr que yo me aleje de ti. Te quiero Gabriela, te quiero. Dijo y nos besamos apasionadamente.

Espera... Dije mientras interrumpía el beso.

¿Que sucede? ¿Por que te detienes? Hasta donde sé después de una pelea siempre hay sexo de reconciliación. Dijo bromeando.

Yo reí ¿Acaso quieres hacerlo aquí?

¿Por que no? Nunca lo he hecho en una oficina. Dijo en un tono pícaro. Además quiero que olvidemos el mal rato que pasamos por culpa de mi hermano.

Mejor vámonos a tu casa o a mi departamento.

Mírame. Dijo algo inquieta. ¿Estás bien?

Si

¿Segura?

No. Dije un poco triste. ¿Estás segura de que quieres seguir con lo nuestro?

Por supuesto. Gabriela por favor, no tengas dudas ahora sí. Yo se que mientras estemos juntas nada nos puede separar. Y si te preocupa la herencia y mi familia, te aseguro que nada va a cambiar. Como te dije son exageraciones de mi hermano.

¿Y el dichoso compromiso?

Encontraré una manera de resolverlo, te lo prometo.

Cualquier cosa que necesites, cuentas conmigo. ¿Lo sabes, verdad?

Sí. Dijo sonriente. Y no sabes que bien me haces sentir.

Te quiero. Dije sin pensarlo. Ella no dijo nada, la oficina se quedó en silencio uno minutos. Se limitó a besarme de nuevo y esta vez no la detuve.

Dimos rienda suelta al deseo y la pasión una vez más. Habíamos estado juntas el día anterior, supongo que no fue suficiente; dado que la dejé sola en plena madrugada y de paso le debía un desayuno. Reí ante ese pensamiento pero ella no lo notó. Amanecimos en la oficina, estábamos acostadas en el piso, abrazándonos. La luz de la luna alumbraba nuestros cuerpos.

¿No crees que deberíamos irnos? Le pregunté mientras ella daba vueltas en el piso tratando de arreglarse.

No, es muy tarde para andar por ahí esperemos a que amanezca.

Bueno entonces deberíamos vestirnos el piso no se ablandara, así des mil vueltas sobre él y la verdad no entiendo porque no quisiste acostarte en el sillón. Dije bromeando. Ella rió.

Si, tienes razón. Lo del sillón, lo dejamos para después. Y de un brinco se puso de pie.

Yo me senté en el suelo. Me limité a observarla. La gracia con la que hacía cada movimiento me tenía embobada, su cuerpo hermoso nunca me cansaría de verlo. Tenerla ahí tan cerca, no quería que ese momento se acabara jamás. Ella notó que yo sólo la veía y nada más.

¿Que esperas? Preguntó un poco confundida.

No lo sé. Siento que falta algo.

¿Sí, como que? Mientras decía esas palabras se colocó frente a mi. Llevaba puesta la ropa interior y su pantalón. Cuando la tuve frente a mí, me puse de rodillas y la empujé hacía el escrito.

¿Que haces? Preguntó entre risas. Pero yo no respondí. Comencé a besar su vientre y a bajar su pantalón y la tanga. Y sin más me sumergí en su sexo una vez. ¡Dios! Sentía que necesitaba devorarlo, tenía una extraña necesidad de hacerla gemir una vez más, de escuchar como grita mi nombre entre jadeos. Y así fue, pasé mi lengua sin parar una y otra y otra vez, ella apretaba mis cabellos y pude sentir como sus piernas temblaban, hasta que se corrió en mi boca. Yo sonreí. Subí hasta su boca, la besé y terminé de vestirla entre besos y jadeos.

Ahora sí. Dije interrumpiéndonos. Debo vestirme. Continué. Y me fui separando poco a poco, sus ojos estaban cerrados.

Si sigues así, vas a volverme loca. Yo solté una carcajada y me alejé  para vestirme.

Lo digo en serio. Dijo, me abrazó por la espalda y besó mi hombro.

¿Dónde quieres desayunar? Le pregunté mientras me alejé de ella para buscar mi camisa.

¿Qué buscas? Preguntó intrigada.

Mi camisa, no la veo. Hacia donde la tiraste.

Ella rió. Está por allá. Dijo mientras señalaba cerca de la biblioteca.

¿Y bien? ¿Dónde quieres desayunar?

Camino hacia mí y me besó. Apartó mis manos de la camisa y ella cerró los botones. Yo sólo la observé.

Puedes responder cuando quieras, no hay apuro.

Se rió. La verdad es que no me importa el sitio mientras estés conmigo.

Que cursi eres, de verdad. Bromeé. Pero me encanta, ¿lo sabes, no? Dije mientras la besaba.

Vámonos ya. Dijo fingiendo estar molesta.

Yo reí y la seguí fuera de la oficina. La llevé a una cafetería que estaba cerca. Ella buscó una mesa y yo fui a hacer el pedido.

Me acerqué a la mesa, me senté y comenzamos a comer.

Pero que sorpresa tan maravillosa. Escuché que alguien decía detrás de mí. Volteé y vi a Susana. Se acercó a mí y me estampó un beso muy sonoro en la mejilla. Hola guapa. Agregó finalmente.

Ho... Hola. Respondí mientras me levantaba. Pude ver como cambiaba le expresión en el rostro de Clara. No le agradaba para nada la presencia de Susana.

¿Y como has estado? Te he extrañado, ¿Sabes?

Yo solo sonreí. He estado bien, gracias y ¿tú? Pude escuchar como Clara aclaraba su garganta. Ah por cierto, ella es Clara, ¿la recuerdas?

Susana solamente volteó para verla de arriba a abajo. Cosa que molestó mucho a Clara.

Soy su novia. Dijo desafiante mientras se colocaba en medio de las dos.

Yo la tome de la cintura y la acerqué a mí. Y ya nos íbamos, ¿verdad mi amor? Ella no respondió. Seguían mirándose, Susana tenía una sonrisa en su rostro.

Bueno Susana fue un placer. Nosotras nos vamos.

Adiós, cariño. Llámame ¿si? Agregó finalmente mientras me guiñaba el ojo. En ese instante Clara se alteró y quiso golpearla. Yo la detuve.

Vámonos. Ella sólo me miró. Ahora. Le dije desafiante. Salió como alma que lleva el diablo de la cafetería y yo detrás de ella.

¿Pero que se ha creído esa idiota? Decía alterada mientras se subía al auto.

Ya Clara no importa. No vale la pena. Sólo quería molestarte.

Y bien que lo consiguió. No la soporto de verdad. ¿Como puedes tratarla?

Así como tú, tratas a Carlos. Además no es que seamos amigas.

Tú le gustas Gabriela. No la quiero cerca de ti. Además como se atreve a pedirte que la llames. Acaso tú tienes su número de teléfono.

Yo solté una carcajada. Ahí está mi celular, si quieres lo revisas.

Ah! ¿Y te vas a reír? Pues a mí no me parece gracioso.

A mí si. Le dije mientras le lanzaba un beso. Ya mi vida, olvídate de Susana. Ignórala, no le des importancia.

Es que no la soporto.

Sí, eso lo tengo clarísimo. Pero no vale la pena.