Siempre Tú IX

Alguien llamó a la puerta. Nos alejamos un poco. Perdón, no quise interrumpir. No podía creer lo que veían mis ojos.

BARBARA

Ya no sabía que pensar o hacer, la situación con Gabriela había empeorado mucho, ella cambió tanto. Se volvió egoísta y cada vez que me buscaba era para “matar” sus ganas y ya; ni siquiera se quedaba para desayunar y conversar como hacíamos antes. Creo que “intentar” algo con ella fue un error. Sí, me enamoré pero de que me servía, cuando la necesité nunca estaba, a menos que fuéramos a una fiesta o algo que implicaba alcohol, baile y sexo; no estaba mal si sólo quería eso, pero por qué ilusionarme con algo que no pasaría de eso. Por un lado yo me coloqué una venda en los ojos creyendo que podría ayudarla y por otro lado ella supo aprovecharse de eso para desmoronar cualquier ápice de estabilidad que había en mi vida.

Lo de Clara le afectó tremendamente, nunca imaginé verla así. Tan cambiada, desapegada de todo, hasta de su trabajo pero lo que más me dolía era la indiferencia con la que me trataba, como si ya no le importara.

Me harté y ese día decidí ignorarla por completo, no atendí ni sus mensajes, ni sus llamadas. Decidí que iría a la fiesta de Mariela, es una colega, nos conocimos en una conferencia que hicieron en la ciudad. Ella era muy atenta conmigo, cuando me confesó que sentía atracción por mí, quise “usarla”, por aquello que dicen de que: un clavo saca a otro clavo; pero yo no podía hacerle eso, a pesar de que Mariela era el mejor partido para mí, no podía sacarme a Gabriela de la cabeza y del corazón, por lo menos no tan rápido.

Estaba acostada, sonó mi celular y me sacó de mis pensamientos, por un momento creí que era Gabriela. No fue así, era Mariela.

Hola, colega. ¿Cómo amanece? Preguntó en tono juguetón.

Muy bien colega, ¿Y usted?

Ahora mucho mejor, ¿Nos vemos está noche?

Claro, así será.

Me parece excelente.

¿Necesitas que lleve algo?

Lo que tú quieras. Sólo me importa que estés tú.

No supe que decir, su comentario me tomó por sorpresa. Está bien, llevaré hielo-fue lo primero que se me ocurrió-nos vemos en la noche, continué.

Nos vemos-respondió y colgó-.

El día transcurrió con normalidad, para mi sorpresa pude ignorar a Gabriela, lo único que le faltó fue ir a mi departamento pero gracias a Dios no lo hizo. Llegó la noche y comencé a buscar algo que ponerme para la fiesta de Mariela. Decidí irme lo más relajada posible, no estaba de ánimos para fiestas pero Mariela no tenía culpa de eso, ella siempre se ha portado bien conmigo y creo que si no fuera por ella, ya hubiese “parado en loca”. En fin, tomé una ducha para despejar mi mente, me vestí y me dirigí a la casa de Mariela.

Al llegar, ella me recibió con un fuerte abrazo. Que bueno verte, estás hermosa.

Gracias-respondí y le di un beso en la mejilla- tú no te quedas atrás-continué-.

Se sonrojó-gracias, contestó inmediatamente-ven, vamos-tomó mi mano y me guió adentro de la casa, me presento a algunos colegas y uno que otro de sus amigos. Conversamos un rato, hasta que alguien la apartó y de un momento a otro, me encontraba en el jardín. Era realmente hermoso, amplio y las flores eran llamativas. Está casa es de sus padres y ella la usa cuando viene a la ciudad, ya sea por trabajo o vacaciones, no vive en ella. De repente un ruido me sacó de mis pensamientos.

¿Quién anda ahí? Pregunté un poco asustada, algunos arbustos se movían, tomé un palo que estaba cerca. Continué- salga ahora mismo o te juro que… ni siquiera me dejó terminar, de un brinco salió de detrás de los arbustos.

Oye calma, soy yo. Gabriela, o es que ya te olvidaste de mí.

¿Qué haces aquí?

Vine a buscarte

¿Qué? ¿A mí? ¿A cuenta de que?

Te extraño, me has estado ignorando y eso me duele.

¡Ay, por favor! Sí, como no. De seguro, ninguna de tus amiguitas no te ha querido hacer el favor y vienes a buscarme a mí. Claro de seguro pensaste que caería redondita ante ti, pues te equivocas. Vete, ya no quiero verte, no me interesa saber nada de ti.

¿Qué pasa? ¿Qué favor?  Mira Bárbara, ya no puedo seguir así, tú sabes que te amo, quiero arreglar nuestra relación. Tu eres lo único que me queda y la única que me mantiene centrada, por favor, haré lo que sea que me pidas.

¿Lo que sea?

Lo que sea. Mientras repetía sus palabras, se colocó frente a mí. Unió su frente a la mía. Yo…

No la dejé terminar. Sólo vete, si realmente me amas, vete. A ella parecieron no importarle mis palabras.

Perdóname, ¿si? Dijo colocando su mano en mejilla. Sé que he sido una idiota en estos meses. Dame una oportunidad para redimirme y compensar los malos ratos que te hice pasar.

Yo no respondí. Alejé su mano de mi mejilla y le di la espalda.

Por favor Bárbara, no quiero perderte a ti también. Dime algo, lo que sea.

¿A que viniste? Pregunte mientras me giraba.

A disculparme y también a rescatarte. Dijo sonriendo. No se porque estás con ella, no te interesa por mucho que se esfuerce. No es para ti y lo sabes. Vine a darte la excusa perfecta para huir de aquí, puedes decirle que te secuestré.

Esta vez sonreí. ¿Por que eres tan cruel con ella?

Soy realista. Vámonos de aquí. Dijo y extendió su mano hacia mí. Sabes que no quieres estar aquí.

Tomé su mano y me acerqué a ella. No. Dije firmemente. Por un momento creí que tu disculpa era sincera pero no, solo quieres echar a perder la poca estabilidad que me queda para luego dejarme.

Eso no es cierto. Esta vez me jalo hacia ella y colocó sus brazos alrededor de mí. Me tenía aprisionada.

Suéltame. ¿Que haces? Le decía mientras intentaba zafarme.

Sabes que no puedes estar ni con ella ni con nadie más. Tú eres mía, yo soy tuya y lo sabes. Al escuchar sus palabras me relajé un poco y me besó. Fue un beso dulce y tierno, diferente. Me gustó lo que me hizo sentir.

¡Suéltala! Gritó una voz. Era Mariela.

Aquí vamos. Dijo Gabriela. Mariela venía hacia nosotras vuelta una fiera y sin más empujó a Gabriela lejos de mí y la golpeó.

Pero ¿que carajos? Dijo Gabriela y le devolvió el empujón. ¿Quién te crees para venir a golpearme? Estás loca. En ese instante Mariela se le encimó y yo me interpuse.

¿Por que la defiendes? Preguntó molesta.

Esta no es la manera de resolver las cosas. Cálmate.

Pero te estaba besando a la fuerza.

Yo no estaría tan segura de eso. Dijo Gabriela. El comentario molesto más Mariela. La detuve.

Por favor, espérame adentro. Ya voy. Ella acepto a regañadientes.

¿Y bien? ¿Te vas conmigo o te quedarás aquí? Pregunto Gabriela.

Lo siento. Ya no puedo. Aunque quiera, no puedo me lastimaste mucho. Creo que lo mejor es que no nos veamos por un tiempo.

Está bien. Lo entiendo, arruine las cosas y ahora estoy pagando las consecuencias. Pero quiero que recuerdes algo. Se acercó a mí. Si por alguna extraña razón llegas a necesitarme, búscame. Siempre voy a estar para ti, no lo olvides. Tomó mi rostro en sus manos y besó mi frente. Cuidate si. Dijo finalmente y se alejó.

Te amo. Dije y suspiré. Ella se encontraba lo suficientemente lejos como para no escucharme.

¿Entonces eso quiere decir que no tengo oportunidad contigo? Dijo una voz. Me giré y vi a Mariela.

¡Mariela! Dije sorprendida. Pensé que estabas adentro.

Lo estaba, pero vi cuando Gabriela se alejaba y decidí salir. Supongo que era el momento adecuado. A mí también me toca una dosis de realidad, no

Lo siento Mariela. Lamento que escucharás eso. Créeme que yo realmente quería intentar algo contigo, eres una mujer maravillosa e inteligente, pero no puedo seguir mintiéndote. Te puedo...

No sigas. Dijo y posó un dedo sobre mis labios. No se elige a quien querer. Ven, caminemos. Ella tomo mi brazo y comenzamos a recorrer el jardín.

A pesar de que la amas, te quedaste ¿Por qué?

Porque tenerla cerca me lastima. Y necesito tiempo, necesito sanar.

No sé que fue lo que pasó entre ustedes. Cada una tendrá su versión. Sólo digo que no vale la pena que estén alejadas, tú la amas y ella te ama y creo que... La interrumpí.

¿Cómo lo sabes?

Porque uno no va proponiendo planes de escape, ni proclamándose de alguien así porque sí, o por una amistad.

Pero... Esta vez ella me interrumpió

¿A que le tienes más miedo Bárbara? ¿A ser feliz?

Me quedé en silencio.

¿Sabes qué? No me respondas a mí, respóndete a ti misma. Es más te tengo otra pregunta ¿Por que no sanar juntas?

Continúe en silencio.

¿Estás molesta?

No, para nada. Es sólo que... Tienes razón, tengo miedo. Miedo de que ella no me ame, como yo la amo. ¿Y si se aburre de mí?

¡Vaya! ¿Cuando tu, Bárbara Rangel, te volviste una mujer insegura? Dijo bromeando y ambas reímos.

Cuando me di cuenta que la amaba.

Sabes muchas personas piensan que el amor es debilidad pero se equivocan, el amor te da fuerzas. Fuerzas para salir adelante y comerte el mundo. Ella te ama, a su manera pero te ama y eso no quiere decir que no sea como tú la amas a ella. ¿Quien dice que eres tú la que ama más intensamente de las dos? No puedes estar segura de eso.

Habla con ella, pero hablen de verdad díganse todo lo que sienten y al final sólo ustedes decidan que quieren hacer. Mañana me iré y quiero irme tranquila, sabiendo que hablaras con ella.

Está bien lo haré. Te lo prometo.

Es mejor que regresemos.

Espera. Dije y la detuve. Gracias. Continué y le di un beso tierno en los labios.

Creo que mejor me quedaré. Bromeó y ambas reímos.

Me fui a mi departamento, necesitaba con urgencia una ducha para despejar mi mente. No sé cuánto tiempo duré. Salí, me vestí y me acosté. Agarre mi celular y me puse a mirar fotos viejas, de Gabriela y yo. Y recordé lo que dijo "tú eres mía y yo soy tuya", me sonreí. Poco a poco me fui quedando dormida.

Al día siguiente; estaba preparando el desayuno, cuando alguien tocó el timbre ¿Quién podrá ser? pensé.

Abrí la puerta y ella entró algo agitada.

Sé que dije que entendería y te dejaría en paz, decía mientras caminaba de un lado a otro, pero no puedo, no puedo y no quiero estar lejos de ti, me entiendes. Sé que te lastimé, pero dame la oportunidad de enmendar mis errores, déjame ayudarte a sanar. Haré lo que sea que me pidas, pero no me alejare de ti. Eso jamás. Yo... Hizo una pausa. Yo no quiero estar sin ti. Yo te…

Al escuchar sus palabras algo dentro de mí se encendió. No la dejé terminar y me abalancé sobre ella y la besé. La besé como si no hubiese mañana. Ella correspondió a mi beso y fue maravilloso. Nada más me importaba, la necesitaba tanto, la quería tanto en ese momento. Simplemente nos dejamos llevar.

Comencé a desvestirla y ella hizo lo mismo conmigo. Cada caricia, cada beso, cada suspiro era diferente. Era como si regresa al tiempo en que hacíamos el amor sin preocupaciones, sin peleas de por medio, lo hacíamos disfrutando cada momento.

Te prometo... Que... Voy a... Compensarte por todo... El daño... Que te... Hice. Decía mientras nos besábamos.

No hables, no digas más. Contesté. Y continué besándola. Ella abrazaba mi cintura y me acariciaba, yo me limite a tomar su rostro entre mis manos y jugar con su boca. Tenía ese deseo insaciable por sus besos, era como si quisiera besarla hasta desgastar sus labios, esos labios que me volvían loca con tal sólo un beso.

Subimos a la habitación y nos metimos en la cama. Yo estaba completamente desnuda y ella llevaba solo un cachetero. Y sin más comenzó a descender por mi cuerpo, cada caricia me estremecía, me hacía gemir. Quería sentirla dentro de mí. Ella conoce cada rincón de mi cuerpo, sabe dónde, como y cuando tocarme. No sé si era por el tiempo que llevábamos sin estar juntas o que, pero todo fue más intenso, la pasión, el deseo, el amor, el cariño con que tocaba, besaba y apretaba mi cuerpo era como si lo extrañara, como si esa fuera la última vez que lo tuviera.

Se detuvo un momento y termino de desvestirse. Llegó a mi sexo y sin pensarlo dos veces se sumergió en el. Lo chupaba, mordía y besaba de una manera que me hacía sentir como si llegará al orgasmo una y otra vez. No quería que se detuviera, me hizo gemir y gritar de placer.

Y cuando pensé que no podía más, se levantó, entrelazo nuestras piernas y comenzó a rozar su sexo contra el mío. La sentí tan húmeda que eso me excitó más y comencé a moverme más y más rápido. Estábamos sudadas y sin esperar mucho tiempo llegamos juntas al orgasmo, entre gritos y gemidos.

Ella se tumbó sobre mí un poco agitada.

No tienes idea de cuánto te extrañe. Dijo entre jadeos.

Yo reí pícaramente. Ven aquí. Dije. Me giré y me coloque encima de ella.

¿Que sucede? Preguntó.

Nada, sólo quiero contemplar tu cuerpo desnudo. Lo extrañaba. Respondí mientras que mi dedo índice recorría desde sus labios hasta llegar a su vientre. Pude ver como se erizaba. Ella acariciaba mis piernas lentamente.

Estoy buena lo sé, que no te cueste admitirlo. Dijo en tono pretencioso. Yo solté una carcajada. La verdad era que si, estaba tremendamente buena, ella siempre iba al gimnasio y su cuerpo estaba bien tonificado, sus brazos definidos, un abdomen plano en el que se asomaba uno que otro "chocolatico", unas piernas bien torneadas y un culo de infarto.

Pues te informo que no estás tan buena. Bromeé. Mariela tiene el abdomen más bonito. Creo que no debí decir eso.

¿Ah si? Dijo, mientras se levantaba y me sentaba en sus piernas. Bueno anda con Mariela a ver si ella puede hacerte sentir esto. Y sin más comenzó a chupar mis senos, besarlos y morderlos. Yo abracé su cabeza a mí, hasta que me corrí gritando su nombre y exigiéndole que no se detuviera. Me hizo acabar con tan sólo chupar, besar y morder mis senos, cosa que me sorprendió porque nunca lo había hecho.

Eres increíble. Le dije entre jadeos y le di un pequeño beso en la nariz.

No más que tú. Respondió mientras me abrazaba.

La empujé hacía la cama y comencé a besarla lentamente. Mordí su labio inferior suavemente, lo jalé un poco, ella subió su cabeza y comenzó a acariciar mi espalda.

No, no, no. La detuve, colocando mi dedo índice sobre su hombro y empujándola a la cama. Ella rió. Continué besándola y ella acariciando mi espalda. Apretaba mi cuerpo al de ella, me hacía estremecer. Con mis manos acaricié sus senos. Luego su abdomen hasta llegar a su sexo. Me detuve, me senté nuevamente sobre ella y alejé sus manos de mí. Con mi mano izquierda tomé su quijada y la alcé un poco.

Quiero que me mires. Pude ver como en sus ojos una chispa se encendió, y sin perder más tiempo introduje tres dedos en ella. No cerró sus ojos, me miraba excitada. Comencé a mover mis dedos sin parar, ella se zafó de mi agarré y pegó su cabeza contra la almohada, mordiendo su labio inferior.

No te detengas. Dijo entre jadeos, mientras apretaba mis piernas. Apresuré mis movimientos hasta que se corrió en mi mano, la saqué y acerqué dos dedos a su boca; ella los chupó mientras me dedicaba una sonrisa. Contemplar tal escena me calentó tanto que me abalancé nuevamente sobre su boca.

Me acomodé a un lado de la cama, estábamos frente a frente sin parar de besarnos.

Creo que... Este... Ha sido... Por mucho... El... Mejor mañanero... Que he tenido en... Mi vida.

Su comentario logró que me riera y terminara con nuestra faena de besos. Me besó en la frente y se levantó.

Lo siento vida. Me tengo que ir.

¿Que? Le dije un poco alterada.

Es broma. Contestó riendo. Voy al baño. Yo le lancé un cojín y ella pegó una carrera al baño. Me sentía tan feliz en ese momento, saber que Gabriela estaba ahí conmigo, tenerla tan cerca. Acabábamos de hacer el amor y fue maravilloso. Todo era perfecto. Pensaba mientras me puse boca arriba.

¿Que piensas? Me interrumpió dándome un beso en la mejilla.

Yo me volteé y la abracé.

Uy que rico, pero eso no responde a mi pregunta. Bromeó. No me digas que te arrepentiste.

Yo me pegué más ella. No podía ver su rostro.

¿Que? No, en lo absoluto. Pensaba en lo maravilloso que fue. El silencio se hizo presente. Ella no respondió, me levanté para ver su cara y estaba dormida. Yo me reí. Me quedé observándola un momento se veía tan tierna. Ella se abrazó a mi pecho y continuó con su siesta. Yo la abracé gustosa y con una sonrisa enorme en mi rostro, que se fue borrando lentamente hasta que me quedé dormida.

A la mañana siguiente me levanté y ella seguía dormida. Decidí darme una ducha y dejarla dormir tranquila. Salí del baño y al entrar al cuarto, ella ya no estaba acostada, pude escuchar como hablaba con alguien por teléfono.

Sí, está bien. No hay problema. Nos vemos en una semana-dijo finalmente y colgó-entró de nuevo al cuarto.

¿Todo bien? Pregunté.

Si, preciosa. Todo bien. Asuntos del trabajo. Me voy a duchar-dijo mientras se alejaba y entraba al baño. Yo me vestí y me fui a preparar algo de comer, perdimos la noción del tiempo ese día. Volver a estar con ella de esa manera, en cuerpo y alma, fue maravilloso; nada comparado a esas veces en las que sólo me buscaba para tener sexo y cuando se daba por servida, se alejaba de mí.

¡Que rico huele!- decía mientras me abrazaba desde atrás.

¿Quién? ¿Yo? O ¿La comida?

Ambas. No pude evitar reírme por su comentario.

¿Y quién te llamo?

Julián. Le hicieron una invitación al bufete a un congreso y pidieron que asistieran tres representantes.

Ah que bien. ¿Y cuando se van?

En dos semanas.

¿Y quién es el otro socio que irá con ustedes?

Mónica.-respondió a secas, sin separarse de mí.

¿Esa Mónica?

Si, lo siento. Si quieres que… no la dejé terminar y me volteé-

Tomé su rostro entre mis manos y la besé. Confío en ti.-agregué finalmente-

¿Segura? Puedo cancelar mi asistencia si te hace sentir más cómoda.

No, está bien. Ya te dije, confío en ti.

Mónica, no es socia como tal. Es la hija de uno de los socios que más años tiene dentro del bufete donde trabaja Gabriela, supongo que asistirá en representación de su papá. En una de sus tantas noches de despecho, se acostó con ella. Cuando las descubrí, me sentí fatal; esa fue la gota que derramó el vaso. Pero, lo que importa es que ya es parte del pasado. Ese fin de semana tuve guardia y nos vimos poco, ella iba al hospital a llevarme algún detalle, como chocolates, caramelos, rosas y hablamos de momentos. Todo estaba perfecto, éramos tan felices. Al final de la guardia, me fui al departamento, me duché y dormí; me sentía como una niña, emocionada porque llegara el lunes para verla, sorprenderla en su oficina.

Hola Bonita. Dijo, me encanta cuando me saluda de esa manera. Creo que hasta me sonroje un poco.

¡Hola!. Respondí. Me acerqué a ella y me abrazó efusivamente. Y yo le devolví el abrazo.

¡Ay que rico! No sabes cuanta falta me hacia un abrazo, bueno no cualquiera, necesitaba uno tuyo. Yo Sonreí al escuchar sus palabras. Nos separamos, yo me recosté de su escritorio y ella estaba frente a mí. Tomé su cintura y ella jugaba con mis cabellos.

¿Como has estado? Le pregunté.

Bien, bien. Aunque hay algo que he querido hacer desde que me desperté.

¿Ah si? ¿Y que será? Pregunte algo intrigada.

Pues... Esto. Dijo y sin más acercó su boca a la mía y me besó. Disfrute tanto de ese momento, era perfecto. Fue un beso tierno, lento y en calma. Sentí como su lengua recorría mis labios y apreté sus glúteos. Yo simplemente me deje llevar y lo disfruté. Hacía tiempo que no me daba un beso así. Las dos teníamos los ojos cerrados.

Por cierto, te extrañe mucho. Agregó mientras interrumpía nuestro beso. Yo solo reí. Me dirigí hacia la ventana. Ella me siguió. Y me abrazó por la espalda.

Yo también te extrañe, no te imaginas cuanto. Ella besó mi mejilla.

Lo importante es que ya estamos juntas de nuevo.

¿Y si te tomas la tarde libre? Pregunté algo apenada

¿Que quieres hacer hoy? Dijo un poco sorprendida.

No es que quiera salir, simplemente quedémonos acurrucadas en cama, hablando y viendo películas. ¿Te parece?

Perfecto. Si es lo que quieres está bien. Déjame avisarle a mi secretaria.

Alguien llamó a la puerta. Nos alejamos un poco.

Perdón, no quise interrumpir. No podía creer lo que veían mis ojos.